imponen sobre nuestra cabeza, dedos que se meten en nuestros oídos y saliva que desata nuestra lengua, la palabra de Dios en nuestra palabra y a través de nuestra palabra. Y esta palabra es palabra de salvación, de consuelo, de amor y esperanza. Siempre me llamó la atención el hecho de que Zacarías, padre de Juan el bautista, quedara mudo cuando recibió la noticia del nacimiento de Juan, y solo recuperó el habla cuando su hijo nació. Dice el evangelio de Lucas que cuando Zacarías escribió sobre una tablilla que su hijo se llamaría Juan, confirmando el llamado de Dios y la palabra de su esposa Isabel, “al punto se abrió su boca y se desató su lengua, y hablaba alabando a Dios”. Y entonces entonó un cántico conocido como el cántico de Zacarías, cuyas primeras estrofas dicen así: “Bendito el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, y nos ha suscitado una fuerza salvadora en la casa de David, su siervo, como había prometido desde antiguo por boca de sus santos profetas”. La lengua de Zacarías fue desatada para proclamar la salvación de Dios. Con ese mismo propósito fue desatada la lengua del tartamudo que vino al encuentro de Jesús. El cántico de Zacarías bien podría ser el cántico de aquel que era tartamudo y sordo, quien había recibido la visita del Señor y había sido redimido por la fuerza salvadora del amor de Dios. Termino con las palabras de Alejandra Meneses, una cristiana del Ecuador y portadora de discapacidad física:
La iglesia como referente de justicia, solidaridad y amor, está llamada a convertirse en una comunidad inclusiva, que no hace acepción de personas, sino que propicia y facilita el espacio para que todas las personas se sientan acogidas, sanadas, dignas y convocadas a ser parte de su misión. El Evangelio nos pide seguir el ejemplo del Maestro, quien sin pena ni vergüenza fue capaz de tener actos de amor concretos a favor de sus pequeñuelos y pequeñuelas, entre los que estaban las personas con discapacidad…es necesario que como iglesias comencemos a develar este problema que existe en nuestra sociedad y ser conscientes de que nos concierne como los llamados y las llamadas a ser sal y luz. Promover debates en torno al tema en nuestras congregaciones… discipular a las familias que tienen seres queridos con discapacidad acerca de la autoestima, la autonomía, la independencia, la forma de desarrollar sus habilidades sociales, recordando que la sobreprotección les hace más vulnerables a todo acto de violencia…todos y todas podemos hacer algo, y lo primero es salir de la lástima que nos inmoviliza y acomoda… éste es un problema que nos desafía a tomar una posición definida como discípulos y discípulas de Cristo, a fin de lograr que este grupo de personas históricamente marginadas y olvidadas, encuentren que las iglesias son espacios de gracia, amor y aceptación.
Que así sea.
“LA LUZ DE DIOS ES LA QUE ILUMINA NUESTROS PASOS Y NOS ALUMBRA EL CAMINO HACIA LA PAZ Y LA JUSTICIA”, DICE EL MENSAJE DEL CONSEJO MUNDIAL DE IGLESIAS ALC Noticias, 7 de diciembre de 2012 Traerá la justicia a las naciones… … No hará pedazos la caña quebrada, ni apagará la mecha humeante; Traerá la justicia por medio de la verdad. ISAÍAS 42.1, 3 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la dominaron. JUAN 1.3-5
El salmista describe la Palabra de Dios como una lámpara que alumbra nuestros pasos y nos guía en el camino de la vida. En las Sagradas Escrituras, encontramos muchas alusiones a la luz como símbolo de la gloria de Dios y de su mano que nos guía. Los artistas ulteriores utilizaron la luz en sus representaciones de la Natividad de Jesucristo: la luz de una estrella que brilla en el cielo, la luz que rodea a las figuras de los ángeles, el resplandor divino que surge de un pesebre para iluminar los rostros humanos. Isaías nos enseña que el siervo del Señor, en los tiempos venideros, avivará hasta el fulgor más tenue que brille entre las tinieblas. El himno de la encarnación que abre el Cuarto Evangelio proclama que la luz sigue brillando entre las tinieblas y que la muerte y la oscuridad nunca se superpondrán a la Palabra, la vida y la luz de Dios. Lo que la Palabra ha traído al mundo es la vida, y la vida es la luz de todas las naciones. Durante el próximo año, el Consejo Mundial de Iglesias centrará su labor y testimonio en una simple oración que servirá como tema de nuestra décima Asamblea: Dios de vida, condúcenos a la justicia y la paz. Durante los tiempos de Adviento, Navidad y Epifanía, somos especialmente conscientes del don de Dios de la luz, revelado en la Palabra eterna que se hizo carne, y que sigue habitando ahora entre nosotros. Esta es la luz que nos da esperanza en nuestro mundo actual a pesar de la desunión, el abuso, el odio, la violencia, la pobreza, la codicia y la corrupción.