ERRATA # 17 FEMINISMOS

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Este es uno entre los múltiples ejemplos de la transformación fundamental que el arte realizado por artistas mujeres introdujo en esos años en términos de representación. Nuevas iconografías y nuevos lenguajes involucraron la representación del cuerpo en sentidos muy diversos. Desde tal perspectiva, entendemos que las artistas mujeres introdujeron una radical (incluso la más radical) revolución iconográfica del siglo XX. De allí, el término emancipación se vincula a la autonomía de la sensibilidad, a la conquista de nuevos lenguajes y temas que hasta entonces carecían de representación, a un problema en torno a un conocimiento emancipador que proveyó un instrumental de representaciones antes inexistentes. La experiencia de lo femenino se desdobló en infinitas problemáticas que expandieron en forma inusitada el terreno de las representaciones de sus cuerpos y de sus emociones. El cuerpo femenino, representado hasta entonces en forma predominante como objeto de deseo masculino, o circunscrito a los cánones de comportamientos que la sociedad pautaba para la mujer (como madre, como trabajadora en el hogar o en la fábrica), mutó en infinitas representaciones que erosionaban, replanteaban y minaban los estereotipos de lo femenino. Lo vedado o lo prohibido eran objeto de representación. El mandato materno o el tabú de la sangre menstrual se volvían objeto de cuestionamiento y visibilización. En tal sentido, temas que hasta entonces no existían en el terreno del arte inauguraron un nuevo territorio. Sin embargo, aun cuando este giro se constata desde el conjunto de imágenes que este periodo del arte provee, no todas las artistas mujeres llevaron adelante tal revolución de una manera consciente, enunciativa. Fueron muchas las formas de situarse en el campo del arte y distintas las maneras en las que se presentaron a sí mismas como artistas. En tal sentido, la relación entre arte y feminismo es compleja y hace necesarias las diferenciaciones. En el arte de América Latina y en el que desarrollaron las artistas chicanas y latinas en los Estados Unidos, así como en el terreno de la reflexión y la investigación sobre el arte, es posible diferenciar al menos ocho posiciones o estrategias que señalan un campo de intervenciones diferenciadas: 1. En relación con la conexión entre artistas mujeres, militancia feminista y militancia política, entendemos necesario introducir varios aspectos con el fin de establecer una diferenciación preliminar. Marta Lamas (1991) describe cómo en los años setenta, en muchos países de América Latina las feministas eran desacreditadas por la izquierda como «agentes del imperialismo yanqui», por la derecha como «criminales abortistas», y por los medios como «lesbianas antihombres». Fue solo a partir de los años ochenta que el feminismo en América Latina comenzó a ganar respetabilidad, tanto en política como en la academia. Puesto que el feminismo estaba imbuido de la ideología de la izquierda, el arte era percibido como una actividad burguesa, vaciada de los claros principios políticos de las causas por las que el feminismo militaba. Al ver los dos videos de los dos primeros Encuentros Feministas —«Llegaron las feministas», Bogotá, 1981, producido por Cine Mujer, y el segundo en Lima en 1983—, se explica cómo en Colombia, aunque los trotskistas buscaban a las feministas y estaban interesados en sus causas, no les daban la 42


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