PRENSA LIBR
Guatemala, viernes 15 de marzo de 2019
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Buena Vida Editora jefa: Patricia Orellana. Editores: Alfredo Vicente, Cristian Dávila, Keneth Cruz
Por Brenda Martínez
CONSEJOS
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S
in importar la discapacidad, la educación es fundamental para que niños y adolescentes entiendan su sexualidad y para que la sociedad deseche mitos relacionados con su condición. “La sexualidad está presente en todas las personas y en todas las edades. El problema es que a la sexualidad en individuos con discapacidad se le da únicamente la connotación de procreación, por lo que nos cuesta visualizarlos en ese contexto”, explica la psicóloga familiar Aura de Estrada, coordinadora de Orientación Familiar del Instituto Neurológico de Guatemala (ING), al descartar la creencia de que son personas asexuadas. “Ninguna discapacidad equivale a la ausencia de sexualidad, sino que se expresa con algunas particularidades”, añade. “Nuestros niños, niñas y adolescentes recorren el mismo camino de quienes no tienen una discapacidad, solo que lo hacen más lento y permanecen más tiempo en cada estadio”, expone la psicóloga Ástrid González, coordinadora de Psicología del ING. “Ellos necesitan que se les enseñe aspectos que otras personas aprenden espontáneamente. Precisan mayor número de ejemplos, ejercicios, actividades, más práctica, más ensayos y repeticiones para alcanzar los mismos resultados, pero entienden muy bien”, añade González. En Guatemala, según la Encuesta Nacional de Discapacidad del 2016, hay 1.6 millones de personas con algún tipo de discapacidad, y 250 mil de ellos del tipo intelectual. DESARROLLO El desarrollo físico y sexual ocurre exactamente igual que el de las personas que no tienen discapacidad intelectual. Todos los cambios que tienen los perciben como cualquier otro individuo. Tienen dudas, sienten temor y pasan por las diversas etapas de manera adecuada, si tienen la información correcta, por lo que necesitan acompañamiento apropiado. Muchas veces su respuesta sexual se ve alterada más por prejuicios e ideas instaladas acerca de no ser
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Niños, niñas y adolescentes, hombres y mujeres, con discapacidad intelectual tienen derecho a que se les informe sobre las etapas de la sexualidad.
Los padres deben disponer de una información adecuada sobre el tema para abordarlo con idoneidad con sus hijos. • Es desaconsejable que las personas encargadas de los menores se sientan incómodas o teman demostrar su falta de conocimiento sobre anatomía, fisiología u otra información relacionada con la sexualidad. • Es esencial contar con información suficiente y adecuada dentro de un contexto de confianza y seguridad. La mejor manera es apoyarse en material didáctico como libros, pictogramas, fotos, dibujos, láminas o animaciones. • En el caso de la discapacidad intelectual, se harán algunas adaptaciones, debido a los retos que esta población enfrenta en su aprendizaje. • Es fundamental buscar el apoyo de un profesional, si los padres o cuidadores no se sienten seguros de hablar del tema; sin embargo, son ellos quienes deben asumir la responsabilidad.
La sexualidad en la discapacidad
Como todo joven, es importante que las personas con discapacidad reciban orientación adecuada sobre esta etapa para que comprendan los cambios físicos y sean conscientes de su cuerpo.
aptos o poco atractivos sexualmente, que por su propio desarrollo. Si le preguntáramos a un adolescente, hombre o mujer, con discapacidad intelectual, afirmará que le gusta alguien; se ven y se sienten atractivos. La estigmatización, la falta de información y/o el nivel de instrucción que tengan los padres de familia o cuidadores primarios dificulta la correcta comunicación, debido a que no se les explica o anticipa cuáles son los cambios por los que pasará
su cuerpo. Las principales dudas que les surgen giran en torno al aparecimiento de vello púbico, al crecimiento del busto en niñas o de barba o bigote en jóvenes. También empiezan a experimentar cambios emocionales en diferentes estadios de su desarrollo y en algunas ocasiones, sobre saber si tendrán la oportunidad de tener un hijo. No se trata de controlar sus impulsos sexuales, se trata de informar y educar sobre cómo se debe actuar ante los estímulos que sur-
jan en cada una de las etapas de desarrollo. Los niños y jóvenes con discapacidad intelectual deben guiarse sin ser estigmatizados y no hay que tratar este tema como algo indebido, indica Fabiola López, coordinadora de Comunicación del ING. ¿CÓMO SE LES EXPLICA? Antes de que se produzcan los cambios corporales, conviene hablar y responder con naturalidad y con respeto a las preguntas del niño o de la niña. No se debe contribuir a
hacer de la sexualidad algo oscuro y silenciado, y hay que evitar el morbo. Se recomienda dar orientaciones claras, sencillas y concisas, de acuerdo a la capacidad de comprensión, necesidades e inquietudes de cada menor. “Los padres o cuidadores deben responderles según la dimensión de sus dudas. No podemos darle una charla que abarque toda la sexualidad, cuando su pregunta se centra en conocer un hecho específico”, indican las psicólogas. La información sobre la
sexualidad responsable debe ser abordada por los padres o cuidadores. De no sentirse seguros, lo mejor es acudir a un profesional, que puede ser un ginecólogo o un psicólogo. ¿Y SI HAY EMBARAZOS? Un buen porcentaje de mujeres con discapacidad intelectual son fértiles. El miedo a un embarazo radica en que el diagnóstico de la madre o del padre pueda ser heredado por el bebé que se está gestando, por lo que muchos profesionales de la salud re-