Cuestión de Fe - abril 2016

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UNA MIRADA CRISTIANA A LA REALIDAD ACTUAL

Iglesias Evangélicas Valdenses de: COLONIA - COSMOPOLITA - ROSARIO - TARARIRAS - VALDENSE

ENCUENTROS CERCANOS DEL MEJOR TIPO Página 2 y 3

ANIVERSARIO DEL NUEVO TESTAMENTO Página 4

CONTRA EL ANALFABETISMO RELIGIOSo Página 5

45 AÑOS DE «EL SARANDI» Página 9 Durante este mes en todas las iglesias está abierto el registro de «miembros electores» . Los miembros de iglesia mayores de 18 años están habilitados e invitados a firmarlo. Esta decisión hace a la vida de la iglesia

BOLETÍN

AÑO IV - Nº 82

abril 2016

Mil veces sacralizada pero nunca santa No existen las guerras santas. Nunca existieron. Que alguien grite un nombre de Dios al abalanzarse sobre otro a puñaladas o volando en p e d a z o s diciendo que la muerte propia es un servicio a él y la del otro un acto de justicia divina, no tiene nada que ver con la fe. En todo caso apenas el uso indebido de algún lenguaje religioso maquilla un poco los verdaderos motivos siempre más sórdidos y mezquinos. Es tan demencial y alejado de toda razón de fe la «matanza de San Barlotomé» como «Las Pascuas Piamontesas» o «las cruzadas a Tierra Santa», las decapitaciones en el desierto, los atentados de París o los del aeropuerto de Bruselas. Destrozar la vida de otro es un atentado a la fe en Dios. La autoinmolación como forma de obtener la gloria es de últimas un acto de egolatría que implica tomar el nombre de Dios en vano. Y quien lo hace es la primera de las víctimas de un sistema sencillamente diabólico. En la historia de Europa hay un capítulo que abarca gran parte del siglo XVI que se conoce como «guerras de religión». Que fueron guerras seguro, que la religión estuviera en la raíz de las disputas seguro que no. Los motivos fueron los de todas la épocas, la búsqueda de riqueza y de poder. La fe de mucha

gente que sólo tenía la vida para perder fue transformada en un instrumento para convencerla de que su entrega tenía un valor más alto. Necesitamos buenos motivos para vivir. Para morir voluntariamente nos hacen falta otros más tentadores. Se muere por la patria, por el honor, por la nación, por Dios. Nadie comete la estupidez de morir para alimentar las riquezas de otros, ni matar para que las acrecienten quienes producen y venden armas. Pero lo cierto es que ésos son los dueños de las guerras, los que fabrican enemigos, propagandean los motivos para odiarlos e inventan las razones para que otros mueran por ellas. Poco hay de nuevo bajo el sol. Y eso que soy de los que creen que a pesar de los tumbos, las marchas y contramarchas, algo vamos aprendiendo de nuestra propia historia. El fanatismo, también el religioso, se alimenta de la ignorancia. Lo desconocido produce rechazo. Negar su legitimidad es un paso. Justificar su eliminación apenas otro. Conocer es premisa para aceptar y amar. Quien se cree en el deber de eliminar a otro en defensa de su fe ignora los motivos que lo mueven. Y seguramente lo que llama su fe no es más que un latiguillo repetido mil veces hasta volverse incuestionable. Conocer la verdad nos hace libres de todo fanatismo.

cOMPARTIMOS ESTA EDICIÓN CON: Equipo deredacción: Carlos Negrin, ArielCharbonnier, OscarGeymonat Colaboran: AndreaBaridon, Carlos Delmonte, Enzo Falcón, JorgeMalán, ElisabethLindemberg

Diagramación: GabrielaDiCenso, AnaPaula Negrín Correo Electrónico: cuestiondefe@adinet.com.uy Impresión: SAUCEDEL PLATAS.A.


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