Introducción a la ciencia 2

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Introducción a la Ciencia

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Isaac Asimov

diarios de residuos de la fisión. ¿Qué hacer con ellos? En los Estados Unidos se han almacenado ya bajo tierra millones de litros de líquido radiactivo, y, según se calcula, hacia el año 2000 será preciso eliminar cada día alrededor de dos millones de litros de líquido radiactivo. Tanto los Estados Unidos como la Gran Bretaña han sepultado en el mar recipientes de cemento conteniendo residuos radiactivos. Se han hecho propuestas para depositarlos en las simas oceánicas, o las antiguas minas de sal, o incinerarlos con vidrio derretido para enterrar después la materia solidificada. Pero siempre surge el inquietante pensamiento que la radiactividad consiga escapar de un modo u otro y contamine el fondo marino. Una pesadilla particularmente estremecedora es la posibilidad que naufrague un barco movido por energía nuclear y disemine sus residuos acumulados de la fisión por el océano. El hundimiento del submarino nuclear estadounidense Tresher en el Atlántico Norte el 10 de abril de 1963 prestó nuevo acicate a tal temor, aunque en aquel caso no se produjo, aparentemente, la contaminación. Aunque la contaminación radiactiva ocasionada por la energía nuclear pacífica represente un peligro potencial, se la podrá controlar por lo menos con todos los medios posibles y, probablemente, se tendrá éxito. Pero hay otra contaminación que se ha extendido ya a todo el mundo y que, con seguridad, sería objeto de propagación deliberada en una guerra nuclear. Me refiero a la lluvia radiactiva procedente de bombas atómicas. La lluvia radiactiva es un producto de toda bomba nuclear, incluso de aquéllas lanzadas sin intención aviesa. Como los vientos acarrean la lluvia radiactiva alrededor del mundo y las precipitaciones de agua la arrastran hacia tierra, resulta virtualmente imposible para cualquier nación el hacer explotar una bomba nuclear en la atmósfera sin la correspondiente detección. En el caso de una guerra nuclear, la lluvia radiactiva podría producir a largo plazo más víctimas y más daños a los seres vivientes del mundo entero que los estallidos incendiarios de las propias bombas sobre los países atacados. La lluvia radiactiva se divide en tres tipos: «local», «toposférico» y «estratosférico». La lluvia radiactiva local resulta de las grandes explosiones cuando las partículas de polvo absorben a los isótopos radiactivos y se depositan rápidamente a centenares de kilómetros. Las explosiones aéreas de bombas nucleares de la magnitud kilotón,

Gentileza de Mónica Sánchez

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Preparado por Patricio Barros


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