Navegando el Alma

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Navegando el alma

Navegando el alma

Voy sobre un kayak, deslizándome suavemente por el río que serpentea entre los árboles. El agua fluye a mi alrededor, como la vida misma. El río es mi vida, y sus aguas nunca se detienen. Se llevan todo lo que no necesito y me entregan lo que realmente importa. A lo largo de su recorrido, frutos crecen a sus orillas.

Son los momentos, las experiencias, las personas que me han dejado huella. Cada uno de esos frutos tiene una historia, un significado profundo. El río sigue su curso, y yo, aquí, remando, recorro mi historia.

con amor -Ivy

La selva es un murmullo de vida. El viento acaricia las hojas con suavidad, Las aves, con su canto, celebran la libertad que respiro en cada instante. Un leopardo se cruza por mi camino, sus ojos reflejan sabiduría. Cada animal que observo me recuerda que la vida es un ciclo que no debe ser apresurado. En este bosque, todo tiene su lugar, su ritmo. Y yo, como el río, sigo fluyendo, en armonía con el mundo que me rodea.

A orillas del río, me encuentro con los frutos que más valoro: mi familia. Cada uno de ellos ha sido un faro que me ha guiado cuando las aguas eran turbulentas.

Los padres, con su amor incondicional, como árboles que brindan sombra. Mi hermano, que ha sido compañero de viaje, compartiendo risas y desafíos. En este río de la vida, ellos son el puerto seguro al que regreso una y otra vez.

Los amigos son los frutos más dulces que el río me ha ofrecido. No importa cuán lejos navegue, siempre sé que hay una amiga esperando, dispuesta a remarme junto a mí.

La amistad no necesita ser constante, pero cuando aparece, su impacto es profundo. Son las ramas que se entrelazan con las mías, los compañeros que no piden nada, pero siempre dan todo. En sus corazones, siempre encuentro un refugio cálido.

Finalmente, el río me lleva a un lugar profundo y sereno. Es aquí donde el flujo de la vida desemboca en mi corazón. En las aguas tranquilas, descubro lo que siempre he buscado: paz. El río me ha enseñado que no hay final, solo un continuo renacer. Cada remada, cada corriente, cada frutal encuentro a su orilla me ha llevado a este punto, donde todo tiene sentido.

Ahora, al final del río, sé que siempre hay más por descubrir, pero todo lo que necesito, ya lo llevo dentro.

Ilustrado por:

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