PRODUCCION AGROPECUARIA

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2009

LA PRODUCCIÓN AGROPECUARIA SUS LIMITANTES Y DETERMINANTES

Fernando Ramón Ingalls Herrera

Asesoría y Capacitación Ingalls

A+C+I asesoriaycapacitacioningalls@gmail.com



Introducción En el

desarrollo de las actividades

agropecuarias de los

países

latinoamericanos se entrelazan dos tipos de procesos decisivos: los más recientes, de carácter más universal - como la globalización- y lo que tienen profundas raíces y características históricas específicas de la región -ejido, comunal, cooperativas, asociaciones-. Cualquier esfuerzo orientado a planificar el desarrollo de estas actividades debe tener muy en cuenta las relaciones que en cada situación existen entre ambos tipos de procesos. Las actividades agropecuarias se caracterizan principalmente por la naturaleza biológica de su proceso de producción, el cual utiliza poblaciones de plantas y de animales para generar bienes. Los procesos en que descansa son la fotosíntesis, mediante el cual las plantas transforman la energía solar en energía química, y la conversión secundaria de productos o subproductos de origen vegetal en proteínas animales. Las características de estos procesos obligan a las actividades agropecuarias a ocupar grandes espacios, a diferencia de otras actividades productivas, a las que suele bastar una pequeña superficie. De esto se deriva otra característica destacada de la producción agropecuaria, que es el uso de extensas áreas y su dispersión en el espacio. Por otra parte, para desarrollar los citados procesos, las plantas y los animales requieren de luz solar, de agua y de temperatura, que les son aportados a través del complejo conjunto de fenómenos conocidos como clima. Luego, una tercera característica fundamental de la producción agropecuaria es su dependencia de las condiciones meteorológicas. Finalmente, las plantas necesitan un medio que les proporcione sustentación y nutrientes y que almacene y les entregue el agua aportada por el clima u otros medios, por lo que la producción agrícola, en particular, y la parte de la producción ganadera que se desarrolla junto con ella, se caracterizan también por su dependencia del suelo.


En resumen, las cuatro características principales de las actividades productivas agropecuarias son: a) naturaleza biológica del proceso b) extensión y dispersión c) dependencia del clima d) dependencia del suelo De esas cuatro cualidades principales del proceso de producción agropecuaria, individualmente o combinadas entre sí, se derivan diversas consecuencias que, a su vez, contribuyen también a caracterizarlo.


Rígida dimensión del proceso productivo El proceso productivo se desarrolla a la velocidad impuesta por la duración del ciclo biológico de las plantas y animales utilizados en él. Esta duración es específica para cada especie vegetal o animal y distinta a la de los demás. En ciertos casos, como en los cultivos y la crianza de algunas especies animales, se prolonga durante varios meses desde que se inicia el proceso hasta que se logra la producción. En otros casos, como la ganadería bovina, los cultivos polianuales y las plantaciones frutales, la duración del proceso productivo se puede extender durante varios años. Por estar determinados por sus características biológicas, estos plazos son difícilmente modificables y sólo se han logrado acelerar, dentro de ciertos márgenes, algunas de sus etapas, como es el caso del crecimiento y engorda en la ganadería y el tiempo que media entre la siembra y cosecha en diversos cultivos anuales y polianuales.


Condicionamientos estacionales del proceso productivo y de la producción agropecuaria En las zonas templadas, la longitud del día, las condiciones de temperatura y humedad y la forma e intensidad de las precipitaciones, varían a lo largo del año. En grandes zonas de los trópicos suelen alternarse estaciones secas y estaciones lluviosas. A causa de esta sucesión de estaciones y de las características intrínsecas de las plantas y animales usados en el proceso productivo, éste suele estar sujeto al calendario y la mayor parte de las tareas sólo pueden ser realizadas en determinados meses. Esto tiene diversas consecuencias. ·

En primer lugar, las necesidades de trabajo, de insumos y de financiamiento

varían

estacionalmente

a

lo

largo

del

año,

concentrándose en ciertas épocas. ·

En segundo lugar, también la producción y por lo tanto, los ingresos se obtienen en determinados meses del año.

