Saludo: Nuestro principio y nuestra meta son en el nombre de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén Canto Salmo 95:5-9 Oración: Te alabamos, Dios viviente, único Dios; tú eres un Dios que habla, un Dios que expresa su juicio sobre nuestra realidad; un Dios que interpreta cuanto sucede sobre la faz de la tierra y en nuestra vida; un Dios que consuela, que abre nuevas perspectivas. Un Dios que nos llama y nos hace razonar; un Dios que nos interroga y nos hace ver con el corazón. No hablas cuando es demasiado tarde, sino en el momento justo. Tu palabra crítica, consolante, y que infunde valor, donde quiera que sea, le da sabor a nuestra vida, es el espejo en el que logramos ver la verdad o la ausencia de verdad, en nuestra vida. Señor, permanece con nosotros con tu Espíritu en este culto, en el que queremos escucharte. Acompáñanos en los días que están delante de nosotros, cuando tengamos necesidad de tu palabra para tomar las decisiones más sabias, para decir las cosas justas, para cumplir las acciones más útiles. En el nombre de Jesucristo, tu Hijo y nuestro Señor. Amén. Canto Confesión de pecado: Dios no pronuncia su juicio solo en el final de los tiempos; su Palabra ilumina y pone en juicio nuestra vida en todo momento. Dispongámonos a confrontarnos con ella: Texto de Isaías 1.16-17. ¡Lávense, límpiense! ¡Aparten de mi vista sus maldades! ¡Dejen de hacer el mal! ¡Aprendan a hacer el bien, esfuércense en hacer lo que es justo, ayuden al oprimido, hagan justicia al huérfano, defiendan los derechos de la viuda!” Respondamos a esta palabra, ante todo en silencio, con una sincera confesión de nuestro pecado. (Confesión silenciosa) Oración: Señor, ten piedad de nosotros. Conocemos nuestras faltas, como también tú las conoces. Sabemos el mal que hacemos y el bien que no quisimos hacer. Tú nos has mostrado que el mundo podría ser diferente, nos has llamado a ser partícipes de la creación de un mundo diverso, de un mundo en el que los más débiles no sean siempre los que son aplastados, en el que los oprimidos puedan conocer la liberación, en el que la paz esté acompañada por la justicia. Pero nosotros seguimos dejándonos guiar por nuestros temores, y así permanecemos esclavos de la maldad que llevamos dentro de nosotros. Incluso, Señor, no sabemos que con tu ayuda podemos actuar como hijos e hijas de tu reino. Bríndanos todavía, tu perdón y tu sostén y así nosotros podremos purificar nuestra vida como tú nos pides y vivir en una verdadera fraternidad. Amén. Canto Anuncio del perdón: “El Señor dice: Vengan, vamos a discutir este asunto. Aunque sus pecados sean como el rojo más vivo, yo los dejaré blancos como la nieve; aunque sean como tela teñida de púrpura, yo los dejaré blancos como la lana.” Texto de Isaías 1:18. Hermanas y hermanos, de la Palabra nos llega el poderoso anuncia de la gracia de Dios, porque su misericordia es más fuerte que nuestro pecado y ofrece a cada corazón arrepentido un perdón absoluto e incondicional. Canto II. LITURGIA DE LA PALABRA Oración: Señor, reconocemos que tu Palabra, en la que compartes con nosotros tu sabiduría y tu juicio, es el don más precioso que nos has ofrecido. Haz que ella meta sus raíces siempre más profundamente en nuestro pensamiento y en nuestra vida, de modo que permanezcamos en diálogo contigo para tu gloria y para nuestra salvación. En el nombre de Jesús, la Palabra que se ha hecho ser humano, para que todo el que crea en él encuentre en ti un juez misericordioso. Amén. Lectura bíblica