Muralla China - poesía - Patricia L. Boero

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ÍNDICE Al mirar breve Yoyoma y yo Preguntas a Nuestra Señora Bodas Tamiz y Herbario Salmo Visitación La lección de Química Aplicada Ante ti Urlicht Padre e hijo Misterios Galope paralelo Levinas +18 de septiembre de 1954 Azarías Dije En el pueblo Motto Bordemar Oficio A mi modo Ceremonia del sueño Egon Schiele y la luna Gramáticas difusas Originario Alfabeto “A” Alfabeto “B” Alfabeto “C” Alfabeto “Z” De profundis El año del libro Palabras para Miguel


Del mar a la creciente luna Fronteras Inicial Días de dos palabras En acto Poema menor Propiedad vertical Prueba testigo Superposiciones Tajo Trance de luna Pasaba por aquí Díptico Doble de cuerpo Partita Ahora aquí Bonzo Llega la lluvia Fragen Presente continuo Tablero Vigilia destinada Para ponerte a salvo


AL MIRAR BREVE 1 Sé mi sombra roja encarnada espina. 2 abierta desnudez desde la primer vocal hasta los musgos. 3 Acecho lo peor: la estable permanencia de la espiga convertida en señal.


YOYOMA Y YO Instrucciones para navegantes: al Japón se llega en línea recta atravesando el magma No es un cello ella ni una celada, los dedos del intérprete profanan el cuerpo insustancial de la mujer extremaunción de labios cuerdas recorridas lo subvierten le hacen cantar verdades lo desacralizan a cuatro vientos. Ningún avión o barco importan —su tacto habita este país de pesebre, cuarto en la trastienda. No hay fondo último cuando la belleza lo ilumina todo ni en Bach ni en las suites ni en el ludir del arco se hace el amor como los dioses.


PREGUNTAS A NUESTRA SEÑORA De un puñado de arena haremos un comienzo de jardín como, desde el éxodo, hicimos nuestro cielo con todas las semilla del silencio. (Reb Ati)

Edmond Jabès

Aquí me tienes, doblegados los ojos, gesto de poco alcance, frente a ti, la que supo tener palomas en el vientre y que ahora señala el cruce de los puntos cardinales que forman ceremonial centro que sangra. ¿Cómo ser consuelo en cortedad de manos hogaza de pan cuando falta la boca lluvia en cielo dividido? Mas contra toda lógica posible plantamos el escándalo propicio, el doloroso tiempo de la siembra. Agua de riego, fuego de ceremonia desmintieron tratados, bibliotecas enteras, testimonios de alianzas


imposibles. ¿Qué tengo que decir que ya no sepas? Levantamos la casa en el desierto mar de arenas y llantos y la pintamos con nuestra propia sangre como locos, cavamos y cavamos de rodillas el pozo de las aguas buscamos oro y plata luego hallamos la sal, tenue y amarga y el mar que derrubiaba la costa de los sueños como una dentadura. Y ahora ¿qué haremos él y yo? ¿Cada cuál a su campo tramontano a seguir silenciando los arados por tierra yerma, inútil labrantío? ¿Y cómo seguir siendo el mismo canto, la misma cicatriz si la navaja está en distintas manos y el puño derecho que golpea desconoce al izquierdo y el lazo que nos ata esquiva las heridas? Miro hacia arriba y caigo de rodillas. No hay oración que esté a la altura de tu boca, mi Señora de esperas.


Poco puede una Virgen de negro vestida de dolores intentar responderme con sus once puñales clavados en el pecho. El tragaluz del templo acuna una semilla que se abre y ya no vemos y es Viernes de Pasión y hay que vivir la muerte.


BODAS (Nueve) I Espera. la tardía palabra cimbra y anuda los cinco brazos de la estrella redoma de alma trae consigo un cuerpo el verbo rodea el huracán temblor de azogue no peturba la bonanza del claro. II Agua. Verdorsuave de brote la leve perfección de lo nacido antes me llama y yo lo llamo. Gratuidad de las bodas. Por el largo corredor rueda un anillo blanco.


III Un certero disparo de plegarias de una orilla a la otra, costas de incendios grandes ocurridos a espaldas de las guerras, violencias cotidianas, pero mirar siempre es abrir los brazos tercamente anegados. Captura de la red lento regreso. IV ¿Puede la ínfima estrella caber en la mano del soñante alambicada plata niños de nuevo? V Pliegue de la memoria que guardan los cuadrantes círculo virtuoso de la hoguera donde nunca se quema lo que arde. Urgencia de recordar


el día en que supimos: puente y señal, tordo y rama de olivo, hierba de la añoranza que se mece despacio. VI Pero el saber no avanza: se despide del dolor que le resta, del número anterior de la cuenta adeudada. Marca lo que ha de retornar. Lento camino blande sus horas lentas barco sin temporal pulcra blandura. VII Lealtad de cada letra con su correpondiente testimonio casa y jardín. Los abre. El nombre se detiene en la visión del sueño. No declara de sí sólo se enciende.


VIII ¿Ves lo que marca la línea fronteriza, la trayectoria elíptica del astro, el recorrido parco de cada letra muerta, revivida, y un número tras otro y el giro que los une para contar el tiempo? IX Nacidos de la guerra nos quedamos para fundar la paz de la hora precedente.


TAMIZ Y HERBARIO (Palimpsesto) No lívidos labios, no, tibieza de manto intocado te diste a mí en arropar doblada hierba párvula de espera, brazos de avena tuyos y hendija en demasía para clamor de hojas por nadie presentidas. Llega un vuelo de estambres, hacia tí, de parir ligamentos, anillos, espirales hilos de transparencia que entraman alivio y prendas de desnudez a herida bienechora y tienden hacia tí sus finos trazos su muda voz de arranque, sus raíces abiertas. Que vuelque el incensario su humo de miel y acanto roto en su sangre pulso de tacto y ansia hacia lo alto de orilla coincidente


y el verbo alzado sobre la cruz del arce, que sea agujereada superficie del habla tamiz del cantizal, lento lancán fondeado en puertos móviles de nieblas dispersadas. Y tú, pon la semilla de luz y liviandad en puentes y promesas y el ojo caiga en rendición de pedregal y en amén de rosarios y piérdeme de mí agua vuelta al cero del origen, por alabar berilos y verdores encallados en tu redonda lumbre que me cuela silente. Pues todo pasará y lo retenido del azar no será posesión pieza cobrada ni detención del tiempo, ni emblema de los puños crispados ni afán coleccionista sino roce de eje y hendidura de piedra contra estaca de canto contra canto de hierba en vecindad de hierba nueva, tamiz de luz, cumplimiento de herbario.


