Conexiones Movimiento Juvenil Valdense | Año XIX | Mayo 2017 | conexionesvaldense@gmail.com
Campamento Nacional Uruguayo
Arrancamos el sábado tempranito, cargamos los bolsos y comenzamos el viaje. Llegamos a Bellaco sobre el mediodía y compartimos el almuerzo. Al principio conversábamos con los más conocidos y disfrutábamos el reencuentro. De a poco nos fuimos acercando entre todxs a través de juegos, mates y guitarreadas. Nos preparamos para un campamento Nacional autogestionado: nos dividimos en grupos para cocinar, limpiar, prender la caldera para bañarnos, juntar leña… para todo. Cayó la noche y cocinamos entre faroles… qué lindo pensar en cómo serían los campamentos un tiempo antes, cómo se las ingeniaban nuestrxs abuelxs: cómo a veces nos cuesta pensar en un lugar sin las comodidades con las que contamos hoy. El Domingo de Resurrección amaneció soleado, sereno. Comenzamos el día reflexionando con un taller con sabor a devocional que compartió Marcelo sobre cómo Cristo murió y resucitó para hacernos libres, y cómo la Reforma, tema de nuestro campamento, aportó a mantener la visión de la liberación del pueblo de Dios. En la tarde compartimos un taller un tanto más extenso sobre otra de las incidencias de la Reforma en la vi-
CAJ
Yolanda Barolín | Guillermina Costabel Stephanie Rostagnol | Brian Iriberry
da eclesiástica: la aproximación a los textos bíblicos. Cómo se reivindicó el carácter transformador de la lectura bíblica para poder deconstruir todas aquellas viejas estructuras con las que cargamos, y cómo también se empezó a cuestionar a los textos. Necesitábamos procesar, razonar, pensar todo lo que se había construido en el taller, se armaron grupos de gente discutiendo, debatiendo, cerrando ideas sobre todo lo hablado. Se armó también un devocional en el fogón de la noche. La experiencia de la comunidad durante esos días nos permitió resignificar un texto que a veces parece tan alejado de lo humanamente posible como la parábola de los panes y los peces, se hizo carne cuando terminaron sobrando las camas, los colchones que parecían faltar cuando llegamos. Siguió el fuego, siguió el canto, siguieron las charlas, estábamos casi al final de otro campamento nacional, los lindos, los que siempre sorprenden con gente nueva de muchos lugares, edades, experiencias. De los que siempre sorprenden porque muestran que hay una manera de vivir, en comunidad, sabiendo que siempre Dios nos acompaña, y se alegra, porque los hermanxs están juntxs. Grupo editor
Grupo Editor
Jóvenes de Montevideo
Debates pendientes
Lutero hablaba, ya hace algún que otro año, de la iglesia visible y la invisible. La iglesia que intentaba extender el control del Estado, la que promovía todas aquellas normas que se debían cumplir para ser salvado, y la iglesia de los verdaderos fieles. La iglesia que perseguía, la que justificaba al rey, la que mediaba entre Dios y su pueblo; y la iglesia que no se ve, que pasa por la espiritualidad y no por el control sino el auxilio de sus creyentes. ¿Cuántas propuestas de iglesia que proponen la salvación a cambio de dinero, del sacrificio «en tierra» hemos escuchado? ¿Durante cuánto tiempo se ha utilizado la excusa de una salvación para cobrar indulgencias, justificar opresiones? ¿Cuántas veces hemos visto a la iglesia no hacer más que impulsar la religiosidad de las formas, de lo visible, la religiosidad líquida? Nos vemos enfrentados a dos tipos de religiosidad distintas: Aquella que intenta generar con «sacramentos», con acciones superficiales, una suerte de calma mental en quienes la ejercen, sin molestar al rey, sin molestar al poderoso; y aquella otra religiosidad que impulsa la conversión personal para cambiar, para molestar, para transformar, para reformar. La religiosidad de la iglesia terapéutica, de la falsa sanación personal y la religiosidad de la iglesia critica, de la sanación de la sociedad y sus individuos. Los verdaderos creyentes -decía Luterohacen el servicio divino en espíritu. Han pasado varios años desde que Lutero dijo esto, pero nos seguimos encontrando con iglesias banales, iglesias que no intentan cambiar, iglesias que no son más que instituciones que recuerdan lo que pasó como algo lejano y que mantienen las estructuras sociales, culturales, económicas que mantienen el hambre, la violencia y la opresión entre el pueblo de Dios. Tomás Barolin