TERCER DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS I. APERTURA Preludio Saludo: Nuestra ayuda, nuestra esperanza y nuestro consuelo son en Dios que nos ha creado y nos salva en Jesucristo. Amén. Respuesta: Canto Salmo 19 Oración: Dios nuestro que realizas maravillas en toda la tierra. Desde un extremo al otro tus testimonios hablan de ti, de tu nombre, de tus liberaciones y de tu fidelidad. Todo es armonía en tus obras y en ellas, cada ser humano y cada cosa creada encuentran tu calor que infunde vida. Te bendecimos porque este amor tuyo se manifestó perfectamente en tu Hijo Jesús. En él encontramos la restauración y el reposo. En él nuestros afanes y nuestras fatigas encuentran respuesta. En él y por él te damos gracias. Amén. Canto: Confesión de pecado: Confesamos nuestro pecado uniéndonos en la oración del Salmo 51: 5-6 que dice: “Reconozco que he sido rebelde; mi pecado no se borra de mi mente. Contra ti he pecado, y sólo contra ti, haciendo lo malo, lo que tú condenas. Por eso tu sentencia es justa; irreprochable tu juicio.” Hermanas y hermanos, esta palabra está delante de cada uno de nosotros; es el espejo de nuestra vida; es la invitación a decir a Dios, con lealtad y honestidad, nuestras faltas. Lo hacemos, en primer lugar, en una oración personal silenciosa. Oración: Señor, estamos afligidos y cansados por nuestras jornadas; nos sentimos oprimidos por el curso de nuestros días. Es consecuencia de nuestras faltas. La distancia que nos separa de la plena comunión contigo es real y sentimos que al mismo tiempo de invocar y confesar tu nombre descubrimos la verdad sobre nosotros mismos, sobre nuestras presunciones e ilusiones, sobre nuestra superficialidad e incumplimiento. Te lo decimos con humildad y sinceridad de corazón porque reconocemos que únicamente en Jesucristo, en su muerte y su resurrección encontramos el mensaje de vida y de justicia. Haz resonar una vez más sobre nosotros tu mensaje de misericordia y de perdón; que una vez más superes tú, las distancias teniéndonos a tu lado. Por amor de tu Hijo Jesús, muerto por nuestras faltas y resucitado para nuestra justificación. Amén. Canto Anuncio del perdón: Dice el Señor: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados de sus trabajos y cargas, y yo los haré descansar. Acepten el yugo que les pongo, y aprendan de mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontrarán descanso. Porque el yugo que les pongo y la carga que les doy a llevar son ligeros.» Mateo 11: 28-30. Seguir a Cristo y tomar su yugo no es una experiencia que nos cansa, sino por el contrario, es el camino en el que encontramos el reposo. Salvados por gracia podemos retomar el camino de nuestra vocación con menor carga. Amén. Canto II. LITURGIA DE LA PALABRA Oración: Gracias Señor, porque tu Palabra nos llega con toda la riqueza y con la maravillosa noticia de tu invitación. Todos somos llamados a la comunión contigo: quienes están haciendo un arduo camino de fe y quienes se sienten extraños a la vida de la Iglesia; los que han caído en la indiferencia por el vacío espiritual de nuestro tiempo. A todos y todas quieres reunir para darnos el verdadero pan de la comunión contigo. Haz que también nosotros escuchemos con atención la invitación que proviene de tu Palabra. No queremos dejar de buscarte en tanto tú