Diarios de Olvido, Sacramento y Vitorina MªJoséGPulgarín

Page 1

“Soliloquio de grillos” Juan Copete

Mª José García Pulgarín 12.10.2014 2º A


Los diarios de

Olvido, Vitorina y Sacramento

Â

2


Antes

de

empezar

contando

nuestras

historias, quiero explicar cómo ha salido a la luz estos

diarios

hayamos

los

sin

que

escrito

nosotras,

sus

personalmente.

dueñas,

Ha

sido

gracias a Juan Copete, quien se encargó de la difícil

tarea

de

comunicar

nuestro

trágico

e

injusto asesinato junto con nuestros recuerdos más íntimos, publicando estos papeles. Primero

contemos

la

razón

por

la

que

queremos relatar nuestro pasado. No aceptamos la cruel manera y endeble razón por la que fuimos tratadas, acusadas y ejecutadas. ¿Solo por creer en algo distinto a la dictadura somos enemigas

3


del país? ¿Por querer a los nuestros e intentar enseñarles

a

nuestra

manera

y

con

nuestras

creencias? ¿Por estar casada con un hombre con ideas diferentes a las de la España franquista? ¿Qué

mal

hicimos?

¡Ninguno!

Queremos

al

menos contarle a la gente que fuimos, y seguimos siendo, inocentes. Ahora y siempre. Ya resumido el principal motivo de nuestra indignación, pasemos al por qué de la elección de Juan

Copete

como

nuestro

portavoz.

Pasados

alrededor de más de medio siglo tras nuestra muerte, seguíamos como fantasmas en el lugar de nuestra

ejecución,

esperando

a

que

fuéramos

4


desenterradas y sepultadas dignamente, ya que no hicimos nada malo, y por las cercanías del lugar se hallaba Copete, quien parecía estar husmeando los

alrededores

mientras

pensaba

en

algo.

Inesperadamente, Vitorina nos reveló que sentía que

aquel

hombre

era

nuestra

salvación.

Decidimos contactar con él por todos los medios, pero como todos los que también habían estado allí antaño, no reparó en nosotras. Parecía que iba

a

quedarse

transcurrido

ya

algunos dos

albas

días, y

pues

seguía

habían viniendo.

Entonces Vitorina se comunicó con él en sueños. Cuando

despertó,

nos

dijo

que

aquel

hombre

5


había venido en nuestra busca, que le habían contado

que

la

abuela

de

una

mujer

había

desaparecido tras ser acusada de republicana, y que

la

hija

desesperadamente

de su

la

desaparecida

cuerpo.

buscaba

Vitorina

estaba

saltando de alegría cuando nos lo detalló. Era comprensible.

Una

de sus hijas no

la

había

olvidado, e incluso la buscaba. De esta manera, las tres fuimos capaces de hablar

con

el

hombre

y

revelarle

cómo

nos

conocimos e incluso nuestra vida. Así que le pedimos que, aparte de sacar a la luz nuestra tragedia, también lo hiciera con nuestro pasado,

6


para

no

ser

olvidadas.

Nunca.

Siempre

recordadas en la memoria de quienes lean nuestra historia. Ni Sacramento ni yo, Olvido, seremos simples

mujeres

convertiremos

en

que el

desaparecieron.

modelo

de

mujeres

Nos que

apoyaron a la RepĂşblica, no se arrepintieron de sus decisiones y continuaron hacia una nueva vida guiadas por la libertad y la amistad.

Â

7


8


Siempreviva

(aĂąoranza)

El diario de Olvido

Â

9


Nací en el seno de una familia humilde en 1899. Mi padre era un amante de la literatura, por lo que me transmitió a mí su pasión por los libros. Empecé a adentrarme en un mundo de cultura hasta

convertirme en maestra. Disfrutaba día a día de mi labor. Hasta

que un día de primavera

conocí a mi primer y último amor: León.