SALMO Házme nacer, te imploro dormida en la rompiente el vértigo crispado de los vientos cada tanto me otorga remolino girando, pesas, reproche ensimismado y voces de mudez abofetean lo poco que yo tengo por aún no nacida de ti llama de infancia y me despliegan dolor, ansias de trueno, líquidos ideogramas de aceite, manchas en el mantel del día último y allí, entre todo eso, yo del cristal de nieve, yo de la niebla intensa y de la luz pequeña me hago cargo y sumo cicatriz, vendajes, lavando el corazón de justa causa para morir, resplandeciente puñal que hundo en mi pecho: Vida, dame el nacer


de nuevo, yo, la niña que te espera abierta nuevamente como fruta, te ruego de rodillas la santa desnudez el abandono amante, el cáliz labrado en el profundo sueño donde el cielo se guarda, la lejana promesa de puerto y de portal, canal, pasillo, entraña de la noche, casi la piel, casi no haber sabido, un manojo de espigas, algo que sólo sea de temblor instrumento; no la casa, el arraigo; no la perpetuidad, el infinito nuestro; no la mirada sola, sino la encarnadura que me ciegue de golpe y luz efluente sea de sereno alcanzar el otro lado, no el mundo ni la gloria del mundo sino el agua, el árbol, el simplemente dicho amor, el claro amor salvado por un vuelo la simiente del bosque como herencia.


VISITACIÓN En el pequeño cuarto pude ver ese día pasar una estación sobre otra ‐‐‐ arribaba el ofrecimiento de su gesto deslizándose como una barcaza. Fue invierno en la ciudad, en la fría superficie del mundo nos cobijó un relente de íntima confianza. Y en las tímidas manos reverdecieron palmas.


LA LECCIÓN DE QUÍMICA APLICADA Ante nuestro natural desarraigo el más material desfallecimiento mío es lo que él llama <canto> ni motivo ni garganta <mi voz> Pues de sí se desprende una palabra dicha que resguarda callada semejanza, el innombrable sitial del recodo y su manar de catedrales. Todo cae para ser recogido, también estas claras resonancias de vitrales, al suelo. Devoción y espera, como aguardando otro latido, suave.


La hoja se duplica en la fronda del vidrio. Dice:<ahora> hasta el sobresalto de hallar la obstinación del bosque... Ha llegado. Escriba de alamedas parto de lo que somos máxima superficie sin disturbio arboladura de luz en el matraz nocturno. Es el ascenso de una voz como cristales sumergidos: alegoría del ánfora buscando la huella digital del alfarero. Suelto acontecimiento de resina que siempre enciende porque sí.


ANTE TI pudor de este azoramiento blanco al que accede la lengua papel de arroz envoltura del verbo arrullo trazo apenas la nieve que se inclina con el junco ante un acontecimiento de jardín


URLICHT (Prístina luz) Los miradores se abrieron ‐‐‐eran tuyos los ojos los míos‐‐‐ volcaron tímpanos trabajados en escuchas: cristal líquido y vitral maestría de lo mínimo. Pasaban sobre las casas jinetes deseos cruzados paciendo ovejas alimentadas por la mano de Sirio. El cielo nos giraba hacia la torre de agua blanda de verde nuevo y sin demoras de año concluido nos rodeaban líquenes y musgos limen del aire precognición del Verbo. Igual que la distancia que separa a una pupila de otra


la mecha es corta; enciende hábitos de despegue en tiempo justo hasta darlos al vuelo. Lanzadas fuera de sí tras la alborada a la carrera iniciales de niños brincan faroles chinos, caracolas y nubes ligazón de luces entre nieblas de pólvora. Y allí ibas tú cual flecha de trayecto ascendente amante amado nombrador y simiente del canto mano que me desnuda y desanuda sin arrastrar siquiera una carga liviana ‐‐‐delgadez de sílaba te he dado flojedad de cordeles que sólo afirmen la hoja a su arraigar en árbol‐‐‐ temblando raudo resplandeciente hasta alcanzarlos. Detrás de ti cantaba yo Sibila


en cuerda de templanza la acogida profecía de tu recogimiento y estela tras la tuya era y liturgia del gesto transparente desprendido contorno. No fueron constelaciones adiestradas, animales al salto del círculo de fuego en la pista del circo de lo sólo evocado. Se invistieron fecundos celebrantes del año charcos de claridad en el desierto y su atrio signos de inicio de alba en noche vieja. Y entre risas ajenas, de espanto y de promesas para el día que viene y que no viene alto, muy alto y lejos tuvo el advenimiento de las alas su lugar en la carne por modular paciencias riegos en secadales.


Quién enlaza la inicial al silencio al no darle palabra proferida quien al anhelo da cumplido retorno sino el aire de par en par fugándose de aquí terraza que sostiene tu lámpara, la mía. Mirábamos lo mismo: las manos brevemente tacto, sin sometimientos las pupilas, corazón de lo diurno en el centro del mundo la Palabra. Dorada maravilla la de un poema mudo de tan sólo silbidos y luceros en fuga nómina del deseo que encendido nos calla letanía del verso.


PADRE E HIJO ʺAlgunos animales se retiran a sus madriguerasʺ (M.A.M.)

Algunos vientos se guardan en la mano serena como urna. Tifones, huracanes, huídas, escondrijos para seguir aullando acurrucados soplos leves cacerías de siempre. El hueco es el refugio de los lobos la herida no cicatriza con el golpe de siempre manojo de tempestad nunca acabada que la mano recoge sangra No lamer las heridas ni la pata quebrada ni la extinción de la manada por el fuego ni exiliar al remolino de hojas en la palma y su herida.


Guardar al viento en el centro del viento al animal sagrado y su cachorro en el refugio del monte calcinado hasta que llegue el día de sembrarlos de nuevo.


MISTERIOS Quiso la bendición herir la frente con estrellas hurtadas a la noche desvestido silencio cae de los hermanos hacia el cántaro azul hacia la orilla quieta. Contenido silencio alto como una estela lame el llanto de pura sed vestido sorbo a sorbo. Prisa que no devuelves alboradas ocultación del astro arriba es siempre lejos cántaro que se lava amor que entrega todo hasta el bajel vacío. El cuerpo con su ardor la cicatriz desde siempre conocida rosal, cinta de plata, joya bajo el secreto de siete llaves atesoran las urnas consagradas. Despacio el tiempo manantial donde bebe


un Hermes niño manadero de espumas que lleva sus sandalias lejos con la corriente de las horas vividas. Entierra el caduceo por enésima vez su frágil esperanza en el limo sagrado. Repetición que espera el ciclo que cumplen las estrellas, el redondel de cuerda con sus cabos unidos, la rama con sus brotes, los rebaños de Apolo, la flor regada con salitres de espera y la apertura del canto silenciado y la campana de la primera aurora.