·

En tercer lugar, todos los productores de un mismo bien lo deben poner en venta en un periodo muy corto del año, lo que limita su capacidad de negociación frente a los compradores. Como la mayoría de los productos agropecuarios son perecederos o de escasa duración, y es difícil organizar las operaciones de cosecha y venta en el conjunto de las explotaciones que producen los mismos bienes, la concentración estacional de la producción agropecuaria reduce los precios que los productores reciben en el periodo de cosecha.

·

En cuarto lugar, la obligada concentración de los gastos en ciertos periodos y de los ingresos en otros determina modalidades particulares en el financiamiento de estas actividades.

·

En quinto lugar, como la demanda de la mayoría de los productos suele ser continua, es necesario que se conserven hasta la nueva cosecha, por lo que parte de la producción se perderá si la capacidad de almacenamiento y elaboración es insuficiente. Como una forma de


aminorar estos problemas, así como de extender los cultivos a zonas con condiciones climáticas diversas, se han desarrollado variedades más tempranas o más tardías en relación a las de uso habitual, lo que ha permitido extender el periodo de cosecha y, en algunos casos, también el de siembra. Para estos mismos propósitos es conveniente combinar en cada explotación, cuando es posible, líneas de producción

que

necesitan

de

mano

de

obra,

maquinaria

y

financiamiento en meses distintos. La ampliación del periodo de cosecha lograda por una y otra vía es, a su vez, uno de los elementos que ha permitido prolongar el periodo del año en el cual pueden trabajar muchas agroindustrias, con las consiguientes economías. La estacionalidad y sujeción al calendario del proceso productivo se presenta tanto en la agricultura como en la ganadería. Sin embargo, salvo algunas excepciones, los requerimientos de mano de obra, de insumos y de financiamiento de la segunda suelen ser más estables a lo largo del año que los de la primera. Igualmente, la mayoría de las explotaciones ganaderas generan su producción y por lo tanto, sus ingresos, a lo largo de todo el año, aunque su volumen varía estacionalmente.


Riesgo e incertidumbre del proceso productivo y aleatoriedad de la producción Las plantas y animales son susceptibles de ser atacados por plagas y enfermedades. La posibilidad y el momento de su aparición están sujetas a diversas contingencias y suelen ser difícilmente predecibles. De la misma manera, una vez aparecidas, su virulencia y velocidad de difusión varían según las circunstancias. Estas plagas y enfermedades pueden reducir la producción y, en ocasiones, llegan a provocar la destrucción completa de una o más cosechas, o de ciertos bienes de capital, como los árboles y ganados. Además, tienen la de su transmisibilidad: mientras se mantengan las condiciones que favorecen su desarrollo, una plaga o enfermedad puede continuar afectando a superficies cada vez mayores y diezmando poblaciones de plantas y animales. La magnitud de estos ataques y el riesgo de su expansión, pueden exigir la adopción de diversas medidas, como restringir y regular la circulación de plantas y animales efectiva o presuntivamente afectados o portadores de la plaga o enfermedad, tanto dentro de un país como en sus puntos de entrada. Las barreras fitosanitarias y zoosanitarias, constituyen así una grave, aunque necesaria, restricción al comercio internacional de productos agropecuarios, limitando las posibilidades de exportación de los países y obligándolos a emprender costosas campañas para mantener niveles sanitarios compatibles con las exigencias de los mercados internacionales. Además de las plagas y enfermedades, la producción agropecuaria es afectada por la variabilidad del clima. En algunos años, la adecuada cantidad, oportunidad y distribución de elementos tales como la luminosidad, temperatura, humedad, viento y precipitaciones, permiten un excelente desarrollo de las plantas y animales, obteniéndose rendimientos unitarios excepcionalmente elevados. En


