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de octubre de 2004. Teatro del Ateneo

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gos. El de la privación de la libertad de los habitantes originales de nuestra tierra lo tenemos en Guarionex de Borinquen (1963), de Julio Marrero Núí\ez. La lucha de los autonomistas contra el despotismo español relumbra en Román Baldorioty de Castro (1947), de Cesáreo Rosa-Nieves, y en El hombre terrible del 87 (1968), de Marrero Nú.ftez. El Grito de Lares en Mariana o el alba (1965), de René Marqués. El empef\o emancipador de los nacionalistas en el siglo que corre ha fecundado obras como La muerte no entrará en Palacio (circa 1955) y La casa sin reloj (1961) de René Marqués. El choque entre nacionalistas y asimilistas también puede verse en esas obras y en Encrucijada (1958) de Méndez Ballester. La critica política al Estado Libre Asociado se formula en las obras de René Marqués que he mencionado y en Sacrificio en el Monte Moriah ( 1969). La guerra de Vietnam provocó fuertes criticas en los dramas de Jaime Carrero: Flag Inside, Capitán F4C y El caballo de W ard ( 1966-1968). Los ajetreos de la vida política estimularon a Luis Rechani Agrai a damos una obra maestra: Mi señoría (1940). La burocracia en los procedimientos administrativos del gobierno inspiró a César Andreu Iglesias a escribir El inciso hache (1962).

Muy relacionado con la anterior está el tema de la vida de los puertorriquel'los en los Estados Unidos, más específicamente, en Nueva York, cultivando con persistencia. Así lo podemos ver por ejemplo, en Esta noche juega el joker ( 193 8), de Fernando Sierra Berdecla, La carreta (1952), Las ventanas (1967), de Roberto Rodrfguez Suárez, y Pipo Subway no sabe reír (circa 1968) de Carrero. También implicito en todo lo previo está el tema del conflicto cultural. Los antagonismos politicos y económicos se deben en parte a las importantes diferencias entre la cultura de Puerto Rico y la cultura norteamericana, a la vez que tienen repercusiones en ambas. Pero más explicitamente, La carreta (1952) trae a flor de conciencia el conflicto. Y este tema destella en obras de Francisco Arriví: Medusas en la bahía (1955-1956), Vejigantes (1958). (Puertoniqueflistas vs. asimilistas). Y también en Encrucijada (1958) de Méndez Ballester. Una de sus últimas manifestaciones la encontramos en El caballo de Ward, de Jaime Carrero. Como parte de esa preocupación con las cuestiones nacionales debemos estimar el cultivo de obras históricas; intento de comprender e interpretar nuestro pasado. En La resentida (1944) Enrique A. Laguerre enfoca la época de los "tiznados". Emilio S. Belaval aborda el nacimiento de la nacionalidad en La Hacienda de los Cuatro Vientos (1958). René Marqués se interna en el estallido libertador de Lares en Mariana o el alba (1965). Ya he mencionado obras históricas de Marrero Nú.ftez y de Rosa-Nieves. La segunda categoría incluye temas más generales, en que Puerto Rico puede estar incluido o no estarlo. Son numerosas las obras que se ocupan de lo que yo llamo "critica de la civilización contemporánea". Podemos constatar enfoques abarcadores en La presa de los vencedores (circa 1939) y La muerte