GALOPE PARALELO Como dos niños elementalmente voraces nos tomamos las gargantas con la mano derecha ‐sostener mutuo‐ y a la izquierda colocamos a contramuro de la boca del otro como un cuenco para atrapar la suerte de la mariposa el instante del vuelo cuando las palabras son reflujo de savia. Y allí estabas paseante retirado del fragor estela blanca y risa convocado por una voz lejana oscura, luminosa cancelada de asombro. Y aquí yo estaba inclinada sobre el bebedero de tu boca sin saber si morir en pertinaz silencio o en voz o en manos de paloma. Galope paralelo de caballos, eso dijiste, corazón animal


brote de avena. Como dos niños elementalmente descubiertos desnudos a la hora de la siesta media tarde y sin decir adiós dejan librado al azar la caída del tiempo como ficha de juego compartido, así, tú y yo tan repentinamente tan aleteo y llama de temblor tan deliciosa cortedad de lengua y de rubores.


LEVINAS Tocar la quebradiza puerta de papel por un llamado que del otro lado se agiganta, tocar la delicada corola del hambre y darle de comer tañidos de campana, sueños de alas desplegadas, no saciarla del hambre del propio paladar ni urdirle un cuenco roto de agua escurrida, de sed impenetrable. ¿Dónde anda el otro cuando se afinca en la patria de nuestra propia sangre?


+ 18 de septiembre de 1954 << Buenos días, mi luz >> J.A. Valente

Alguna vez que aún se llama esta vez ‐ Es hoy. Je vous salue ‐ en un país donde las palabras fueron una sola el verbo ardió

Ataron con suavidad sus ojos a la zarza y una mano escribió en la piel su nombre: Sulamita Secreto oscuro entre clarísimas mitades El ángel en la penumbra dijo: vinieron del valle a Punta del Mulato a buscar el tiempo de dulces cacerías Soledad sin disturbios costado en el costado de la fruta y la boca ‐ un vers de pur néant‐ Sean. Así. Ambos entraron hasta el fondo de la blanca luz tiznada de Macuto y el tiempo se llenó.


Hay algo que aun en la más pura transparencia busca ocultar sus pasos No es para ver su don


AZARÍAS Partió el muchacho en compañía del ángel, y el perro les seguía. Tobías, 6,2

A Tobías está el azar del ángel enlazado Me acompañas. Te acompaño. Arcilla sometida al plumón leve niño al sendero. Desnudo es celeste, campo de lino sin mancha aún y el tacto hacia su pecho va reposa en su columna se hunde, en el último hueso la mano arraiga noche poderosa, más allá fecundada de olivos


y es vestición de nadie cuando lo arropa El en aparejos que se sueltan. Miel de la boca, date a beber al reseco terrón. Amargor y muerte pero latido en vísceras de pez trabajarán la vida desde dentro, acordarán la luz al hueco del corazón y te veré. Dí milagro de orfebrería engarce en plata y gema del anillo si en tu deriva derivo yo redondo gesto y en tu mecer se mece el Arca ¿cómo llamarte? Hermano. Canto quedo nos arde la Pasión y el pez nos salva de morir por las cuencas vacías de la espera.


Enlazados en ojos y boca de fervor ropa y tibieza la mañana rehace su resplandor y nos despuebla de ceniza.


DIJE Dije en movimiento rodeo de líneas travesía de lunas en el cuello. Dije tantos verbos por invocar el único sentido. Este latir en desnudez, en lienzo, en llamas. Si la vergüenza el ojo bajo si la almohada el tacto si el amor las señales si el decoro la llamarada de las lenguas. Y esta clara mudez del cántaro en desborde. Corazón.


EN EL PUEBLO y cómo discernir virtud de nada estéril ‐‐‐ hierba retenida entre el pecho y el suelo, rosa de alcantarilla ‐‐‐ la que una vez irguió doblando el agua su cabeza, soslayo de confianza ‐‐‐ cada bosque lo sabe y, sin embargo, entre bayas, lo desvela sin prisas y qué si hay que atender, únicamente, a la seña borroneada en el mapa del simple merodear: de la tapia hasta el puente hay pocos pasos.


MOTTO ...y todo lo que el hombre sabe, todo lo que ha oído rugiendo y retumbando, puede decirse en tres palabras. Künenberg

Heme aquí, luna. Goce de una palabra contra otra. ¿Qué demorada fauna de insomnes pájaros moja guijarros con saliva para que sea así otra vez el tiempo de la flor junto al rincón y la luz entre ambos la sabia geografía por dibujar entre boca cerrada y boca abierta?


BORDEMAR Te amo esta noche como grillo que yace entre tinta y estampa perfilado y oculto encaramado al aire te amo sin espesor con el delgado tramo de cuerda que anuda el trazo de este día al otro bajo el candil de luciérnaga te amo destejiendo los mimbres entre los desposorios de la tarde que avanza un cortezo de rezo luto multiplicado nos va nombrando: ellos los que trajeron el color y el pentagrama numeroso. ¿Sabrá la mano de arrozales y el pie de inundación y el negro de humo de tormentas viradas por arte de vocablos? La piedra y el pincel suavizan esta cómplice sombra


temprana que crece su armonía entre las hojas. Se llama: bordemar y es una gota de agua desleída. En el nombre de la santa señal de la ribera el cielo se persigna una frente perdida. Canto que apenas se oye. Pequeño muestrario de colores como lanas trenzadas a la estaca del tiempo. Una señal: el grillo en que mi amor te ama. Hierba, eleva de tu verdor los brazos y llévalo contigo. Tiempo es de recibir lloviznas.


OFICIO Esa menor tarea del silencio atavío de nada rodeando la palabra Si tu alba me dieras temblor y acaso si tu consuelo llama multiplicaras la inicial desnudez quizás la diáfana inconstancia de saberme material trazo de lo que calla, nombraría esta tenaz mirada que restaura su lenta demolición en un espejo de agua: Luna. Y que todo detalle se funda con la nieve.


