Revista de la Biblioteca Nº3

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Reportaje

El día que cayó el muro Una noche, la del 12 de agosto de 1961, el telón de acero que había caído sobre Europa en 1945, cerró su última puerta. En una sola noche, en tan sólo unas horas, se levantó una alambrada y luego un muro que cortó Berlín en dos. Primero se extendió en forma de cadenas de policías y blindados, alambradas y obstáculos; y en pocos días una sólida pared fue creciendo y fortificándose. Al lado de ella, por la parte oriental, fueron floreciendo campos de minas y más alambradas desafiando a todos los que intentaran cruzar al otro lado. Pocos creían en 1961 que el régimen comunista se atreviera a partir en dos la vieja capital alemana y a dejar a los berlineses occidentales encerrados en una isla- tan sólo comunicada al principio por corredores aéreos-, pero así fue. Este régimen veía como día tras día eran más los ciudadanos que decidían irse a vivir al oeste y tomó esta decisión drástica, sin previo aviso. Todos los medios de transporte que comunicaban ambos lados de Berlín fueron detenidos. Sólo las líneas de metro de Berlín Occidental que circulaban bajo Berlín Este siguieron funcionando, aunque sin detenerse en las estaciones orientales, que con el tiempo se fueron convirtiendo en estaciones fantasma. Durante décadas, el muro desgarró familias. En aquella noche trágica en la que se levantó, muchos padres quedaron a un lado diferente de la ciudad que sus hijos o sus propios padres. Algunos nunca se volvieron a ver. A pesar de la consistencia del muro, siempre vigilado por miles de policías, fueron muchas las personas que intentaron huir de la parte oriental. Más de cinco mil lo consiguieron, utilizando todas las maneras que la imaginación ha sido capaz de crear para sortear los controles y las fronteras. Pero muchas también fueron arrestadas y sufrieron años de prisión. Más de doscientas murieron en el intento. La ciudad de Berlín se convirtió en el símbolo de la guerra fría y el país, Alemania, representó la división del mundo en una parte libre y otra no libre. Por increíble que parezca, el 9 de noviembre de 1989 el muro cayó de forma pacífica, sin un tiro, sin derramamiento de sangre, gracias a la protesta pacífica de miles de personas de la República Democrática Alemana que a lo largo de muchos meses habían perseguido el reencuentro con el otro lado. Entre la noche oscura de 1961 y la noche luminosa de 1989 transcurrieron 28 años, dos meses y veintisiete días de una historia alucinante que dividió Berlín, Europa y el mundo y cuya desaparición ahora celebramos.


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