( de Be lava!. El sistema capitalista suscita fuertes criticas en El milagro (1958), de Méndez Bailester, en La vida (1959), y en Cielo caído, de Belaval. El industrialismo, el maquinismo y el culto desmesurado a la tecnología han sido vigorosamente atacados en obras como La feria (1963), de Méndez Ballester, La carreta y El apartamiento ( 1964) de René Marqués y en Coctel de Don Nadie (1964) de Francisco Anivf. Los prejuicios raciales, dentro y fuera de Puerto Rico, han sido objeto· de severas criticas en Medusas en la bahía, Vejigantes y Sirena (1959), de Arrivi, y en El sol y los Macdonald(l947) y Sacrificio en el Monte Moriah, de Marqués. Por cuanto en el teatro siempre se plantean los problemas relativos a la conducta del hombre, los valores éticos constituyen una preocupación fundamental Pero hay obras donde la crisis de los valores éticos es tratada con mayor especificidad. Por ejemplo, en Cosas de familia (1940), de René Jiménez Malaret, en La resentida, de Laguerre, en las obras mencionadas de Arrivl, en Cristal roto en el tiempo (1960), de Myrna Casas, y en Un niño azul para esa sombra (1960), de René Marqués. El tema del amor, como es lógico, ha recibido vasta atención. Tenemos la visión estático-lirica de Belaval en Cuando las flores de pascua son flores de azahar (1930). Pero la conciencia problemática amanece en La escuela del Buen Amor (1941) de Fernando Sierra Berdecfa. Belaval explorará esa conciencia en La vida, Cielo caído (1960) y Circe o el amor (1 962). Enfoques más realistas o naturalistas, si se quiere, encontramos en El Padrote (1965) de Marrero Núiiez, y en "Las cuevas de Caliche", de Retablo y Guiifol de Juan Canelo (1967) por Gerard Paul Marfn. La educación sexual ya es abordada por Sierra Berdecfa en la obra que he mencionado. Pero de ella también se ocupó Méndez Ballester especialmente en Arriba las mujeres (1968). El matrimonio como institución es objeto de criticas en Club de Solteros (1951) de Francisco Arrivl y en La trampa (19631 974) de Myma Casas. Vinculado a esto se halla el tema de la liberación de la mujer, que puede trazarse deste Esta noche juega el jóker y La Escuela del Buen Amor de Sierra Berdecla, pasando por La vida, de Belavat, hasta Arriba las mujeres, de Méndez Ballester, y La pasión según Antígona Pérez (1968), de Luis Rafael Sánchez. Mientras que René Marqués se aproxima a los problemas de la homosexualidad y del incesto en David y Jonatán y Tito y Berenice ( 1970). La experiencia religiosa y sus proyecciones institucionales han sido también motivo de inquietudes por parte de nuestros dramaturgos, sobre todo a partir del cincuenta. Vinculada a la materia religiosa hallamos la superstición, la magia, etc. A si puede verificarse en obras como El casorio (1957) de Roberto Rodrfguez Suárez, El milagro, de Méndez Ballester, La hiel nuestra de cada día (1960), O casi el alma (1964) y La pasión según Antígona Pérez (1968) de Luis Rafael Sánchez. En esta obra y en Sacrificio en el Monte Moriah y David y Jonatán, de René Marqués, se exploran los lazos entre religión y poder polltico.

Uno de los temas más importantes, que requeriría cuidadoso y prolijo análisis, es el del tiempo en la dramaturgia de Marqués. Se puede trazar el tema por lo menos desde El sol y los Macdona/ds (1947), pasando por Los soles truncos (1958), La casa sin reloj (1961 ), Un niño azul para esta sombra, El apartamiento (1964), hasta Tito y Berenice. Aunque la condición humana es un tema general que está en el fondo de toda obra de teatro, se puede afmnar que se halla más directamente asediado en El hombre y sus sueños (1946) y El apartamiento, de Marqués, así como En el principio la noche era serena ( circa 1959), de Gerard Paul Marín. Estos dos autores dramáticos en esas obras y en otras se inquietan con los problemas concernientes a las relaciones entre el creador (el artista) y sus creaturas. Son muchos más, desde Juego, los temas tratados en nuestra literatl.lra dramática del periodo que nos importa. Me he limitado a sefl.alar los principales, ya que los otros han sido mencionados por mf en el estudio que precede a estas