Vida
“Quien tenga sed, venga y beba gratuitamente del agua de la vida”
MARZO 2015
AÑO LII N° 471
Apocalipsis 22,1 7
NUEVOS SON LOS TRAPOS Asamblea de Iglesia página 2
Campamento
Tiempo atrás, una publicidad televisiva nos invitaba a ser parte de una nueva identidad: la del “nuevo uruguayo”. ¿Se acuerda? Sí, ese, el que tira un televisor viejo para comprarse pantalla plana; el que dejó de usar ropa color té-conleche y ahora viste a la moda y se ata con un nudito a los hombros un pullover que todavía tiene olor a comprado. Ese, ese mismo, el que wasapea, el que sube a la red selfies con su último almuerzo, el que sigue a la farándula de esta y la(s) otra(s) orilla(s), el que vuelve a veranear en la costa; o incluso el que conquista con un pasaje de avión el mar caribeño, los valles del Loira o el exótico oriente medio. Ese nuevo uruguayo parece haberse instalado en mi living room y me pide a gritos que me compre el celu, que ponga la Champions League o que vaya a ver esa nueva película en la que un hombre y una mujer sostienen una relación eróticamente violenta. Es que si no lo hago, si me lo pierdo, no voy a tener de qué hablar luego con mis compañeros de trabajo. Cada quien, en la medida de sus posibilidades, es ese nuevo uruguayo. O al menos
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Otra fiesta valdense página 4
está inscripto en esa cultura, que nos viene enseñando a sacar el mayor provecho a una bonanza económica y a exprimirla al máximo. Luego veremos cómo se paga el préstamo, por ahora disfrutemos. Y ahí está mi nuevo uruguayo interior, exigente, sofisticado, poniendo los bracitos en jarro, haciendo pose para su nuevo perfil de red social. Pero si rasco un poco el revestimiento plástico, si dejo que el viento lo despeine y le saco el acceso a internet, volveré a notar que mi nuevo uruguayo vive en el fondo una angustia indeleble. No descubrimos América con decir que un modo de vida que gira en torno al consumo y al ajetreo del minuto a minuto solo construye vínculos efímeros, vidas sin silencios para hablar en serio ni pausas a la siesta para ‘mirar para adentro’ y proyectar. Pero hoy, en medio de un día cargado de mil y una obligaciones superfluas propias del nuevouruguayo, planté bandera y me acosté mirando el cielorraso. Y soñé un rato con los ojos abiertos. Me acordé entonces de un tema muy preciado para el cristianismo primitivo y también para la 1