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Conversando con… Liliana Blum Hay historias que entretienen y hay HISTORIAS QUE SACUDEN.

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TALLULAH

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Este mes, a la par de la reseña siguiente, tuvimos la grandiosa oportunidad de entrevistar y conversar con Liliana Blum, escritora mexicana, la cual tiene varias novelas y libros de cuentos publicados, entre ellos Tristeza de los cítricos, Pandora, El monstruo Pentápodo, y su novela más reciente, Cara de liebre. A su vez, ha colaborado en diversas publicaciones como El Aleph, FEM, Riot Angel, Letralia, entre muchas otras.

A continuación, les presentamos la entrevista con esta extraordinaria autora.

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Buenas noches, Liliana, cuéntanos un poquito sobre ti, tu escritura, tus libros.

Hola, soy Liliana y para quien no me conozca, soy una narradora que ya llevo un buen rato en el ruedo; en este país si escribes cuento, el cuento no se lee y no se vende mucho, tenía varios libros de cuentos antes, pero no fue hasta el 2015 que salió Pandora, que empecé a ser un poquito conocida y le fue bastante bien y eso abrió la puerta. En un país donde se lee muy poco, es importante no generar pérdidas.

Hay varias cosas que marcan mi literatura, una de ella es ¿por qué las mujeres hacemos lo que hacemos y toleramos lo que toleramos de los hombres?, o sea, cómo podemos llegar a tolerar que nos digan cómo vestirnos o qué amistades tener, o hasta ser cómplice de algo abominable.

Entonces ese es uno de los leitmotivs de mi literatura, también la oscuridad de la naturaleza humana, bajo qué circunstancias los seres humanos son capaces de hacer las cosas más terribles. ¿Por qué nos gusta pensar que los monstruos son distintos a nosotros? Y no, los monstruos son justamente como nosotros.

Y luego, lo que nos trae aquí es Cara de liebre, mi última novela, la cual toca temas muy fuertes, hasta yo dije que no me las iban a publicar, pero me salí con la mía, es la novela con la portada más bella que me ha tocado jamás y en la que me dejaron tener bastante injerencia, es un libro con mucha suerte.

¿Cuál fue tu inspiración para Cara de liebre? ¿Te basaste en alguna historia real? ¿Cómo nace esta historia?

Con Cara de liebre fue ver hasta dónde podía empujar los límites, ver si me dejarían publicar esto y me senté a escribir, jugué con la idea de la violencia, víctima y victimario, en este país, en general en el mundo, pero en particular en este país, donde hay 12 feminicidios “formales” todos los días, más todas las chicas que desaparecen y ni siquiera llegan a las estadísticas; en la literatura y en el cine, las mujeres somos, por default, las víctimas perfectas; nadie levanta una ceja por que Fulanita salió de su casa a la Universidad o al trabajo y desapareció y luego aparece en trocitos en una zanja, eso es todos los días, ¿para qué andaba por ahí sola, por qué se vestía así?, lamentablemente, como sociedad ya ni nos causa impresión.

Los lectores masculinos jamás van a poder entender, de primera mano, el miedo de salir a la calle cuando está oscuro, cuando estás sola, cuando un tipo te empieza a seguir por la banqueta, las mujeres pensamos “me van a violar y matar”, en ese entorno vivimos, me quedé pensando, los hombres van a un bar a ligar y se llevan a alguien a la cama, a lo mejor dicen “la mujer me podrá robar algo”, pero nunca se imaginan que los van a violar o matar.

¿Qué pasaría si invirtiéramos estos papeles? De repente los hombres pudieran ser la víctima.

¿Qué pasa si una mujer, de pronto, se cansa de lo mismo?

Irlanda, personaje de Cara de Liebre, nunca ha encontrado a alguien que la quiera, que la acepte como es, está harta que la abandonen sin siquiera decirle “oye, gracias, ya me voy”, qué pasaría si un día nos atreviéramos a hacer lo que ellos hacen, decir “Fulano no se va”, es algo que muchos hombres hacen, incluso en relaciones formales, mujeres esclavizadas, sin la opción de irse.

He descubierto a lo largo de entrevistas, pláticas, las mujeres leen la novela de una manera distinta, se identifican con Irlanda o Tamara, dicen “me cayó fatal Nick, ya quería que lo mataran”. Sin embargo, los hombres se ponen muy erizos, dicen “nada más le hicieron bullying, ¿por qué tiene que andar matando hombres?, ¿por qué se venga?”. Pero lo que hace Irlanda no es venganza, lo hace porque no quiere estar sola, toma un camino equivocado, pero es muy interesante que los hombres se sienten incómodos con esta novela, como que no les gusta ser la víctima, aunque sea ficción. Me deja perpleja, con cada libro se aprende mucho, incluso de los lectores.