A MI MODO Ha trazado una línea (el hombre) sobre el delicado territorio de un damasco diciendo: «norte / sur» hasta rodearlo, mientras se escucha un aria para dos voces de Carissimi, envolvente, y otra línea que la atraviesa (la mujer) diciendo «este / oeste» sobre la misma temblorosa superficie mientras se escucha un aria para dos voces de Bellini. Hay dos cruces en el mundo sin puntos cardinales cuando el damasco rueda muy lentamente sobre la mesa hasta caer rendido


a los pies del sillón y al fin se aquieta sobre la muselina que desde la silla se ha deslizado hacia el parqué mientras concluye el último movimiento de «La Tempestad»


CEREMONIA DEL SUEÑO ...donde no estuvo nunca quedará para siempre. Paul Celan

lecho de mansedumbre recostado en laderas ¿no es agosto, su verde aparición la luz, madeja de levísimo liquen, limo para el hambre de la tierra toda? Soy el silencio, madre, la preñez del terrón, el pastizal que atiende a la majada, aquello que la gruta del oído guarda, la flor imperceptible tras la lluvia que añeja sin error la nube. Y en el silencio, madre, lo he sembrado, alimento de ti, tendido hacia tu centro bajo la sombra húmeda entre tus dedos de agua donde el día se pronuncia ʹmesa abiertaʹ y se sirven antiguas ceremonias de soles. Soy vigilia en el sueño del alto nombrador que entra conmigo en ti y en ti se guarda


EGON SCHIELE Y LA LUNA Hermana, el paso es corto y claudicante tras las rejas y a rayas me demoro sobre ti. Tanteo la columna de mi templo largo tiempo enredado a los ligustros, aparto espinas, alimañas de antiguos propietarios, vencidas instrucciones, suenan desmanes, heroicos tratos, promesas en pilares desgastados por tanta lluvia amarga. Tú haces la fuente limpia cuando me inclino breve y me sospecho, al fin, reluciente criatura que vuelve. Entonces salgo, suelto la voz al aire, la mínima parcela, la ignorante semilla y esta mudez de blanco asombro ante ti, la siempre refleja circunstancia de mi ardorosa huella y me hago, lentamente, la señal que tú tienes marcada sobre el pecho, labrada en la comba de tus ansias la dulce inocencia del juego, esos encajes que nos abren los ojos a tu oculta mitad.


Y el canto salta, el mismo canto que tu curva protege y como un niño me bautiza en el profundo mar de la fertilidad, tan desnudo de mí, como tú, mía.


GRAMATICAS DIFUSAS I Cuándo habremos sido puente vecindad de tilo: fuego en círculo impaciencia y brasa Cuándo derroche de roces puntual insomnio. II. Cómo el arco y la reja el borde al tacto suave y el ángulo y el filo. Cómo de una muralla cerco traspasado.


III. Por qué la esquirla tiene bálsamo claridad naciente la punta de la flecha. Por qué los gozos embebiendo las sombras. IV. Dónde la esfera rota compás de espera rito del lacerado. Dónde el velar de los quebrantos. V. Con quién el diestro asomo el puro arrebato del agua en las hendijas.


Con quién la detención del ciervo entre la fronda. VI. A quién la espera. A quién la voz del aire.


ORIGINARIO Abandonarse al viento así la música remota esfera en nuestro cuerpo bebe huecos exactos bordes las manos cubren la desnuda forma brocal de los decires columna de brisa levísimo roce de la voz resurgimiento boca es el asombro la evidencia pura del manar la fuente cuando se desanuda el centro de la lluvia y se hunde en la brasa y danza. Que llegues al borde de los verbos y saltes a la garganta de tu nombre


y sea toda palabra dicha senda y guijarro al sol única luz siempre nacida.


ALFABETO “A” Este costado donde pace la lengua sangra y ha devenido flor jardín del nombre que amo, invertido cáliz del inicio y es el instante de convocar al sueño de las aguas tendidas sobre la greda del posible mundo, y empezar a sembrar. Quien esté libre de desamor que nunca arroje al olvido la rendida corola de la primera letra.


ALFABETO “B” para obrar fuego antiguo en el largo pasadizo del error desatar las elipsis redimir mordidas al muro preces al alfabeto más beso que rasgar sombras más fruición que acecho pulir los bordes de la isla la excepción oculta el ancho pliegue de los pétalos para santificar causales ocios abolir maquinarias ignorar vasallajes a las declaraciones y átavicos nombres a la pronunciación mecer corrientes no la furia o la paz que capitula ni el imperio del cuántum


anclar la lengua el espesor del tacto más caricia que puño más labio que razones.


ALFABETO “C” Cuatro tareas antes de beberse el Atlas: la cita anegada de lluvia el cruce exacto frente al portal de sombras el cántaro perfilado en sus fisuras el cordón dominado por la brisa. Después calcar los mapas sobre la palma de la mano y ver las convergencias entre los sepias de Marruecos y la arcilla del tiempo. Tirar las cartas de mareas sobre la mesa de unos ojos. Por fin, reverenciar los pasos cortos, los apenas del sueño de los hombres azules. Desandar la maleta subastar las arenas tapizarse de cercas de cercas y de abrazos.


ALFABETO “Z” (Zozobra)

Por qué pasé por esa calle por qué el don de mi día por qué yo barco pirata de blanca bandera de rendición y robarle a una jornada la memoria de los muelles hecha libro por qué haberlos llevado hasta ti si la tempestad ahogó mis manos si el pirata eras tú que hiciste de mis pobres rosas una sinfonía de fusiles.


DE PROFUNDIS Apenas volvemos la mirada hacia su lomo de arisco pelo pardo el tiempo gira y se frena en la grupa del día, nos clava en las muñecas una sobrevenida orfandad de horas trasegadas. Un brillo de navaja y de lengua de fuego perfilando la rama se nos mete en la sangre y un trote nos ahuyenta de nuestro cobertizo a desatar la rienda de las últimas horas celebradas. Nos echamos a andar hombro con hombro. La infancia es la calleja y el portal el camino y la salida mira al punto de fuga de la visión tendida donde el cardo azul hospeda todo el cielo y en beatitud renueva la inocencia de los juegos primeros, la sagrada hermandad entre el niño y la tarde.


