




PRESENTACIÓN
Para el Ayuntamiento de Cuernavaca y el Instituto de Cultura es un privilegio participar en este homenaje al gran fotógrafo mexicano Rodrigo Moya, reconocido como uno de los artistas más transcen dentes de su generación.
Con la exposición “Rodrigo Moya-Kijano. Los Claroscuros del color y la palabra”, en el Museo de la Ciudad de Cuernavaca, celebramos la trayectoria de este gran fotógrafo, y todo gracias a la iniciativa y entusiasmo del maestro Carlos Maciel.
La muestra incluye 29 imágenes del maestro Moya, acompañadas de la pintura de Kijano y la poesía en manos de Alejandra Atala, Jean-Clarence Lambert, Ángela García, José Ángel Leyva y Lasse Söderberg. El resultado es una muy afortunada y estética fusión de esta triada artística. Los textos de análisis nacen de las plumas de Elmer Mendoza y Raymundo Ernst. El responsable del diseño del catálogo y de los elementos museográficos es Alejandro Mojica. La curaduría de la obra fotográfica está en manos de Susan Flaherty.
Celebramos, entonces, esta iniciativa y extendemos nuestro reconocimiento, como uno de los más importantes referentes de la fotografía universal, a Rodrigo Moya. Felicidades maestro.
Juan Contreras de Oteyza Director General del Instituto de Cultura Ayuntamiento de Cuernavaca
ÉLMER MENDOZA
Maestro Rodrigo Moya, apenas veo tus fotos y ya estás en mis recuerdos. Tu universo visual tiene esa fuerza, esa suavidad de piélago que logra que tus imágenes pasen rápi damente a formar parte de uno, de esa doblez oscura que todos ocultamos, o de esa erupción de duendes que nos hace luminosos y creyentes. En tus fotos se pueden ver los instantes, los puntos de quiebre en que los personajes sólo tienen una mirada y una mano para decir presente. Nos cedes los bordes, el resto del espacio donde los observadores podemos decidir por dónde continúa tu propuesta, que lo mismo es pregunta que respuesta, dentro de la dinámica propia de la estética de la vida. Tu fotografía es un arte que nos acerca a una raza, a un paisaje que varía según palpite el corazón. De las ruinas rulfianas a la selva de Heraclio Zepeda, la soledad y la muchacha se conceden sonrisas que les acerca el viento. Y aun así, cada fotografía es polisémica, hay un enigma en las esquinas que incita a quedarse quieto en ese universo lleno de guiños misteriosos. Desde luego, no son fotos únicas, cada quien puede elegir la suya y llevarla a sus recuerdos pasados o por venir.
Rodrigo Moya nació en 1934, le gusta la redondez del mundo. Le agrada que el planeta gire y modifique la luz de hora en hora. Se detiene en sus semejantes, les descubre los gestos y las manos y los deja que vuelen como pájaros Hitchcock. Cada noche sueña espacios abiertos donde sólo está el blanco gimiendo por el negro que aparece a deshoras y lo envuelve amistosamente, como los dos amigos que venían de Mapimí, y que para no venirse dioquis robaron Guanaseví. Se olvidan de las cebras y del metálico amanecer ma rino. Rodrigo despierta transpirando, se hace preguntas de infinitas respuestas, y vuelve sobre sí mismo, como en la fotografía de la modelo donde se refugia y acecha en la esca lera. Cada foto, una puerta; cada puerta una provocación; cada provocación un inevitable viaje introspectivo. Rodrigo Moya tiene el poder de hacernos viajar en ese periplo tan
largo y proceloso hacía nosotros mismos. Donde se puede ser Daniel, Meche, Matilde, su hermana, el niño con el pez, el regador, el ixtlero, la chica embarazada, el pistolero, las plañideras o el viejo lector que tanto nos recordó a León Felipe.
Reinterpretar el mundo tiene su oscuro precio, y para escapar del azaroso acto de usurpación, Rodrigo Moya tiene sus amistades que dicen presente con sospechosa firmeza. Los poetas han dejado sus versos cálidos que nacidas de las fotos, o de algo que implicaba las imágenes. La colombiana Ángela García responde a la parte dura de la colección, detecta una postura y nos sugiere que las figuras representadas son reales y expresan sentimientos fuertes y definidos: «El deseo es de hierro/ como el infortu nio.»; «No tengo más indumento/ que la puya de mi sonrisa.»; «Déjame vestir la manta del mediodía/ y este licor redondo de la luz.»; «Vivo con gozo el dolor de ser umbral.» Son algunos de sus versos, surgidos de un estética que pone atención a los detalles y a las posturas de las figuras registradas. Se nota una percepción que nos acerca a ciertos aspectos de crudeza de la parte del mundo que nos muestra el fotógrafo, aunque no deja fuera el sentimiento oximorónico de la chica embarazada. José Ángel Leyva, poeta mexicano nacido en Durango, se deja impactar por ciertos aspectos exteriores propios de la fotografía y muy notables en la obra de Moya; señalo solamente estos versos donde Leyva expresa su impresión: «Mañanas de sol entre las venas»; «Con pies de adobe se van los que vinieron», «La casa entera se lava en la calle»; «…la niebla/ que sigilosa pasa de espalda a la utopía». Leo al poeta, vuelvo a ver las fotos y veo resplandores negros que antes me pasaron desapercibidos.Veo la naturaleza transgredida y un frente mágico donde todos estamos involucrados. Leyva tiene esa virtud, su poesía es suma de momentos, visiones donde la lejanía desaparece y todo se concentra en un espacio donde la claridad se sobrepone a cualquier imprevisto.
«Un hombre pasa con un pan al hombro», escribe César Vallejo. Claro, en la fotografía de Rodrigo Moya uno sabe qué ver, ante ella nace rápidamente un sentimiento generado por la circunstancia que nos propone; es imposible escapar a esa sutil provocación. En el caso de la dedicada a Nacho López, el pan tiene una forma muy hermosa y el elegido, estoy seguro, lo disfrutará más allá del grito, y nunca caerá en la debilidad que señala el poeta sueco Lasse Söderberg: «Considero que un hombre que no cumple sus obsesiones ofrece un aspecto ridículo a los transeúntes», pero sí con la pasión con que debe uno acercarse a «las muchachas de buena familia (que) emiten un sonido de mariposas cuando las tocas», y más si son mariposas amarillas como las de Mauricio Babilonia del inmortal Gabriel García Márquez.
La poeta mexicana Alejandra Atala se queda en tu «insurrecta…melancolía», porque ha detectado recuerdos que tienen el abismo del que hablaban tus padres, Rodrigo; se detiene también en las Cuatro Fridas, en «la tijera que ha podado tus venas» que me hacen percibir que en realidad son dos Fridas mirándose en un espejo convexo, y que la magia de tu lente las viste de colores que son parte muy importante de la vida; si no me creen, vean la reinterpretación de Kijano, cómo enriquece las imágenes que ahora aparecen pobladas de seres fantásticos que buscan quién se atreve a la hora de la danza, sin temor a la amenaza de Jean-Clarence Lambert, nacido en París, Francia, que pregunta sin ningún pudor: ¿Dónde y cuándo las barbacoas para filetes de unicornio? Nunca olvidaré la conversación que tuvimos una noche de balsas de mezcal en que estuvimos de acuerdo en por qué no comemos filetes de centauro. Kijano es mexicano, nació en Guerrero, baila pasito durangueño y desde pequeño empezó a vivir media vida en la fantasía. En las fotografías de Rodrigo Moya encontró motivaciones
para desatar su imaginación y creatividad, y dejó fluir la mitad de su universo onírico, sensual y arcoirizado. Desde su concepción estética sustentada en la riqueza de imágenes y la combinación fantástica de todo lo visible y lo invisible, creó una colección de piezas en correspondencia con las fotografías que lo eligieron como en un desafío donde el con trincante era el mismo. Dejó jugar a la luz con los colores, dejó que sus pinceles viajarán sin importar las huellas y los temporales. Cada dificultad la resolvió con una flor, mientras que volvió transparente a la sombra, como sonrisa de súperhéroe. Minimalizó rostros y las manos se volvieron transfugacidad. Moya fotografió un trasero perfecto y Kijano lo subliminó para todos los ojos. Kijano es un juego perfecto, un fuego que moldea la vida. Su estética no tiene misterios, simplemente es una puerta al universo.
En este libro, nada es simple. Hay fuerzas ocultas que se manifestarán con los años y mo dificarán el valor que ahora proyecta; se trata, como planteaba Heidegger, de un mundo concebido como imagen, donde el artista, claro, acompañado de sus amigos, es parte de esa totalidad. Gracias por la oportunidad de visualizar y experimentar esta red de estéticas tan significativas. Ha sido una experiencia increíble. Ahora son las tres de la mañana, hora en que jamás estoy de pie; sin embargo, esta vez un sueño me trajo hasta la máquina, que ya es igual que una fotografía de Rodrigo pintada por Kijano, y bajo ob servación de estos queridos poetas, que en el aire las componen.
Latebra Joyce, diciembre 2017.
RAYMUNDO ERNSTSiempre me ha fascinado la relación que se da entre las artes. Ya desde mis mocedades me he venido ocupando de la correspondencia de los lenguajes. Ahora, y a propósito de esta singular muestra del maestro Rodrigo Moya, se me da una oportunidad fabulosa para referirme al tema. La convocatoria para esta muestra artística parece común, pero en realidad no lo es tanto. Sumar las visiones de poetas, de un pintor, un músico y teóricos del arte, es el pretexto perfecto para hablar de aquello que realmente nos llama y es: la creación misma. La magia y la perfección del imaginario visual de Moya han sido el aliciente para pensar el arte desde el arte.
El uso popular de continuo nos recuerda que una imagen vale más que mil palabras. No estoy tan de acuerdo con ello, porque habría que definir con precisión qué es una imagen. Sin embargo, el coloquialismo aludido nos viene de maravillas para referirnos a la traducción, la inspiración, el referente, la estética comparada, las analogías expresivas y otras vertientes emparentadas.
En 1960, Paul Celan le escribía a un amigo y, entre otras cosas, le comentaba que «por más que parezcan corresponderse entre sí, las lenguas son distintas, están separadas por abismos [...] El poema, el poema traducido que aspire a existir de nuevo en la segunda lengua deberá mantener en todo momento la conciencia de su condición de otro, de su cualidad de distinto, de su situación de separado». La cita se ajusta con exactitud a nuestros fines.Y viene a justificar lo que tiene de especial esta muestra de Moya, ser una apuesta por la diversidad de los lenguajes, un regalo para que otros creadores puedan mostrar sus dotes y donde finalmente el espectador –sea voyeur, auditeur o regardeur, como lo consideraba Duchamp–, se convierte en co-traductor de su obra. Claro que este afán ya ha pasado por varias manos. Primero la de los artistas que han visualizado,