10


Era un hombre culto, sonriente y amable. Tenía muchos gustos similares a los míos: le gustaba leer, pasear, las matemáticas, la tranquilidad…

Adoraba Francia. Deseaba visitarla alguna vez, aunque fuera solo un día. Me recordó entonces a personaje

de

un

de

un

libro

un

autor

francés: Madame

11


Bovary

de

protagonista

Gustav se

Flaubert.

encariña

de

un

La hombre

llamado Léon, quien tiene una personalidad parecida a la de mi León.

Sin embargo, poco antes de estallar la guerra,

emigró

a

Francia.

Le

habían

sugerido un puesto de trabajo y no dudó en aceptarlo.

Y

así

fue

cómo

mi

León

se

marchó, dejándome. Pero bien hizo, porque no habría soportado a esta España.

12


Pasé

varios

meses

deprimida,

mirándome al espejo y preguntandome qué fue de aquella Olvido de antaño, la cual era feliz sin haberle conocido.

Pero la vida seguía y olvidé a quien fue

en

su

momento

reconocer que hasta el final

lo

fue).

mi

amor

(y

debo

Me

centré de nuevo en la

escuela y en mis libros. Cabe

decir

que

13


solamente había un solo colegio en el pueblo. Aun así, era lo suficientemente grande para todos los niños del lugar. A pesar de que en

un

principio

reputación

entre

mantenía

los

padres,

una

mis

buena

ideales

republicanos florecieron y quise enseñarles a los

alumnos

egalité

et

el

lema

francés

fraternité”.

Los

“Liberté, padres,

asustados, comenzaron a quejarse de que les metía ideas estúpidas, y cada vez llevaban

14


con menos frecuencia a sus hijos a mis clases. Y al cabo de un tiempo, frente a la puerta

del colegio, fui apresada por la policía, y

llevada a la plaza del pueblo,

frente a todos, siendo acusada de demócráta, de lo cual no me arrepiento, contó

Juan

porque

según

Copete,

en

nos

la

actual España ya no hay dictadura, sino

democracia. Además, así conocí a las que son

ahora

mis

dos

amigas,

Vitorina

y

15


Sacramento.

Las

admiro

mucho.

A

la

primera por el amor a su familia y por su

coraje al hacer frente a la situación en la que estuvimos involucradas a pesar de no

haber tenido ni siquiera ideas en contra de la

dictadura.

seguridad

y

Y

a

libertad

Siempre

que

quedaba

mirándola

pensando

en

la

lo

veía

la de

por

segunda

estilo la

fijamente,

diferente

que

de

por

su

vida.

calle,

me

embobada,

era

a

mí.

Aunque suponía que no tenía a nadie en el

16


mundo, al igual que yo porque mi León desapareció, ella había vivido como había querido. Espero que en otra vida pueda yo también tener la honestidad y seguridad de

vivir según yo lo crea, sin importarme la opinión de nadie.

Olvido

17


18


El diario de Vitorina

Rosa amarilla (Piensa en mí)

19


Siendo la tercera de cuatro hermanos, nací un caluroso día de 1897. Mi familia era pobre pero muy unida. Teníamos una pequeña granga granja y con lo que producíamos nos ganávamos ganábamos la vida. Yo me h encargaba de los quehaceres de la casa junto con mis hermanas y mi madre. Mis padres apenas sabían leer y escrivir escribir pero yo sé un poco gracias a que conocí al señor Silvestre. Tendría unos diez años cuando lo conocí. Era ya viejo pero mantenía muy bien la cordura. Acababa de mudarse de la ciudad y yo estaba entusiasmada con la h idea de conocer a alguien que no fuera del pueblo. Me acerqué hasta el portón de su casa y, olvidando las maneras, entré. Era batante grande en conparació comparación con la mía, a demas además de tener buen gusto en la

20


decoración. Entre tantos lujos que nunca había tenido y ya había imajinado imaginado otras tantas, el señor Sivestre me pilló. ¡Menos mal que no se enfadó! Es más, me invitó a ver su casa de arriba abajo. E inclusive me compró media docena de huevos. Bi Vi entonces un libro con una portada que me sorprendió, pero al no saber leer, me quedé con la gana. Al volver a casa, le conté a mi familia lo ocurrido. Se alegraron porque habíamos encontrado un nuevo cliente. Pero yo me entusiasmé por la idea de saber historias, de las que tanto tenía curiosidad desde que el cura del pueblo nos contó a algunos niños y a mí el cuento de una tal Vlanca nieves Blancanieves. Numerosas veces había soñado con enamorarme de un príncipe y dejar este pueblo y a esta casa. Sentía pena por mis hermanos pero no quería seguir de esa forma.

