



Boletín Nª 101 abril de 2024

Por eso, nosotros, teniendo a nuestro alrededor tantas personas que han demostrado su fe, dejemos a un lado todo lo que nos estorba y el pecado que nos enreda, y corramos con fortaleza la carrera que tenemos por delante.
Fijemos nuestra mirada en Jesús, pues de él procede nuestra fe y él es quien la perfecciona.
Hebreos 12: 1-2
CUATRO GENERACIONES

Al mirar mi iglesia, sus bancos vacíos, Me nació la duda y me inundó su frío. Te dije: Dios mío, ¿seguirás conmigo, con este mi pueblo y con nuestros hijos?
Mis antepasados, en las tierras bravas gastaban su vida y a Tí se fiaban. Mi abuelo, me dicen, al llegar el día, Tu libro leía, tus salmos cantaba. Y también mis padres, humildes, amables, el pan compartían que tu mano daba.
En ésta tu casa, me encontraste un día, oí tu llamado, te entregué la vida, en la misma casa, en sus viejos bancos, apaciento mis hijos ¿oirán tu llamada?
En el viejo templo así meditaba, con ansia en el alma busqué tu palabra y mesiánica espiga de un salmo de edades, con dolor granada nutrió mi esperanza.
Pastor Norberto Wolf (1984)
Utilizada en una celebración realizada en ocasión del centenario de la llegada de los inmigrantes boers (sudafricanos) a Argentina
Red de Liturgia y Recursos de Educación Cristiana





Domingo 7 López 19 hs.
Sábado 13 15 a 18 hs.
Domingo 14 9 a 11 hs.
Domingo 21 López 19 hs.
Jueves 25 San Martín 17 hs.
Viernes 26 Consistorio 20,30 hs. en San Martín de las Escobas
Sábado 27 Gálvez 20,30,hs
Domingo 28 Colonia Belgrano 10
Martes 30 Encuentro de mujeres en Colonia Belgrano,16 hs.




PLANIFICACIÓN 2024
EJES DE TRABAJO PRIORITARIOS
ENCUENTROS COMUNITARIOS
Además de cultos y estudios bíblicos en cada zona, la idea es seguir con el cronograma de celebraciones únicas en fechas especiales que integran a todos los grupos..
EDUCACIÓN CRISTIANA
Continuar con Escuela Bíblica en Colonia Belgrano como un espacio inclusivo. Generar encuentros y campamentos que puedan incluir niños y niñas de otras zonas donde no hay actividades regulares. Continuar proponiendo encuentros para Pre Adolescentes y adolescentes con igual propósito.
MUJERES
Continuar con la reunión mensual de mujeres en Colonia Belgrano como actividad abierta a la comunidad.
JOVENES ADULTOS
Trabajar en vista de generar un espacio de encuentro para esta generación (30 a 60), mayoritariamente familias. Son personas que están y colaboran cuando se las convoca, faltas que den el paso de saberse parte de la comunidad.
SERVICIO
Estimular el apoyo, acompañamiento y aporte a la tarea del Hogar para Ancianos.
Continuar con los beneficios que contribuyen al Fondo Luisa Rostán, destinado a personas enfermas de cáncer.
MAYORDOMÍA
Ofrecer espacios de reflexión y motivación que ayuden a la comprensión de que la vida y misión de la iglesia se sostiene con el aporte de todos los miembros, cada uno conforme a sus posibilidades. Tender a una economía centrada en lo necesario, evitando todo gasto innecesario.
Continuar reflexionando sobre la viabilidad de seguir contando con la infraestructura edilicia, propia de otro momento histórico.
850 AÑOS
Generar espacios de reflexión interna y en especial abiertos a la sociedad en vista de dar a conocer quiénes somos, de dónde venimos, en qué creemos.
LIDERAZGO Y COMUNICACIÓN. Continuidad



Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. Les aseguro que si el grano de trigo al caer en tierra no muere, queda él solo; pero si muere, da abundante cosecha. El que ama su vida, la perderá; pero el que desprecia su vida en este mundo, la conservará para la vida eterna. Si alguno quiere servirme, que me siga; y donde yo esté, allí estará también el que me sirva. Si alguno me sirve, mi Padrelo honrará.
Juan12:23-26