Observaciones Finales. Ahora quiero decir algo sobre los tipos de teatro. Estoy consciente de que estas clasificaciones son siempre injustas y que hay obras que no caen necesariamente bajo una sola de ellas. La primera clase de teatro la calificarla de "realista-naturalista". Se le puede llamar teatro mimético o de identificación de nuestras realidades. En esta forma, tanto el autor como el lector intenta conocer a fondo lo que somos y lo que hemos sido. Dentro de esta categoría tendrlamos obras como El clamor de los surcos, Tiempo muerto, de Méndez Ballestee. La carreta, de Marqués; El casorio, de Rodrlguez Suárez; Eugenia Vlctoria Herrera (1964), de Myma Casas; Bienvenido don Goyito (1965), de Méndez Ballestee, y El Padrore, de Marcero Núi\ez. El segundo tipo seria el que yo llamo "simbólico-alegórico". Casi se podría decir que esta clase prevalece de 1950 hasta la fecha. Mencionaré sólo algunas obras importantes: La muerte (1950), de Belaval; Los soles truncos (1958) de Marqués; Cristal roto en el tiempo ( 1960) de Myma Casas; Un niño azul para esta sombra (1960) de Marqués; Circe o el amor (1962) de Belaval, y Sacrificio en el Monte Moriah (1969) de Marqués. Hay un tercer tipo al que califico de "lirico". Ahf tendríamos obras como Cuando las flores de pascua son flores de azahar (1939) de Belaval, El murciélago (1955) de Arrivi, Guarionex de Borinquen (1963) de Marcero Núi\ez y La dificil esperanza ( 1965) de Ana Inés Bonnin Armstrong. Se puede hablar, finalmente, de un tipo de teatro acuciadamente experimentalista, como Jo podemos ver en Absurdos en soledad (1963) y La trampa, de Myma Casas, en El apartamiento de René Marqués; en Cielo caído (1960) de Belaval, y en Coctel de Don Nadie de Arrivi. Creo que el teatro de marionetas encamadas por actores, como lo tenemos en Club de Solteros ( 1951) de Arrivf, y en Retablo y guiñol de Juan Canelo (1958-1962) de Gerard Paul Marfn, participa más bien de un carácter simbólico-alegórico. En cuanto a las influencias, éste es un terreno escabroso y todo lo que yo diga aquí sobre este asunto debe ser tomado como grano de sal. Homero y Platón repercuten en Circe o el amor de Belaval. La Biblia ha inspirado obras como Sacrificio en el Monte Moriah y David y Jonatán de René Marqués. Tito y Berenice, también de Marqués, se inspira en un episodio de la historia de Roma. La comedia del arte y el teatro de marionetas europeo repercuten en Club de Solteros y en Retablo y guiñol de Juan Canelo. También en estas obras es posible que haya influencias de Moliere y de García Lorca. La comedia espafiola del Siglo de Oro ha dejado su huella en Román Baldorioty de Castro, de Rosa-Nieves. En este drama y en Guarionex de Borinquen hay ecos del teatro romántico del siglo diecinueve. La linea lbsen-Strindberg-Eugene O'Neill es posible que se haya prolongado, hasta cierto punto, en El sol y los Macdonald, Un niño azul para esta sombra, de Marqués, y en Eugenia Victoria Herrera y Cristal roto en el tiempo, de Myma Casas. La labor de William Faulkner y de Tennessee Williams tal vez haya tenido algún eco en Los soles truncos de Marqués, Cristal roto en el tiempo de Myrna Casas y Los ángeles se han fatigado, de Luis Rafael Sánchez. La filosofia vitalista de Ortega y Gasset parece animar gran parte de la obra de Belaval: La muerte, La vida, Circe o el amor. Ortega y Max Scheler quizás hayan tenido algo que ver con La resentida de Laguerre. Me parece vislumbrar algunos recursos pirandellianos en Club de Solteros de Arrivl, El apartamiento de Marqués y Absurdos en soledad de Casas. La técnica de la exposición expresionista, con desfile narrativo de imágenes y posible influencia del teatro