a su manera, la creación moyense (utilizo el gentilicio, porque la creación de Rodrigo Moya se ha convertido en un auténtico estatuto dentro de la visualidad hispanoamericana de la segunda mitad del siglo veinte) y luego el público, quien viene a interpretar lo ya interpretado.
En estos procesos de transferencia, desde un lenguaje a otro, hay distintos niveles: en el más humilde de los casos se traslada un texto o una imagen cualquiera a otra lengua porque el destinatario del mensaje no conoce, sencillamente, la lengua de partida; casi podríamos hablar de un servicio prestado por el traductor, de quien dependerá en último término el resultado. Pero no nos refiramos a simplezas, vamos al mayor nivel de exigencia posible, cual es la traducción poética. Ya no se trata sólo de intercambiar palabras y, como no estoy hablando de textos poéticos sino de poesía, tal vez ni siquiera se trate de ofrecer una ayuda para la lectura. Una traducción poética será, ante todo, la interpretación de una imagen cuyo significado no se revela en el ámbito del uso funcional del lenguaje. Se trata de un proceso que involucra, al mismo tiempo, su refundación y nueva configuración; será el resultado de una recepción y de una nueva creación.
Desde este enfoque todo se podría retraducir. Y esta muestra da pruebas de ello. Se han retraducido a la vida los rastros dejados en el papel por Rodrigo Moya. Tan pregnantes han sido sus imágenes que la gran pregunta estaría en qué movió a Kijano o a Angela García o a Lasse Söderberg o a José Ángel Leyva o a Alejandra Atala, entre otros, a convertir las imágenes moyescas en textos, colores, sonidos. O más bien motivos existenciales, materiales que comienzan a contar nuevas historias y que con un sentido más ambicioso, vienen a narrar la Historia de Rodrigo Moya. Este es un grupo de afortunados que hemos podido revisitar su creación, un segmento de la historia de
nuestra América. Desde las imágenes donde inevitablemente hay un rasgo biográfico, un modelo de vida, se comenzaron a dibujar numerosos encuentros marcados por el pasmo, la tensión entre lo extraño y lo cercano, al final se perfila en afinidades electivas. Hay en esta relación una suerte de todo y nada.
Para los interesados en la obra del maestro Moya, esta selección de fotografías permite aprender mucho sobre la forma de pensar y de ver de su autor, sobre sus gustos, sus lecturas y los objetos y personas a los que dirigió su atención. Las correspondencias presentadas por otros artistas constituyen un caso ideal de lectura, pues el acto de comprensión se da a sí mismo, de una u otra manera, mediante una forma que engendra un contenido hermano que se despliega tácitamente y escribe entre líneas.
«Para estatuas basta el reposo del obrero», dice Söderberg en su poema «Jornalero del Arroz». ¿Qué traduce, qué traslada? O, mejor dicho, ¿qué distancia salva? Es probable que lo extraño, lo extranjero, sin embargo, es la afirmación tan concluyente que podemos sentir verdad y cercanía cuando se tiene la voluntad de reconocerla. Así son las imágenes... ¡rotundas! Aquel jornalero de Moya, apoyado en su pala entre los canales de lodo, se ha convertido, sin saberlo, en un ser mayestático y espléndido. Kijano, lo transparenta y nos ilusiona con su imaginería. Lasse nos da un remezón. Son variaciones para un mismo tema. Estas «diferencias» vienen a manifestarse como el oficio del barquero.
Estos nuevos carontes transportan, trasladan en sus barcas, pero lo que llega a la otra orilla se ha transformado por el camino. ¿Alcanza el otro margen como algo que todavía es ajeno, extraño, distinto? ¿O se ha aproximado a lo propio hasta confundirse con él? Esta es la verdadera misión de la que vengo hablando: mantener lo más profundamente
consustancial a lo ajeno, hacerlo visible o bien, hacer que hable también lo propio en la forma de lo ajeno. No se trata de apropiación sino de encuentro.
Pocos filósofos han logrado adentrarse con mayor profundidad al abismo que separa las lenguas como Heidegger. Él lo ve como un abismo de la historia del ser. No son sólo las abstractas diferencias hermenéuticas entre las distintas lenguas y sus respectivas formas de pensamiento lo que impide permutar palabras, sonidos o colores como simples piezas de un léxico; son insondables abismos históricos los que impiden el entendimiento total pero nos dan una notable oportunidad.
Comencemos con algunos ejemplos. La percepción es de naturaleza sinestésica. Aquella es una máxima, pero en el caso de la percepción musical ésta se magnifica. Vemos y oí mos simultáneamente, aunque al escuchar una música y ver cómo se origina, confluyen aspectos sensoriales complementarios. Revisemos un poco la historia y podremos constatar que a fines del siglo XIX todos aquellos aspectos visuales propios de la música, y su interpretación, se vieron como un molesto ingrediente teatral que más bien perturbaba al arte del sonido. Este proceso fue al revés que el de la fe y la oración, vistas como intimidad religiosa: mientras en el románico la obscuridad y la pesantez de los muros propiciaban aquella relación inefable, el gótico se ocupó de que fueran la luz y la trans parencia las grandes acompañantes de esa espiritualidad. Si bien en el siglo XVIII estaban profusamente iluminados los teatros y las óperas, en el siglo siguiente se suprimió la iluminación, primero en las representaciones escénicas y luego también en los conciertos. Se introdujo la orquesta en el foso —tal es el caso de la Ópera de Bayreuth—, y en 1903 se construyó en Heidelberg un auditorio que también sustrajo al público de la visión de
la orquesta: la atención debía centrarse sólo en la música. De ese modo, la relación entre ver y oír quedó reducida al espacio sonoro virtual.
Cuando se pretendió materializar un concepto artístico que atribuía a cada arte un mundo sensorial propio, las bases de la estética clasicista eran ya incapaces de sustentarse. La división del arte en géneros se basó en la acepción, desarrollada en el siglo XVIII, de que el ser humano posee facultades intuitivas que se ejecutan separadamente en los distintos órdenes artísticos. La concepción del espacio se entendió como limitada al campo visual, independiente de la percepción del tiempo. Lessing, en su famoso tratado «Laocoonte. De los límites de la pintura y la poesía» de 1766, prescribía un estricto discernimiento de los géneros artísticos, basado en sus formas de manifestarse.Tal diferenciación correspondía a los postulados de Kant, en el sentido de que la percepción y el conocimiento se remiten a las distintas categorías a priori de espacio y tiempo.
La teoría genérica del conocimiento de Jean Piaget muestra el espacio como resultado de una capacidad cognoscitiva, desarrollándose sobre la percepción del tiempo. La percepción del espacio es una abstracción consistente en extraer algo permanente a partir de impresiones cambiantes; presupone un aprendizaje efectuado a lo largo el tiempo. La representación del tiempo es, por el contrario, más abstracta por ser menos evidente. La experiencia del tiempo la tenemos en las distancias espaciales, que nos permiten comparar movimientos a distinta velocidad. Tiempo equivale a superar un espacio en un antes y un después.
Así se evidencia en muchas obras de Moya. «La garrafa de mezcal» y «Érase una vez» son imágenes elocuentes de este aprendizaje multisensorial. Son la vanguardia quieta pero rebelde; son lo anacrónico pero juguetón; son lo romántico pero futurista.
Rodrigo Moya nos propone múltiples posibilidades de asociaciones sinestésicas. Los «matrimonios» entre la imagen y el sonido, o si lo queremos entre lo óptico y lo acústico, se han terminado por convertir en convergencias naturales. En el mundo de
las imágenes moyescas han irrumpido estructuras rítmico-musicales. Así, un montaje artístico puede ser concomitante con el ritmo de la música y la poesía. Tales composiciones de imágenes pueden proponerse de modo tan diverso que se llegue a invertir artificial- mente la relación entre ver y oír en la percepción cotidiana, no convirtiendo la acción en soporte de un episodio musical, sino haciendo aparecer lo visual como un reflejo sobre el material sonoro.
Los mundos visuales sonoros o la música para los ojos como lo han dado en llamar algunos, surgen hoy en día en variadas formas. Además del cine y el teatro instrumental, se han desarrollado nuevos géneros en la intersección del ver y el oír. Así, en lugar de la idea de que los géneros artísticos estén separados por sus manifestaciones, asoma un pensamiento en correspondencias que desea fundir las artes en Arte. Lo acústico y lo visual finalmente transforman el espacio. Funcionan como puentes que permiten la com plementación de los lenguajes; son verdaderas esculturas del entorno. Lejos de reducirse en su alcance, los objetos —reinterpretados como pintura, poesía o museografía—, ga nan en fluidez al obtener una extensión en el tiempo. Se hacen visibles nuevos órdenes paradójicos. Sobre cualquier relación simbiótica de modalidades sensoriales de tiempo o espacio, son un medio de expresión que encierra distintas esferas de la percepción.
La obra de Rodrigo Moya en apariencia tan clásica, se nos muestra como una forma artística sintética, probablemente de las más apasionantes y al mismo tiempo difíciles de asimilar, al formular una protesta crítica contra la naturalidad que implica el deleite sen sorial. Los géneros tradicionales en el arte parecieran haberse anquilosado, sin embargo, siguen presentando un potencial utópico si nos dejamos seducir por la combinatoria innovadora de materiales y formas.
Esta es la asincronía del contrapunto de la cual el maestro Rodrigo Moya es el más no table conductor de una orquesta en la que participamos todos.
Cartagena, Chile, abril 2018.
o r u r a L
Centauro baccaravrubel haciendo tremendo berrinche sólo porque la sirenita dorada de los mares de la lejana Kamchatka, díscola y ligera, empezó a coquetear con uno de los hombres prietos y serenos de las áridas regiones del norte mexicano, allá donde cordel y lechuguilla cortan, hieren aunque vayan de la mano.