ILSA

En tus novelas tienes personajes parecidos, lugares en común; está la Cebolla de Cristal en Cara de liebre y The Glass Onion en No me pases de largo; el gnomo en varias de tus novelas; la mujer embarazada que nadie cuida; la mujer que no cumple con el canon de belleza; el patán de los ojos bonitos; matrimonios infelices; malas relaciones con los padres; todos ellos atravesados por la violencia, ¿las historias están relacionadas entre ellas?

Entre los cuentos y las novelas no tanto, pero es cierto, la Cebolla de Cristal sale varias veces porque era un barecito que me gusta el nombre. Mis lectoras dicen que se empieza a crear el Blumiverso. Hay otras cosas que se repiten, como imposibilidad de relacionarnos con el otro, la imperfección física, la cual es mucho más dura en las mujeres que los hombres, se nos exige ser delgadas, jóvenes y bonitas, si no, la vida es bastante complicada, a la mujer se le juzga por su cuerpo, independientemente de sus estudios, de su éxito; mis personajes siempre están en pugna, esas son mis obsesiones, mis miedos, que se repiten, cierto cameos o detallitos.

CONVERSANDO CON…

¿Cómo describirías tus historias?

En general creo que son sencillas, en sí, el argumento. En Pandora es un triangulo amoroso, el hombre tiene una fijación sexual y le pone el cuerno a su esposa, no se comunica con ella, usa a la mujer. En Cara de liebre tenemos a dos mujeres que se cruzan por un hombre en común.

Es lo que a mí me gusta ver en el cine y leer en otros libros, no me impresionan estas tramas donde hay persecuciones, narcos, prostitutas, drogas; me interesa la psique de los personajes, entonces estas historias, en apariencia lentas, pero con muchísimo detrás, levantas el mantel y se ve toda la porquería debajo.

En todas mis historias hay desamor, violencia, mujeres que se dejan pisotear, pero siempre, al menos una, tiene un cambio que la libera, también son historias con un poquito de esperanza, no tengo esperanza en que los hombres cambien, pero mis personajes femeninos se dan cuenta de que la han regado y se puedan salir de allí.

¿Qué dicen tus conocidos sobre lo que escribes?

Es algo raro, mis amigas de primaria saben que escribo, pero 2 o 3 han leído un libro mío; mi papá no está en mi vida, nunca me ha leído y dice que escribo pura porquería; mi mamá ha leído todos mis libros, está orgullosa, pero le da pena, regala mis libros, pero dice “yo no le enseñé eso”; mis amigos, algunos de ellos escritores, si me leen; pero mi relación más íntima es con mis lectoras, tenemos mucho contacto.

Con El monstruo pentápodo, no sabes la cantidad de mujeres que me han escrito y me dicen “leer tu libro es un alivio, nadie habla de esto”, y entonces me cuentan su historia, “mi papá, mi tío, mi abuelo, el novio de mi mamá me violó de niña nadie me creyó”. Tampoco tengo contacto con los escritores locales porque es un mundo distinto, lleno de grillas.

La sociedad es muy cerrada, y lo mencionas en tus libros.

Somos una sociedad muy despiadada, en donde yo vivía, cuando empezó la pandemia los vecinos no querían que entraran los albañiles, porque iban a traer el virus, es un egoísmo bruto, pero mandan sus cositas (al WhatsApp) de autoayuda, de rezar a la chingada, pero corran al vigilante porque no me abrió a las 3:00 a.m. Hay que ir al club de golf, que ya abra, pero que esos albañiles no entren; hay una gran hipocresía.

¿Esa es tu inspiración para escribir?

Es una pregunta bien difícil, porque, a veces, hasta años después puedo decir de tal libro, fue esto, pero de repente hay cosas que me llaman la atención, ya sea que las vea en alguien cercano a mí, o en una noticia.

Hay cosas que puedo ver en el periódico, en la calle, y no es que yo quiera contar la misma historia, no me gusta la auto ficción, ni la crónica, me gusta imaginar; desde niña veía a la gente pasar y decía “esa señora por qué lleva esa cara, o ese señor por qué tal cosa y me imagino una historia detrás”. Esa es mi inspiración, pero es muy difícil saber qué detona cada historia.

¿Qué te llevó a escribir? ¿Qué te llevó a escribir horror? Bueno, no sé muy bien cómo definir tus libros.

Si es difícil, a veces me invitan a congresos de literatura policiaca o noir, a mí no me gusta el género, no escribo eso, simplemente, a veces, algunos de mis personajes son criminales o hacen cosas muy oscuras.

