man que lo que más impresiona al público, creciente, es la estación nueve. Hay lágrimas en muchos momentos de la obra, pero en éste especialmente. Ernesto, caracterizado como Jesús, tiene entonces que darlo todo. “A mí me gustan más otros pasajes como el encuentro con María, con María Magdalena o con las mujeres. La novena la sufro mucho. Cuando más seguro estoy es al llegar al Monte Calvario. Entonces sólo dependo ya de mi monólogo”, dice el redentor, que se ha convertido, casi sin querer, en un estudioso del tema: “Cada año veo la película del anterior, compruebo dónde he fallado y trato de mejorar”.
primera procesión religiosa de la Semana Santa que tiene como destino la Iglesia de la Asunción, en la Plaza Mayor. “Antes nos dejaba una borriquilla el señor Eugenio, de Morillejo, pero ya no la conserva”, recuerda Emilio sobre el histórico de la obra.
Casi todos los actores interpretan dos o hasta tres papeles distintos, por lo que en la entrevista transmiten su deseo de que más gente joven se anime a participar para no perder esta costumbre tan bonita. “Por edad, dentro de poco empezará a faltar gente o la que hay no será adecuada para los papeles. Si queremos que esto perdure y sea una tradición para nuestro pueblo necesitamos la mano tendida de actores nuevos. Además eso nos daría también a nosotros ánimos renovados para seguir adelante”, opina Juan Alberto resumiendo el sentir de toda la compañía actual.
Pero sin duda el día grande es el de Viernes Santo. Dentro de la liturgia se representa la Pasión de Jesucristo como parte del Vía Crucis, con la única excepción de la representación del juicio contra el Señor, a la que se abre un hueco especial en la Misa. La primera parada o estación del Vía Crucis se hace dentro de la Iglesia. El camino de la cruz continúa después en dirección al Calvario. Los personajes de la Pasión interactúan ante el silencio sepulcral de quienes siguen la procesión. Representados están Jesucristo, los dos ladrones, soldados romanos, el centurión, Nicodemo, María, San Juan y el Cirineo con sus dos hijos, entre otros muchos personajes bíblicos. “La Pasión escenificada es muy hermosa, los actores trabajan con mucha ilusión y los fieles se lo reconocen. La procesión la preside el respeto y el silencio, y la iglesia está abarrotada en cada ceremonia”, explica Don Santiago. Cuando termina la actuación, los trillanos premian a los actores con un aplauso interminable. En el calvario
Todas las estaciones de la Semana Santa en Trillo El Domingo de Ramos rememora la entrada de Jesucristo en la ciudad de Jerusalén. Los ramos son bendecidos en la Ermita de San Roque. Desde allí parte la
El Jueves Santo la compañía trillana representa en la Iglesia el lavatorio de los pies por parte de los apóstoles reunidos en torno al altar, en lo que conforma otra estampa clásica. También son estos devotos quienes trasladan la efigie de Jesucristo al monumento y quienes portan el palio, los ciriales y el incensario.
está preparado el Santo Sepulcro que es trasladado por la noche desde allí hasta la Iglesia. En la ceremonia nocturna del sábado se materializa la Vigilia Pascual, con la bendición del fuego, del agua y de la pila del bautismo. Por último, el Domingo de Pascua tiene lugar la Procesión del Encuentro. Las mujeres salen con la Virgen por una calle y los hombres, con Jesucristo resucitado, por otra. Ambas comitivas se encuentran en la calle de la Tajonada, y ya todos juntos acaban en la Iglesia con la Misa.
Anécdotas Quince años dan para un buen rosario de anécdotas. Las hay de todos los colores. Juan Alberto, en el párrafo más largo que tiene interpretando al romano Pilatos, perdió el hilo de su papel cuando estaba a dos metros del público. “Estoy haciendo la parrafada y me quedo clavado. Di media vuelta y, rojo como un tomate, me metí en la sacristía para retomar el carrete que había perdido. Pensé aquello de tierra trágame”. Se le debió quedar grabado, porque lo volvió a interpretar contándolo. Pero quizá la más bonita de todas la recordó la Virgen María, o Alicia Bachiller. “El primer año, para llorar cuando recogía a Jesús muerto, llevé cebolla en un bolsillo. No me ha hecho falta llevarla ninguno más. Tengo tal congoja en ese momento que no necesito simular las lágrimas. Se me caen solas”.
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