otros años, en cambio, las variables climáticas se presentan en momentos y condiciones inadecuados dando origen a inundaciones, sequías, huracanes, heladas, granizo u otros hechos de este tipo, con lo que la producción se puede reducir en mayor o menor medida según la magnitud del fenómeno y la proporción del área utilizada que ha afectado. En algunos casos extremos, las inclemencias climáticas o sus efectos pueden destruir la ganadería o las plantaciones permanentes en vastas zonas. Los elementos mencionados, unidos a la variabilidad natural de las especies cultivadas o criadas, contribuyen a que el volumen de producción que se puede obtener de cada unidad productiva es determinado lapso (día, mes, año) sea incierta y difícil de

predecir,

pues

pueden

presentarse

las

alteraciones

mencionadas

prácticamente hasta el momento previo a la recolección o faenamiento.


Heterogeneidad de las condiciones ecológicas El suelo es notablemente variado y sus diversas características (profundidad, textura, estructura, permeabilidad, composición química, pendiente, microrrelieve, etc.) cambian de un lugar a otro, incluso entre lugares muy cercanos. Un conjunto complejo de factores cuyos efectos son distintos en cada suelo y cuya resultante se conoce con el nombre de fertilidad, incide en alto grado en el volumen de producción que es posible obtener de una cierta superficie mediante la aplicación de una cantidad determinada de bienes de capital, insumos y mano de obra. Igualmente, las condiciones medias de luminosidad, temperatura, precipitación, etc., varían de un lugar a otro en su cantidad, en su calidad, en su oportunidad y en su distribución. La distinta calidad de los suelos y la variedad de los climas, unidas a la diversidad de las localizaciones, contribuyen a determinar la existencia de áreas heterogéneas, con diferentes aptitudes productivas. Cada una de ellas es una unidad productiva distinta, con recursos y potencialidades específicos, en la que algunos bienes pueden ser obtenidos con mayor eficiencia y rentabilidad que en otras partes, o que puede producir los mismos bienes que otras pero con una tecnología y un rendimiento distintos. En algunas áreas, las aptitudes productivas son tan limitantes que muchos rubros no pueden ser producidos en ellas. En consecuencia, cada sitio ecológico tendrá ventajas o desventajas relativas en la producción de cada rubro en comparación con los demás. Además, esta heterogeneidad limita el campo de aplicación y la difusión de las técnicas productivas específicas, obligando a desarrollar nuevas técnicas o adaptar las existentes para satisfacer las exigencias de las diversas áreas. Por otra parte, esta íntima dependencia de la producción agropecuaria respecto de las condiciones ecológicas permite determinar con bastante precisión la capacidad que tiene un país para este tipo de producción, en general, y para los principales rubros, en particular. El desarrollo de la aerofotogrametría, de los satélites de observación y de otras técnicas similares ha facilitado el conocimiento de la superficie, de la capacidad productiva potencial y de la utilización de la tierra, tanto para las actividades agropecuarias (en su conjunto o para algunas regiones) como para u a explotación en particular.