21


A los pocos días, visité al señor Silvestre y, tímidamente, le pedí que me leyera aquel libro. Contaba la historia de una joven que trabajaba día y noche (como yo) para sus hermanastras y madre. Estas la trataban como una simple sirvienta. Hapesar A pesar de todo, la muchacha soñaba con casarse con el príncipe del reino. Y finalmente, tras muchas penurias, lo hizo. Día tras día iba a casa del anciano, quien me contaba más cuentos. Y cada vez me maraviyaba maravillaba más la idea de encontrar a mi príncipe azul. Incluso le recé a la Virgen. Pero mi madre, harta ya de mis fantasías, me prohibió visitar al hombre: “¡Ya sabes leer y escribir y no hacen falta más cosas innecesarias!”. Hice caso omiso a la amenaza y a escondidas, continúaba continuaba viendo al señor.

22


Hasta que murió. Por una enfermedad. La última bed vez que lo vi fue en la iglesia del pueblo. Después de que acabara la misa, me contó el cuento

de Caperucita Roja. Recuerdo

sus últimas palabras: “Chiquilla, no confíes en los lobos, que tratarán de comerte sin piedad alguna”. En aquel momento no supe el significado de aquella frase, pero ahora ya lo comprendo. Me advertía de mi futuro esposo, de quien me enamoré a primera vista. Pensé que era aquel príncipe con el que había fantaseado tantas veces, quien me sacaría de aquella vida aburrida. Nos casamos al poco de conocernos y, con cinco hijos y uno más de camino, me abandonó. A pesar de todo, continuaba mirando embobada fotos mías cuando era joven y todavía feliz. Quería a mis niños pero me hubiera gustado que hubieran

23


nacido y crecido en los espléndidos palacios que aparecían en los cuentos. Pero, tal y como dijo el anciano, terminé como Caperucita: engullida por el lobo. Aunque sea un fantasma, me acuerdo cuando realmente nos conocimos las tres. A Olvido de ser la maestra de mis hijos, y a Sacramento de las habladurías de la gente y de ser la amante de mi marido. Reconozco que me sentía enfurecida con la mujer pero, al fin y al cabo, culpa no tenía. Con la acusación injusta por el republicano de mi esposo, por la relación de él con Sacramento y por las verdades crueles que tanto nos advbertia advertía esta, acabé pagándolo con ella. Fui sincera cuando le confesé mi admiración por ella, quien tenía su coraje e independencia, y poco le importaba el decir de la gente. Siempre seréis mis amigas, Olvido y Sacramento, incluso cuando descansemos de una vez en paz. Y a vosotros, hijos míos, que no pude despedirme como Dios manda, desde antes que nacisteis hasta el final de vuestras

24


vidas, os quiero. Y a ti Concha, y nieta mía, que me encontrásteis y nos diste sepultura, gracias. Eternamente agradecida. Vitorina

25


El diario de Sacramento

Gardenia (Sinceridad)

Â

26


Mis

padres

siempre

fueron

estrictos y un coñazo. Ya habían tenido a mi hermano, al que tanto adoraban, en 1899, y a los dos años llegué yo. Creo que les agüé la fiesta. Solo querían a un varón y ya lo tenían,

¿para

qué

otro

niño

más?

Encima voy y nazco mujer. Mi familia era de mucho dinero, así que me obligaron a estudiar, a refinar mis modales y a ser la esposa

perfecta.

