Revista I+D+i Nº40

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El kril, o eufáusidos, son pequeños crustáceos que en su forma exterior son muy parecidos a los camarones. Su tamaño promedio en Chile bordea los dos centímetros en longitud y forman parte de lo que se conoce como el zooplancton, constituyendo la dieta fundamental de numerosas especies de peces, ballenas y aves marinas. Lo más impactante conseguido en la expedición del Cabo de Hornos, fue descubrir que esos organismos son capaces de habitar en un ambiente con condiciones normales y en cosa de horas trasladarse hacia un ambiente completamente adverso. La zona muestreada va desde la superficie del océano hasta unos 400 metros de profundidad, aproximadamente. Durante la noche, estos pequeños crustáceos están dentro de los primeros cincuenta metros y en el día nadan y descienden hacia aguas profundas, más o menos a unos trescientos metros. Allí pasan entre 11 a 14 horas, en un lugar completamente anóxico (sin oxígeno), con un pH de 7,5 (muy bajo) y un alto nivel de dióxido de carbono (CO2). ¿Cómo sobreviven a esas condiciones tan adversas? Es un misterio. La evidencia de los datos científicos obtenidos gracias a las redes y el sonar del Cabo de Hornos, permitió a los científicos, encabezados por el Dr. Ramiro Riquelme, académico del Departamento de Zoología de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas (FCNO) e investigador del Instituto Milenio de Oceanografía (IMO), confirmar la presencia de eufáusidos en esas profundidades. “Sabemos perfectamente hasta qué profundidad pueden vivir, pero lo que no sabemos es cómo lo hacen ni cuál es la estrategia que usan para permanecer ahí sin ningún problema. Estos organismos viven en esas condiciones desde hace muchísimo tiempo”.

Probablemente los eufáusidos están adaptados desde hace miles de millones de años a vivir en esas condiciones, pero hasta ahora los científicos desconocen cómo es el mecanismo que les permite permanecer ahí. Lo que sí se puede decir es que estos organismos pueden dar pistas de lo que podría pasar con el océano desde el año 2100 en adelante, si las proyecciones del cambio climático se terminan cumpliendo. “Gracias a este descubrimiento podemos anticipar cómo otros organismos van a responder o cómo se van a afectar, porque al observar esto es como si viajáramos en una cápsula del tiempo y nos estuviésemos adelantando al futuro. Porque esto está sucediendo hoy frente a las costas del norte de Chile. Entonces, sorprendentemente podríamos decir que en 100 o 150 años más podría ser así. Los organismos podrían responder de esta manera, se van a adaptar o serán perjudicados, o sencillamente no les pasará nada”, explica el Dr. Riquelme. Las especies de kril que viven en la Corriente de Humboldt se han convertido en un modelo vivo dentro de un laboratorio natural ubicado muy cerca de la Fosa de Atacama, para estudiar lo que va a pasar en el futuro, quizás a otros organismos de características similares. El paso siguiente es comprender cómo estos organismos del zooplancton se las arreglan para vivir ahí y para eso los investigadores necesitan realizar análisis fisiológicos, pero también serán necesarios experimentos a nivel molecular, para saber qué genes les permiten vivir durante horas en un ambiente anóxico, con bajo pH y alto CO2, es decir absolutamente adverso y ver, si es posible, que nos revelen su secreto. Más información: rriquelm@udec.cl

MEDIOAMBIENTE / ENVIRONMENT

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