XVII DOMINGO POST PENTECOSTÉS I. APERTURA Preludio Saludo: Nuestra ayuda es en Dios, quien nos ha creado, que nos salva en Jesucristo y que nos convoca por medio del Espíritu Santo. Amén. Canto Salmo 84:1-3ª.4-5ª.10-12. Oración: Nuestro creador, que llamas a la vida a todas las cosas y en Cristo manifiestas la fuerza de la resurrección, renueva nuestra vida para que en ella se refleje la luz de tu Evangelio. Tu Palabra nos alcanza también en el dolor y en la muerte y nos da consolación, así como también es verdad que Cristo Jesús ha destruido la muerte, y ha iluminado la vida y la inmortalidad. Que también así resplandezca en nosotros/as esa luz, mediante tu Espíritu consolador. Amén. Canto Confesión de pecado Hermanos y hermanas, la pregunta que Jesús ha hecho a sus discípulos, temerosos de la tormenta, se refiere también a nosotros/as: ¿Por qué están asustados? ¿Todavía no tienen fe? Marcos 4: 40. Nuestro miedo puede tener muchas causas pero, en el fondo, está la poca confianza en Dios. Reconociendo esto, confesemos nuestro pecado. (Confesión en silencio) Oración: Dios omnipotente, imploramos tu perdón. Te confesamos nuestro miedo en las incertidumbres y en los peligros, la facilidad con la cual nosotros/as acudimos a cosas que no pueden salvarnos. Perdona nuestra vanidad y nuestra mentira. Perdona la incredulidad con la cual, a veces, escuchamos tu Palabra. Perdona nuestra falta de fe. Te suplicamos que consueles nuestros corazones y restablezcas nuestra fe. Cuando seamos arrogantes, ayúdanos a tomar nuestro lugar. Cuando pensemos que no merecemos tal o cual cosa, ayúdanos a pensar que Tú nos lo regalas. Cuando nos sintamos demasiado seguros/as, inquiétanos. Revélate, cuando te perdemos de vista por nuestro antojo. Señor de misericordia, renueva en nosotros/as la consolación de tu Espíritu Santo. Amén. Canto Anuncio del perdón: El Señor es bueno con los que en él confían, con los que a él recurren. Es mejor esperar en silencio a que el Señor nos ayude. El Señor no ha de abandonarnos para siempre. Aunque hace sufrir, también se compadece, porque su amor es inmenso. Si esperamos en el Señor y le buscamos, esta Palabra es para nosotros/as. En su inmensa bondad, Él, en Cristo, nos encuentra, nos toma de la mano y nos salva. Sea esta nuestra consolación, de tal manera que podamos vivir en su gloria, con libertad y gratitud. Amén. Canto II. LITURGIA DE LA PALABRA Oración: Querido Dios, que en Jesucristo has revelado el largo, la altura y la profundidad de tu amor por todos/as, aquí, esta iglesia tuya, quiere escuchar tu Palabra. Sana las enfermedades, ilumina nuestros pensamientos, guía los pasos inseguros, consuela los corazones quebrados. ¿A quién iremos? Sólo Tú tienes Palabras de vida eterna. Permítenos recibir el Evangelio y renacer a la esperanza. En el nombre y por el amor de Jesucristo, nuestro Hermano y Señor. Amén. Lectura bíblica Escuchamos la Palabra de Dios, leyendo (sigue la indicación del texto) (Luego de la lectura): Oh, Dios, santifícanos en la verdad: tu Palabra es esa verdad. Interludio Predicación Canto Confesión de fe III. CENA DEL SEÑOR