Revista Industrias Diciembre 2012

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Informe 2012

sesgo ideológico que le orilla a buscar un desarrollo endógeno, sobre todo sustentado en unidades de producción medianas, pequeñas, y estatales. Ninguno de los países que conforman el MERCOSUR y la ALBA tienen acuerdos de libre comercio con Estados Unidos, salvo Nicaragua a través del CAFTA. Por su parte, la COMUNIDAD ANDINA navega entre dos aguas, pues dos de sus cuatro miembros, Colombia y Perú, claramente se orientan al libre mercado, en tanto que los otros dos, Bolivia y Ecuador, como miembros de la ALBA, buscan una integración más bien acotada, distante de la mundialización comercial. En este escenario emerge la Alianza del Pacífico, cuyos cuatro miembros, como se indicó, han firmado TLCs con Estados Unidos y la UE. Los cuatro apuntan a la mundialización de sus economías, y en especial, buscan negociar en bloque con Asia. Así, el nuevo bloque tiene una connotación bien diferente a la de los anteriores, y responde a la necesidad de unirse, que sienten cuatro países que han apostado a la globalización. Por otro lado, es altamente probable que una vez que madure la Alianza, la inversión extranjera la priorice para invertir en sus países, no solo por el potencial intrínseco del bloque en sí, sino también por sus proyecciones en el marco de la integración Asia-Pacífico.

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La Alianza está abierta a la adhesión de otros países de la Región que reúnan los requisitos establecidos, lo cual es lógico, dada la necesidad de completar el “Arco del Pacífico” como bloque de negociación con los asiáticos. En este sentido también es lógico pensar que Centroamérica sea candidata natural para integrarse a la Alianza, no solo por su condición de región ribereña del Pacífico, sino también por su inclinación al libre comercio, como lo demuestran su TLC con Estados Unidos y sus avances en pro de otro con la Unión Europea. Es evidente que a los países latinoamericanos ribereños del Pacífico les conviene afrontar en bloque -no separados- las negociaciones comerciales con los demás países del Foro de Cooperación Económica, APEC. En bloque es más factible lograr una pronta apertura de mercados para los productos latinoamericanos de exportación, y también en bloque es más factible que los demás países del APEC acepten una apertura latinoamericana gradual en los casos de productos sensibles, e inclusive de exclusiones excepcionales en los casos de productos muy sensibles. La importancia de la acción conjunta es particularmente destacable en cuanto a la acumulación, principio según el cual las materias primas y otros insumos, originarios de un país

contraparte, se consideran como originarios del país que los incorpora en productos que exporta al área de integración. Se trata de un mecanismo que estimula los encadenamientos productivos entre los países. Por otra parte, el mecanismo de la acumulación implica que, además de las exportaciones directas al mercado del APEC, un país también podría realizar exportaciones indirectas, vía provisión de sus materias primas a otro país que las incorpore en un producto de exportación a dicho mercado. Para el aprovechamiento de este mecanismo, en un proceso de integración tan vasto y heterogéneo, como el del APEC, resulta vital la negociación en bloque. Más aún, en bloque se deberán negociar dos importantes temas, esenciales para que la acumulación pueda hacerse realidad: el origen de las mercaderías, que fija las normas y requisitos que deben cumplir las mercaderías para poder ingresar con preferencia arancelaria en los mercados de destino, y, el programa de liberación arancelaria que define las preferencias. Hasta aquí, la negociación en bloque con APEC, se la ha visualizado como posible de realizar mediante el bloque formado por los 11 países latinoamericanos del Foro ARCO. Ahora, cuatro de ellos han formado la Alianza del Pacifico, lo cual tiene

ciertas implicaciones para efectos de la negociación en bloque del APEC. En efecto, la Alianza del Pacífico puede contribuir a la conformación y operatividad del Foro ARCO; sin embargo, en el caso de que este último no prosperase, es evidente que la Alianza tendrá suficiente potencial, por sí sola, como para negociar con los demás países de la Cuenca del Pacífico. Frente a la irrupción de la Alianza en el escenario integracionista de América Latina, bien cabe preguntarse cuál es la estrategia comercial del Ecuador. La actual, que descuida los

mercados más relevantes bajo el criterio de que es necesario diversificar mercados, criterio correcto pero que no debe ser excluyente, parece encaminar al país hacia un relativo aislamiento. Pero la globalización está allí, nos guste o no nos guste, y una estrategia responsable no puede ignorar esta realidad. Por eso, preguntarse qué hacer frente a este nuevo escenario creado por la Alianza, es una pregunta válida. Ecuador ya tiene libre comercio con tres de los cuatro países de la Alianza: Perú, Colombia y Chile, salvo una lista de excep-

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ciones relativamente pequeña con este último. Con México tiene un Acuerdo de Alcance Parcial que requiere ser profundizado. Esta situación podría interpretarse como favorable para un acercamiento del Ecuador al nuevo grupo. En todo caso, siendo evidente la importancia de este nuevo emprendimiento frente a la integración de la Cuenca del Pacífico, el Ecuador, en un primer momento, debiera participar en él al menos como observador, como ya lo están haciendo Panamá y Costa Rica, y últimamente Canadá y Uruguay.

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