Propósito de la ressurrección hwa

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¿Cuál es el propósito de la resurrección? Si el hombre tiene un alma inmortal, ¿por qué tiene que resucitar? Si la muerte de Cristo nos salva, ¿por qué tuvo que resucitar El? Por Herbert W. Armstrong

V

ivimos en una época de revolución mundial. Oímos hablar del FIN DEL MUNDO. Hoy afrontamos una incógnita dual que se refiere no solamente al hombre sino a la civilización también. Tenemos que hallar la respuesta a la pregunta planteada por el patriarca Job: "Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir?'" (Job 14:14). Esta época debe ser una de esperanza porque, aunque el mundo muera (como ha de suceder), habrá una resurrección de un mundo nuevo y mejor, un mundo de paz, un mundo de alegría, felicidad y abundancia. Ahora, como nunca antes, tenemos que comprender que el Eterno Dios está desarrollando un propósito aquí en la Tierra y que su gran plan incluye una resurrección dual: la resurrección del individuo y también la de un mundo que está muriendo. Poquísimos son los que tienen alguna idea de la naturaleza de esa resurrección. Una época singular. Vivimos hoy en una época diferente, totalmente diferente de cualquiera en el pasado. Estamos destinados, como ninguna generación anterior, a vivir en dos mundos. Sí, este mundo está muriendo. Este es el significado de la situación caótica mundial. Sin embargo, habrá una RESURRECCIÓN. Y entiéndase bien: El cuerpo que resucite no será el mismo cuerpo que murió. ¿Por qué estableció Dios la resurrección? ¿Cuál es su PROPÓSITO? ¿Qué significa? La mayoría de las personas llegan a creer que al morir en la cruz, Cristo completó el plan de redención de Dios: que lo hizo por su muerte. Más si la salvación fue completada y acabada en virtud de la muerte de Jesús, ¿por qué fue necesario que RESUCITARA de entre los muertos? Con frecuencia oímos decir que Cristo murió para salvar a los pecadores. Muchos creen que esto es tomado de la Biblia, pero se equivocan. Muchos creen firmemente que la MUERTE de Cristo nos da VIDA ETERNA, que es la sangre de Cristo, o sea su muerte, lo que realmente SALVA y da VIDA eterna. Muchos de nuestros lectores se sorprenderán al saber que ¡la Biblia NO DICE TAL COSA! Si en la Biblia hubiera tal afirmación, sería contradictoria y anticientífica. Entre todas las leyes conocidas por la ciencia, ninguna hay más fundamental ni más firmemente establecida que la ley de la biogénesis: que solamente la VIDA puede engendrar vida. La MUERTE no tiene poder para impartir VIDA. La vida no puede surgir de materia muerta. Lo vivo no viene de lo no vivo. Dios TODOPODEROSO creó esa ley. Entonces, ¿POR QUÉ fue necesario que Cristo derramara su sangre y muriera por nosotros? Entendamos.


La muerte no imparte vida. Las Sagradas Escrituras revelan que todos han pecado y que ¡la pena del pecado es muerte! (Romanos 3:23; 6:23). El castigo es la muerte, sí, muerte para toda la eternidad: ES UN CASTIGO ETERNO. La Biblia define e! pecado como trasgresión de la ley de Dios, de la inmutable e inexorable ley ESPIRITUAL de AMOR que se resume en los 10 mandamientos (I Juan 3:4). Dios estableció esa ley y la puso en acción para hacer felices a los hombres. Es el CAMINO a la paz, la prosperidad, la alegría. Es el CAMINO DE VIDA perfecto. Es el camino que nos permite DISFRUTAR la vida al máximo. El mundo está repleto de conflictos y guerra, temores y ansiedad, pobreza y miseria, descontento y sufrimiento, solamente porque los hombres han QUEBRANTADO aquella ley espiritual y santa. La salvación de Dios no sólo imparte vida eterna. Salvación significa MUCHO más que eso. Jesús vino para que tuviéramos vida eterna, pero también dijo algo más: "Yo he venido para que tengan VIDA, y para que la tengan en ABUNDANCIA" (Juan 10:10), ¡Que Dios nos ayude a entender! No se trata sólo de una existencia interminable sino de una vida plena, feliz, interesante, ABUNDANTE. SÍ... ¡Y PARA TODA LA ETERNIDAD! ¿Por qué se oculta Dios? Detengámonos a pensar. ¿Acaso impartiría Dios una simple EXISTENCIA sin fin para que viviéramos en estado de aburrimiento, vacío, desdicha y sufrimiento? ¡Ese sería el más cruel de los castigos! Dios ES AMOR (I Juan 4:8). El quiere que cada uno de nosotros aprenda la manera de disfrutar de la vida ¡para siempre! Al transgredir el camino de vida de Dios cada uno de nosotros ha traído sobre sí infelicidad y sufrimiento y se ha apartado del contacto con su Hacedor. El hombre es un simple mortal. La pena que se cierne sobre él es la MUERTE... y lo más seguro en la vida es que todos moriremos. Ninguno de nosotros tiene el poder para impartir vida eterna a sí mismo. Y estamos apartados de Dios Padre, el DADOR de la vida eterna. Sin embargo, tanto amó Dios al mundo que dio su Hijo unigénito para que si creemos en El no PEREZCAMOS, sino que tengamos el DON de la VIDA ETERNA (Juan 3:16). ¡Y ésta sólo puede venir por medio de Cristo! Más, ¿cómo? Jesucristo fue transformado del divino Verbo de Dios en carne humana mortal con el propósito de MORIR. Solamente Él, de todos los seres humanos, ha vivido sin pecado. Dijo: "He guardado los mandamientos de mi Padre" (Juan 15:10). Cuando derramó su sangre preciosa, cuando dio su vida, no estaba pagando la pena por sus propios pecados, ya que jamás pecó; no tuvo pecado alguno. Estaba pagando la pena NUESTRA, en lugar nuestro. Es la pena en que cada uno de nosotros incurrió por la desobediencia. Y ahora, si NOS ARREPENTIMOS de nuestras transgresiones y CREEMOS, no solamente EN CRISTO sino también su EVANGELIO , entonces la pena es pagada totalmente, somos reconciliados con Dios y tenemos ACCESO a Dios Padre. Entonces somos JUSTIFICADOS. La culpa de todos los pecados cometidos hasta ese momento queda BORRADA. Quedamos BAJO LA GRACIA, es decir, bajo el perdón inmerecido por nuestras transgresiones pasadas. No obstante, esta GRACIA no nos da permiso para seguir pecando. Como escribió el apóstol Pablo: "¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? ¡EN NINGUNA MANERA!" (Romanos 6:1-2). La justificación se refiere solamente a nuestro PASADO.


