Programa Radio- Ed 25 - Ingrid Odgers

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RAMÓN FERNÁNDEZ PALMERAL (ALICANTE/ESPAÑA) Al alba murió Miguel Hernández Al alba murió Miguel Hernández. A las cinco y media al alba. Eran las cinco y media en punto al alba. Un guardián trajo la blanca sábana, cubrieron su cuerpo y su cara, pero no le pudieron, a la cinco y media al alba, cerrar las gemas de sus ojos, sus ojos de violetas encendidas, sus marrones ojos, azules soles llenos de Miguel. A las cinco y media al alba. Un río rompió sus amarras. Un mar se desbordó de llanto. Un alma subió como un rayo. Un cuchillo salió volando. Un perito en lunas sembró su llanto. Un hombre entero echó a correr. A las cinco y media al alba. ¿Qué nos queda de aquel Miguel que como un poeta soñador partió en el 32 para Madrid? ¿Qué nos queda de su auto sacramental, de su teatro de guerra o de su cancionero de ausencias? ¿Qué nos queda de sus camaradas en las trincheras en Madrid, en Andalucía, en Extremadura o en Teruel? ¿Qué fue del niño yuntero…? ¿Qué ha sido de aquellos aceituneros altivos? ¿Qué ha sido de los dramaturgos combativos? ¿Qué ha sido de nosotros, pobres poetas, sin ti...? A las cinco y media al alba..., la luna se quedó huérfana en el Reformatorio de Adultos de Alicante y sola se fue llorando tras dos caballos de muerte. Y no le pudieron cerrar los ojos..., no, no se los pudieron cerrar. Llenos estaban de libertad, de un vacío de lágrima ya sin fuego, ya sin el hogar, hartos de martillar en la vida. A las cinco y media al alba. A las cinco y media en punto.

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