CAMPESINO EN SU NORTE
Mejor desde el interior del troje que apostado en el vano de la puerta.
Esta es la hora en que suele pasar. Adivino su rostro bajo la sombrilla.
Así, levemente apoyado levito agarrado a la brújula de su paso de agua.
El suelo se derrite bajo mis sandalias, la negra tierra se azulmarina.
Aún en la canícula siente mi ardor, lo sé. Aunque ignora quién la espía.
Azorada vacila, mira de soslayo. Y decide que es el viento.
Sobre mis pies se asienta el polvo pero el deseo es de hierro como el infortunio. Mi insolencia es mi desamparo.
Ángela García
Nosotros, los hombres del norte árido, aprendimos a amar el mar a fuerza de sueños y deseos, nosotros los que habitamos el norte con sus desiertos, aprendimos también a soñar un mundo mejor, la llama de libertad y esperanza que acaso brotará de estas manos, de esta diminuta lechuguilla que nace del amor, del polvo, de la luz, del fuego, del sol que consume con cada atardecer las jornadas de nuestras existencias.


ASEVERACIÓN DEL IXTLERO
Del trato con las púas se talla el oscuro ramillete de mis dedos.
Del agave mixturado a mi sangre se empecina la costra de mis callos.
Del trato con el sol extraigo el húmedo carbón de las pupilas.
Con la ofrenda de mis manos preconizo el urdir de hilanderas y cordeleros.
Un horizonte de celofán me rodea, se deshace si me acerco.
No tengo más indumento que la puya de mi sonrisa. Ángela García
«Para todo mal mezcal, para todo bien también», reza el refrán, aunque no para nosotros, para quienes, a pesar de los soles de trabajo y vida consumidos, el mezcal es sólo mal y su paso por nuestras manos también.