Semillas
Como semillas, tenemos que morir, para dar vida en abundancia, multiplicándonos uno por cien y cien por mil.
Imposible vivir encerrado en nuestro orgullo, complicidad e indiferencia, de espalda a nuestro destino, a nuestros semejantes.
Servir, es tomar responsabilidades, asumir nuevos compromisos, nuevas luchas cada día.
Rev. Obed Juan Vizcaíno Nájera Iglesia Presbiteriana Maracaibo - Venezuela
Días atrás nos reunimos como comunidad con el fin de proyectar, planificar nuestra vida como iglesia para este año. Fue un tiempo de reflexión de análisis, de buscar posiblemente qué significa esta iglesia de la cual formamos parte.
Fue un tiempo de mirar hacia adentro de nuestras comunidades y de nosotros mismos, también y por otra parte hacia afuera, hacia esa sociedad que nos rodea. El mensaje de ese día se centró en el pasaje de Juan 12: 20-26 y de las palabras de Jesús aparto el siguiente versículo: “Les aseguro que si un grano de trigo no cae en la tierra y muere sigue siendo un solo grano, pero si muere da abundante cosecha”. Nosotros casi todos somos descendientes de agricultores o solemos cultivar en nuestras casas una huerta y sabemos muy bien que si a su debido tiempo no preparamos la tierra y sembramos esas semillas que están guardadas en las bolsas, con el correr de los días esos granos los perdemos, pero si los plantamos con el correr de los días ese grano morirá para darnos sus frutos.
Esto mismo pasa con nuestras comunidades, si no sembramos aquello que en su momento hemos recibido y seguimos recibiendo, si desoímos lo que el Señor nos está pidiendo que hagamos, dentro y fuera de nuestra comunidad, esto se irá marchitando y un buen día morirá sin dar frutos.
Entonces cabe preguntarnos: ¿Qué ocurre en “mi” iglesia hoy? ¿Qué ocurre en “tu” iglesia hoy? ¿Qué ocurre en “nuestra” iglesia hoy? ¿No te parece que la iglesia necesita de tus dones, de los míos, de nuestros dones y nuestra disposición para vivir y trabajar juntos en comunidad?
Dios nos ofreció un regalo, que fue su Hijo, quien sacrificó su vida por cada uno de nosotros. Seamos por lo tanto agradecidos y pensemos seriamente como podemos retribuirle aquel regalo que Dios nos brindó.





Texto del mensaje del pastor Sergio Bertinat en el culto de apertura del Sínodo 2024 en Jacinto Araúz La Pampa

Es una frase de Pablo, inspirada y sustentada en la historia de Abraham y Sara. El modelo de la esperanza es Abraham, es Sara que, “creyeron, esperando contra toda esperanza” (Romanos 4,18).
La expresión “esperar contra toda esperanza” es en sí, contradictoria, pues no se puede esperar en modo sensato cuando no hay razones suficientes para hacerlo. Abraham logra esperar porque cree. No se trata, pues de dos actitudes separadas, sino de una sola: una fe que espera y una esperanza que cree. La fe se vive como esperanza. Esta esperanza no defrauda porque no se basa en la debilidad humana ni en la incertidumbre de los acontecimientos, sino que está garantizada por la acción de Dios. Eso creemos. Por ello, la esperanza cristiana no es espera pasiva, ni resignación conformista, ni se reduce a un ingenuo optimismo. Nuestra esperanza brota de la confianza que ponemos en Dios que nos ama en Cristo. Nuestra esperanza se sostiene con la certeza que “¡si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar contra nosotros!” (Romanos 8,31) y de que “¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor!” (Romanos 8,39).
Vivir con esperanza es tener confianza en Dios y perseverar con fidelidad en la fe. Es tener la capacidad para ver, aun cuando nuestros ojos no vean.
Es recuperar la capacidad de soñar un mundo mejor, es cuestionar las estructuras y las ideologías inhumanas, y es colaborar activamente para que nazca un mundo nuevo y donde la justicia y la paz sean la norma, o al decir de Isaías: se besen.
Pero ¿que implica esto para nosotros, hoy y aquí, a 850 años del inicio del movimiento, hoy Iglesia Evangélica Valdense?
Los Valdenses en el Río de la Plata estamos viviendo de la renta, de un prestigio y acción que nos ha dado identidad y reconocimiento. Incluso podríamos también reconocer, que vivimos gracias a los subsidios que de generosa solidaridad recibimos, por ese prestigio que necesitamos renovar.
Un poco exagerado, cierto. Es una provocación. En verdad estamos generando espacios y proyectos interesantes, incluso proféticos. En varios aspectos la esperanza va tomando formas nuevas, otras son todavía un tanto ilegibles y tantas aún no se ven. Nuestra realidad parece tan contradictoria como el esperar contra toda esperanza.
En verdad somos una cáscara bastante vacía: pocos miembros y la mayoría demasiado pasivos, pastores como una especie en extinción, comunidades con un molde tradicional muy fuerte, con poco espacio, recursos y ganas para encarar lo nuevo. Hay un claro agobio y cansancio por sostener una estructura y actividades que ya dicen poco. Es tradición, y es tal vez también, el intento de mantener algo que no cambie en medio de esta vorágine de cambios en que estamos inmersos.