El manejo de las condiciones ecológicas En principio, la agricultura y la ganadería sólo son posibles donde los suelos son aptos, la temperatura y luminosidad son adecuadas y donde llueve en la cantidad y con la periodicidad suficiente para aportar el agua requerida para la producción. Sin embargo, el hombre ha ido ampliando progresivamente su control sobre el proceso productivo, modificando algunas de las características de los suelos y del clima, al mismo tiempo que ha desarrollado nuevas razas y variedades capaces de adaptarse a condiciones menos favorables. Esta progresiva capacidad para reducir la rigurosidad de las contingencias climáticas o suavizar sus efectos, unida al desarrollo de variedades de plantas de ciclo más corto o más largo, o con mayor resistencia a los extremos lumínicos, térmicos o hídricos, ha permitido ampliar el área que puede ser aprovechada en la agricultura y la ganadería, en general y en el cultivo de muchos productos específicos, en particular, y hacer más estable y predecible el volumen de la producción agropecuaria. Por otra parte, poseer un cierto espacio físico no significa necesariamente contar con él como factor productivo. Para transformar el suelo disponible en un determinado lugar en un recurso útil es necesario habilitarlo para la producción agropecuaria, eliminando los elementos que impiden su utilización (como la vegetación natural, las piedras o el exceso de agua) o corrigiendo algunas de sus características. El suelo que así resulta es considerado normalmente como el recurso agrícola por excelencia y su mejoramiento, adecuación y conservación, para hacerlo más productivo y controlado, se cuentan entre las tareas importantes de un empresario agrícola. Para ello, puede mejorar las condiciones estructurales del suelo, utilizando técnicas especiales de uso o introduciendo enmiendas orgánicas o minerales; puede agregarle nutrientes por medio de fertilizantes, reducir su pendiente con diversos métodos de emparejamiento o relleno; someterlo a prácticas especiales de cultivos, etc..


En el intento de mejorar las condiciones físicas del suelo se ha llegado a incorporar condicionadores plásticos y se está experimentando con algunos medios físicos bastantes audaces, como la instalación en suelos arenosos, de una capa impermeable de asfalto a cierta profundidad. Las técnicas de uso de los suelos son también importantes en el mantenimiento o aumento de su capacidad productiva. El suelo es un recurso natural renovable, cuya capacidad productiva puede mantenerse y aún acrecentarse, pero su uso adecuado puede reducirla e, incluso, en un plazo que varía según la naturaleza del suelo y las características del clima que lo acompaña, destruirla. En ese sentido debe ser considerado como un recurso renovable dentro de ciertos límites, esto es, con capacidad de regenerarse si su agotamiento no pasa cierto nivel, pero que se pierde irremisiblemente si ese nivel es sobrepasado. Esto obliga a las empresas agrícolas a programar su producción considerando la susceptibilidad a estos riesgos de los suelos de que disponen, y a aplicar las medidas necesarias para evitar su deterioro o destrucción. Esta obligación no siempre es cumplida por los empresarios y grandes extensiones son deterioradas o destruidas cada año. Por otra parte, el desarrollo de nuevas técnicas de uso de suelos ha permitido utilizar terrenos que por su textura, pendientes u otros factores no eran susceptibles de cultivo. En el caso de la flora y la fauna, el hombre ha desarrollado dos tipos de tareas. Ha mejorado la capacidad productora de aquellos recursos que le son útiles, mediante técnicas especiales (como el caso del empleo de fertilizantes, adecuada utilización de los suelos, cercamiento y regeneración de las praderas naturales). Por otra parte, trata de combatir los animales y plantas silvestres que compiten con los criados o cultivados pues los comen, acosan o dañan (roedores, diversos carnívoros, y rapaces, malezas, etc.); lo cual también puede llevar a romper importantes cadenas alimenticias naturales y a corto o largo plazo afectar la producción inducida de manera artificial, ya que, al no respetar el equilibrio ecológico, se modifican las condiciones climáticas, del suelo y otras.


Aspectos especiales de la explotación ganadera Una gran parte de la explotación ganadera se desarrolla juntamente con la agrícola y una proporción importante de las empresas combinan ambos tipos de actividad. Esta combinación puede adoptar las siguientes modalidades: a) los animales pueden estar dispersos, alimentándose exclusivamente de pastoreo directo de praderas y rastrojos b) los animales pueden estar dispersos parte del tiempo (parte del día, del

año, o de su vida) y ser confinados temporalmente con el objeto

de complementar su alimentación, protegerlos de inclemencias climáticas o someterlos a determinados cuidados c) los animales pueden estar permanentemente confinados. Los alimentos que se les suministra en estás dos últimas opciones pueden provenir de la propia explotación, o bien ser comprados a otras explotaciones o a abastecedores especializados; en este ultimo caso pueden ser de origen

nacional o importados.