Nos quedamos allí arrebujando silencio de extramuros. Tenue fulgor sale del escondrijo que robamos a los dioses mayores. La mano escarpada del despeñadero nos llama, nos bendice. El parpadeo atrapa y el animal se deja, salvado de caer. Emprendemos la vuelta de soles escurridos. Bestias de tiro que cargan el fardo de la tarde liviana somos dos que aligeran el peso que en sus ojos es látigo y esparto. Y la espalda nos dice compañeros de trote de pena repartida y hasta el pueblo nos sigue agazapado, el chirriar de una puerta que se abre hacia el monte a la carrera. Cae la noche y nos toma despacio de la mano y hunde su hocico en las alforjas de verdinegro fondo y luz recuperada. Come de nuestros ojos su forraje de estrellas.


CALLE CONVENTO 17".- Hervás – España ©A.M


EL AÑO DEL LIBRO Hablarte

con palabras visibles y palpables, con peso, sabor y olor como las cosas. Octavio Paz

Entrega. Junto a los interiores de un antiguo tesoro cotidiano, trasperdido de puertas, portales y portadas, abierto en flor, acecho de trazados la sola vanidad de plegaduras, precarias huellas que nunca se adelantan a tu lento mirar‐‐‐ mínima ofrenda desenlazadamente en hilado de flojo circundar los meses. Avanza y acaricia el aire como tacto sabido, consentido, por cada hoja, pulpa de árbol, por cada una de las hojas a cuyo desamarre se dispuso la rama del otoño y halla la pluma, bajo el tibio recato de un solo continente toda el ave estrechando ese océano límite, esas manos que amo. No es nieve y sin embargo


cae con lentitud como sabiendo la lección del invierno, pulso desnivelado, blancura y trazo del pie sobre la senda. Florece en fértil boca de niño bajo las motas blancas, paraíso en la acera. Y sobre el mar deriva apenas negado de su sol del cuerpo de su sol pues le convive florecido de expertos nadadores, algas, liberadas melenas de salobre mecerse tras las ondas. Todo el año fue así. Suelta de letras como de palomas, y salva de caricias al por venir del tiempo y a la huella quebrada y al instante donde la rendición anuda las direcciones del viento, a una mutua mirada. Un lazo de silencio en la leve cintura de las cuatro estaciones cañas cruzadas y devoción de mimbres moviéndose buscándose.


PALABRAS PARA MIGUEL a mi padre Hurgaste en el mojón y abriste el río. O Gualeguay O Villaguay por no saber siquiera donde el mármol, la tinta, dónde el mentido abuelo, donde el muelle. Tantas historias como abrojos presas en la bodega del carguero. Mas yo, que sólo sé de puentes y de barcazas anchas que van girando el río quiero el barro, la costa, lo sembrado en el agua y orillarte la frente a manos llenas. Por la ternura que se fue, por la enseñanza silenciosa. Te hice flamear como una tira de banderines rojos y yo, con el viento besando mis espaldas, siempre detrás de ti


y tú, confundiendo la brújula del cielo, el timón, la carta de mareas, el árbol de tempestades y la sangre. Tú delante de mí, presentación y dicha, pequeña estela de obrados territorios donde saber dolerse por la mano extendida por el negado pan y el bochorno del cielo y más tarde, la sombra, los ojos bajos, negando, hundiendo la vergüenza en la boca del sueño, en lo negro, en la pérdida, en el desagüe del olvido. Te tuve al bajo precio de la monocromía de unas fotos mientras alzaba en el puño las cenizas en llamas de mi propio corazón sitiado por la pena. Te encerré en veinte hojas canceladas, dispuestas en la línea del orden más exacto, desenfundé un cerrojo, te hice ilustre habitante de la cerca. Y entre tanto ¿Dónde quedaba yo, rama que te sostiene más allá de tu muerte? ¿Dónde la afirmación, la digna paralela


que nos hace herederos de la misma mirada, ojos de bosque cuando las ramas bajas se inclinan más y más hasta tocar el pulso de la hormiga, dónde el heroico salto hacia tus márgenes? Bajo el techo del cielo se hunde el bajel dorado, claro remanso, puro desasimiento que sabe lo que somos. Y me veo y te veo, acopiando el linaje, la mies y el aleluya, remendando las redes, cazando estrellas nuevamente.


DEL MAR A LA CRECIENTE LUNA Entremos más adentro en la espesura. San Juan de la Cruz

hombre estaqueado en su propia palabra estera dormida racimo desgranado alba del aguardar así como temblaba de refluir en la voz del oleaje el sonoro vacío su curva obligatoria la noche parpadea de redondez y juego amplio sombra y claridad son una sola mano en extensión que habla. Ábrete desnudez barrido cuerpo superficie lindante con la estela del pájaro. Borra el rastro del albatros su sombra que se posa duplicación del aire y álzalo en su batir ligero. Que no se lo vea, recortado contorno sobre el agua quebrada. Bástenos remontar con él.


Silencio. Ven, quedémonos aquí retoñando entre los dedos de la suerte.


FRONTERAS El horizonte de tu ojo lleva grabado un nombre madrugada agreste de puro deambular que al fin retorna a ti vestida de granero donde duermen semillas siempre habidas. Para quién el canto sino para tu voz. Dónde el pronunciamiento sino en el hueco de las manos. Dispersa el agua y la sal, miente la lágrima. Es la señal del mar en el borde del ojo lo que conversa con nosotros de otras honduras más allá donde arrojas el dardo de tu sueño para que estallen las vertientes.


INICIAL En el riesgo del roce pasar al otro lado es simplemente la estrategia del salto que ha de esperar el alba sostenidos portales te emancipas de ser el que se queda aguardando la muerte el filo al ras, el miedo la música se hunde como una hoja de menta en el vaso de leche lenta quiero apartar los velos del misterio para que salte el placer de las entrañas bajo vientre cuna del alma beso ínfimo punto que lo sostiene todo y el amor esa ciudad posible entre pantanos. Diáfana.


DÍAS DE DOS PALABRAS Tu ciudad retoñó balas como cardos mi ciudad Creció en alcantarillas. Un desagüe un insistente desamor. Decían que las señales todas daban con sus disparos sobre el vientre del muro, la vulnerable zona. Ardía la cicatriz irrefutable, borde de nuestros pies, dispersos límites. Eran tiempos de aprender el olvido de las magnánimas formas del decir el duelo del hacedor de discursos, refutar la ley del atavío y hacer del centro de lo herido morar de pájaros: manto de invierno en noche de borrascas, redención del caído.


Fueron muchos como nosotros serenos o remisos al milagro en la ciudad de siete estrellas, aquella vez de la llovizna y el lodo desatado. Tres o cuatro sobrevivieron al abismo. Entre ellos, tú. Tú y mi vigilia en el amor. Lo que nombramos llama.