Pero qué tal si les dijera que ahí radica nuestro potencial. Ese darnos cuenta y asumir que estamos en un final de ciclo, nos habilita a un nuevo comienzo. Ese comienzo, aunque aún no se vea tan claramente, está en gestación. Es la esperanza contra toda esperanza.
De hecho y es quizás lo más visible. Estamos volviendo a ser una iglesia laica. Estamos dejando de ser una iglesia reformada calvinista, y no porque hayamos renunciado a esos postulados. Simplemente nos quedamos sin pastores y pastoras. La realidad nos está alejando de esa estructura pastor céntrico que hemos sido desde que nos organizamos como Iglesia en el Río de la Plata. Aunque con nostalgia por lo perdido, lo nuevo ya está entre nosotros. La formación de laicos y laicas, es hoy una experiencia que, incluso, se quiere replicar en otros ámbitos.
Más laicas que laicos. A las colegas pastoras les costó ser plenamente incluidas. Más bien tuvieron que generarse un lugar.

Hoy, en cambio, las mujeres son el liderazgo de esta iglesia. De las 62 personas que concluyeron el Esfuérzate en la gracias, 46 fueron mujeres. Si miráramos a los Consistorios, quizás el promedio pueda ser aún más alto. Y aún más en la cotidianeidad del ser iglesia. Claramente estamos dejando atrás el patriarcado y buscando un modo de ser inclusivo, respetuoso de las particularidades y donde el poder se discute, y se horizontaliza.
En la diaconía en cambio, hemos retrocedido. El auge de la diaconía comunitaria, a medida de las posibilidades, y arraigadas en la misión comunitaria, se ha diluido. Lo poco que queda ya no tiene incidencia. La diaconía institucional nos fue comiendo el tiempo, los recursos y la perspectiva. Confío en que enmarcando y dando un lugar propio a la diaconía empresaria, cada vez más fuera de nuestra escala, nos permita recuperar desde las comunidades lo que constituye nuestra forma de incidir y dar testimonio en la sociedad, a través del servicio al prójimo.
En el área de las comunicaciones, es donde seguimos teniendo un enorme desafío. Hoy las herramientas y costos nos permiten ser una voz en el concierto de múltiples voces que se difunden. Pero, seguimos pensando en nosotros mismos, y nos cuesta visualizar todo lo que podríamos estar compartiendo hacia el conjunto de la sociedad global. Asumir el desafío de utilizar las redes es una gran oportunidad y posibilidad de dar a conocer toda la riqueza en valores imprescindibles para la tarea de mirar y pensar de nuevo nuestra forma de vida como humanidad.
Finalmente, y en esta mirada rápida sobre nuestra iglesia de cara a los 850 años, una mención a la transición generacional. Por años, incluso por siglos, esa transición de una generación a otra, simplemente, se fue dando. En cambio, hoy estamos transitando un tiempo especial, donde lo que está aconteciendo es y será más bien, una ruptura, y no solo en el ámbito de la iglesia. Pensando en la iglesia, claramente hay un modelo de ser Iglesia, que está concluyendo, y uno que recién está en los primeros trazos, en gestación.
Al fin y al cabo el texto que nos está guiando es parte de esa ruptura que se dio entre la salida del rígido esquema judío, y la gestación de las primeras comunidades cristianas. Quizás el punto de quiebre fue la asamblea de Jerusalén, allá por el año 50, y después de casi 20 años de testimonio. Allí, entre otros Pedro, Pablo y Bernabe, Santiago, acordaron que eran algo nuevo. Ser Iglesia es comunión, es ser comunidad, una hermandad que derriba las divisiones vigentes.
Pero en modo alguno podemos pensar este proceso de la iglesia, aislado del contexto en el que ella vive y testimonia. Esta ruptura es global e implica fundamentalmente incorporar los vertiginosos cambios tecnológicos comunicacionales que lo están replanteando todo, y poniendo en crisis todas las estructuras sobre la cuales está asentada nuestra sociedad: la política, la económica, y la misma organización social.

