Agosto de 2020
Número 574
Año 69
18
María Magdalena fue a darles la noticia a los discípulos. «¡He visto al Señor!», exclamaba, y les contaba lo que él le había dicho. (Juan 20. 11-18)
Luego de dar lectura a estas palabras podemos decir que María fue al sepulcro y encontró la piedra que lo tapaba fuera de su lugar. Al entrar no encontró su cuerpo y esto la dejo más desconcertada, tal vez en ese momento no se acordaban de lo que Jesús les había dicho antes que él iba a morir y que al tercer día resucitaría. Al principio no lo conoció, pero cuando escucho su voz enseguida supo que era Jesús. Él les había dicho: yo soy el buen pastor, y mis ovejas conocen mi nombre. Tenemos la gracia de crecer en familia con Jesús, oír, reconocer su voz y su llamado es muy gratificante.
María se quedó afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro, 12 y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. 13
—¿Por qué lloras, mujer? —le preguntaron los ángeles. —Es que se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto —les respondió. 14
Apenas dijo esto, volvió la mirada y allí vio a Jesús de pie, aunque no sabía que era él. 15 Jesús le dijo: —¿Por qué lloras, mujer? ¿A quién buscas? Ella, pensando que se trataba del que cuidaba el huerto, le dijo: —Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo ha puesto, y yo iré por él. 16
—María —le dijo Jesús.
Ella se volvió y exclamó: —¡Raboni! (que en arameo significa: Maestro). 17
—Suéltame, porque todavía no he vuelto al Padre. Ve más bien a mis hermanos y diles: “Vuelvo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes”.
Jesús resucitado es el que nos envía a anunciar su palabra a los demás, a saber, que el bien siempre triunfa sobre el mal, si creemos fielmente y firmemente en él. Desde ese momento entendemos que el Jesús ante de su crucifixión no es el mismo luego de su resurrección. Antes lo veían juntos a ellos caminando y realizando cosas y poder tocarlo, luego de su resurrección nuestro compromiso y fe debe ser aún más firme y convencidos de lo que seguimos ya que ahora a Jesús no lo vemos en cuerpo pero si en alma y espíritu y saber que en cada cosa que hacemos o pedimos él está con nosotros, sentimos su presencia. Jesús le pide a María que vaya y cuente a sus discípulos lo que ha visto y lo que le ha dicho el Señor. Les quiere decir a su gente a su pueblo que su Padre es aún el Padre de ellos y que Dios es aún el Dios de ellos, y que él murió por sus pecados y quiere que sepan que están perdonados. Queremos agradecerte Señor porque venciste a la muerte y volviste a la vida para darnos vida en abundancia. Bendícenos porque somos tus hijos, una gran familia, nos liberaste de la esclavitud del pecado. Gracias señor por creer en ti fielmente y seguir como una familia todos unidos por un mismo fin, creer en tu palabra, en tus hechos, en tu gracia. Amen. Silvana Nan