ROMPER BARRERAS

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ROMPER BARRERAS Sé justo, se valiente.

Conny Chávez DREAM TEAM

“La discapacidad no te define; te define cómo haces frente a los desafíos que la discapacidad te presenta.” - Jim Abbott

¿Qué sueles hacer al levantarte? Ver el sol ¿No?, pero imagina que no puedes ver nada, la alarma suena, y simplemente se convierte en la señal que indica que el sol ha salido y un nuevo día acaba de empezar. Así son los días de Ramiro, un pequeño cómo cualquiera, pero con una cualidad que lo hace único.

Ramiro, conoció la belleza del cielo, los ojos de su madre, las manos de su padre al conducir ese auto de vivo color rojo y reluciente, y la sonrisa de su amigo incondicional. Desafortunadamente, un fatídico accidente, oscureció todo aquello de lo que Ramiro podía captar a través de aquellas ventanas, de las cuales un día se cerraron.

Hicieron hasta lo imposible por lograr que Ramiro pudiera ver, gastando tanto dinero, que al final no pudo solucionar esta gran tormenta, dificultando así que él pudiera asistir a una fundación dónde lo pudieran ayudar; pero el cariño y el amor jamás faltaron.

Alex y Ramiro, fieles amigos desde el kínder, compañeros de aventuras, donde lo único que los separaba era el timbre de entrada y la hora de dormir, eran imparables. Alex, capaz de ver el color del amanecer, y como se ocultase el atardecer, mientras que Ramiro, simplemente percibía aquella belleza que con tanta delicadeza y entusiasmo con la que Alex podía contar.

—¡Vamos cerca de

Ramiro! ¡Pásame la pelota, ti! —dijo insistiéndole una vez

está más.

—¿Si sabes que no puedo ver verdad? —menciono Ramiro con indignación—, ¡No sé por qué sigues insistiendo!

—¡Es qué no es eso! —dijo cruzando de brazos—, hace unos instantes tú mismo le pegaste a la pelota, ¡Sin que yo te dijera dónde estaba! Y por un momento, pensé que tu vista había vuelto —dijo con tristeza —¿Enserio crees que vuelva pequeño Ramiro sentándose

a al

—No posible

haré todo lo —aseguraba Alex

estoy por

seguro, pero ayudarte

ver? —dijo lado de

el él

—¿Sabes? A veces extraño mucho poder ver la televisión, poder ver los colores de los personajes del libro que mi mamá solía leerme, ¡Ah! e ir a ver a los animales de la granja de mi abuelito, ¡Era algo increíble!, pero, luego del accidente, muchas personas suelen preocuparse mucho por mí, ¡Si yo ya soy un niño grande! Aun que, a veces si necesito ayuda —dice de frente a Alex— Pero, ¡Gracias por ser mi amigo y acompañarme!

Todo ha sido tan difícil, pero Alex siempre acompañaba a su amigo donde fuera, y claro, donde mamá y papá lo permitieran. El otro día los pequeñines fueron por sus golosinas favoritas a la tienda de Doña Julia, una señora con un corazón inmenso, a quién le encantaba atender a estos dos camaradas; ella siempre estaba dispuesta a apoyarlos y a siempre darles un buen consejo acompañado de un apapacho: —¡Buenos días Doña Julia! —decía Ramiro con mucha alegría e intentando con su bastón encontrar la grada que lo acercaría hacía la ventana donde Doña Julia atendía—, ¡Acá estoy! —elevando su manita y moviéndola de lado a lado —¡Y yo también!

—Menciono Alex con cansancio—, Ramiro, caminaste muy rápido esta vez que casi no podía alcanzarte —dijo exhausto —jajaja Doña

¡te Julia,

gane! ¿Cómo

—dijo con emoción— esta? ¡Soy yo Ramiro!

—Si pequeño, lo sé, a lo lejos supe que eran ustedes, ¿Cómo están? ¿Todo bien en la escuela? —Preguntó Doña Julia con mucha ternura —Pues la verdad no —dijo Alex un poco enojado— Ayer tuve que salir con mamá al mercado y no pude ir a la escuela, al regresar me enteré que Ramiro se golpeó y que nadie quiso estar con él en el recreo, además nadie lo ayudo con la clase, me siento muy furioso que podría comer todos los churros de la tienda— dijo apretando sus puñitos —Pero ¿Cómo sucedió eso?, ¿Qué no había ningún maestro para ayudarles? —dijo Doña Julia con un tono molesto—, ¿Qué acaso nadie hizo algo para impedirlo?

Doña Julia era una mujer muy sabía, sus años no simplemente fueron dedicados a su negocio, sino, que ella fue maestra y madre de familia, a quién por desgracia una enfermedad le arrebato a su más preciado regalo, su hija, una niña que nació sin poder oír; ella fue una madre que lucho porque en todo lugar se le diera lo necesario, tanto a su hija y a todos los padres cuyos hijos padecieran de una discapacidad física, pero durante años, el único apoyo que obtenía simplemente era de instituciones que se sostenían gracias a los padres de cada niño.