En la primera modalidad señalada, la ganadería comparte plenamente las diversas características

que

se

han

enumerado:

dispersión,

heterogeneidad,

estacionalidad, aleatoriedad, etc.. Ahora bien algunas de éstas tienden a atenuarse y en ciertas circunstancias a desaparecer a medida que aumenta el grado de confinamiento. Esta asociación de la agricultura con la ganadería se explica por diversas razones: ·

En primer lugar, hay grandes áreas que por su ubicación, su topografía o su calidad, sólo sirven para producir pastos y no pueden ser cultivadas económicamente; su mejor uso o único uso posible es dedicarlas a la ganadería.

·

En segundo lugar, toda producción agrícola genera cierta cantidad de esquilmos o subproductos que sirven como alimento para ganado. Así,


en muchas regiones es necesario o conveniente realizar rotaciones en que los cultivos anuales se van alternando con praderas artificiales. En ocasiones, algunos de los propios cultivos que deben integrar la rotación son productores de forraje, como el maíz, la cebada o la avena. A ello se agregan loas rastrojos, los productos deteriorados y los subproductos. ·

Y en tercer lugar, la explotación conjunta de la agricultura y la ganadería da origen a diversas economías:

a) la ganadería transforma productos vegetales voluminosos y baratos (como el pasto y los rastrojos) en productos animales menos voluminosos y más valiosos (como la carne, la leche y la lana) b) los animales "cosechan" por sí mismos el pasto y los rastrojos c) los animales suelen necesitar mano de obra, insumos y capital en momentos en que éstos no están siendo utilizados en los cultivos, permitiendo así un mejor uso de los recursos del productor, especialmente de su mano de obra d) la mayor continuidad de su producción contribuye a estabilizar los ingresos financieros de las empresas y a paliar sus problemas de caja. Ahora bien, la reducción en los costos de transporte, la aparición de máquinas más eficientes para la producción y cosecha de forrajes y el desarrollo de nuevas técnicas de alimentación, de conservación de alimentos y de manejo del ganado, han permitido el desarrollo de algunos tipos de producción animal fuera de las explotaciones agropecuarias tradicionales y el establecimiento de empresas puramente ganaderas, que compran los alimentos que necesitan a otras explotaciones o a empresas especializadas. Actualmente la mayor parte de los cerdos y de las aves y un porcentaje importante, y creciente de los vacunos son criados de esta manera.


Este sistema tiene las mismas ventajas de la producción confinada que se realiza dentro de las explotaciones agropecuarias: mayor control sobre las condiciones de vida de los animales (especialmente de su alimentación y reproducción) y las condiciones ambientales (temperatura, humedad, luminosidad, etc.) en que se crían, mejor aprovechamiento de los alimentos y de la mano de obra, mayor tasa de natalidad, disminución de pérdidas --de peso y de animales-- por el menor ejercicio y riesgo de accidentes, mejor calidad de la carne, más uniformidad, etc., todo lo cual permite alcanzar niveles de productividad y eficiencia difíciles de lograr de otra manera. Cuando se independiza de la tierra como factor productivo, la explotación ganadera pierde muchas de sus características agropecuarias y adquiere algunas de las de otros sectores, como el industrial: mayor libertad de localización y de acceso a la función empresarial, posibilidad de ampliar la capacidad productiva del país y la de cada explotación sin las limitaciones de otros tipos de empresas agropecuarias, facilidad de integrarse verticalmente con industrias que producen alimentos o los generan como subproductos, pérdida de su carácter rural y oportunidad de residencia urbana para sus empleados. Asimismo, es preciso disponer de información sobre las disponibilidades de instalaciones, la dotación de existencias ganaderas, las alternativas de abastecimiento de forrajes (producidos en el país o importados) para conocer la capacidad de producción en un periodo determinado.


