XXº DOMINGO POST PENTECOSTÉS. I. APERTURA Preludio Saludo: Nuestra ayuda proviene de Dios, nuestro redentor, quien desea que todos los seres humanos sean salivados y lleguen al conocimiento de la verdad. Amén. Salmo 9.1-2,7-12,18. Oración: Oh altísimo Señor: Nos hemos reunido para celebrar tu nombre con el corazón y con la mente; estamos aquí para recordar las maravillas que has cumplido en la historia de los pueblos y en nuestra existencia; estamos aquí para alegrarnos delante de ti. Señor, nuestro rey y nuestro juez, estamos aquí porque reconocemos sólo en ti la autoridad suprema, porque deseamos afirmar nuestra sumisión a tu autoridad y a tu juicio sobre todo poder humano, ya sea fundado por el consenso, por la fuerza o por el dinero; sólo delante de ti nos inclinamos, a ti solamente reconocemos el derecho de juzgarnos a nosotros mismos, a nuestro prójimo, a nuestro enemigo. Señor, refugio nuestro: estamos aquí, hermanas y hermanos, y solamente por medio de ti podemos darnos consuelo y solidaridad recíproca. En ti encontramos sostén en nuestra lucha contra la común opresión. Estamos aquí porque te buscamos, porque tenemos necesidad de sentir tu presencia, porque hemos creído a tu promesa de que no nos abandonarás. Amén. Canto: 62 Te exaltaré Confesión de pecados: “Luego dijo Jesús: —Yo he venido a este mundo para hacer juicio, para que los ciegos vean y para que los que ven se vuelvan ciegos. Algunos fariseos que estaban con él, al oir esto, le preguntaron: —¿Acaso nosotros también somos ciegos? Jesús les contestó: —Si ustedes fueran ciegos, no tendrían culpa de sus pecados. Pero como dicen que ven, son culpables.” Juan 9:39-41. Nos humillamos ahora delante del Señor para confesarle nuestros pecados. Primeramente en forma personal. Confesión silenciosa: Oración: Señor, confesamos que no sabemos ver, que nuestra mirada no está atenta a la necesidad de nuestro prójimo, que nuestros ojos no perciben los problemas del mundo que piden nuestro compromiso. Te confesamos que a menudo no deseamos ver, que miramos para otro lado para no ver la mirada del que sufre, que cerramos los ojos para no ver el hambre, la explotación, la violencia que infecta nuestro mundo, cerca o lejos de nuestras casas. Te confesamos que cuando vemos, cuando comprendemos lo que ocurre a nuestro lado, cuando intuimos algo de tu presencia y de tu acción, la complacencia por nuestra capacidad, la presunción de estar en lo justo, ofuscan nuestra posibilidad de actuar, de quedar involucrados en la realidad que hemos visto. Señor, perdona nuestra ceguera. Señor, perdona nuestra presunción de saber ver. Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo, que ha pronunciado las palabras de juicio que hemos leído, pero que también ha anunciado, y encarnado el perdón tuyo por nuestros pecados. Canto: 14 Perdón Señor Absolución: “Pero Dios prueba que nos ama, en que, cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.” Romanos 5:8. Mediante esta palabra, el perdón de Dios llega hasta nosotros. Demos gracias al Señor. Amén. Canto: 128 A ti la gloria II. LITURGIA DE LA PALABRA.