El humo del mezcal se precipita en esa claridad de agave ardiente que guarda las brumas de la tierra Mañanas de sol entre las venas Mitote de savia que pone verde a la cabeza José Angel Leyva
Ahora tan sólo somos el viejo fantasma que aún esperanzado recorre los otrora campos floridos,

amables, plenos de

JORNALERO DE ARROZ
Para estatuas basta el reposo del obrero, figura erguida en el paisaje, punto de exclamación, recurso contra el olvido.
Basta el tiempo inmóvil de su reposo para desconfiar de estatuas y triunfos.
Lasse Söderberg
Érase
Érase una vez, allá por los rumbos del cordel y la lechuguilla
rumores de risas, de sueños inconclusos, de duendes, fantasmas, desgracias, miserias y fragancias nocturnas.


VESTIGIOS
El viento sopla en la región ausente Se ve con claridad la llaga de la sed los pasos de las ruinas la yerba que se arrastra en la sequía tan lejos de Dios bajo este sol de espinas y ponzoñas Con pies de adobe se van los que vinieron José Ángel Leyva
moreno con arillo de Changó,
la pesca milagrosa


yema de
la redondez de
dedos
En la membrana azul de tu recuerdo el fruto más hermoso de los tiempos… Núbiles sirenas que llevan alimento a sendas testas, mientras iluminado por el prodigio del espejo, el pequeño pescador de ciencia cierta puntual te mira: vencido el temor y entrambas manos satisfechas, el abundoso triunfo desparramado en panza llena.
Alejandra Atala
Atragantada la vida en la corbata, al fin solo y frente a ella, entre la puerta y la ventana desenfundas la amenaza; ante esa mirada que es fuego que es hoguera que te quema y con uña fiera exhuma de tu entraña el rancio hedor de tu miseria.
Alejandra Atala
bien, este soy yo, el Güero Batillas, el último de los pistoleros, elegante, eminentemente profesional, sin corazón y con las garras de las manos cubiertas de sangre siempre. Soy yo, el asesino desmesurado y frío que floreció y se multiplicó como el pan y los peces de cristo entre los lodazales de miseria e inmundicia de este país llamado México, en el que la corrup ción y la mentira parecen no tener fin.


Soy asesino en serie tentativo.
Todas mis víctimas son hermosas y sin nombre.
El bulto que llevo sobre el hombro y que ustedes señalan riéndose es simplemente mi sueño de los crímenes que no he cometido todavía.
Considero que un hombre que no cumple sus obsesiones ofrece un aspecto ridículo a los transeúntes.
Apresuro el paso.
Mi nombre es Archibaldo de la Cruz.
Lasse Söderberg


A quemarropa se ponen a secar los hábitos
La casa entera se lava en la calle y en la plaza Ventilan los vecinos sus últimas cuestiones
Su intimidad tremola a la intemperie Los soles de Comala ahuyentan los fantasmas en la ciudad que expande su viaje al interior de augurios del aire sin espacio
José Angel Leyva
albergando sueños de un mejor mañana
mujer envalentonada,


parte pudibunda
con garbo y ternura de
verde
Où et à quand, les barbacoas pour steaks de Licorne, côtelettes de Dragon et autres viandes rêvées ? ¿Dónde y cuándo las barbacoas para filetes de unicornio, costillas de Dragón y otras viandas soñadas?
Jean-Clarence Lambert
Cuando sonriente despacho mi suculenta y Rica Barbacoa, sueño; yo siempre sueño con la sirena de todos mis amores, que tierna, dulce y lisonjera espera paciente la llegada corpulenta de mi cuerpo a su lecho de verdes pencas del maguey de mis desvelos.


N’oublions pas que l’archétype de toutes les « Femmes au turban », c’est la « Baigneuse Valpinçon » peinte par Ingres en 1808 !
No olvidemos que el arquetipo de todas las «Mujeres con turbante», es la «Bañista Valpinçon» pintada por Ingres en 1808!
Jean-Clarence LambertJoven venezolana y Obrero mirándome.

Hombre y mujer con paciencia de santos y fe de carboneros, o la fábula de las parejas disparejas o simplemente de los turbantes incompatibles.


GUERRILLA
No es necesario decir guisqui al pelotón de dientes apretados Disparas y enciendes la luz entre el follaje En blanco y negro es verde la ilusión que posa en la cámara del tiempo Se juegan la muerte en esta vida los cinco de la mano al hombro con la sonrisa apretada a la niebla que sigilosa pasa de espalda a la utopía José Ángel Leyva
Desde la bruma espesa y húmeda de las montañas, apunto y enfoco mi cámara lúcida y negra de las ilusiones, abriendo todo su obturador capturo la imagen de unos sueños que jamás, en las tierras de nuestra América, florecieron, o la fábula del guerrillero en la niebla.


Hoy, en la mitad de las lunas de mis amaneceres, poso, modelo, me regodeo y miro con desdén y curiosidad

mundo que me seduce, que tanto amo.

HERMANA
Déjame fosforescer en este instante en que las frutas cantan a los colibríes, y la febrilidad que vuelve invisible sus alas roza mi piel y hace temblar mi alma.
Déjame vestir la manta del mediodía y este licor redondo de la luz.
Déjame verme hermano mío en tu mirada más leal cuanto más pagana. Ángela García
Yo soy la Meche de los sueños, la del cine ahora inocente
que ayer escandalizaba, soy yo tentación, carne y deseo, la mujer araña, temida, amada y en veces ninguneada.


Femme-Messie : si elle demande à être crucifiée, c’est, elle aussi, par amour.
Mujer-Messie: Si ella pide ser crucificada, es, también ella, por amor.
Jean-Clarence Lambert
Mientras ella, la modelo de mis sueños se contonea, enamorada de sí misma en el espejo de las ilusiones, yo, Rodrigo Moya, artista de la lente, disparo certero el rayo de luz que habrá de guardar para la posteridad la imagen deseada, sustrayéndola de las garras del olvido.


Dialogas con la belleza en ese instante en que se abre a la piel y al escenario la camarita instantánea del deseo disparas con todos los sentidos a las formas Transcurre en color la juventud por el espacio cuando pasea su resplandor efímero en el aire Enfocas con la lente y con las manos desde un rincón donde te apostas y mides en el fondo del espejo su apariencia La moda tiene matices en el gusto lo revela el ajedrez del blanco y negro Respira el ayer aún desde el diafragma José Angel Leyva
Mientras mi cuerpo discreto pero apetecible en la hierba fresca reposa, vuela mi mente al infinito de los sueños, la imaginación, el amor y la nostalgia.


BALADA LEJOS DEL MAR
1. Después de la hora del amor, tendida en hierba azul, está la sirena varada.
2. Recuerdo su piel de nácar, su pelo crepuscular. Recuerdo su boca salada.
3. Tendida lejos del mar, soñando con tres capitanes, por todos ellos amada, está mi sirena varada. Lasse Söderberg
Yo soy la anunciación, la portadora de la vida y de los sueños,
soy la mujer azul del amor y la ternura.


