XXIII DOMINGO POST PENTECOSTÉS I. APERTURA Preludio Saludo: Nuestra ayuda viene de Dios, fuente de toda vida, que en Jesucristo nos revela su amor de Padre, y en el Espíritu Santo nos fortifica y nos libera. Amén. Canto Salmo 108:3-6,12. Oración: Dios nuestro, que en tu bondad creas la vida y en tu fidelidad sostienes toda cosa, hoy te celebramos y cantamos tus alabanzas. Muchas veces has liberado a tu pueblo; tú abates las potencias que subyugan y esclavizan, y levantas a quienes parecen no contar nada y no poder nada. Tú nos liberas del temor que paraliza y tú mismo vienes a sostener el peso de nuestras preocupaciones y afanes. La fuerza de vida que proviene de tu Palabra nos permite pensar con serenidad y claridad, nos permite sentir de manera apasionada y cálida, nos permite afrontar con coraje y decisión la adversidad. Tu justicia restaura nuestra vida y la hace fructífera. A ti sea la gloria, en Jesucristo. Amén. Canto Confesión de pecados: Hermanos y hermanas: el encuentro con Dios nos da confianza, pero también nos hace capaces de reconocer nuestras debilidades y de confesar nuestros pecados. Escuchemos ahora lo que el Evangelio exige de nosotros; después guardaremos un momento de silencio y oración para unirnos luego en la confesión común. “No seas vencido por el mal, mas vence con el bien el mal” (Rom. 12:21). Confesión silenciosa: Oración: Señor, tu salvación es una certeza luminosa. Con esta armadura tú nos envías a las actividades y fatigas de cada día, donde no se encuentran sólo rosas, sino también espinas. Pero nosotros, lo confesamos, frente a obstáculos e incomprensiones hemos respondido con rechazo más que con el amor, con la dureza antes que con la benevolencia, con la intolerancia antes que con la paciencia. No hemos sido capaces de vencer el mal con el bien. Y quizá nosotros mismos hemos creado obstáculos a los demás y los hemos herido con nuestra incomprensión. Señor, venimos a ti para liberarnos de nuestro equipaje, de nuestras armas que no aumentan sino la ansiedad y el miedo en nosotros y a nuestro alrededor. Tú eres la paz que supera nuestras luchas, la justicia que corrige nuestros errores. Danos tú las armas de la luz. En el nombre de tu Hijo que dio su vida por nosotros, perdónanos y fortifícanos, de modo que nuestro compromiso pueda ser la buena batalla. Amén. Canto Absolución: “porque todo el que es hijo de Dios vence al mundo. Y nuestra fe nos ha dado la victoria sobre el mundo. El que cree que Jesús es el Hijo de Dios, vence al mundo.” I Juan 5:4-5. Hermanos y hermanas: Dios nos encuentra por medio de su Hijo, que ha vencido al pecado y la muerte. En él son ustedes libres de la esclavitud del mal, libres para hacer el bien. Demos gracias a Dios que nos da la victoria. Canto