UNA MIRADA CRISTIANA A LA REALIDAD ACTUAL
AÑO VIII Nº 110 AGOSTO, 2018 Iglesias Evangélicas Valdenses de: COLONIA / COSMOPOLITA / ROSARIO / TARARIRAS / VALDENSE
ESO ES LA FRATERNIDAD Cuando en 2010 Mesut Özil volvió de Sudáfrica con la medalla de tercer puesto, él, y toda la selección de fútbol de Alemania fue recibida con elogios como orgullo del país. Seguramente a la mayoría poco le importaba que su nombre y apellido no tuvieran tradición germana. Y a los que sí les dolía tenían motivos sobrados para disculparlo. Muchos más tenían en 2014 cuando volvió de Brasil con la copa de campeón. Habían ganado en una final a toda entrega, habían hecho siete goles al locatario, y según dicen las buenas lenguas, no se esforzaron en hacer más porque a la vista estaba que no hacía falta. No le han faltado discursos lisonjeros que lo catalogaron como un digno compatriota, esforzado y meritorio. En 2018 la historia fue distinta. A la semana la favorita máquina ganadora estaba de vuelta de Rusia sin pasar la primera ronda. Con pena y sin gloria Mesut tuvo que reconocer que había otros que jugaban al fútbol tan bien como ellos, o quizás mejor. Es una posibilidad para la que estaría preparado. Pero lo más duro fue encontrarse con que los suyos ya no lo consideraban suyo. «En 2010 recibí el Premio Bambi como un ejemplo de integración exitosa en Alemania y su sociedad. Fui embajador de fútbol de
Alemania en 2015» recordó Mesut. «Si ganamos, soy alemán, si perdemos, no soy más que un inmigrante». Y sí, «la fama es puro cuento». Hay momentos en los que vale la pena echar mano a la hipocresía, hay otros en los que no hay ninguna necesidad. Él éxito presta disfraces engañosos, pero los quita sin pedir permiso. Es capaz de vestir con oropeles propios y ajenos aún contra la voluntad de quien los lleva y dejarlo desnudo caprichosamente en cualquier momento. Mesut lo sabe bien. Y no fueron sólo las hinchadas puramente pasionales las que dieron rienda suelta al desprecio racial. No se privaron de expresarlo algunos altos dignatarios, ejecutivos, dirigentes de corbata y autos de alta
gama. Los elogios se dicen, pero los los sentimientos se viven. Están más escondidos, tienen raíces más hondas y son los que mueven el mundo. No es lo mismo ser compinche que hermano. Con viento en popa, Mesut podía aspirar a lo primero y ser ejemplo de integración social disfrazada por el éxito. Cuando se festeja el triunfo, por un rato se olvida que cada uno es cada cual y como en las noches de san Juan comparten su pan, su tortilla y su gabán gentes de cien mil raleas. Pero cuando el sol dice que llegó el final, vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza y Mesut a su Turquía. Para volverlo hermano esa sociedad tendrá que caminar mucho. Y sobre todo tendrá que caminar en el sentido opuesto al que va. Como el hombre de la parábola Evangélica prácticamente tendrá que nacer de nuevo para reconocer que el hijo de su padre es su hermano y que es necesario hacer fiesta cuando se lo ha encontrado por más que venga con las manos vacías. No viene a buscar lo que no merece, viene a la casa que el Padre hizo también para él. No tiene que rendir examen de hijo, debe ser reconocido como hermano.
Diaconía: servicio y vocación
Fraternidad valdense ¿por qué polenta?
Hablar y callar, Dos maneras de decir
pág 2 y 3
pág 5
pág 10 y 11
COMPARTIMOS ESTA EDICIÓN CON: Equipo de redacción: Carlos Negrin, Ariel Charbonnier, Oscar Geymonat. Colaboran: Carlos Delmonte, Enzo Falcón, Jorge Malán, Elisabeth Lindemberg, Hugo Santos. Diagramación: Ana Paula Negrín. Impresión: Imprenta Ferreira. Correo Electrónico: cuestiondefe@adinet.com.uy