Conexiones
Movimiento Juvenil Valdense | Año XIX | Diciembre 2017-Enero 2018 | conexionesvaldense@gmail.com
editorial
Y llegamos al último número de este año. Este grupito de jóvenes que se encaminó en la tarea de pensar qué contar, cómo contarlo y quiénes podían compartir sus palabras y sentires, está feliz con el resultado. Como dijimos por ahí, nuestra intención no era simplemente llenar un espacio, sino mostrar lo que estamos haciendo y aún más lo que estamos pensando los jóvenes de la iglesia en nuestros distintos grupos y círculos. Hoy, les dejamos un último artículo que pretendemos sea una invitación a reflexionar sobre cómo concebimos la Reforma hoy y cuáles son nuestras acciones en esa línea. Gracias por acompañarnos en este recorrido, y feliz término de año. Luchar para que sea justicia
500 años de la Reforma. Oración que ha estado en boca de muchos en el último año. Pero, ¿para qué?, ¿por qué?, ¿en boca de quienes? son preguntas que creemos es válido hacernos en estos días. En Montevideo, el 31 de octubre se conmemoró con una voz fuerte, vigorosa y clara que dijo que estábamos a 500 años de la reforma protestante. Se salió desde la plaza del ejército, y se marchó hasta el palacio legislativo. Bueno, en realidad esa voz (que era más oscura que clara) reclamaba una «iglesia como Dios manda». Y tuvimos que presenciar semejante muestra de odio, porque negamos el ecumenismo y quisimos celebrar en nuestra cómoda casa, que estuvo bastante lejos de ser un oikos. Y nos condenamos porque dejamos, con nuestro insoportable respeto a la prédica del odio, con nuestro insoportable respeto al que no respeta, con nuestra insoportable levedad de no tomar posición, con nuestra insoportable prédica, prédica que es retórica pero pocas veces llega a praxis; que el anti-proyecto, que lo más reaccionario de nuestra sociedad, encuentre en la Reforma Protestante un hueco para justificarse. Y en este juego de tomar posición, de no tomarla, perdimos. Hubo otros que ya lo tuvieron definido mucho antes: tomemos posición, y salieron a hablar en contra de la ordenación de mujeres al pastorado, primero, y a profesar su odio contra todo aquello que no concuerde con el estereotipo del heteropatriarcado, después. Y perdimos. Perdimos porque nuestra opción retórica fué condenar, pero nuestra práctica el después vemos.
Por miedo a defender un proyecto que constantemente nos cuestiona, nos inquieta, y por evitar esa asquerosa sensación de equivocarnos, no tomamos partido. Y nos ganaron todos los días. Nos ganaron pero no ganó nadie, porque tampoco fué un juego. Fue la cruel realidad de la muerte, del odio, del machismo que día a día azarosamente escoge a sus víctimas mujeres, por el hecho de serlo. La realidad del capitalismo, que día a día pone vidas al servicio de la simbología más grande que haya creado la humanidad: el dinero. Hemos dejado proliferar la peligrosa idea de que iglesia y política no tienen nada que ver. Pero limitarnos a lo espiritual, lo eclesial, sin una correlación con lo real es negar a Jesús. Es olvidarnos de que la opción de Jesús es una opción por los más desprotegidos, una opción por las oprimidas de estos y todos los tiempos. Todo eso es una opción política. Traducir la biblia y permitir que el pueblo la lea también fue una opción política. Protestar en contra de las indulgencias fue una opción política. Y esto no significa el embanderamiento con tal o cual partido, sino la capacidad de entender que no podemos permanecer neutrales ante las situaciones de injusticia, menos cuando lo instalado es que las iglesias, cualquiera de ellas, son las perpetuadoras de las injusticias. Tomás Barolin, Rocío Geymonat, Facundo Plenc 1. Basado en la canción «Para la Vida» de León Gieco.
CAJ
Yolanda Barolín | Guillermina Costabel Stephanie Rostagnol
GRUPO EDITOR
Jóvenes de Montevideo