épico de Brecht se hacen sentir, a mi juicio, en las últimas obras de Myma Casas, René Marqués y Luis Rafael Sánchez. La influencia de Freud me luce extensa. Huellas de psicoanálisis pueden ser percibidas por ejemplo en María Soledad ( 1946) de Arriví, El sol y los Macdonald y Un niño azul para esa sombra de Marqués, De tanto caminar de Piri Femández de Lewis y Los ángeles se han fatigado de Sánchez, entre otros. Erskine Caldwell posiblemente influyó en El clamor de los surcos y Tiempo muerto de Méndez Ballester. El existencialismo es criticado en La muerte de Belaval. Ese movimiento filosófico influye en René Marqués, especialmente en La casa sin reloj y El apartamiento. También en Absurdos en soledad de Casas. Becket y Ionesco probablemente reflejan algo de su quehacer en El apartamiento de Marqués, en Absurdos en soledad y La trampa de Casas. Este cuadro de influencias revela a las claras que el dramaturgo puertorriqueflo se ha mantenido alerta y sensible a todas las corrientes más importantes del pensamiento y de la creación literaria contemporánea. Para terminar. Creo que se puede deGir que el proyecto de un teatro nacional, esbozado por Belaval a fmes de la década del treinta, se ha realizado en buena medida. Podemos mencionar como hitos en la trayectoria de ese teatro las siguientes obras: El clamor de los surcos, La carreta, Vejigantes, Los soles truncos, La Hacienda de los Cuatro Vientos, Euge-

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nía Victoria Herrera y La hiel nuestra de cada día. El espíritu de innovación y de renovación, preconizado por Belaval y otros, se ha mantenido vivo y agresivo no sólo en los nuevos dramaturgos -un René Marqués, una Myma Casas, un Luis Rafael Sánchez, un Jaime Carrero-- sino también en los anteriores como Méndez Ballestee y el propio Belaval. Ello ha hecho posible los más audaces experimentos, aunque nuestros escritores tienden más bien a ser moderadamente innovadores. La emergencia de lo que llamo "teatro de critica de la civilización (o de los males de la civilización) contemporánea", especialmente en Belaval y en Méndez Ballester, a mi juicio nos apartó de la ruta bosquejada por Areyto. Sin duda existen razones para ello; ( 1) la creciente conciencia de los problemas del mundo, estimulada por fenómenos como la Segunda Guerra Mundial y el existencialismo; {2) los llamados "afias de prosperidad" (falsa o verdadera), durante las décadas del cincuenta y del sesenta, hicieron perder, al público de la clase media, conciencia y sensibilidad de los problemas del pafs, y, (3) la indiscutible continuidad y relación entre varios de esos problemas y algunos del resto del mundo. Pero ello no quiere decir que ese teatro se reduzca a un mero registro de problemas y menos aún a una colección de enfoques negativos. A través de él Puerto Rico ha dado testimonio de cómo el hijo de esta tierra ha vivido cada momento histórico como parte de la totalidad del mundo contemporáneo. Puerto Rico ha hecho saber de esta manera que tiene su propia voz en la comunidad universal. Pero el logro mayor ha sido la creación de un corpus de literatura dramática nacional. Ya se puede hablar sin vacilación alguna de la existencia de un teatro puertorriqueño, con autores, obras y problemas nuestros. Gran parte de la trayectoria de este teatro es la que hemos esbozado en este trabajo, desde Belaval y Areyto hasta Luis Rafael Sánchez. A pesar de las dificultades que enfrenta ahora y que tendrá que encarar, se puede sostener que nuestra literatura dramática tiene un porvenir. Pero, ¿cómo habrá de ser el teatro del futuro? Es una pregunta que sólo podrán contestar las jóvenes generaciones.