EN ACTO sigue incendiando la noche con tu letra del barco la amarra sea ceniza tragada por la voz de tu poema que es la del mar me abismo en estallido por piedad a la espera sin naves y entre olas no me abandones dentro del temblor ahógame del todo.


POEMA MENOR Quería decirte que aquella tarde cuyo forja de agua dependía del oficio de un maestro mayor hubo un jardín en la cornisa por el sólo ademán de tu piedad.


PROPIEDAD VERTICAL Seis bocas seis formas de pedir el hambre solo debajo del alero de la muerte cobijados de paso como el rumor de la hojarasca ardiendo de miseria quedamente. La casa la que guarda las doce casas de sus doce ojos de horizonte futuro carta que nadie sabe adónde llega mañana irán de vuelo con la larga paciencia de mis manos latido que remonta


PRUEBA TESTIGO

Nunca estoy solo, hablo siempre contigo hablas siempre conmigo. A obscuras voy y planto signos. Octavio Paz

Ardo de ti me impongo la paciencia de empotrarme a la llama y quemarme más de mí que de ti quemarme muda. No en soledad con la boca cerrada no en virtud de ningún sacrificio de inmóvil resplandor heroico, nunca sola de ti sólo admitida en tu sombra, en tu luz cuando palabra en haz nada levanta por feliz abandono de voluntad donada enhiesta como bandera que flamea y otra cosa no sabe que los astros le rozan la cara limpiamente nunca muda


de ti muda de mi cuando la piel se cae en la estación propicia y en propia desnudez intuir la absoluta verdad del cuerpo no vestido afirmar la existencia del blandamente tallo recurrente luego del quiebre ruego de savia rota circulando de nuevo ah, providencia errante madre esquiva dime tu palabra la suya no la mía para cantarle a él un cántico de espumas una taberna herida un azar de la noche profetisa un alba de telares una conjugación de grillos incendiados la palabra en acordes que lo llamen dame la voz la voz pero serena ceniza en la confianza lecho del aguardar disuelta


y suspendida por su roce levantada hasta el soplo de su inminente boca esculpida en contornos que calquen sus pisadas la voz que se estremezca la mirada /elocuencia de damascos y ferias pueblerinas que diga de la vida y de la muerte haber sabido alguna vez el resplandor y ahora cegada inabarcablemente hasta ver todo se hunda en los ojos de él en el iluminado breviario en el que reza sus misterios de pájaros sus cornisas sus alas los pozos del universo agujereado la mirada que se hunda en el ara de sus consagraciones y en la violencia fría y en la cálida estera de sus sueños se levante otórgame el asistir a su despliegue de fuego a mí ceniza blanca lejana cercanía amor testificando.


SUPERPOSICIONES Desde que vio ese malecón supo cuántas leguas de agua le faltaban de mar. Una bufanda suave, vellón azulado contra el cielo plomizo. Esa era ella, en el malecón del barrio Miraflores. Manos abiertas, confundidas de puro acontecer y ciegas de distancia queriendo compartir el pan con las gaviotas, que esos vuelos atentos a su sangre razgaran la muralla y fueran hasta él. Y entonces, ceremonia, la única faltante, la a medias voz, la secreta inconsciencia de imposible reemplazo. Apretada contra los tilos de su pecho, ardiendo de humedad, abastecidos de farolas, de flores, de mentiras, bajaron a la playa, una playa estrecha de rodantes piedras sin atisbos de paseantes,


como dos niños deshauciados. Por entre la coladera de la tarde —sol de hilachas, vencido por el acelerado aterrizaje de una lluvia de pájaros en picada, arrendaron una parcela de chaquetas con los brazos abiertos y se crucificaron. No eres tú el que ha engarzado una a una las letras de mi nombre, le dijo, algo me sabe a sal, a vertedero y por eso me aferro y no quiero mirarte bajo la fina lluvia que producen los choques. Me derrubias, me enfermas y podrías llamarte Juan o Miguel que sólo me quedaría con tus ojos, con la menta recién cortada de tus ojos, con ese socavón de cristales que me resultan familiares porque me llevan lejos. Tú tampoco, es el reflujo de nacernos un par que se debate por circular en las arenas, es el sendero donde no te hallas y hacia donde me alzo el que me vierte en ti. Sólo fuego cruzado, bengalas que lanzamos más allá de nuestros propios ganados continentes. Fue entonces que se supieron deshechos, quebrados,


anhelantes de otra figuración. Él, buscando en el cuarto de su boca la lengua muerta de María. Ella, buscando en la eterna escarpadura del mar, perdido a sus espaldas, la viva naturaleza de los bosques lejanos, su mirada.


TAJO El ave de la noche trae en su pico el libro de todas las respuestas cae se abre su centro es un fruto blanco así es como el amor nos invita al festín de su palabra verdadera cuando el sonido de aquella luz estallada pronuncia su mitad relámpago que ayer tu voz que siempre


TRANCE DE LUNA Cuando podría la altivez rascar la costra de la llama y abrir en sombras chispas medianamente conocidas pero nada se enlaza de antes así como memoria son presentes hálitos en desenvoltura entonces no que es gracia plena lo que sucede en bordes y se cierne palabra en vilo límpida estela que señala lo que habremos de guardar para su siembra en los adentros donde sucede lo que nadie nadie jamás podrá decir si no es en devoción de verbos conjugados:


los pasos y el ardor del puro florecer de su sonrisa en la boca del mundo.


PASABA POR AQUÍ A veces, cuando duermen las furias su jadeo de melenas y las rotas columnas ya no sostienen locuaces martillos de sentencia salimos a observar sobre el blanco mantel la taza azul de prusia y su fauna de hebras con dedos que perfilan caracolas y peces al paisaje marino y hacen habitación de sombras con su temblor de techo curvo por largo tiempo, hincado sobre el sediento borde de los labios. Cúpula para demorar el anhelo de los sueños que pujan por darse su contorno, dijiste, mientras separabas las tiernas y sensitivas ramas, una a una, enredándolas a la solicitud de otra arboleda de aire. Cuánto de nuestra desmemoriada sensatez asiste a su derrota cuando el humo recobra su indeclinable dirección entre las hendiduras, en fuga hacia la suplicante que allá arriba, invisible


viene a visitarnos por las noches como si no anhelara más que la ocasión de la humedad para entregarle a nuestro ocio la siempre breve y a la vez recobrada demasía de un cuerpo.