A ello sumamos como otro elemento fundamental el rol activo asumido por las mujeres en los distintos niveles de la sociedad, al que hoy se suma lo que podemos llamar el amplio marco de la diversidad, que está configurando una nueva humanidad que intenta asumirse desde esa diversidad que es.
En todo esto deberemos como iglesia y como sociedad ir superando los miedos y esa tendencia conservadora que tenemos. No será extraño que tengamos propuestas autoritarias disfrazadas de libertad, que intenten sostener un modo de vida que ya fue, o progresismos que siguen aferrados a viejos slogans. Es tiempo de pensar, imaginar, y sentir de modo nuevo.
Este desafío de pensar de un modo nuevo, es hacerlo ante realidades tan contradictorias como escandalosas. Por un lado la tecnología y la inteligencia artificial prácticamente nos pueden dar una vida de maravillas, y al mismo tiempo, millones que no disponen de lo mínimo para la sobrevivencia. O que Israel que sufrió uno de los más grandes genocidios, esté haciendo lo mismo con los palestinos. O que haya tanto esfuerzo y trabajo por cuidar el planeta en el que vivimos, y por otro una voracidad por explotar sus recursos y convertirlos en ganancias que terminan en paraísos fiscales. También la sociedad nos desafía a una esperanza contra toda esperanza.

En esta perspectiva, valoro lo que el sociólogo brasileño Theotonio dos Santos, ha dicho: “Generalmente se hacen críticas desde el pasado. Nosotros queremos armar la posibilidad de hacer críticas desde el futuro.” A partir de esta afirmación, pienso que desde nuestras iglesias debamos mirar estos desafíos, desde nuestras identidades, desde la realidad que vivimos, pero sin ignorar que es desde el futuro, es desde la promesa del Reino de Dios y su justicia que estamos llamados e invitados a ser profetas.
Los 850 años de historia nos hablan justamente de que en los momentos de cambio y vorágine trasformadora, no es tiempo de volver atrás, sino de seguir hacia adelante, pues nuestro horizonte es el Reino de Dios, como la gran utopía que nos marca el rumbo de la caminata.
Para esa caminata nos ofrece dos valores esenciales: hacerlo en comunidad y sobre la base de amarnos los unos a los otros. Pero no nos ofrece un itinerario pre establecido, sino que nos invita a soñar, crear, servir, y a dejarnos envolver por la acción de su Espíritu obrando en el aquí y ahora. Una caminata en la que nos estamos solos, hay otras iglesias, hay otras organizaciones de la sociedad que también están caminando en la misma dirección.
Quiero terminar con una estimulante reflexión de Jorge Valdano sobre la base del poema Itaca de Konstantino Kavafis. Dice: “En el poema «Ítaca», se expresa de modo preciso y hermoso: Si vas a emprender el viaje hacía Ítaca, pide que tu camino sea largo, rico en experiencias, en conocimiento... Ítaca, en la cultura de Occidente, significa meta, llegada, logro. El poema, sin embargo, pone el énfasis en el propio recorrido, un camino que debe estar abierto a todas las experiencias que constituyen la vida. Solo al final, el poema repara en el propósito del viaje: «Ten siempre a Ítaca en la memoria. Llegar allí es tu meta. Mas no apresures el viaje...». Y, más adelante: «Ítaca te regaló un hermoso viaje. Sin ella el camino no hubieras emprendido». Es decir, la meta es el gran pretexto para ponerse en camino.