FIN

JOSErvnLIO GONZÁLEZ PONENCIA HACIA UN NUEVO 1EA'IRO PUERTORRIQUEÑO

Son numerosos los problemas a que hace frente el teatro en Puerto Rico y sobre ello se hablará largo y tendido -estoy seguro-- en este simposio. PerQ también es mucho lo que se ha adelantado en la historia de nuestro teatro. Para mf, la época decisiva del siglo veinte fue la correspondiente al periodo 1930-1960 en que se creé, a mi juicio, el nuevo teatro nacional. Ella significó el progreso más grande después de la fase inicial en la centuria pasada con Alejandro Tapia y Rivera, Salvador Brau y Ramón Méndez Quifiones. Entre los creadores del nuevo teatro nacional figuran, con dimensiones magníficas, Emilio S. Belava], Manuel Méndez Ballester, Francisco Arrivl, René Marqués, Fernando Sierra Berdecla, Myma Casas, Gerard Marfn, Luis Rechani Agrait, Luis Rafael Sánchez, Leopoldo Santiago Lavandero, Victoria Espinosa, José Lacomba, Madeline Willemsen, Lucy Boscana, Angelina Morfi, Rafael Saldafla, y tantos otros que colaboraron en aquel maraviiJoso movimiento. Perdónenme si no los nombro a todos como se merecen. El proceso duró tres décadas pero ya hacia la del sesenta se comenzaron a insinuar las primeras seftales de decadencia. Además de las obras, algunas de las cuales espero que se han de seguir representando por mucho tiempo en nuestras salas, y del impulso que emergió de aquella vasta y complicada actividad teatral hacia la creación de lo que es hoy el Centro de Bellas Artes --esta es otra historia cuya narración exigirla mucho tiempo-- se lograron otros fines. Para mi uno de los más importantes es la formación de un público de teatro ¡por fin! en Puerto Rico. Esto creo yo, ha sido un acontecimiento capital, pues sin ese público decisivo que nació al calor de los afios cincuenta y sesenta, no existirla hoy, probablemente, teatro en Puerto Rico. Ese público nuevo, gestado en el seno del nuevo teatro nacional, ha sido el puente tendido entre el pasado inmediato y el presente, cimiento que hace posible una continuidad y promete cosas buenas para el futuro. Que ese público está siendo aprovechado y explotado por viles intereses comerciales, según me observan algunos amigos, estoy de acuerdo. Aun ad· mito que tal público es constantemente desorientado por los artilugios de la propaganda comercial, por la televisión, la radio y los periódicos. Con todo esta ahí, disponible, anheloso tal vez de obras serias, fundas, ricas de sentido. Y no solamente están los mayores que vivieron aquella gloriosa época que he mencionado, sino que he ahf a los jóvenes, que pese a

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los malos tiempos, se han acercado al teatro, estimu- Todo lo que acabo de mencionar es fausto lados --tal vez-- en muchos casos por el amor a la es- hasta cierto punto, pues quiere decir que contamos cena que aprendieron de labios de sus progenitores. con más recursos que antes. Lo triste es que hoy soEse público debe ser uno de los pilares del nuevo mos indigentes en medio de nuestra (relativa) abunteatro puertorriqueí'io y hay que conservarlo --y au- dancia. mentarlo numéricamente- a como dé lugar. Y, ahora, confronto un problema muy serio. Sé perfectamente bien que hay otros proble- Y es que yo no creo que uno deba indicarle a los aumas de urgencia y de organización para nuestros tea- tores --que son la punta de lanza de la creación-- como tristas, entre ellos los que atatlen a los derechos de hace sus obras. En otras palabras, no creo en una tearepresentación, publicidad, regalías de autor, etc. rfa normativa del arte. Por lo tanto, debo respetar, Pero todo ello, importantísimo como es está sujeto a desde el mismo punto de partida, la creatividad carneque se colme una necesidad imperiosa, la de crear un terística de cada artista. Aquí solo me propongo sugenuevo teatro puertorriquefto. Y enseguida debo escla- rir algunas ideas sobre un recer que no hablo de un r------------------. ño nuevo . teatro puertorriquenuevo teatro en el sentido de una ruptura con nuestro pa- "Pero eso J ue b a arcar el pasado, El pasado siempre presente. Lo está en la está missado. Eso de las rupturas en su integridad, y meterlo en un ma lengua que habíamos o está muy de moda. Y a renglón seguido declaro que hay saco J ue b asura Y · ¡ tzrar 