DÍPTICO

Ni de sí la forma al despertar se germinaba entre su boca halo sin saberse convivencia como el reverso de un guante cede en su interior que no es presa más que consentir a la visita. La noche huele a sal disuelta, a mar en extinción dedos íntimamente implorantes. Dulces restos de curvadas auroras por las que han de viajar sin dejo de pétalos en migración plegados, desplegados a este horizonte de partidas frutas al rescoldo que se acaban rindiendo.


DOBLE DE CUERPO Abriste mi mano, Pediste entrar en ella. Entraste como si fuese tu casa. Tu casa fue: paloma, flor hambrienta, estrella. No advertí el aguilucho, especie vegetal carnívora, disparo. Ni premeditación. Hasta que los graneros se vaciaron, la sangre se esparció sobre las hojas y el fogonazo me dio en la frente sin decoro. No es que no mida las consecuencias de abrir las manos al susurro que me requiere abrir la puerta.


Pero he quedado prendida a unas palabras, que para ti sólo eran juego de falsa pedrería, canicas, abalorios, collares que se cuelgan alternativamente en uno u otro cuello.


PARTITA Cuando cierre y cubra este fanal tan resguardado por huesos, madre blanda, irrigaciones, hemisferios australes, y el compendio de siete pasadizos abiertos en el muro de un pozo sin brocal coronado por muelles sedas rojas y la columna que planea fugarse de este a veces resplandeciente paraíso y otras asilo de concreto cárcel del ser al fin se queden llanos y vengan a despoblarme del asiento que urdí para comer a salvo de las quejas, reproches y rencores, fuera de juego la vana mercancía para azuzar de vez en cuando y este mundo se pliegue junto conmigo como un animal de vieja data que sabe que las uñas se liman al llegar a los ojos y la tela raída hable del último episodio de arrebato furioso o de la breve tregua entre dos frentes de batalla y los nudos sean firmes ataduras


a la pata de la cama sumados a otros nudos que se extienden desde allí a la ventana y desde ésta al patio de la casa vecina desafiando la altura de mi propio terreno donde hay dos recipientes con agua y pan y a veces nada y en el techo del cuarto la nieve se desprenda como cal y entre la nieve flores y el papel de la pared, firmado a fuego, se ponga a resaltar las iniciales hasta hacerlas sangrar y caigan brazaletes que llevan en su extremo el último decálogo aprobado para mellar la rebeldía de las fieras que guarda el inventario hasta hacerlas parir una tórrida jungla y no arrecien las voces que malquieren descolgar mi sonrisa del mástil de los dientes ‐flambea labios‐ la pasión de los lunares que tengo bien contados desde el techo hasta el suelo, la fe en la residencia


del llanto y la sonrisa entre las vísceras al calor del deseo la creencia en la mano que un día hará con otra la simple ceremonia del saludo y apague los fantasmas de extraña pulcritud que me señalan a lo largo del día lo que debo y no debo celebrar con una salva de canciones veré, seguiré viendo 70 veces 7 sin porfiarme, 70 veces 7 sin culpa ni castigo, 70 veces 7 el amor, la manida Palabra cuando cierre los ojos cuando los cierre cuando


AHORA AQUÍ cuando estéril llovizna cristal roto cuando duele y el vaivén de nombres estallido se vuelve temblorosa comisura consagra el desierto consagra el desierto con tu letra y el tajo de tu sombra que aquí es cordero blanco el ojo y bala entre vellones y besos y hace frío


BONZO El fuego nos dio su margen en un arranque de ira: la lascivia del cerco rodeando de humo el relámpago de nuestros besos cuando clavados al abrazo eludíamos la muerte conjurando una tropilla de desagües. Caímos, cobaya y cobayo blancos y demorados al son de las mascotas, pidapedreros de la fuga sobre la zanja, húmedos. Ahítos de correr, los hombres de la gran soledad llevan en sus bolsillos puñados de tierra, su santo y su demonio personal y la cartografía de sus próximas rutas. Y aquí, el ámbar de la campana, como suena en las caracolas del desierto, el olvidado mar. Hay memorias cuya destreza se mide en el desequilibrio. Quién lamentará haber deshauciado a la pregunta y a su cuerpo arcilloso de esfinge.


¿Es tu lengua la fusta, tu ardor la estrechez del pasadizo, robas o solamente depredas a la incauta y a sus graneros que no merman? Echamos llave para combatir los desbordes de la playa, esos torreones derrubiados que testimonian Tanta muerte imperceptible cuando ciegos pisábamos, a tientas, el terreno de las pertenencias deshonradas. Gradiva vuelve pero no en el canto que precede a las rejas. Salta la brecha de lujuria y cae en el satén del sueño. ʺEs madera olorosa esta carne, saúco, incienso, quemazón que asciende con furor de plegariaʺ Si junto al hogar del fuego me quedara y en arrastre de viento silabeando se me diera por ascender el rojo cuello hasta el sinfín de las palabras. Pero nadie me ha visto. Soy la cóncava huella, bajorrelieve restaurado. Hemos visto, seguramente, deslizarse un nido de movilidad desarticulada, allá abajo. Lívidos, demacrados, como roedores de su propia esclavitud entre prisas de yerbabuena. Todas las hierbas ahogadas, las secas ignominias que nos propusieron desplegar sobre el ávido empuje de una señal de incendio.


Alerta roja. Salvamos los documentos para la brevedad ocasional de un abandono que nunca llegaría. Olor a resina excede la quema de papeles, su gesto suaviza, entre algodones la irreversible paciencia de la escalinata que se tiende. Inmóvil trepidación por donde las densidades, bajan, suben, se demoran y otra vez en ascenso se entregan a la ráfaga de la columna y su desborde. Todos abandonan el retal de sus pieles a golpes de cincel, a portazos, ritmo de enajenado repuntar sus pensamientos en fiel cavilación de útiles, posibles reservados laxos muertos. Una muñeca mordida por el tiempo es la que palpando la pared jamás llegaría a sortear las trampas de la siesta, muro disgregado que oculta sus señas y más abajo siguen ardiendo los zarzales.


LLEGA LA LLUVIA Llega la lluvia en ministerio de hormiga sobre el asfalto, pura, emblemática, insumisa blandiendo un acorde báscula de porvenires alta ráfaga de ámbar en la frente olorosa de encina. Por el puente de tus ojos cruzaré al monte en devota prospección de vuelo como la preñez de la noche oscura clara como el alumbramiento del agua en derrame de mí sobre tus manos. Porque la noche llega por el pasillo de la azul tormenta y hay que encender candelas a contra viento de los vientos.