¿Qué me llevó a escribir? Creo que es una necesidad mía de contar historias y entender el mundo a través de las historias, yo era bien antisocial desde niña y mi refugio no sólo eran los libros, sino las historias. Mi manera de entender el mundo es a través de las historias y de entenderme a mí, mis libros son como mi terapia; he llegado a entender y conocer cosas mías, así proceso mis propios traumas.

Hablando de traumas, ¿qué te aterroriza?

Nada me aterra más que alguien se llevará mis hijos. Me dan miedo los hombres, los hombres violentos desde luego me aterran, los gritos, los golpes, los insultos; el miedo a violencia social, ahorita con la situación del país, millones de nuevos pobres, desempleados, el crimen sin nadie que lo detenga.

Lo que me da más miedo son los humanos, cuando están determinados a hacer daño, pero me gusta mucho leer terror sobrenatural.

¿Qué opinas del boom de mujeres latinoamericanas escribiendo de estos temas?

Me da mucho gusto, hablando de María Fernanda Ampuero, Mariana Enríquez, Mónica

Ojeda, creo que es un fenómeno que se tendría que haber dado desde antes, porque la mayoría de los compradores de libros somos las mujeres y por mucho tiempo tuvimos que comprar libros de hombres, que cuentan otras historias y ponen a las mujeres vistas por ellos, usualmente o somos putas, víctimas, santas, madres o un jarrón muy bello.

Algo faltaba, poderte conectar con historias que te atañen, aunque sean fantásticas, entonces creo que es una conexión o un encuentro armonioso entre estas lectoras, que no estamos satisfechas con muchas de las historias que había, soy gran lectora de mujeres, no sólo de latinoamericanas, Margaret Atwood, Joyce Carol Oates, Lorrie

Moore, no hay forma de que los autores me den lo que encuentro en estas autoras, creo que sí es algo de sororidad o al menos tienes alguien que te entienda.

Las editoriales, editoras y editores se dieron cuenta que somos un gran mercado, han tenido más apertura de publicarnos a las escritoras, somos muchas mujeres las que escribimos, pero nos daban muy poco acceso a las editoriales, ahorita es un muy buen momento para escribir, para leer; muchos escritores están bien incómodos con eso, no están pudiendo entrar con esta fuerza y por supuesto no les gusta que dejen de ser machos.

Retomando lo que comentabas de las autoras angloparlantes, a mí también me gustan, pero me identifico más con las historias de Latinoamérica, obviamente.

Sí, tienes que ser de primer mundo para que tu problema sea un fantasma en una mansión; ¡estás de gane!, realidades bien distintas; yo pude ir a España a promocionar Cara de liebre y les causa mucho shock, que una mujer sale a caminar, la violan y la matan, qué mundo es ese; hay historias que entretienen y hay historias que sacuden.

No soy académica, ni nada por el estilo, pero a me gusta llamarle a ese tipo de historias “terror cotidiano”, no está el fantasma, el demonio, simplemente es algo que sabes que está pasando diario, que está pasando con el vecino.

Oye, estoy apuntando todo, es un gran término.

No sé si alguien ya lo acuñó, pero así le llamo, no nos podemos hacer tontos, sabemos que hay niñas secuestradas, trata de personas, etc.; ese tipo de literatura es catártica.

Sí, lo terrorífico es que es algo cercano a nosotros, no creo que venga el alíen, el octavo pasajero, el xenomorfo, el fantasma, pero sí creo que pase en la casa de al lado.

ILSA

Para mí, tu literatura, la de Mariana Enríquez, de Mónica Ojeda, entre otras, no cuentan nada que no sepamos, pero son historias importantes de contar. ¿Crees que la situación del país se vea reflejada en las historias que se escriben actualmente?

Sin duda, yo no me siento y digo “ay, voy a retratar la terrible realidad de mi país”, pero mis historias están afincadas en México, cuando pienso en mis personajes están pululando por esta realidad, es un efecto secundario, trato de contar una historia y entender a mis personajes, y de fondo está esta violencia terrible, propia de Latinoamérica.

¿Qué libros y películas nos recomendarías?

Me gusta el cine de terror, empecé Normal people, basada en una novela de Sally Rooney, compré su otra novela, Conversations with Friends, recomiendo The man in the high castle, basada en un libro de Philip K. Dick, recomiendo a María Fernanda Ampuero con Pelea de gallos y el nuevo, que ahorita no me acuerdo cómo se llama (Sacrificios humanos), Mónica Ojeda con Las Voladoras, El nombre de la rosa de Umberto Eco, fue de esas novelas que dije “yo quiero ser escritora”, también Margaret Atwood con El cuento de la criada, pero cualquier cosa que leas de ella es genial; hay un autor judío americano, Jonathan Safran Foer con Extremely Loud & Incredibly Close, una de las cosas más bellas que he leído.

Muchas gracias por las recomendaciones y por la entrevista, Liliana.

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