Osho aprender a silenciar la mente

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Una vez más, ¡no cometas el mismo error! Agradece lo que está ocurriendo, pero no pidas más; y llegará más. No pidas: “Vuelve otra vez”; tu petición se convertirá en la barrera. Volverá de nuevo, volverá más a menudo. Lentamente, lentamente, se convierte en el latido de tu corazón; despierto, dormido, está siempre ahí, nunca se va. Pero no es algo que tú haces. No puedes alardear de que “Lo he hecho”. Solo puedes decir: “He permitido a lo desconocido que me lo haga”; es siempre desde lo desconocido desde donde entran las grandes experiencias en nuestro pequeño corazón, y cuando intenta­ mos con toda la fuerza obtenerlas, nos ponemos tan tensos que la misma tensión las impide. Cuando no estás tratando y estás relajado -no estás si­ quiera preocupado por la meditación y cosas así—, súbitamen­ te, encuentras los pasos de lo desconocido, algo de ninguna parte, que se acercan a ti. Míralo con asombro, no con deseo. Míralo con gratitud, pero no con codicia. Dices: “Ahora, nada llega excepto una mente galopante. ¿Qué ocurrió?”. Te hiciste consciente de lo desconocido. Una pequeña prueba de meditación, y te volviste codicioso, deseo­ so. Tu deseo, tu codicia, estropeó todo el juego. Aun así, todo puede ponerse en orden. Ves la mente galopando continua­ mente; déjala galopar, simplemente observa, se solamente un testigo, un observador. Mirar simplemente la mente es uno de los mayores secre­ tos de la vida, porque no muestra que funciona, ¡pero funcio­ na! Simplemente mientras observas, indiferente, desinteresa­ do, como si no tiene nada que ver contigo, esos pensamientos

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