Ahora bien, ¿en qué estado se encuentra el que ha sido justificado? ¿Está SALVADO automáticamente? ¡De ninguna manera! No nos engañemos, pues la muerte de Cristo no imparte vida eterna. No somos salvos por la muerte de Cristo sino apenas justificados. Es decir, nuestras CULPAS DEL PASADO se borran y somos reconciliados con Dios. Esta es simplemente una preparación de la persona para que pueda ser salva. Ahora tiene acceso a Dios, de quien viene la vida eterna. La sangre de Cristo. La sangre de Cristo no nos imparte la salvación final y definitiva, y si Cristo hubiese permanecido muerto, JAMÁS habría salvación para nosotros. Esta es la gloriosa VERDAD. Este es el punto esencial: Uno se salva, es decir, recibe vida eterna, por medio de la RESURRECCIÓN de Cristo. La salvación no la otorga un Salvador muerto sino el Cristo VIVIENTE. Esto está explicado claramente en la Biblia. Abrámosla en Romanos 5:8-10 para verlo con nuestros propios ojos: "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por Él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la MUERTE de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos POR su VIDA". ¡Allí está! ¿Lo comprendemos? Por la MUERTE de Cristo se nos perdona, se nos justifica de nuestras culpas pasadas, somos reconciliados con el Padre. Mas no seremos salvos por su muerte sino ¡POR SU VIDA, POR SU RESURRECCIÓN! En I Corintios 5:7-8 el apóstol Pablo expuso un mandato para la Iglesia: "Porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que CELEBREMOS LA FIESTA". La Iglesia original que Jesús estableció guardaba la PASCUA y los Días de Panes sin Levadura, mas no observaba el Domingo de Resurrección. La Pascua es una conmemoración de la muerte de Cristo. Se observa en el aniversario de su muerte y representa nuestra justificación, la eliminación de nuestros pecados del pasado, o sea, nuestra RECONCILIACIÓN CON Dios. Por lo tanto, como dijo Pablo, SAQUEMOS EL PECADO DE NUESTRA VIDA, ya que eso es lo que representa la Fiesta de los Panes sin Levadura. Además, a diferencia de la Pascua, esta fiesta de Dios representa a Cristo RESUCITADO. Y así como Cristo murió por nosotros y RESUCITÓ de nuevo, al pueblo de Dios se le dice: "Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro" (Romanos 6:11). Sí, por la VIDA de Cristo. Salvos por su resurrección. La resurrección de Cristo hace posible nuestra resurrección a la vida inmortal como miembros de la familia divina de Dios. El es sólo el primero entre muchos hermanos. Nuestro don de vida eterna se genera no por la muerte de Cristo sino por su RESURRECCIÓN. Supongamos que Cristo hubiera permanecido muerto en el sepulcro. En tal caso, nuestra fe en su sangre, en su muerte, ¿nos habría SALVADO? Quien piense esto está confiando en algo falso. ¡Es hora de que conozcamos la VERDAD! Leamos esto en la Biblia: "Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, VANA es también vuestra fe... Y si Cristo NO RESUCITÓ, vuestra fe es VANA... Entonces también los que durmieron [murieron] en Cristo PERECIERON”... a menos que Cristo haya resucitado (I Corintios 15:14-18).


