

Y JAINISMO


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Surgió como un culto basado en el animismo y el politeísmo, adorando a los kami, espíritus que habitan en la naturaleza, los animales y personas importantes. Con el tiempo, se fusionó con el budismo y el confucianismo, donde el sintoísmo se vinculó con aspectos de la vida y el budismo con la muerte.
Durante el periodo Meiji, se intentó establecer el sintoísmo como la religión nacional, separándolo de otras influencias religiosas. Hoy en día, el sintoísmo se ha adaptado a la vida moderna, con las empresas multinacionales asumiendo un papel similar al del culto tradicional al emperador.





Confucio, un destacado filósofo chino del siglo VI a.C., se dedicó apasionadamente al estudio y a la búsqueda de la perfección personal. A pesar de sus esfuerzos por aplicar sus ideas en el ámbito político, no consiguió que ningún gobernante las pusiera en práctica. Tras este desencanto, Confucio se volcó en la enseñanza a sus discípulos y en la recopilación de importantes textos de la tradición china, contribuyendo significativamente al legado cultural y filosófico de su tiempo.
La filosofía de Confucio se centra en la ética y el desarrollo personal, destacando la bondad inherente en cada ser humano y la importancia de la automejora para avanzar moralmente. Él promovió la reciprocidad como un principio esencial: no hacer a los demás lo que no deseas que te hagan a ti. Aunque Confucio no creía en deidades ni se involucraba en temas teológicos, fue venerado como una figura sabia en la cultura china. Su enfoque práctico y ético dejó una huella duradera en el pensamiento y las prácticas sociales de su época.




Lao-tsé, una figura enigmática del siglo VI a.C., es conocido por haber escrito el “Tao-te-King”, un texto fundamental del taoísmo. Aunque no se puede confirmar su existencia histórica con certeza, se cree que era un archivero que abandonó su puesto debido a la corrupción que observó.
El “Tao-te-King” explora el concepto del Tao, un principio fundamental que unifica todos los opuestos y regula la existencia. El Tao se describe como la esencia eterna que subyace en toda realidad, sin principio ni fin, y que dirige el flujo constante de la vida. El taoísmo, basado en estas enseñanzas, se organiza en comunidades laicas y federadas sin una estructura centralizada. Los Inmortales, venerados por sus conocimientos en agricultura y medicina, reciben culto en santuarios, aunque siguen el principio de no intervención.




Fundado en el siglo VIII a.C. y reformado por Mahavira en el siglo VI a.C., el jainismo se diferencia del hinduismo al rechazar los Vedas y la existencia de un creador divino. Su doctrina, revelada por los tirthankaras, es vista como eterna y se manifiesta a través de sabios. Mahavira, conocido como Jina, alcanzó la iluminación mediante un ascetismo riguroso.
El jainismo considera el universo eterno y sin un dios creador, destacando a los dioses como almas perfeccionadas. En lugar de adorar deidades, se veneran a los tirthankaras como modelos de liberación. Su culto incluye la adoración de estatuas de los Jina y enfatiza la práctica de la no violencia, la pureza y la búsqueda de la beatitud eterna.


