Los Aztecas eran un pueblo indígena de América del Norte, con origen en Aztlán, que denominó cultural y políticamente en México, durante el siglo XV y primer cuarto del XVI. En la sucesión de pueblos mesoamericanos que dieron origen la esa civilización se destacan los Toltecas, por sus conquistas civilizatorias, floreciendo entre el siglo X y el siglo XII seguidos por los Chichimecas inmediatamente anteriores y prácticamente fundadores del Imperio Azteca con la caída del Imperio Tolteca. Tenochtitlán era la capital del imperio Azteca (también conocido como pueblo mexica), fundada en 1325 en una isla del lago Texcoco, donde hoy es México central. Por el hecho de aquella ciudad encontrarse en una isla, el crecimiento de Ciudad de México hasta los días de hoy fue conseguido a través de la sustentación de la superficie con estacas de madera.
Investigación, datos y fotos: Ivan Luz Ledic
En noviembre de 1519, los españoles bajo comando de Hernán Córtes, entraron en Tenochtitlan con banderas en alto y vestidos de gala. Moctezuma y su séquito salieron a su encuentro con gran pompa. Fueron alojados en un palacio cerca del teocali. Los festejos y agasajos duraron varios días. Los aztecas quedaron sorprendidos por la apariencia, los caballos y las armaduras y espadas de hierro. Los españoles por la espléndida capital y con 500 mil la 1 millón de habitantes con bellos monumentos, jardines, palacios, templos y mercados. Era mayor que cualquier ciudad de Europa en la época.. Calculando el riesgo de la desventaja numérica, planeó la captura de Moctezuma, que entregó ricas piezas de oro y plata y permitió que uno de sus templos se convirtiera en iglesia. Hernán Cortés mandó a trasladar el tesoro a una de las grandes salas, para valorarlo. Los españoles tuvieron que construir ellos mismos las balanzas y pesas, pues los aztecas, grandes matemáticos, no conocían los sistemas de peso ni el valor total. Y así hallaron que era de unos 162.000 pesos oro, suma que, según cálculo hecho el siglo pasado, equivalía a unos 6.300.000 dólares. En el siglo XVI era esto una cantidad tan fabulosa que podemos suponer con bastante fundamento que ningún soberano europeo tenía atesorada tal suma en aquella época.