FRAGEN Me han enfermado de restos esas comidas que los ricos arrojan a los pobres mientras los perros miden su hambre con un valor cercenado hasta la náusea entrenada en la sospecha de que todo lo que no es garantía de grandeza, eternidad, giro de 180 grados es un afán modesto, inútil desperdicio. Me han robado la rosa por mi falta de interés en las grandes extensiones de rosales y un animal raído dueño de las cornisas por no llamarlo gran felino yo misma me he torturado hasta el hartazgo a causa del porvenir que no promete nada. Si he de salvarme de mi propio verdugo si he de salvarme de la gesta que soñaron mis padres, mis abuelos, realizar con mi cuerpo traficando conmigo en las subastas de talentos si al fin, habré de detestar el plan que urdieron los grandes gobernantes para incluirme en la grandeza de sus urnas ávidas de cenizas


si he de salvarme alguna vez y apostar por la brizna, el pensamiento débil, el tambaleo, la perniciosa dubitación de no saber si mi alma se juega en disyuntivas tales como mirar o no mirar el mar y el mal esas cosas me pregunto.


PRESENTE CONTINUO Mira el reloj. Palpa lo que nos hace, muy despacio. Gira el pequeño perno unos cuántos sigilos hacia atrás. Responde a ti. Un hábil mecanismo con alma, con memoria, sin arsenal, habitado de pulsos. Anfitrión de estaciones, de agua, si clepsidra. Barómetro de fiebres, de fragancias y encuentros de extraña inmediatez. — si era septiembre o marzo, no recuerda, si éramos niños, si alguna vez lo fuimos juntos. Lo sabe por instinto, ese olfato de glicinas que avista flores que coinciden. Giras sobre el presente.


Todo está allí. Una vuelta y otra es más que repetir sobre el radio minúsculo la hora concluida. Es volver a aquellas tardes en que no te movías y eras lo que ahora eres cuando te quedas solo mirando la noche. Vuelve... Ya ves, te has ido lejos, aquí, al barrilete, al columpio, a la primera comunión. ¿te ves allí? Luego a la escuela, en el patio, la pelota mojada del haiku de Basho. Acantilado que sobrevuela una gaviota. Olor a tierra después de la llovizna. Te has visto caminar tanteando el pedregullo por el largo camino bordeado de naranjos. Te he visto con un juguete de tu hijo sobre el césped. Tenías


su misma edad, un horizonte amplio debajo de las cejas. Te recuerdo, entre libros, apasionadamente, llorando escondido en el cuarto, escapándote por las noches, cosechando libertades, patatas, florecientes iras, luego sembrando junto a una mujer en los tiempos del cólera. Viene ahora a tus ojos un sinfín de días claros, un árbol de ramas crecidas: la dicha de nombrar; maderas aserradas, su perfume a bosque recién hollado por los sueños. Sabias arrugas, un amigo en las orillas del último abandono, un horno de pan. Mira el reloj. Muy lento. Mira lo que nos hace. Resbala hasta el próximo círculo, hacia atrás. Engarza cada cuenta. Vibra con su espiral Ni lejos,


ni cerca también plantas arrancadas de cuajo, humo y el miedo que nos hacía temblar. Te ves, te veo. Era de noche y encendiste ciegas candelas como ahora. Yo comenzaba a quitar los cerrojos de las puertas. Tú caíste empujado por el viento en el umbral de mi morada, frente a mí, despreocupadamente. Ya ves, no te conozco. Es solamente el extraño movimiento del reloj, un hábil mecanismo de pulsos que no mienten. Escucha. Tiene alma. Alumbra lo esencial del verbo, sus conjugaciones. No cuenta máximas diferencias


entre un extremo y otro. Dice que hace cinco minutos que te veo y que nunca te he visto como ahora y que te he visto siempre.


TABLERO Tizne, reverso de candela Tú. Todo aquello. La habitación y sus desagües. El roce de los dedos, su fricción. La espalda tímida la espada. Tú. Todo tú. Ya no perfil. Desgarrado. Completo. Ganancia de baja consonante, deudor de Job, el silencioso alfarero de dios.


VIGILIA DESTINADA El día abre la mano Tres nubes Y estas pocas palabras

Del sur se acerca un tanteo de estrellas. Pierden la sensatez se abren fanales, regazo tibio de vocablos. Hasta poblar de techumbres y explanadas el aire se desmorona el agualluvia sobre el trecho de piedra un sendero el ciego incurre en el amor. también sabía a desnudez su boca mía.


PARA PONERTE A SALVO En lo inútil de un gesto está el filo de tu desamparo. Como ser, la línea de humo que forma un cigarrillo, como ser esa boca que expulsa un titubeo o la mano que ensaya sobre el cuerpo un ademán de espera. A la derecha del corazón que se desangra, con la mirada huidiza de un perro, está el amor terrible siempre desnudo y de rodillas ante lo que lo excede. Jamás despertaré de esta ceguera para dejar siempre agazapados la fosforescencia arrebatadora del amor y sus conjuros terribles.


Patricia L. Boero Ricardi nació en Buenos Aires, en 1958. Es psicoanalista, restauradora de obras de arte y poeta. Creadora, diseñadora y directora de ZONA MOEBIUS, revista de literatura, arte y cultura www.zonamoebius.com activa en la red desde 2003 a 2010, interesándose por las relaciones entre arte, literatura e Internet y la creación de espacios alternativos para la difusión de propuestas originales de autores noveles en especial. Ha realizado diferentes proyectos con autores y artistas extranjeros a través de la red. Entre ellos el Proyecto ʹSave Twilight en españolʹ ‐ música electroacústica y poemas de Julio Cortázar en colaboración con el músico venezolano Arcángel Castillo Olivari y ʹCartas de la Nombradíaʹ, libro escrito en co‐autoría con el poeta español Antonio Mengs y publicado en noviembre de 2004 por la Editorial AdamarAmada de Madrid. En 2006 fue publicado en Zaragoza (España) su poemario ʹCuarto Crecienteʹ y cuenta con varias ediciones de poesía en la plataforma Issuu. Paralelamente a su profesión de base, se ocupa del diseño web para terceros, la edición de libros digitales y la realización de objetos relacionados con la época medieval (tableros estratégicos de juegos históricos y otros) además de dedicarse al miniaturismo realista. Administra el grupo de Facebook “Mujeres en la Edad Media” y es recreadora histórica medieval. contacto: casiopea06@gmail.com



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