ANNUNZIATA
Nunca como ahora estaré más entera, semilla en el colmo de su desgarradura.
Solar fue el aglutinamiento de semen que hizo bullir de vida mi vientre.
Solar es mi leche formándose en las estrellas.
Pese a las ojeras, al desconcierto del amor, vivo con gozo el dolor de ser umbral.
Ángela García
Chica provinciana, de las selvas profundas y verdes de Tabasco, seducida por el glamur y los relatos inenarrables de sueños urbanos del ínclito y afamado fotógrafo Don Rodrigo Moya


Las muchachas de buena familia no se dejan tocar
Las muchachas de buena familia no saltan a las cabalgaduras
Las muchachas de buena familia viven sin tiempo
Las muchachas de buena familia sueñan con piedras que de
repente se ponen a rodar
Las muchachas de buena familia tienen ojos verdes que son azules y brazos de porcelana
Las muchachas de buena familia tienen vestidos blancos como cisnes muriéndose
Las muchachas de buena familia emiten un sonido de mariposas cuando las tocas
Las muchachas de buena familia nunca están horizontales
Las muchachas de buena familia sueñan con serpientes que se enroscan
Las muchachas de buena familia no sueñan
Lasse Söderberg
ORIGEN
Abrazado al violín no sentirá más la intemperie que perfora su agreste camisa. No ve más por la ventanilla de lo que vislumbra al agarrar el arco. Aunque ahora traquetee el añoso vagón de hojalata, y no le pesen sus bolsillos, avanza en el tren del sueño que no presenta fallas técnicas y es su propio ingeniero de ruta. Ángela García


Uno se pregunta al paso de los días, por cuántas óperas, por cuántos campos de batalla y por cuántas bíblicas hazañas se debe caminar para llegar a la escultura. Y qué tan importante es a resultas la ortografía cuando la orografía del alma y sus historias van a dar a los bigotes que se relame un cocodrilo al ver en domeñada mansedumbre, convertida la fiereza en sofocada lumbre.
Alejandra Atala
Yo no soy el Gran Rey del Imperio aqueménida, soy solamente Xerxez, humilde domador de los diversos metales, maestro diestro de la línea de la imaginación y de los sueños.


El suspiro mineral de tus plantas liba la desclaza hiedra que por la tarde sube. Armándote de savia hasta la vida prodiga al prodigio de tus manos, notas que florecen en bucólica guarida: escopetas que saben morir en paz y chelos llovidos de célica caricia: erotismo de Damocles que entre la vida y la muerte música hace vibrar en el verde vaivén que arrulla de tu centro la luz que sacude los colores y los pone a temblar.
Alejandra Atalalibre de un artista multifacético, Enrique Miralda, músico, pintor, escultor y, por extrañas y paradójicas razones, profundamente enamorado de la vida a pesar de su ya segura inexistencia.


Tu mirada es lecho que arrastra de Quiroga, el Paraná. Perseguidos de locura blanca barba y cabello la tempestad del tular: tortura aguijoneada de tus vencidos los entuertos —que es menester desfacer— y en esa página y en esta otra, al derecho y al revés amordazada entre pincel y mirilla la nevada confesión de tu insurrecta, y al fin y al cabo, melancolía.
Alejandra Atala
Hombre, seguramente importante, con la cabeza y el cuerpo lleno de sueños y placeres.


No sé por qué tú, otra vez…
Otra vez, Astropovo. Otra vez, León. Otra vez prosternado ante el vuelo del violín y el piano, sonata en azul Kreutzer, otra vez; otra vez Beethoven y el recuerdo entre el mundo y la vejez jugando a hacer, otra vez, la paz en la guerra de papel. Otra vez, Tólstoi, otra vez, jugando a ser quien se es, cuando se es, cuando se lee.
Alejandra Atala
Hombre lector con el libro de la vida, de los sueños

la imaginación en la diestra.

En el recorte de la tarde espectros ostentan tus vestidos —latidos— pájaros multiplicados enarbolan en el árbol de tus alas el sentido. Potencia tullida la tijera que ha podado tus venas y en diálisis asfixia tu creatividad en rojo florecida. Magdalena y Carmen contemplan mano a mano, lo que las otras dos, cuerpo a cuerpo y también Fridas, abrevan en sordina de tu pulso el linaje, tempestad llovida de ser mujeres y artistas en esa rotunda manera -tan tuyade vivir presa en el yeso que tu gracia anima.
Alejandra Atala
Somos así, las cuatro, hermanadas por la sangre, por el espíritu de gozo y de sufrimiento, así somos las Fridas del mundo, contemplativas, extrovertidas, polémicas.


Entre la realidad y el hombre el miedo
Los dioses dejaron la guerra en la simiente Del mismo surco retoñan la flor y la sequía La máscara consagra al animal que piensa y se sacude las moscas de los sueños
En el disfraz se mueven los signos y las sombras El barro toma la forma de la sed y la memoria mientras danzan vientres alrededor del agua José Angel Leyva


Cada recuerdo es un ayer sin cuerpo
Nombres que piden tus ojos para ver en esa oscuridad impronunciable Se te desgarra la vida en letanías que invocan a la imagen en retiro No volverán las horas para nadie Los fantasmas que pueblan el velorio se irán también del pueblo al otro día
En esta luz se fueron y se van Los olvidados del dolor se hacen presentes
José Angel Leyva
Mientras unas maripositas perversas y bandidas consumen el café y el mezcal durante las honras fúnebres del Maestro Goitia, un grupo de plañideras casi doloridas, gesticulan, conmueven, berrean, interpretando su brillante papel de actrices contumaces ante el espectáculo de la muerte, representado en este triste escenario de la vida por un esqueleto inmensamente feliz.




ParticiPantes
RODRIGO MOYA
Rodrigo Moya, fotógrafo mexicano —1934—, fue reportero gráfico de 1955 a 1967, especialmente en revistas donde la fotografía se desplegaba con amplitud. En esos años publicó más de un centenar de reportajes y numerosas reseñas e ilustraciones fotográficas, particularmente en sema narios como Impacto, Sucesos, Política y otras. En 1968 fundó la revista especializada Técnica Pesquera, que dirigió y editó mensualmente duran te 22 años. En ese tiempo abordó con la escritura y su fotografía todo lo concerniente a la pesca y los mares de México, sin dejar por ello la documentación sociológica e histórica, presente con fuerza en el corpus de su fotografía.

La década de 1990, comenzó a explorar la narrativa, y en 1997 obtuvo el Premio Nacional de Cuento del Instituto Nacional de Bellas Artes, con las narraciones Cuentos para leer junto al mar, que publicó Tusquets Edi tores con el CONACULTA y el INBA. Ese mismo año ganó el Concurso Latinoamericano de Cuento Edmundo Valadés, al tiempo que publicó crónicas, cuentos y poesía en suplementos y revistas culturales. En la actualidad colabora eventualmente con el diario La Jornada, con crónicas integrales de fotos y textos.
A partir de 2002 se han publicado cinco libros y catálogos sobre su trabajo, y ha presentado siete exposiciones individuales. Fotos suyas han sido adquiridas por coleccionistas y museos nacionales y extranjeros, entre ellos The Wittliff Collection de la Universidad de Texas; The Margolis Foundation, Tucson; The Museum of Santa Bárbara, California; The San Francisco Museum of Modern Art, The Nelson Atkins Museum, Kansas; The Museum of Fine Arts, Houston; el Acervo Casa América Catalunya, Barcelona; Colección Ramón López Quiroga, y Colección Fundación Televisa, México
KIJANO
Nace en 1952 en México, estudia pintura en los talleres del IMSS en la ciudad de México. Posteriormente estudia grabado en el Molino de Santo Domingo en el D.F. y grabado y litografía en el Taller Nacional de Artes Gráficas «Nivinski» en Moscú, Rusia.
Ha efectuado más de 140 exposiciones, entre individuales y colectivas. En 1973 presenta su primera exposición individual en la Universidad Patricio Lumumba en Moscú, Rusia, después de la cual, de manera exi tosa, realiza diversas exposiciones en algunas ciudades de Rusia, México, Colombia, Cuba, Costa Rica, Letonia, Perú, Chile, Estados Unidos de Norteamérica, Francia, España, Suiza, Lituania, Estonia.