0 por ¡ a escribimos, a para repudiarla. veces hasta El problema rupturas que se imponen ventana, me parece un acto de im- fundamental que los puertoporque hay que poner fin a perdonable frivolidad. , rriqueftos heredamos en este prácticas malas del pasado. siglo es la dominación poliPero eso de abarcar el pasa- tica y económica de nuestro do, en su integridad, y meterlo en un saco de basura país por los Estados Unidos. De ese acontecimiento y tirarlo por la ventana, me parece un acto de imper- emanan múltiples problemas. Algunos de éstos han donable frivolidad. Debo aclarar, de paso, que tam- variado con el tiempo. Hemos pasado de una sociedad poco ese es un acto revolucionario para aquellos que eminentemente agraria a una comercial e industrial, se creen que la revolución consiste en botar la bafiera por ejemplo. La norteamericanización de Puerto Rico con el bebé adentro. El nuevo teatro no puede, no de- en los sectores comercial, y tecnológico es creciente e be, negar todo lo que ha habido de creador auténtico innegable. Somos un pafs latinoamericano sometidos en el pasado de Puerto Rico, pais que no nació ayer. a una agresión cultural constante por parte de las caEs obvio que el nuevo teatro puertorriqueflo tiene que pas d.irectoreas de los Estados Unidos. Estos grupos partir de las circunstancias actuales de nuestro pue- que manejan a la nación norteamericana poseen la heblo. gemonfa en los campos de la comunicación electróniPerdóneseme que por el momento incurra en ca y ejercen su prepotencia en las áreas de educación el pecado de Pero Grullo: el teatro es una forma lite- pública y privada. La adicción a drogas en los Estacaria y artfstica con inescapables vmculos sociales. El dos Unidos ha generado un mercado gigantesco. teatro es un espejo de la sociedad, y como los espe- Puerto Rico, al igual que la República Dominicana, jos, puede reflejar superficial u hondamente, claro u Haití y México son hoy vías de tránsito para los roeroscuro. Como los espejos el teatro puede ser liso, caderes de la droga. Uno de sus efectos: el problema monótono, como el tope de un escritorio, pero puede de la adicción a drogas se ha intensificado enormeser cóncavo, convexo, accidentado, destellante de mente. Y con ello se han multiplicado los robos, los imágenes, colores y sugestiones. asaltos, los atracos y los homicidios. Hoy, en Puerto Creo que estamos pasando por una crisis del Rico la gente vive atrincherada detrás de rejas y es peteatro en Puerto Rico. ¿En qué consiste la crisis? ligroso caminar de noche por las calles. Otro de nuesPara mi, tiene muchos aspectos, naturalmente. Pero tros grandes males es el consumo superfluo de bienes el principal, radica en que acabada la época en que se y servicios que no se necesitan. En otras palabras, "el templó el nuevo teatro nacional --a la que he hecho mundo enfermo" de que nos hablan las Crónicas de ya alusión-- no ha surgido nada que hecho ya alusión Manuel Zeno Gandfa no ha desaparecido, pero las en- no ha surgido nada que pueda sucederla, con igual fermedades de fines del siglo veinte son distintas a calidad y trascendencia. las que preocupaban a nuestro gran novelista. Representaciones teatrales, algunas buenas, Los creadores del teatro nacional en nuestro la mayoría mediocres, las restantes insoportablemente siglo encararon con valentía los problemas de aquellas malas, las hemos tenido. Pero con respecto a la crea- décadas del cuarenta, del cincuenta y del sesenta, con ción de un nuevo teatro puertorriquefio, muy poco se los rezagos que dejó la Segunda Guerra Mundial, el ha hecho, si es que se ha hecho algo. proyecto de "Manos a la Obra", el del Estado Libre Hoy tenemos más salas de representación Asociado, la liquidación de los latifundios azucareros, que nunca, pero jamás suficientes. Es muy posible la creación de las Autoridades gubernamentales, los que tengamos más actores y actrices que en los cin- problemas de la justicia social, y luego la Guerra de cuenta y en los sesenta, y también más directores, di- Corea y la subsiguiente Guerra de Vietnam. Además, rectrices, escenógrafos, luminotécnicos, etc. La canti- los autores de aquel tiempo ·- un René Marqués, un dad se ha incrementado, pero la calidad no. Emilio Dfaz Valcárcel, un Pedro Juan Soto ·- para