

![]()





«Ustedes fueron rescatados de la vana manera de vivir que heredaron de sus padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.» Pedro 1:18-19.
Pedro nos recuerda que necesitamos ser liberadas-os de una vida vacía, sin dirección, heredada por tradición. Una existencia moldeada por las expectativas del mundo, movida por la inercia, por la lucha constante Hoy esa lucha se vuelve aún más visible en un mundo atravesado por guerras, violencias y crisis que nos muestran cuán perdido puede estar el corazón humano cuando se aleja de Dios En medio de ese caos, su Palabra nos ofrece una salida: vivir con un sentido más alto, con esperanza y con una mirada que construye paz.
Esta realidad nos interpela fuertemente en la juventud. Muchas veces nos vemos rodeadas y rodeados de propuestas vacías, de modelos que ofrecen éxito rápido, placer inmediato o reconocimiento superficial Frente a eso, el mensaje del Evangelio sigue siendo profundamente liberador, nuestra vida tiene valor, tiene dirección y tiene un propósito porque fuimos rescatadas-os por Cristo para algo más grande. Vivir la vida en Dios es elegir conscientemente no seguir la corriente del mundo, sino caminar con sentido. No fuimos creadas-os solo para sobrevivir o seguir lo que hace el resto, sino para vivir con libertad y convicción, dejando una huella que transforme el mundo, en comunión con Dios y con los hermanos y hermanas. La elección de vivir una vida de fe no es una carga, sino un acto de libertad. Es optar por vivir con los ojos abiertos, con el corazón dispuesto, sabiendo que cada día tiene un propósito eterno.
Cuando decidimos seguir a Cristo, no solo transformamos nuestra vida, sino que nos convertimos en luz para las demás personas. Este camino no se recorre en soledad, cuando compartimos la fe y la vida en hermandad nuestras propias vivencias se enriquecen, se iluminan. La comunidad se vuelve un espacio donde crecemos, nos animamos mutuamente, compartimos dolores y alegrías En ese compartir, la fe se hace concreta, se vuelve experiencia viva Así, el participar de la Iglesia no se trata solo de encontrar respuestas, sino de caminar acompañado, de descubrir día a día que vale la pena vivir cuando se vive con Dios y para las-os demás.
Lautaro Wagner



Me había ido a estudiar a unos doscientos kilómetros de San Gustavo y tenía un parcial un viernes por la noche El sábado arrancaba la Fiesta de Deporte en Uruguay Volver a casa era casi imposible, no había colectivos a esa hora, pero ahí aparecieron dos amigos de la comunidad, el Beto y Diego, que sin dudarlo se ofrecieron a ir a buscarme Con toda la emoción y locura de que saliera el viaje, cargué mi bolso, rendí el parcial y salimos rumbo a San Gustavo. Llegamos a casa.
Mientras me bañaba y preparaba la ropa deportiva, me agarró un escalofrío mezclado con amargura: me había olvidado el documento en la mesita de luz de Curuzú Cuatiá Fue bastante traumático Llegamos al punto de encuentro para salir rumbo a Cosmopolita Ahí estaban los mayores: la Martita, Ronald… que su lógica seguro les decía que no debían dejarme subir al colectivo. ¿Pero cómo decirme que me baje después de tanto esfuerzo para llegar? Y bueno, era sabido que sin documento cruzar el puente era una misión imposible, salvo que pasara sin hacer aduana
Ronald me propuso que fuéramos a la Policía a hacer un papel de exposición de pérdida del documento, donde él firmaba como testigo Y así fue Pero cuando llegamos a la aduana, ¡resultó que no era el único sin documento! Éramos al menos cuatro en la misma: unos lo habían perdido, otros lo tenían retenido por el servicio militar, otros lo habían lavado… Literalmente Entre Ronald y Martita se batieron a duelo con los de la aduana, peleando durante largo rato, tratando de explicar que íbamos a un encuentro deportivo entre iglesias hermanas, de nada servían las explicaciones La respuesta era siempre la misma: «No pueden pasar» Era realmente un problema porque volvernos desde Gualeguaychú a San Gustavo implicaba mucho tiempo y complicaciones. Pero Ronald no se rindió. Se quedó un rato más hablando con los aduaneros y, de repente, nos gritó: «¡Listo, subamos! ¡Estamos todos autorizados a pasar!». Nadie supo nunca qué pasó ahí adentro, no preguntamos tampoco Lo que haya pasado fue acertado para que el humor de los viajeros se recuperara y no se empañe la fiesta



Cruzamos todos felices y tuvimos nuestra tan esperada fiesta del Deporte, que fue simplemente espectacular. Lo gracioso es que a la vuelta tuvimos que hacer lo mismo en la aduana. Pero lo más hermoso de toda esta anécdota, más allá del susto, fue la actitud de varias personas de la comunidad Cómo se movieron, cómo buscaron soluciones, cómo no dejaron que me quedara afuera Eso fue lo que más me marcó Para mí, ese fue uno de los mejores ejemplos de lo que significa la comunidad, personas que se cuidan, personas que no abandonan, personas dispuestas a buscarle la vuelta personas que ponen sus dones, que le ponen el cuerpo a todo tipo de situaciones… Jamás voy a olvidar aquel gesto que tuvieron para que yo y los demás podamos tener nuestra fiesta tan esperada.
Ariel «Peña» Catalín




MI
Por los gestos que me abrazan cuando el mundo me amenaza
LA
Por tu escucha y tu consejo
MI que me trajeron desde lejos
Por la risa y la alegría, por la sana compañía
Por tu techo que es mi cielo, tu comida, mi sustento
MI
Por la vida y por el sol, por mi historia y tu perdón
LA
Porque me diste la fe y hoy me hiciste amanecer
DO#m
Porque puedo oír tu voz meditando una oración
FA#
Por decirme que yo puedo LA SI MI porque en ti mi Dios no tengo miedo
MI
Por tu sabia voluntad, la que a veces me cuesta abrazar
LA
Por el tiempo de la espera porque si amo la siembra
DO#m seré la cosecha y la semilla que murió y hoy es gavilla
FA#
Por tus llagas que son pan
LA SI MI alimento de eternidad

MI LA
¡Gracias, gracias!
FA#m DO#m
Dame padre amado un corazón enamorado RE LA SI para ser consciente de lo mucho que me has dado. ¡Gracias, gracias! Dame, padre mío, un corazón agradecido para ser feliz por el amor que he recibido.
MI
Por llamarme a la misión con tu letra y tu canción
LA
Por tu santa providencia que ha cubierto mis carencias DO#m
Porque sé que estoy cuidado por tus ángeles y enviados.
FA#
Por tu abrazo que es abrigo, LA SI MI por tu rostro en mis amigos.
MI
Por las horas del ayer, cada golpe que me hizo crecer.
LA
Por el nido que me dio DO#m alimento, enseñanza, cuidado y calor
Y porque el suelo me enseñó entre tropiezo
FA# que lo importante no es llegar, LA SI MI sino jamás, jamás dejar de intentar
Estribillo...
Maxi Larghi