Su obra forma parte de las colecciones de varios museos e instituciones: Museo Pushkin de Artes Plásticas, Moscú, Rusia; Cabildo de la ciudad de Riga, Latvia; Centro Cultural San Ángel, México; Museo de Arte Contemporáneo, «Ángel Zárraga»; Fondo Ruso para la Cultura, Moscú, Rusia; Embajada de México en Rusia, Moscú; Centro Cultural «Jaime Torres Bodet», IPN; Instituto Cultural de Providencia, Santiago de Chile; Museo de Arte Contemporáneo, Moscú, Rusia; Pinacoteca de la Universidad Autónoma de Sinaloa, México; y el Museo de Arte de Sinaloa, México; entre otros.
FOTOGRAFÍA: JESÚS GARCÍA
ALEJANDRA ATALA
Alejandra Atala es poeta, narradora y ensayista. Su crianza literaria comienza guiada por el escritor hidalguense Ricardo Garibay. Es egresada de Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma Metropolitana. Hizo algunos estudios de posgrado, en literatura, en Houston, Texas. Se graduó con excelencia de la maestría en Estudios de la Diferencia

Sexual en la Universidad de Barcelona. Es doctoranda en Filosofía por El Colegio de Morelos. Cuenta con experiencia psicoanalítica por más de veinte años. Ha sido becaria del FOECA. Desde hace veinticinco años, y hasta la fecha, imparte talleres literarios y conferencias. Fue creadora y conductora de Vuelo entre líneas, programa radiofónico y televisivo, de literatura y poesía. Estuvo al frente de la coordinación del Fondo Editorial del Instituto de Cultura del estado de Morelos. Escribe artículos literarios y reseñas en La Jornada Semanal. Ha escrito más de 70 presentaciones de libros. Fue responsable del programa de Cátedras de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Fue miem bro del consejo editorial y columnista en la revista Voz de la Tribu de la Coordinación de Comunicación Universitaria de la UAEM. Es docente del Instituto de Investigación en Humanidades y Ciencias Sociales de la UAEM. Imparte seminarios en El Colegio de Mo relos. En 2016 fue galardonada con la Medalla de Honor por la Cultura, por el Congreso del Estado de Morelos.
Entre sus obras publicadas se encuentran: Tapicería de cuentos, 1997; Confitería de letras (narraciones) 2002; Francisca (novela corta), 2010; Ábrego entre los árboles (poemario), 2003; Señor mío y Dios mío. Ricardo Garibay, la fiera inteligencia, 2003; Morelos, primavera de México, 2008; Las virtudes (antología poética), 2008; Reposo del silencio (poesía), 2008; Charlas de café con Leona Vicario, 2010; Pies de Trapo (Un duelo por mi madre), 2017; Del delirio al Amor, Teresa de Jesús (biografía poética), 2018; Escrita, la voz (poemario), 2019; La legendaria ciudad amurallada de Skándara o La espada Golondra (novela epistolar), 2021; y Dos maneras de la luz (poemario), 2022.
FOTOGRAFÍA: ANTONIO BERLANGA
JOSÉ ÁNGEL LEYVA

José Ángel Leyva, Durango, México, 1958.
Fue Subdirector de Literatura, Director de Vinculación Cultural y Coordinador de Vinculación Cultural en la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México del 2001 al 2006.
Obtuvo el premio nacional de poesía «Olga Arias» (Gobierno de Durango-Bellas Artes) con el libro Entresueños, en 1990, y el Nacional de Poesía convocado por la Universidad Veracruzana, en 1994. En 1999 recibió el premio del XXIX Certamen Nacional de Perio dismo, en el área de reportaje cultural, otorgado por el Club de Periodistas.
Ha publicado
Libros de poesía: Botellas de sed (Universidad Autónoma de Sinaloa, 1988), Catulo en el Destierro (UNAM. Col. El ala del tigre, 1993; reedición en Verdehalago-CONACULTA, Col.
La Centena, 2006), Entresueños (Conaculta/Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, Col. Los cincuenta, 1996), El Espinazo del Diablo (Juan Pablos Editor/ Instituto Municipal del Arte y la Cultura de Durango, 1998), Duranguraños (Ediciones Alforja, col. Azor/IMAC, 2007)
Novela: La noche del jabalí (Fábulas de lo efímero), Editorial Praxis, 2002.
Poemas suyos han sido traducidos a otros idiomas: portugués, francés, rumano, búlgaro, inglés, griego.
FOTOGRAFÍA: BEGOÑA PULIDO
ÁNGELA GARCÍA
Ángela García. Colombia, 1957. Co-fundadora del Festival de Poesía de Medellín. Traducida a varios idiomas. Poeta, traductora y periodista cultural. Co-fundadora del Fes tival Internacional de Poesía de Medellín y co-directora del mismo hasta 1999. Miembro de la Asociación de escritores del sur de Suecia donde trabaja promoviendo actividades poéticas. Sus poemas han sido traducidos al sueco, alemán, serbio, árabe. Ha publicado: Entre leño y llama, poesía, Serie Hipnos, 1993; Rostro de Agua, poesía, serie Hipnos, 1997; Fa rallón Constelado/ Sternige Klippe, traducción y cuidado por Jona y Tobías Burghardt, edición Delta, Stuttgart 2003; De la fugacidad/Om flygtigheten, traducción Lasse Söderberg, edición Aura Latina, Malmö (Suecia), 2005; Veinte grados de latitud en tres horas, bilingüe, traducción al serbio de Zlatko Krazni, Smederevo (Serbia), 2006, Doce poemas sobre el silencio, traducción de Ulrika Serlin, ediciones Poesía con C, Malmö 2009 y Todo lo que amo nace continuamente, serie Acanto, Ed. Universidad EAFIT, Medellín (Colombia), 2010.

LASSE SÖDERBERG
Lasse Söderberg. Nació en Estocolmo en 1931. Poeta, editor y traductor. Los acró batas, es su primer libro de poemas publicado en 1955.Vive en Malmö, donde orga niza el festival: Días de Poesia en Malmö. Vivió en Francia y en España. Ha divulgado la obra de Cernuda y Octavio Paz, entre otros. Es Premio Tomas Tranströmer 2014.

Poeta surrealista, editor y traductor de diversas lenguas, ha vivido en Malmö donde ha sido el organizador y director artístico de los Días Internacionales de Poesía.
Ha publicado más de veinte libros de poesía, así como otra buena cantidad de tra ducciones y relatos. Sus más recientes libros de poemas son Stenarna i Jerusalem, 2002 y Breven från Artur, 2007. Recientemente tradujo al sueco una antología de Gonzalo Rojas; tradujo antes a Federico García Lorca, Jorge Luis Borges y Octavio Paz, entre otros. Entre los premios que ha recibido, se encuentran el Bellmanpriset, 1996. ES editor de la revista Tärningskast (Golpe de Dados).
JEAN-CLARENCE LAMBERT
Nació en París, Francia, en 1930. Poeta, traductor, ensayista, crítico de arte, gestor cultural y viajero por múltiples culturas. Entre sus libros de poemas traducidos al español se encuentran Jardines errantes (El Tucán de Virginia) y El reino imaginal (Poligra fía). En 1946 se reúne con Paul Eluard y frecuenta un tiempo el grupo surrealista de André Breton.
Permanece un tiempo en los países escandinavos, principalmente en Suecia. Se reúne con los artistas del grupo CoBrA, y se convierte en su primer historiador, publicando varios libros.
En 1955, junto a Georges Fall funda y dirige la colección «Le Musée de Poche» y luego comienza a organizar eventos poéticos y artísticos: desde hace más de cuarenta años, ha invitado a cientos de artistas y creadores. Su primera colección de poemas, Dépaysage es ilustrado por Pierre Soulages .
A partir de los años cincuenta traduce la obra de Octavio Paz; Águila o sol, El laberinto de la soledad y Libertad bajo palabra. Ha estado muchas veces en México y publicó dos antologías de poesía mexicana
Con Roger Caillois publica el Tesoro de la poesía universal, equivalente a la poesía del museo imaginario de Malraux.

