Yo soy el pájaro copetón de la Plaza Bolívar de Mérida. Mido de punta a punta, entre 4 a 5cm. Mi plumaje es marrón y sobre mi frente campea un pequeño copete, motivo de mi nombre. Me alimento por lo general de mariposas, las cuales abundan en la Plaza. Por la tarde canto con frecuencia, mi trino es sonoro y melodioso, agradable al oído. Lo que les voy a contar es una injusticia que se comete contra mi existencia; después de que les narre y explique los hechos, ustedes me dirán si tengo razón en quejarme contra la tomadera de pelo (o de plumas en este caso), de un pájaro bribón. Ahí va el cuento: Resulta que hago mi nido, que me cuesta Dios y su ayuda, recogiendo ramita por ramita y hoja por hoja de la plaza, para allí albergar a mi futura familia. El nido que construyo tiene un diámetro de 4cm y una profundidad de 3cm, más o menos, es redondo y cuando lo termino (modestia aparte), tiene un agradable aspecto a la vista. Para realizarlo trabajo con la única herramienta de que dispongo: mi pico. El nido lo hago entre ramas de los pinos que rodean la Plaza en el sitio más escondido que pueda encontrar, para que justamente, nadie me lo encuentre y arruine. Ahora bien: Hay un pájaro negro, que vive en mi ambiente y su tamaño es dos veces el mío. Es muy canalla, se la pasa rastreando y buscando mi nido. A veces (cuando tiene éxito) este sinver-
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