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Reportaje: El Terror de una ola
El terror de una ola
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En una costa rocosa de la isla de Lanzarote, Canarias, Monchi, de 34 años, se dispone a surfear olas de más de diez metros. Entra con varios amigos, tienen tablas muy largas, de dos metros, un chaleco hinchable con protecciones en las costillas, uno de los amigos entra con una moto de agua para recoger a aquellos que necesiten ayuda, y en ocasiones remolca a algunos surferos para que puedan surfear una ola.
Sin embargo Monchi pierde la tabla en una ola. Sus amigos no se dan cuenta y siguen surfeando, incluso algunos salen del agua. Monchi pide auxilio pero nadie le escucha, tiene que enfrentarse a olas que parecen montañas, él solo, con miedo.
El surf es un deporte de varias partes. Aparentemente consiste en disfrutar de olitas que se generan en una playa segura y al abanico de un cielo soleado. Sin embargo esa es solo la parte que ven los que deambulan por la playa, ajenos al deporte en sí. El surf tiene otro lado, un poco más oscuro, más violento. Hay quienes desean arriesgar su vida para surfear olas gigantescas, según Récord Guinness la ola más grande surfeada es de 30 metros.
Monchi es un surfero nacido en Barcelona pero vive en Lanzarote desde hace años, y ha estado todo este tiempo centrado en surfear olas enormes que azotan la costa volcánica.
Cuando entra al agua se enfrenta a olas de más de ocho metros, con su tabla remando o remolcado por una moto de agua. Como es de esperar si te enfrentas a estos fenómenos naturales, ha tenido varias experiencias en el que la mar estaba al control, y que un solo fallo le condenaría a la muerte. Ese día Monchi estuvo cuarenta minutos a la deriva, sin saber si le iban a rescatar. En tal situación Monchi tuvo que recordar lo que había aprendido para no caer en el miedo. “Ahí es cuando las cosas se te pueden complicar de verdad entonces interesa tener la cabeza muy fría, confiar un poquito en el conocimiento que tengas o en la experiencia que hayas adquirido a lo largo de los Después de calmar la mente, Monchi empezó a planear como podía salir de esta situación. Al final sus amigos lo vieron a lo lejos y la moto de agua fue a su rescate. El momento quedó como un anécdota, pero la situación fue bastante agobiante.
Sin embargo estos deportistas lo tienen bastante claro cuándo se van a enfrentar a las olas, según explica Monchi; “hay días grandes y luego hay días con condiciones serias en las cuales ya vamos al agua serios, sabiendo que las consecuencias pueden ser algo malo de verdad no hay que centrarse en eso pero hay que tenerlo presente porque si no es engañarte a ti mismo, no es bueno entrar al agua pensando en las consecuencias de lo peor que puede pasar, pero si que hay que ser consiente de ello y no hacer caso omiso, por así decirlo”.

Para Monchi la clave para enfrentarte a este miedo es visualizar
El miedo tiene varias reacciones en nuestro cuerpo. Como bien se explica en el artículo de National Geographic ¿En que consiste el miedo? (Geographic, 2010) esta emoción provoca las siguientes reacciones:
• Aumento de la presión arterial. • Aumento de la velocidad del metabolismo. • Aumento de la glucosa en la sangre. • Detención de las funciones no esenciales. • Aumento de adrenalina. • Aumento de la tensión muscular. • Apertura de ojos y dilatación de pupilas.
Por lo tanto el miedo en estas situaciones llevan a nuestro cuerpo a comportarse de manera involuntaria, y perder el control de nuestro cuerpo enfrentándote a olas de más de diez metros puede suponer la muerte.


En cambio Marco Ibernón, otro surfero de olas grandes de la isla de Lanzarote, 40 años, vive de forma diferente el miedo, “yo te diría que yo no tengo miedo en el agua, tengo conciencia, y entonces a partir de ahí surge una prudencia. Ibernón lleva más de diez años surfeando olas grandes, ha sufrido varias lesiones, se ha partido las costillas dos veces y ha llegado a ahogarse.
Sin embargo ahora esta más retirado de estas situaciones peligrosas, ha decidido dedicar más tiempo a su familia y a su huerto. Sus días de olas locas han pasado, aunque sigue surfeando. Actualmente él siente la misma felicidad que le producían las olas enormes cuidando de su familia y de su huerto. Pero sabe que en el agua él ya no puede tener miedo “no tengo miedo solo respeto y conciencia de lo que hay, y entonces quizá la toma de conciencia es lo que más me puede llevar al miedo por pensar en las consecuencias y las consecuencias quizás son pues irte con mucha facilidad, te vas al otro lado, no pasa nada, abandonas tu cuerpo y la vida continúa por el universo pero no me apetece, estoy agusto aquí”. años, en su ciudad natal, Rabat, Marruecos. Estaba paseando con sus tíos, cuando estos le tiraron por un puente hacia el agua. Ahí el joven Ahmed empezó a nadar por supervivencia. Sus tíos se tiraron con él y lo felicitaron de que sabía nadar. Pero Erraji se enfadó y salió corriendo a la casa de su abuela para contarle el miedo que había pasado. Sin embargo el día siguiente Ahmed se dirigió al mismo puente y se volvió a lanzar. Cuándo se lo contó a su abuela, contento de superar sus miedos, ella le contestó -Eres el hijo del mar-.
Cuando se le pregunta a Ahmed Erraji porque decidió tirarse del puente, el contesta que “el miedo muchas veces nos miente, nos dice tú no puedes hacer esto, pero si te enfrentas, ves que es mentira y que si puedes”.
El hijo del mar

Pueblo de La Santa
Separándonos de estas dos personas nos vamos a otro caso que nos hace reflexionar del miedo de una forma distinta. Ahmed Erraji de cuarenta años es un bodysurfer, surfea solamente con su cuerpo y sus aletas en la isla lo conocen como El Hijo del Mar.
Ahmed Erraji ha surfeado en varias partes del mundo, Portugal, Marruecos, Canarias… se ha desmayado surfeando la ola de Nazaré, Portugal, se ha rotó el tímpano en Canarias… muchos lo describen como un pez más en el agua. Para él este amor a las olas grandes nació cuándo tenía cinco