En 1962, funda las lecturas poéticas Domaine y en 1967, junto con Georges Fall y, otros críticos, fundan la revista Opus Internacional .
Ha recibido múltiples premios y distinciones, entre otros: Grand Prix de Poésie de la Société des gens de lettres; Grand prix de poésie Ronsard.
ÉLMER MENDOZA
Élmer Mendoza (Culiacán, México, 1949) es catedrático de literatura en la Universidad Autónoma de Sinaloa. Actualmen te es miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua, así como del Sistema Nacional de Creadores de Arte y de El Colegio de Sinaloa. Es un apasionado formador de novelistas y un comprometido promotor de la lectura. En tre 1978 y 1995 publicó cinco volúmenes de cuentos y dos de crónicas, y en 1999, su primera novela, Un asesino solitario, que de inmediato lo situó, a juicio del crítico mexicano Federico Campbell, como «el primer narrador que recoge con acierto el efecto de la cultura del narcotráfico en nuestro país». Pos teriormente ha publicado las novelas El amante de Janis Joplin, Efecto Tequila, Cóbraselo caro, Balas de plata, La prueba del ácido, Nombre de perro y El misterio de la orquídea calavera.
Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares 2002 por El amante de Janis Joplin. Finalista del Premio Dashiell Hammett 2005 con Efecto tequila. Premio Tusquets de Novela 2007 por Balas de plata.

RAYMUNDO J. ERNST FORTUNATTI

Historiador, profesor universitario e investigador. Artista de la fotografía y músico profesional; licenciado en Teoría e Historia del Arte por la Universidad de Chile; Master of Arts en la Universidad de Columbia (USA) y doctor en Historia y Geografía mención Historia del Arte en la Universidad de Salamanca (España).
Ha realizado una extensa labor de investigación con publicaciones especializadas en los do minios del arte, música, estética, paisajismo, antigüedades y gestión cultural, siendo profesor invitado en universidades de España, Portugal, Rumania, Argentina y Estados Unidos.
Ha ocupado importantes cargos en la actividad universitaria y en las relaciones internaciona les como asesor especializado en políticas culturales para la OEA y UNESCO.
Desde 1987 ha tenido una activa participación académica y como artista en numerosas ex posiciones individuales y colectivas, siendo jurado en concursos y obteniendo premios y distinciones internacionales.
De 1998 a 2006 fue Director Artístico del Instituto Cultural de Providencia, Santiago de Chile.
Actualmente es catedrático de la Universidad del Pacífico en Santiago de Chile; experto asesor de las Naciones Unidas en Políticas Culturales Multilaterales para Latinoamérica y el Caribe; y Vicepresidente del Centro Internacional de Conservación del Patrimonio (Ci cop-Chile)
ALEJANDRO MOJICA
Alejandro Mojica nació en 1955 en Teocaltiche, Jalisco, México. Es músico, artista plástico y gestor cultural, actualmente radica en Culiacán, Sinaloa, don de realizó sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios y de música de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Su actividad de gestor en pro de la cultu ra mexicana la ha realizado como director de Artes Visuales de la Casa de la Cultura de la Universidad Autónoma de Sinaloa, director de Actividades Artísticas del Instituto Sinaloense de Cultura ISIC, Coordinador General del Encuentro Yoreme, Director Artístico del Festival Cultural Sinaloa y Director de Programación del Instituto Sinaloense de Cultura ISIC .
Ha alternado su trabajo artístico y de promotor con el de diseño editorial, participando en libros, catálogos, periódicos, revistas y diversos proyectos culturales.

SUSAN FLAHERTY
[Inglaterra]. Diseñadora e ilustradora. Estudió en el Laird School of Art y Bath Academy of Art recibiendo, en 1969, el grado de Batchelor of Arts, con honores en Arte y Diseño.