Importancia del transporte y del sistema de comercialización La gran extensión que requiere la producción agropecuaria y su dispersión en un amplio espacio traen consigo elevadas exigencias de transporte. Los insumos y bienes de capital, así como la propia producción, deben ser movilizados tanto dentro de las explotaciones como entre cada una de ellas y los distintos mercados. Por ello, el transporte interno en toda explotación agropecuaria es una actividad importante, cuya organización es compleja y cuya operación normalmente compromete parte importante de los recursos de la empresa. Igualmente, el transporte extrapredial es una actividad vital para el desarrollo de estas actividades productivas. Por ello, la tierra que carece de medios de acceso sólo puede ser considerada como un recurso productivo potencial, pero no disponible inmediatamente, y la apertura de caminos de penetración es uno de los mecanismos importantes para la expansión de la frontera agrícola. Desde el punto de vista estático, la importancia del transporte es mayor para los bienes más voluminosos o más perecederos, como las hortalizas y la leche, por lo que su producción tiende a concentrarse en la proximidad de sus mercados. Desde el punto de vista dinámico, su importancia crece con el desarrollo. Por una parte, hay una reducción persistente de la distancia que desde el punto de vista de tiempo y costo separa cada predio de los mercados. Por otra, en virtud del proceso de modernización y urbanización, aumenta el volumen de insumos y bienes de capital de origen extrapredial empleado en el proceso productivo; aumenta el volumen y el porcentaje de producción que debe ser transportada; y aumenta también la integración agroindustrial. El mejoramiento de los transportes, tanto en su disponibilidad como en su tecnología, tiene mucha influencia sobre el desarrollo agropecuario. Reduce el precio que el productor paga por los insumos y bienes de capital extraprediales y eleva el que recibe por sus productos, lo que aumenta su ingreso y los incentivos para expandir su producción. Al mismo tiempo posibilita el envío de productos desde áreas d que antes no podían llegar a los mercados (o enviarlos a mercados más lejanos) lo que estimula la especialización regional de la producción. Esto


puede provocar cambios a veces muy drásticos en la distribución espacial de la agricultura, favoreciendo las áreas más alejadas y modificando la importancia relativa y la prosperidad de distintos países y regiones. Como consecuencia adicional, los productores agropecuarios que tienen un buen acceso al sistema de transporte están en mejores condiciones para participar en el proceso de modernización y desarrollo de sus actividades y quienes pueden concentrar o dominar el transporte adquieren algún control sobre dicho proceso de modernización. En igual forma, la dispersión espacial y la concentración estacional de la producción, unidas a la alterabilidad de los bienes agropecuarios y a la necesidad de elaborar una proporción importante de ellos para poder consumirlos, exigen la existencia de un eficiente sistema de comercialización, que incluya mercados locales, regionales y nacionales, unidades de elaboración y almacenamiento adecuadamente distribuidos, etc.. Al igual que en el caso del transporte, la importancia de la comercialización de los productos agropecuarios aumenta con el desarrollo. La creciente urbanización exige movilizar hacia las ciudades una proporción cada vez mayor de la producción, en tanto que la elevación de los ingresos incrementa el consumo absoluto de alimentos, encauza la demanda hacia productos menos vastos y de mayor valor nutritivo --productos orgánicos, carnes magras, especies nuevas-- y aumenta la exigencia de una elaboración y presentación más refinada. Simultáneamente, los cambios de hábitos determinados por el proceso de urbanización, influyen también en los de la población rural, la que adopta en forma paulatina pero creciente, el consumo de alimentos procesados --enlatados, congelados, secados, ahumados, embutidos, etc.-- El desarrollo del sistema de comercialización, tanto en su disponibilidad como en su tecnología tiene sobre las actividades agropecuarias efectos equivalentes a los ya señalados en el caso de los transportes. De la misma manera, quienes llegan a concentrar o dominar algún aspecto importante de aquel sistema adquieren cierto control sobre las modalidades y el ritmo de la modernización agropecuaria.



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