Por

aquel

entonces yo era una señorita bien,

27


educada

y

creyente.

empezaron

Las a

cosas cambiar

cuando conocí a Roberto, un simple sirviente de la casa. Era de mi edad y no era un estirado al igual muchachos

que

que

los

otros

conocía.

Era

tímido en un principio, amante de los animales y un buen compañero de charla. Pasaba el mayor tiempo que

tenía

libre

con

él.

Me

acompañaba a pasear, me contaba los chismes que se decían entre los criados, me explicaba cómo era la vida fuera de la mansión… En

28


esos años él era especial y pensaba que

era

mi

destino

haberlo

conocido y estar junto a él. Por si fuera poco, me llevó

a

la

ciudad,

a

la

que

tanto

quería conocer.

Claro

que para escaparme de casa debía aparentar ser una don nadie, así que me entregó unas ropas (que a saber de dónde las sacó) y nos fuimos. Tenía claro que quería casarme con él, fuera del estatus que fuera. Pero claro, mis padres

29


armarían

la

entonces todo!

La

de

Dios.

fugarnos. primera

Decidimos

¡Qué

bonito

noche

tras

fugarnos, estuvimos durmiendo en una

pequeña

estancia

y,

al

despertarme, me encontré sola y sin ningún objeto de valor. ¡Se lo llevó todo! ¡Mis joyas, mis ropas, mis

objetos

más

preciados,

mi

dinero y mi corazón! Al rato unos detectives

contratados

por

mi

padre me encontraron y llevaron de vuelta

a

casa.

Cuando

llegué,

estaban echando humo, tanto que se veía ya desde fuera de la casa. Me llamaron de todo: desagradecida,

30


ilusa, inútil, estúpida… Y cuando escucharon Decidieron convertiría

mi que en

mi

versión, la

peor.

casa

prisión,

y

se me

prometieron a un tal Pedro. A las semanas, supe que estaba preñada. Estaba asustada porque sabía que me echarían de casa al saberlo. Al principio intenté disimular lo mejor que pude, pero a los cinco meses ya

fue

destapado

el

engaño.

“¡Inútil y estúpida. Nos traes más desgracias, trayendo al niño de ese ingrato!” Esas fueron las palabras que gritó mi padre. Y entonces me echaron. Era la vergüenza de la

31


familia

y

muerte.

acordaron Por

simular

aquellos

mi

tiempos

apenas tenía 17 años. Estaba sola, sin dinero y a las puertas de traer al mundo al hijo del que una vez fue

mi

amado.

Había

decidido

criarlo, sin importar el coste, así ya no estaría tan sola y por fin al menos tendría una vida más libre de la que yo tuve. Con suerte, una anciana se apiadó de mí y permitió que viviera con ella a cambio de que la ayudara, cuidara e hiciera las

tareas

del

hogar.

En

ese

momento aún creía en Dios. El nuevo

estilo

de

vida

era

muy 32


distinto al que tenía, sin embargo, era más feliz. No teníamos mucho dinero pero no vestía harapos tenía

e

una

mesilla cepillos

incluso pequeña

con que

unos me

había regalado la anciana. Me trató como a una hija, cosa que agradecí y siempre lo haré. Me recordó a la madre cariñosa que nunca tuve, y aunque ella no podía sustituirla, lo fue

más que la propia. Entonces

las cosas empezaron a truncarse. Di a luz a un niño al que nunca pude ni criar, pues se me murió

33


nada más nacer. Por si fuera poco, mi segunda madre también pereció. Ya sí que estaba sola. Tiré todos los rosarios y dejé de creer en el dios al que tanto había rezado y suplicado. Después, no tuve más remedio que irme cuando no pude pagar el alquiler de la casa. Y fue ahí cuando

supe

que

no

tenía futuro en aquella ciudad

que

tan

amargos recuerdos me traía. Yéndome ya, vi la fachada de una casa

34


donde seguramente su gente vivía al igual que yo lo hacía antes de caer en desgracia. Así llegué al pueblo donde he estado viviendo hasta el último de mis días. La pequeña casa

en

la

contrario: grande.

que

viví

gigante.

