Enero – Febrero 2021
Número 579
Año 70
MENSAJES AL FUTURO “Ustedes mismos son la única carta de recomendación que necesitamos. Una carta escrita en nuestro corazón, la cual todos conocen y pueden leer. Y se ve claramente que ustedes son una carta escrita por Cristo mismo y entregada por nosotros, una carta que no ha sido escrita con tinta, sino con el Espíritu del Dios viviente, una carta que no ha sido grabada en tablas de piedra, sino en corazones humanos” 2ª Corintios 3.2-3
Cuando estas líneas lleguen a tus ojos, seguramente estarás transitando las primeras horas de un nuevo año. Siempre que llegamos a estas instancias nos deseamos felicidades y que el nuevo año que comienza sea mejor. En realidad, no sabemos nada como será. Si no, miremos el 2020. ¿Quién se imaginaba que podía ser como fue? Así que nada sabemos de este año que empieza, sólo que viene con un arrastre complicado y las ganas y necesidades de que sea distinto, mejor, superador. Pero, ¿de qué depende el que así sea? Hay un montón de factores imposibles de manejar, que son independientes de nuestras acciones y pensamientos. Sin embargo, hay algo que sí depende de nuestra actitud. El cómo tomemos el desafío de un nuevo año que comienza. El corazón, las ganas, el espíritu que le pongamos a cada pequeña o gran tarea que cotidianamente podamos emprender, desde preparar un regalo para un ser querido, cuidar una planta, un huerto, un jardín, cocinar una rica
comida para un nieto, acompañar a alguien en su dolor, poner tiempo y esfuerzo para ayudar al que sufre por una injusticia, y mil etc más. Todo cuando hagamos, tendrá la impronta de nuestra actitud. Y ahí voy a la imagen que el Apóstol Pablo nos comparte en el texto que nos inspira. Cada uno, cada una, somos cartas, somos mensajes, escritos por Cristo mismo. ¡Ehhh! ¡no es poca cosa lo que dice el Apóstol! Cristo escribe nuestras vidas para que sean mensaje de vida, esperanza, fe, luz, amor para todos y todas a nuestro alrededor. Una escritura grabada en nuestros corazones. Una carta abierta. Que todos y todas pueden leer. ¿Cómo están nuestras cartas-vidas? ¿Abiertas que se pueden leer? ¿O cerradas y escondidas, incógnitas para los extraños? El desafío está claro: Cristo nos invita a ser cartas vivas, abiertas, generosas, comunicativas de todo lo bueno que él cultiva en nuestras vidas, para que mucha más gente pueda descubrir que la fe no es cosa de unos pocos elegidos, sino oportunidad abierta para quien quiera recibir a Cristo en su corazón y ponerlo en práctica en su vida diaria. Que en este 2021 nuestras vidas sean cartas al futuro, hojas al viento, semillas que vuelan, mensajes vivientes en las arenas de la historia, que todos y todas las vean con el corazón, las escuchen con el alma, las reciban como señales de vida nueva, auténticamente nueva, como un signo del Reino de Dios. Marcelo Nicolau