¿Podemos entender esta maravillosa verdad? Jesucristo no es un Salvador muerto. Resucitó de la muerte. Es nuestro Salvador viviente. Pero estuvo muerto. Se levantó, no de la vida sino de la muerte. Fue el Padre eterno y siempre viviente quien lo resucitó y le impartió vida eterna. Jesucristo se hizo hombre mortal con el PROPÓSITO de morir para pagar la pena de muerte por usted y por mí. Fue mortal. Murió. Nosotros somos mortales. Moriremos. No hay vida inmortal, ni posibilidad de la misma, en el hombre. Sólo Dios posee la inmortalidad inherente. Dios ES vida, vida inherente, ¡vida eterna! Solamente El tiene vida que DAR. Nosotros la tendremos solamente como DON suyo. No un alma inmortal. Las Sagradas Escrituras no enseñan que el alma que pecare seguirá viviendo para siempre, sino que "el alma que pecare, esa MORIRÁ" (Ezequiel 18:4). ¡Y todos los hombres han pecado! Usted y yo hemos pecado. Millones de personas han aprendido a odiar a otras. La gente aprende a odiar en tiempos de guerra. ¿Tienen estas personas vida eterna inherente? ¿Tienen un alma inmortal? ¿Hay en ellas algo de vida eterna? Nótese: "Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él" (I Juan 3:15). La Palabra de Dios dice claramente que tales personas no tienen un alma inmortal. A nuestro primer padre, Dios dijo: "Polvo eres, y al polvo volverás" (Génesis 3:19). No dijo: "El cuerpo que habitas es polvo", sino "polvo ERES". La Biblia dice que el hombre es mortal. En ninguna parte dice que sea inmortal. El hombre es carne mortal, sujeta a corrupción, ¡a muerte! Todos han pecado y la pena es muerte por toda la eternidad: ¡LA MUERTE ETERNA! Pero en Juan 4:24 está escrito: "Dios es espíritu", y luego: "Como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo" (Juan 5:26). Nótese también I Juan 5:11-12: "Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida". Cristo Jesús es un Salvador vivo. Murió a fin de pagar la pena de muerte por usted, para borrar su culpa pasada. Dios lo LEVANTÓ de la muerte para que usted pudiera recibir vida eterna. Jesús dijo: "Yo soy la resurrección y la vida" (Juan 11:25). Pablo escribió: "Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho" (I Corintios 15:20). ¿Por qué el evangelio del reino? La resurrección de Jesucristo hizo posible no solamente la salvación personal de cada uno de nosotros sino también la resurrección de este MUNDO. Cristo fue levantado de la muerte para ascender al trono de Dios Padre en el cielo y ser glorificado, para RECIBIR para sí los reinos de este mundo. Y Él prometió que si se iba, VENDRÍA DE NUEVO, esta vez como Rey de reyes y Señor de señores para GOBERNAR AL el poder sobrenatural de Dios, para establecer el feliz mundo de mañana. El MUNDO con evangelio de Jesús fue la buena noticia del reino de Dios: el reinado mundial de Dios. Las condiciones para entrar en ese reino glorioso y glorificado son las siguientes. Primero: "ARREPENTIRSE". El individuo debe arrepentirse de sus caminos, sus pensamientos, los caminos de este mundo, los caminos que han parecido rectos al hombre pero que son contrarios a la ley santa y perfecta de Dios. La segunda condición es: "CREER". Sí, creer el evangelio, creer en Cristo como Salvador personal.


Pedro, inspirado por Dios, señaló el camino: "Arrepentíos, y bautícese", dijo, "y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hechos 2:38). Este es el camino a la herencia eterna en el reino de Dios. Cuando ocurra la RESURRECCIÓN DE LOS JUSTOS, a la segunda venida de Cristo, se hará realidad lo que leemos en Apocalipsis 11:15: "Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y El reinará por los siglos de los siglos". Si nos arrepentimos, creemos y somos engendrados por Dios ahora, si VENCEMOS y crecemos en gracia y conocimiento, entonces nos sentaremos CON Cristo en su trono y recibiremos poder sobre las naciones para gobernarlas con vara de hierro como reyes y sacerdotes bajo Cristo, el Rey de reyes. Ahora demos un vistazo a aquel mundo de la RESURRECCIÓN, el glorioso y feliz mundo de mañana donde por fin habrá paz: "Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa del Eterno será establecido por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán a él los pueblos. Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte del Eterno, y a la casa de Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Eterno. Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra" (Miqueas 4:1-3). ¡QUE PRONTO AMANEZCA ESE FELIZ DÍA! Oremos: "Venga tu reino". IDD Chile


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