Era

parecía

lo

Inmensamente

demasiado

para

una

mujer sola. Con el poco dinero que me quedaba, sabía que necesitaría más. ¿Qué podía hacer? Sabía de arte, Claro

de

literatura, que

sabía,

de si

ciencias… estuve

estudiando durante toda mi niñez y adolescencia incansablemente. Mas no sabía cómo enseñar. No era

35


buena

relacionándome

con

los

demás, ya que siempre estuve bajo aquella

condenada

casa.

Me

amargué durante varios días hasta que me encontré con un viajero. Pasaba por el pueblo para ir a la capital. Pero su coche se había averiado y se hospedaba por unos días

en

un

hostal

hasta

que

funcionara su auto. Entre tanta charla al final acabamos pasando la noche

juntos.

Me

gustó

la

sensación, sinceramente, y bueno, comencé a hacer lo que hice, a salir con hombres por placer, no por dinero. Así que no soy puta,

36


que tanto me llamaban. Se es puta cuando te pagan por “satisfacer” al hombre,

no

cuando

simplemente

disfrutas tú también, que es bien distinto.

Al

final,

siempre

que

venían a casa me traían alimentos y algunos

obsequios,

y

de

esta

manera sobrevivía. Debo reconocer que

uno

de

mis

habituales

encuentros fue con el marido de Vitorina. No era como lo describió ella. Él era apasionado y divertido, no

tan

aburrido

y

serio

como

explicaba la pobre mujer.

37


El caso, que yo vivía como me venía

en

gana.

Sin

estar

atada a nada, a nadie ni a ningún dios al que alabar. Frecuentaba

una

plaza,

donde me sumergía en el pasado. Pensaba en lo que no tenía y en futuros alternativos. ¿Qué hubiera pasado si Roberto no hubiera escapado? ¿Si luego no me hubieran echado? ¿Si no hubieran muerto mi hijo y la anciana? ¿Si no hubiera conocido a aquel traidor, que se paseó alardeando de nuestra intimidad y ahora está casado? Las

38


respuestas no iban a llegar, nadie puede saber algo que nunca existió. El único consuelo eran los gatitos del pueblo. Tan huérfanos como yo. Ellos no me rechazaban ni recelaban. Jugaban conmigo y yo con ellos. A pesar de ello, me sentía sola porque lo estaba. Y así pasaron los años. Yo disfrutando de los hombres y ellos de mí. Hasta que, cuando estalló la guerra, fui apresada por tanta

39


habladuría: “Anarquista. Puta anarquista”. Y así acabé: conociendo a Vitorina y Olvido y siendo fusilada. Aun así, no me arrepiento de nada. He vivido la mayor parte de mi vida como he querido, sin nadie que me obligara a nada, disfrutando la vida, sin privarme de lo que tenía al alcance. He vivido a gusto y lo seguiré haciendo si vuelvo a nacer, como mujer u hombre. No importa. Y espero que nazca en un país libre, sin nadie que te prohíba pensar ni sentir.

40


Un

consejo:

vivid

guiándoos

bajo vuestros instintos, no bajo el de nadie que no seáis vosotros. Porque si no lo hacéis, viviréis la vida

de

Vuestros

otros,

no

errores

la serán

vuestras. vuestra

culpa y vuestros logros vuestro esfuerzo.

Sacramento

41


42


No tengo idea de cómo hicimos que aparecieran unos manuscritos escritos por nosotras con nuestros recuerdos y fotos, estando ya como estamos. A lo mejor son un reflejo de nuestras mentes. Pero hemos logrado que Copete investigara nuestra historia y convenciera al único testigo no culpable sobre el paradero de nuestros cuerpos, para que así fuéramos encontradas. Gracias Juan Copete por escribir también una obra relacionada con nosotras. Queridos lectores, si sois allegados de desaparecidos durante la guerra, buscadlos sin descanso, que tan inocentes son la mayoría como nosotras. Permitid que descansen en paz. Gracias.

43


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.