XV DOMINGO POST PENTECOSTÉS I. APERTURA Preludio Saludo: El Señor viene y nos encuentra. Su presencia nos da alegría. Su amor nos revive. Su Palabra nos libera. Amén. Canto Salmo 145: 8-12, 14-18 Oración: Dios nuestro, estamos reunidos/as en el nombre de Jesús, tu Hijo y nuestro Señor, y Tú nos recibes con tu sonrisa llena de amor y de bondad. Nos recibes porque nos amas. Tú sabes cuánta necesidad tenemos de tu presencia en nuestra vida. Junto a tus hijos y a tus hijas en el mundo entero queremos expresarte nuestra alabanza y nuestro agradecimiento. Tu Palabra viene a nosotros/as, tu bondad nos reconforta, tu amor nos hace vivir la plenitud de tu gracia. Tu potencia creadora de esperanza y de vida nueva nos transforma en testigos, para proclamar tu evangelio con valentía a hombres y mujeres que encontramos en nuestra vida. A ti, la gloria, Dios nuestro. Amén. Canto Confesión de pecado: Escuchamos la advertencia del Señor: Santiago 1: 22-25. “Pero no basta con oir el mensaje; hay que ponerlo en práctica, pues de lo contrario se estarían engañando ustedes mismos. 23El que solamente oye el mensaje, y no lo practica, es como el hombre que se mira la cara en un espejo: 24se ve a sí mismo, pero en cuanto da la vuelta se olvida de cómo es. 25Pero el que no olvida lo que oye, sino que se fija atentamente en la ley perfecta de la libertad, y permanece firme cumpliendo lo que ella manda, será feliz en lo que hace.” Delante de esta advertencia, confesamos, hermanos y hermanas, nuestro pecado, presentándonos en silencio, delante del Señor. Confesión en silencio Oración: Señor, cuántas veces hemos oído tu Palabra de vida y de liberación. Esto nos ha dado alegría porque reconocimos en ello una palabra verdaderamente nueva, llena de paz, de justicia y de amor. Perdónanos, Señor, porque en nuestra vida de cada día no hemos sabido vivir esta novedad del Evangelio, y hemos permanecido esclavos/as de nuestras rebeliones y prejuicios, presentes en nuestra sociedad. También nosotros/as, tus hijos y tus hijas, no hemos amado a nuestro prójimo, hemos estado resentidos/as, no hemos sabido perdonar y reconciliarnos con nuestro enemigo/a, hemos mirado con recelo al extranjero/a que viene a nuestra puerta, hemos justificado la violencia en contra de los/as más débiles y marginados/as, sin dejar lugar para el perdón y la gracia. Ayúdanos a transformar en acción nuestra escucha de la Palabra. Que podamos redescubrir la alegría del encuentro con nuestros hermanos y hermanas, la alegría del servicio a ti y al prójimo, para que podamos construir las señales del nuevo mundo en Cristo Jesús. Amén. Canto Anuncio del perdón: Por eso puede salvar para siempre a los que se acercan a Dios por medio de él, pues vive para siempre, para rogar a Dios por ellos. (Hebreos 7:25) Sobre la base de esta Palabra, contamos con el amor de Jesús que intercede por nosotros/as; por tanto, arrepintámonos de haber desobedecido al Señor y reconozcamos en el Evangelio la fuente de la libertad; anunciamos que en Cristo nuestro pecado es perdonado. Por medio de Jesús, nos acercamos a Dios y obtenemos la salvación. Amén. Canto II. LITURGIA DE LA PALABRA Oración: Como la luz de la lámpara rompe la oscuridad en plena noche y nos permite encontrar el camino correcto para no tropezar con los obstáculos y caer en los despeñaderos, así tu Palabra, Señor, ilumina nuestra vida y nos ayuda a reconocer que la razón de ser de nuestra existencia está en la vocación que nos das y en el compromiso que nos has confiado. Tu Espíritu templa nuestros corazones, desilusionados de la vida, y nos otorga el entusiasmo y la pasión por la