El Espectador Global Nº 3

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DESCUBRIENDO AMÉRICA Una cosa es cierta: tras su declaración ante la Comisión de Servicios Financieros, en los corredores de la administración Obama el entusiasmo por el presidente de la Fed ha bajado varios enteros. La “solución” de resolver los déficits inyectando inflación en el sistema ha tenido siempre defensores resueltos en el campo de los neo-keynesianos y los socialdemócratas y ahora la repentina fascinación de los expertos del FMI por la inflación como panacea anti-déficit forma parte de esa peculiar corriente de opinión dentro del debate económico. En el trasfondo, a un año de la inauguración del presidente Obama, las dos preguntas que todos se hacen. Primero, ¿ha funcionado el paquete de estímulo para algo más que para salvar in extremis a un sistema financiero presa de sus propios excesos? Y, en segundo lugar, ¿se puede dar por terminada la Gran Recesión o estamos simplemente en un respiro, antesala de una nueva caída generalizada de la actividad económica? La respuesta a la primera sería afirmativa pero con muchos matices y a la segunda, con casi total certeza, negativa. El fuerte crecimiento de un 5,9% en el último trimestre de 2009 es una buena noticia para la economía y excelente para la administración Obama, muy necesitada de éxitos que presentar a una opinión pública descorazonada por el impacto de la crisis sobre las finanzas familiares. Pero más allá de las relaciones públicas, el mal comportamiento del empleo, en plena ruptura estadística, augura un futuro incierto y pone en cuestión la lógica de los programas de estímulo del gobierno.

Recuperación o preludio de una recaída ¿Puede hablarse de recuperación de la economía americana? En términos anuales, o sea, comparando con el pasado inmediato, un 2009 desastroso, sin duda; en 2009, la economía se contrajo un 2,4%, el peor año desde 1946. Pero si se enmarcan los resultados en un cuadro temporal más amplio, el diagnóstico ha de ser más sobrio, con bastantes interrogantes en cuanto a la firmeza y la sostenibilidad de la mejoría del enfermo, no hablemos ya de la duración previsible de la convalecencia. Empleo en Estados Unidos. Varones 25-54 años (millones)3 Luego, obviamente, se puede entrar a valorar lo adecuado del tratamiento. El crecimiento del cuarto trimestre de 2009 reflejaría un incremento de la inversión de las empresas y una mayor creación de inventarios, peligrosamente reducidos durante los trimestres anteriores. Lo cual no quiere decir que la mayoría de las empresas hayan vuelto a niveles de inventario “normales”. Por otra parte, pese a una tímida mejora en enero, el consumo sigue su tónica agarrotada. Es inevitable que el gasto de los consumidores, que representa el 70% de la economía, se resienta por un desempleo de 9,8%, pero además se percibe un cambio profundo, y muy probablemente duradero, en los comportamientos de los consumidores. La gran pregunta, clave para la sostenibilidad, es que si se va a producir a corto plazo un repunte claro en el mercado de trabajo, la dimensión de la economía en que la recuperación es más lenta. Las nóminas cayeron en 22.000 el mes pasado tras un descenso de 150.000 en diciembre. Los EE.UU. han perdido ya 8,4 millones de empleos desde el comienzo de la recesión en diciembre de 2007, la mayor desaceleración desde la Segunda Guerra Mundial. La pérdida de empleo en enero hubiera sido mayor (53.000) si no hubiera habido una contratación masiva por parte del gobierno federal. Irónicamente, de esos 31.000 empleos públicos 9.000 fueron creados para

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