Vivió en Sídney, Australia por ocho años, tra bajando en diversas areas de diseño y docencia, y en 1977 decidió volver a Inglaterra.
Viajó por varios países de regreso, decidió radicar por más tiempo en México trabajando con proyectos en ilustración, sobre todo de biodiversidad y diseño gráfico para agencias de publicidad y grupos editoriales.
Un cliente, desde 1980, era Rodrigo Moya, director de la revista Técnica Pesquera con quien trabajó con ilustración de especies marinos y anuncios de publicidad. Durante ese fructífero proceso de colaboración decidieron contraer matrimonio.
A finales de 1998, al cambiar de casa de la Ciudad de México a Cuernavaca, Rodrigo exhumó su acervo fotográfico y más tarde iniciaron una colaboración en lo concerniente al diseño de materiales editoriales, la selección de imágenes para exposiciones, publicaciones, galerías, museos en México y el exterior, y la atención a investigadores y académicos.
Actualmente es la administradora y coordinadora del Archivo Fotográfico Rodrigo Moya.
[01]
Campesino del Norte.
1965, Coahuila. Del testimonio, El ixtle. Plata gelatina, 11x14 pulgadas
Centauro neizveztni haciendo tremendo berrinche sólo porque la sirenita dorada de los mares de la lejana Kamchatka, díscola y ligera, empezó a coquetear con uno de los hombres prietos y serenos de las áridas regiones del norte mexicano, allá donde cordely lechuguilla cortan, hieren aunque vayan de la mano.
2015. Mixta sobre tela, 120x100 cm [02]
La vida no es bella.
1965, Coahuila. Del testimonio, El ixtle. Plata gelatina, 11x14 pulgadas
Nosotros, los hombres del norte árido, aprendi mos a amar el mar a fuerza de sueños y deseos, nosotros los que habitamos el norte con sus desiertos, aprendimos también a soñar un mundo mejor, la llama de libertad y esperanza que acaso brotará de estas manos, de esta diminuta lechu guilla que nace del amor, del polvo, de la luz, del fuego, del sol que consume con cada atardecer las jornadas de nuestras existencias.
2015. Mixta sobre tela, 120x100 cm [03]
Garrafa de mezcal.
1965, Coahuila. Del testimonio, El ixtle. Plata gelatina, 11x14 pulgadas
«Para todo mal mezcal, para todo bien también», reza el refrán, aunque no para nosotros, para quie nes, a pesar de los soles de trabajo y vida consumidos, el mezcal es sólo mal y su paso por nuestras manos también.
2015. Mixta sobre tela, 120x100 cm
[04]
Siembra de arroz.
1962, Jojutla, Morelos.
Plata gelatina, 11x14 pulgadas
Ahora tan sólo somos el viejo fantasma que aún esperanzado recorre los otrora campos floridos, abundantes, amables, plenos de vida.
2015. Mixta sobre tela, 120x100 cm
[05]
Érase una vez.
1965, Coahuila. Del testimonio, El ixtle.
Plata gelatina, 11x14 pulgadas
Ahora tan sólo somos el viejo fantasma que aún esperanzado recorre los otrora campos floridos, abundantes, amables, plenos de vida.
2015. Mixta sobre tela, 120x100 cm
[06]
La pesca milagrosa.
1970, Opopoeo, Michoacán.
Plata gelatina, 11x14 pulgadas
Niño moreno con arillo de Changó, la yema de los dedos floreciendo y la pesca milagrosa en la redondez de su inocente e inusualmente animado vientre.
2015. Mixta sobre tela, 120x100 cm
[07]
El pistolero.
1966, México, D.F..
Plata gelatina, 11x14 pulgadas
Pues bien, este soy yo, el Güero Batillas, el último de los pistoleros, elegante, eminentemente profe sional, sin corazón y con las garras de las manos cubiertas de sangre siempre. Soy yo, el asesino desmesurado y frío que floreció y se multiplicó como el pan y los peces de cristo entre los lodazales de miseria e inmundicia de este país llamado México, en el que la corrupción y la mentira parecen no tener fin.
2015. Mixta sobre tela, 120x100 cm
[08] Maniquí.
1967, México, D.F..
Plata gelatina, 11x14 pulgadas
Aquí voy yo, chilango y enamorado, con la pesca del amor soñado, con mi sirena y su canto.
2015. Mixta sobre tela, 120x100 cm
[09]
Sol y viento.
1961, México, D.F.
Plata gelatina, 11x14 pulgadas
Vecindad albergando sueños de un mejor mañana y mujer envalentonada, tirando con garbo y ternura de la parte pudibunda y doliente al diablito verde de sus sueños.
2015. Mixta sobre tela, 120x100 cm
[10]
Vendedor de barbacoa.
1955, Mercado de Xochimilco, México, D.F.
Plata gelatina, 11x14 pulgadas
Cuando sonriente despacho mi suculenta y Rica Barbacoa, sueño; yo siempre sueño con la sirena de todos mis amores, que tierna, dulce y lisonjera espera paciente la llegada corpulenta de mi cuerpo a su lecho de verdes pencas del maguey de mis desvelos.
2015. Mixta sobre tela, 100x120 cm
[11]
Joven venezolana y Obrero mirándome.
1965, Caracas, Venezuela. y 1967, Naucalpan, Edo. de México.
Plata gelatina, 11x14 pulgadas
Hombre y mujer con paciencia de santos y fe de carboneros, o la fábula de las parejas disparejas o simplemente de los turbantes incompatibles.
2015. Mixta sobre tela, 100x120 cm
[12]
Guerrilleros en la niebla.
1966, Sierra Falcón, Venezuela. Plata gelatina, 11x14 pulgadas
Desde la bruma espesa y húmeda de las montañas, apunto y enfoco mi cámara lúcida y negra de las ilusiones, abriendo todo su obturador capturo la imagen de unos sueños que jamás, en las tierras de nuestra América florecieron, o la fábula del guerrillero en la niebla.
2015. Mixta sobre tela, 160x130 cm
[13]
Mi hermana Colombia.
1960, Magdalena Contreras, México, D.F. Plata gelatina, 11x14 pulgadas
Hoy, en la mitad de las lunas de mis amaneceres, poso, modelo, me regodeo y miro con desdén y curiosidad al mundo que me seduce, que tanto amo.
2015. Mixta sobre tela, 120x100 cm
[14]
Meche Carreño.
1964, Xochimilco, México, D.F. Plata gelatina, 11x14 pulgadas
Yo soy la Meche de los sueños, la del cine ahora inocente y que ayer escandalizaba, soy yo tenta ción, carne y deseo, la mujer araña, temida, amada y en veces ninguneada.
2015. Mixta sobre tela, 120x100 cm
[15]
Autoretrato con modelo.
1966, México, D.F. Plata gelatina, 11x14 pulgadas
Mientras ella, la modelo de mis sueños se conto nea, enamorada de sí misma en el espejo de las ilusiones, yo, Rodrigo Moya, artista de la lente, dis paro certero el rayo de luz que habrá de guardar para la posteridad la imagen deseada, sustrayéndola de las garras del olvido.
2015. Mixta sobre tela, 120x100 cm
[16]
Mujer paisaje.
1980, Xalapa, Veracruz. Plata gelatina, 11x14 pulgadas
Mientras mi cuerpo discreto pero apetecible en la hierba fresca reposa, vuela mi mente al infinito de los sueños, la imaginación, el amor y la nostalgia.
2015. Mixta sobre tela, 100x120 cm
[17]
Esperando a Pablo.
1962, México, D.F. Plata gelatina, 11x14 pulgadas
Yo soy la anunciación, la portadora de la vida y de los sueños, yo soy la mujer azul del amor y la ternura.
2015. Mixta sobre tela, 120x100 cm
[18]
Matilde Romero.
1958, Villahermosa, Tabasco. Plata gelatina, 11x14 pulgadas
Chica provinciana, de las selvas profundas y verdes de Tabasco, seducida por el glamur y los relatos inenarrables de sueños urbanos del ínclito y afama do fotógrafo Don Rodrigo Moya
2015. Mixta sobre tela, 100x120 cm
[19]
El pequeño pasajero Ñañú.
1955, Valle del Mezquital, Hidalgo. Plata gelatina, 11x14 pulgadas
Niño ñañú con sueños de gran concertista en la lejana Moscú, capital de la legendaria y ya olvidada Unión Soviética.
2015. Mixta sobre tela, 120x100 cm [20]
El escultor Xerxez.
2006, Cuernavaca, Morelos. Plata gelatina, 11x14 pulgadas
Yo no soy el Gran Rey del Imperio aqueménida, soy solamente Xerxez, humilde domador de los diversos metales, maestro diestro de la línea de la imaginación y de los sueños.
2015. Mixta sobre tela, 100x120 cm
[21]
Enrique Miralda, escultor.
1962, San Ángel, México, D.F. Plata gelatina, 11x14 pulgadas
Interpretación libre de un artista multifacético, Enrique Miralda, músico, pintor, escultor y, por extrañas y paradójicas razones, profundamente enamorado de la vida a pesar su ya segura inexistencia.
2015. Mixta sobre tela, 120x100 cm
[22]
Daniel Chavarría, escritor.
1964, La Habana, Cuba. Plata gelatina, 11x14 pulgadas
Hombre seguramente importante, con la cabeza y el cuerpo lleno de sueños y placeres.
2015. Mixta sobre tela, 100x120 cm
[23]
Viejo lector.
1960, Mercado La Lagunilla, México, D.F. Plata gelatina, 11x14 pulgadas.
Hombre lector con el libro de la vida, de los sue ños y la imaginación en la diestra.
2015. Mixta sobre tela, 120x100 cm [24]
Las cuatro Fridas.
1963, Museo de Arte Moderno, México, D.F. Plata gelatina, 11x14 pulgadas.
Somos así, las cuatro, hermanadas por la sangre, por el espíritu de gozo y de sufrimiento, así somos las Fridas del mundo, contemplativas, extrovertidas, polémicas.
2015. Mixta sobre tela, 100x120 cm
[25]
La moza del cántaro.
1963, Casa del Lago, Chapultepec, México, D.F. Plata gelatina, 11x14 pulgadas.
Con los destellos de la nívea luna ha florecido el cántaro de mis orfandades, de mi viudez, de mis soledades.
2015. Mixta sobre tela, 120x100 cm
[26]
Las plañideras, Mater dolorosa y Francisco Goitia.
1960, Xochimilco, México, D.F. Del reportaje, La muerte de Goitia. 1960, Xochimilco, México, D.F. Del reportaje, La muerte de Goitia. y 1959, México, D-F. Plata gelatina, 11x14 pulgadas
Mientras unas maripositas perversas y bandidas consumen el café y el mezcal durante las honras fúnebres del Maestro Goitia, un grupo de plañide ras casi doloridas, gesticulan, conmueven, berrean, interpretando su brillante papel de actrices contumaces ante el espectáculo de la muerte, repre sentado en este triste escenario de la vida por un esqueleto inmensamente feliz.
2015. Mixta sobre tela, 130x160 cm