UNA MIRADA CRISTIANA A LA REALIDAD ACTUAL
Boletín
AÑO IV - Nº 99 SETIEMBRE 2017
Iglesias Evangélicas Valdenses de: COLONIA - COSMOPOLITA - ROSARIO - TARARIRAS - VALDENSE
Y VEO TAL CUAL SOY
CANTAR ES JUGAR EN SERIO Página 2
ENCUENTRO DE ADOLESCENTES Página 3
LA PAZ Y SU TEMPLO Página 4
PASTORAL: «NI ROTULOS NI ETIQUETAS» Página 10
BIBLIA: LA REALIDAD ES REAL, NO REALISTA Página 11
El eclipse llegó con previsible puntualidad el 21 de agosto a las 14.58. Lo llamaron “Gran eclipse americano”. Acá es América pero no nos dimos cuenta. Mejor; no compramos lentes especiales que después por un siglo no sabemos dónde meterlos. Oscureció por dos minutos y cuarenta y ocho segundos el territorio de Estados Unidos. “América para los americanos”, había dicho Monroe no pensando incluirnos. Del eclipse también quedamos afuera. Hasta estos monopolios son buenos para ostentar. Más todavía cuando se tiene uno cada cien años. Las órbitas estas trazadas. Por algo los griegos llamaban “cosmos” a ese sistema ordenado y armonioso en el que la luna cada tanto se cruza entre el sol y la tierra sin ningún afán de tomarnos por sorpresa. Las actitudes humanas no son tan previsibles, ¿o sí? El presidente de los Estados Unidos miró el eclipse desde su terraza y se
sacó los lentes sin los cuales estaba prohibido mirar. Si cada día vuelca su megalomanía combativa contra todo enemigo humano de irremediable menor estatura, tampoco se iba a achicar con un eclipse. ¿Quién tiene suficiente autoridad como para imponerle esos antiparras a alguien que no tiene por qué temer a nadie ni a nada? Si a Corea del Norte le puede responder con amenazas de fuego y furia como nunca el mundo ha visto, a México obligarle a levantar un muro para quedarse del otro lado, a Venezuela hacerla temblar con anuncios de intervención militar o al terrorismo combatirlo con muerte, ¿por qué no podía desoír a todo
el mundo y mirar al sol cara a cara? De última podría hasta desconfiar de la eficacia de esos lentes que bien podrían ser parte de una industria engordada con el cuento de la protección. Y en esa sospecha será en lo único que lo acompaño. Reparar en los segundos en que el presidente desoyó a sus asesores, a sus guardias, a su esposa y miró lo prohibido, podría parecer una trivialidad en medio de toda la información a digerir. Pero no deja de ser un pequeño gesto significativo, y elocuente. En lo poco nos mostramos cómo somos al cuidado de lo mucho. Consciente o no, el gesto da cuenta de una actitud de soberbia francamente muy peligrosa. Yo sé, decido y mando. Todo tipo de predicciones funestas rodearon al eclipse del 21 de agosto. En sí mismo el eclipse es una muestra de la armónica perfección de lo creado y de la grandeza de su creador. Más miedo nos dan estos pequeños gestos de gran soberbia
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