Construyendo una sociedad abierta.

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Un día en el colegio, vino un niño de color negro llamado Sony. Estuvo preguntando a la hora del patio que si quería jugar, pero hacían como si no le escuchaban. Entonces el niño se sentía solo… Una semana después, el cogía su bocadillo y se sentaba en el primer rincón que veía para ver cómo jugaban todos los niños. Más tarde, se metieron con él y le dijo un niño: “Vete a tu país inmigrante” y le insultaban y le tiraban brikos y envoltorios, y el chico se aguantaba y se separaba de ellos. Un día no pudo más, y les dijo tranquilamente: “Si quereis que me vaya, poneros en mi lugar para ver lo que se siente. Pero os voy a decir algo que quiero que tengais claro y que lo entendais, algún día de estos me vais a necesitar”. Ellos no siguieron el consejo del niño. Al día siguiente, no vino el niño que se metía con él y pensó Sony “bien, uno menos que soportar”. A la hora del patio del día siguiente, Raúl, el niño que se metía más con él vino a clase, en el patio, le dijo la profe que se corrigiese los deberes con alguien, pero nadie los tenía hechos, excepto Sony. Raúl empezó a corregírselo y Sony le recordó: “¿ves cómo te dije que me ibas a necesitar?”. Raúl contestó: “yo quiero jugar contigo, pero si juego, no me hablarán”. Y Sony le dijo que se lo dejase a él. Sony se acercó a la profesora María José y le pidió que si podía hablar con el grupo de Raúl y decirles que jueguen conmigo. La maestra asintió y, al llegar a clase, les hizo una reflexión. Al día siguiente, en el patio, le dijo María José a Sony que se acercase a Raúl y le pidiese jugar. Raúl contestó que sí, recordando quién le había dejado los deberes. Al principio, todos se extrañaron, pero desde entonces, todos juegan felices en el patio.

Fatima Baddouj 11 años CEIP Virgen del Rosario (Torrente, Valencia) 60 Primaria 39


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