Los hijos de la mina final

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LOS HIJOS DE LA MINA

a la mina, incluso lleve conmigo a don Antonio Bohórquez, para que orientara a los obreros correctamente, fue exactamente a los ocho días y justo cuando partía para otro corte, cuando escuche el grito frenético de los mineros -¡nos enguacamos patrón!, surgía entre las entrañas una gran producción de esmeraldas que refresco el ánimo de los hombres y por supuesto de los socios, deje encomendado a mi compadre sobre el manejo de las futuras producciones pues según don Antonio, a esta mina le quedaba mucha esmeralda por sacar; viaje a Coscuez, donde las cosas no marchaban bien, ya que en ese pueblo existía una sede de nuestros enemigos y quien sin misericordia atacaba a mis muchachos y decidí tomar cartas en el asunto, pronto don Matías se enteraba de que yo había regresado y concertó un siniestro concilio para sacarme definitivamente del negocio.

Llegue a Coscuez un miércoles a media noche por cuestiones de seguridad y como dice mi “pájaro de confianza”, en este mundo no se debe de confiar hasta de la misma sombra, así por leve que fuera la sospecha, se debía de recurrir a cambios de movilidad y horarios para despistar al enemigo; cuatro días después dentro de la mina, raspe con el pica vetas una pared y justo la suerte me brillo de una forma maravillosa, entregándome una producción cien veces mejor que la de Otanche, fue tal la

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