Hermanas y hermanos: A seguir andando, con fe y esperanza viva. El Reino de Dios es la meta, pero hagamos que esta caminata como comunidad de fe, sea disfrutable y enriquecedora.





Los valdenses surgen en el siglo XII en el sur de Francia como movimiento cristiano buscando la autenticidad del Evangelio a través de la predicación itinerante, lo que les cuesta la separación de la Iglesia Católica Romana. Se diseminan por Europa, siendo duramente perseguidos en Francia e Italia y se instalan con mayor concentración en los valles alpinos del Piamonte en Italia.
Adhieren a la Reforma Protestante en un Sínodo (asamblea) en 1532 y dejan de ser movimiento para transformarse en Iglesia Valdense, construyendo templos y capacitándose más en teología, sin dejar de sufrir persecuciones. Esta situación perdura hasta 1848, fecha de la proclamación del edicto de Emancipación.
Algunas décadas posteriores, en 1858, se inicia la migración al Río de la Plata, con el deseo de trabajo y la voluntad de mantener y estimular la vida de fe. Los valdenses intentan seguir con el legado de los primeros discípulos de Jesús

Acompañamos a Valdo al encuentro de la Palabra que libera y es luz






Aquel día de 1174, sucedió, ¿Cuándo y cómo fue? No lo sabemos. Una muerte cercana e inesperada, o tal vez, el canto de un juglar. Lo cierto es que para Valdo todo fue conmoción y cambio. Jesús reorientó su vida
Aquel día, ese empresario muy adinerado de Lyon.
Ese día Jesús le dio vuelta la vida, al límite de dejar familia y riqueza para compartir lo nuevo, y salir del encierro asfixiante. Un movimiento atrapante surgía.
Aquel día, sintió un imperativo Compartir la buena noticia, sembrar la palabra de Dios. Así, pequeñas porciones en lengua que el pueblo entendía, iniciaron su vuelo transformador. Un nuevo estilo de vida se gestaba.
Aquel día, no se pensó. Entre ellos no había sacerdotes. Pronto lo sabrían, y lo sufrirían. Obispos y hasta el papa intervendrán para detener aquella tamaña herejía. Callar era el mandato.
Aquel día, ni se imaginó. Mujeres, hombres, de dos en dos, inmersos en el desafío de compartir la perla de gran preci0o por caminos, por campos, en poblados, en palacios. cual despertadores del amanecer. El llamado de Dios es imprevisible.

Texto compartido durante el culto de apertura del Sínodo 2024

Aquel día, fue el primero de tantos en el que la fe fue tan fuerte que no hubo amenazas ni muertes que acallaran lo que había que decir. Fue convicción a primera vista, Jesús fue el motor que impulsaba. El mundo estaba en transformación.
Aquel día tuvo otro gran día, No en Lyon sino en Wittemberg. La Reforma se proclamaba y encontraba su lugar y sus formas. Solo bastan la fe, la gracia, la Palabra, Porque solo Jesucristo es Señor. Ante Él, somos todos sacerdotes.
Aquel día, trajo muchos logros, solidaridad y pertenencia. También mucho dolor, persecución, muerte, o exilio. En este ir y venir, pasamos de ser reconocidos a casi desaparecer. Varias fogatas iluminarían el futuro. Aquel día, alrededor del fuego, se anunciaba y celebraba lo esperado, lo soñado: ser libres. Un tiempo nuevo, ser reconocidos, dejar de ser nada, de ser perseguidos, poder ser Iglesia, poder ser.
Alrededor del fuego, la libertad
Aquel día, un camino nuevo. Seguir siendo firmes en la fe, generosos en el compartir la Palabra, abiertas comunidades de hermandad. Lo nuevo, tal vez lo viejo, pero vivo. Es que lo vivo no muere, cambia, se renueva, lo transforma todo. Porque el Evangelio está vivo
