Edición 165

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Palabra de Dios

Caminar en la fe de un pueblo Luis Esteban Reyes Perfecto, Teología III Escribe tus comentarios a: ecos_seminarioslp@hotmail.com Sé nuestro amigo en facebook: Seminario Guadalupano Josefino

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a experiencia del trabajo parroquial, es sin duda un aliciente en la formación de los futuros pastores, pues a través de ella, vamos palpando, experimentando, viviendo: los sufrimientos, las alegrías, los miedos, los triunfos, los fracasos, las expectativas, en fin, el caminar de la fe de un pueblo. Para esto, me permito compartir con ustedes la experiencia que he vivido a lo largo de estos meses en la hermosa, pero retante parroquia de la Divina Pastora. Dios nos enseña a amar y nos lo demuestra, por eso el acompañar a una comunidad apoyando a su párroco exige: preparación, audacia, convencimiento, creatividad y testimonio: eso es precisamente lo que queremos trabajar y vamos trabajando. La parroquia de la Divina Pastora, que se ubica en el municipio de Río Verde, ante las circunstancias que vivimos va pidiendo un acompañamiento cercano, responsable y fraterno; pero a la vez una formación no solo espiritual, sino también humana; es una parroquia algo distante y no cuenta con los recursos materiales suficientes, pero aún así, la tarea evangelizadora se lleva a cabo con un compromiso serio, comprometido y decidido centrado en la persona de Jesús. El Hijo de Dios al asumir nuestra condición sufrió dudas y tentaciones, conoció lo que es el miedo, compartió nuestras penas, se sintió despreciado, experimentó la soledad: eso mismo hoy vivimos, al llevar el mensaje de la Buena Nueva; experimenta-

mos muchas veces el desánimo, el miedo, la incomprensión, a veces la falta de fe, pero al contemplar a Cristo en la cruz, nos damos cuenta de que el trabajo, las motivaciones, lo que poco a poco podemos realizar es para la mayor gloria de Dios, por eso el trabajo parroquial requiere de una fuerte y sólida espiritualidad. Un corazón abierto a todos, eso es precisamente lo que vamos realizando en el trabajo pastoral, dispuestos a escuchar y trabajar con todos; el experimentar el gozo y la satisfacción de que vamos por buen camino, es indicio de que Dios va poniendo los medios y que el Espíritu Santo va trabajando para hacer de nuestra parroquia un verdadero encuentro con Dios que nos lleve a la conversión, porque al final solamente “siervos inútiles somos, sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer” (Lc 17, 10). El reto es difícil, las motivaciones son muchas, la tarea es exigente, pero es mejor la satisfacción de saber que como futuros pastores vamos desde ahora experimentando el calor, la confianza, la fe de un pueblo que espera mucho y que a la vez exige de aquellos que algún día estaremos con ellos como sacerdotes. Desde hoy tenemos que ir construyendo los cimientos y las bases para hacer de cada una de nuestras experiencias pastorales una oportunidad de caminar y de crecer a semejanza de Cristo pastor, Cristo esposo y Cristo cabeza.

“Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”

Evangelio según San Juan 20, 1-9 El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”. Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró. En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos. Palabra del Señor Gloria a ti Señor Jesús

Resurección La iglesia de Jesucristo, grita hoy a todo el mundo con una alegría indecible: que Cristo el Señor está vivo, no se quedó en el dolor, no se quedó en la cruz, la tumba está vacía; “el Señor ha resucitado”. Esta certeza le da sentido a toda nuestra vida, porque somos discípulos del resucitado; el Señor ha resucitado y no ha muerto jamás; esto es lo que alienta nuestra vida, nuestro trabajo, le da sentido a nuestras historias. El Evangelio de hoy es el testimonio de aquellos primeros que descubrieron la tumba vacía, y entendieron lo que el Señor Jesús decía, que creyeron en la hermosa noticia de la resurección. Es extraordinario el testimonio de María Magdalena, de San Juan, de San Pedro, que son quienes nos narran lo que con sus propios ojos contemplaron: la tumba vacía, lienzos y sudario bien acomodados, para enseñarlos que un ladrón no tendría ni el tiempo, ni el cuidado de dejar en esas condiciones el sepulcro. Al hombre aplastado con los disgustos y fracasos; el hombre destrozado por sufrimientos y problemas humanos; al hombre abatido por la enfermedad o por el miedo a la muerte, el día de Pascua le dice Jesús, con toda razón: levántate, sal del sepulcro, vive, camina como hijo de Dios. Esta es la buena noticia de la vida, la buena noticia de la Resurección, la buena noticia de la Pascua: “Cristo ha resucitado y estamos salvados” ¡Felices Pascuas de Resurección! Por Pbro. José de Jesús Cruz Rodríguez


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