Seis datos curiosos sobre el Museo Sorolla

2 El museo hoy

1 La casa ideal

Cuando ya era un artista consagrado, Sorolla colaboró en el diseño de la Casa Sorolla con el arquitecto Enrique María de Repullés. Cuando inició el proyecto de esta vivienda ya tenía muy claro cómo sería su casa ideal. Esta reunía una zona de residencia elegante con un amplio espacio para trabajar y un jardín de inspiración andaluza. La vivienda tiene tres amplias estancias que sirven como taller de pintura y todas las comodidades de la época (calefacción central, aseos y luz eléctrica).

El museo alberga la más rica colección de sus pinturas y dibujos, que desprenden luz y vitalidad. Además, es una de las casas de artista más completas y mejor conservadas de Europa. También acoge otros objetos que Sorolla coleccionó, como obras de escultura, cerámica, joyería popular, fotografía antigua y un importante archivo de la correspondencia que recibió en vida.

3 El color rojo

5 Las Meninas

Las paredes de los tres talleres de este palacete están pintados de color rojo. Este color era frecuente en los estudios del pintor y en los museos de la época porque resulta muy favorecedor para las pinturas.

4 La moda

El cuadro Mis hijos representa a los tres hijos del pintor: Joaquín, María y Elena. Esta pintura, que Sorolla llevó a varias exposiciones internacionales, muestra una clara influencia de Velázquez. La presencia del lienzo en un margen del cuadro y la intensa sugestión atmosférica recuerdan a Las Meninas.

6 Puntos de vista

©JOAQUÍN SOROLLA

A Sorolla siempre le interesó la moda. En sus viajes a París compraba vestidos, sombreros y adornos para su mujer y sus hijas. El pintor era perfectamente conocedor de las últimas tendencias en la alta costura de la época. Sus cuadros son un verdadero catálogo de la moda femenina de este periodo.

Muchas pinturas de Joaquín Sorolla, como El caballo blanco, tienen un punto de vista alto. La introducción de puntos de vista novedosos en los cuadros fue una consecuencia directa de la invención de la fotografía a principios del siglo XIX. L

©JOAQUÍN SOROLLA