Ella siempre asistió a su hija en “Los angelitos”, la fundación que se encontraba en San Vicente; es una fundación la cual inicio en 2004; Se levantaba a las 5 am para tomar el bus de las 6 en el centro que la llevaría desde Cojutepeque hasta ese departamento. Ella siempre apoyaba a quién sea, pero nada puede contra el tiempo y la decisión del destino.

Se mantuvo gracias al famoso negocio donde todos los vecinos llegan a comprarle, y siempre atiende con cariño a Ramiro y Alex, ya que Ramiro le recuerda mucho a su hija, audaz, alegre y siempre lleno de energía.

—No lo sé Doña Julia, pero esto no se quedará así, mañana que vayamos a estudiar, hablaré con los maestros, mamá dijo que sería lo adecuado —dijo seguro de sí mismo

Al día siguiente, ambos iban juntos hacía la escuela, saltaban, corrían, era una completa aventura, y las misiones que cada uno imaginaba no faltaban por el camino; estudiaban en el centro escolar Anita Alvarado, en el departamento de Cojutepeque y se encontraban cursando quinto grado. Había sido un proceso muy largo, ya que muchos maestros, simplemente, rechazaban la idea de dar clases a alguien no vidente. Alex, se preguntaba tantas veces —¿Por qué nadie puede tratar a Ramiro como yo? No le veo nada de malo el no poder ver, Ramiro siempre puede hacer de todo, nada lo detiene—.

Ese mismo día, sin que Ramiro se diera cuenta, Alex se pronunció ante su maestro, con quién tenía toda su confianza, pero la respuesta que recibió, bajo de aquel pedestal a quién tanto admiraba.

—Maestro, ¿Usted puede contestarme una duda? Yo no comprendo porque todo el mundo deja excluido a mi mejor amigo, ¿Por qué nadie quiere utilizar el braille como yo? —Decía sentándose en su pupitre—, Si no es tan difícil, se distinguir las palabras, ¿Sabe?

Yo en casa de Ramiro leo sus libros y con el tiempo he podido entender cada uno, no es tan difícil —Miro hacía el escritorio del maestro— ¿Por qué los libros de Ramiro están en esa fila? —Se levanta a revisar —. ¿Y por qué el mío se encuentra calificado...?

—Mira Alex, yo soy maestro de ciencias naturales, estudie con el fin de compartir ¿Qué es el cuerpo humano?, ¿Cómo es el mundo y el desarrollo que nos rodea?, las enfermedades que se producen, ¿Por qué tendría yo que aprender algo más? Cuando ya tengo mis 12 horas de trabajo junto a mi familia— Argumento el maestro de ciencias mientras calificaba los demás libros de los compañeros de clase de Alex y Ramiro, mientras ignoraba los de este último.

Alex se sentía confundido, —Pero, si yo, mamá, papá, Doña Julia y los papás de Ramiro siempre lo ayudamos, ¿Por qué nadie más no? —decía con un tono preocupado. Él no sabía el tamaño de la burbuja donde él se encontraba encerrado, aún no conocía lo cruel que este mundo podía ser, sin empatía, sin un corazón con ojos en los demás antes que verse así mismo, en el que el egoísmo y la individualidad predominaban; no existían más personas como doña Julia, que tuvieran iniciativa de ayudar sin nada a cambio. Alex se asustaba cada vez más.

—Todo esto me parece tan extraño, mejor iré a ver los exámenes de matemáticas, muy seguro la maestra sabrá una solución — dijo corriendo al salón, ¿cómo un niño con tanta energía no podría contenerla?

—¡Buenos días maestra!, perdone que la interrumpa, me siento muy confundido, mamá dice que cuando una persona esta confundido, es como si tuviera una piedra en el zapato, difícil de sacar, pero debe llegar a ella y sacarla afuera; usted puede decirme, ¿Por qué el maestro de ciencias no quiere saber nada de Ramiro? Estaba como de malas, porque ni siquiera quiso revisar si Ramiro había completado los ejercicios, y yo fui quién le había…

No había terminado de hablar cuando la maestra lo interrumpió: —Permíteme Alex, pero, ¿Tú sabes de quién es este examen? Me parece una falta de respeto, ¿Por qué solo hay puntos? ¿Acaso es una broma? —dijo muy molesta la maestra de matemáticas —No maestra, ese es el examen de Ramiro, él tuvo un accidente y por eso no puede ver, pero usted no sabe, ¡Él sabe pintar cosas increíbles! —menciono con orgullo

La maestra no tomo ni un mínimo de atención a lo que con mucha ilusión Alex contaba sobre su mejor amigo; se encontraban en el recreo, Alex fue por Ramiro, ya que estaban a nada de tocar el timbre de entrada.

Mientras Alex iba por él se percató de una niña, quién deslumbraba ternura y alegría, una combinación que captaba la atención al instante desde cualquier punto del patio, o bueno, eso era lo que Alex podía sentir —Pero, ¿Quién es ella? Y y y… ¿Por qué esta sola en esa banca?

—dijo tartamudeando Un compañero de su grado alcanzo a escucharlo y le dijo: —¡Ay Alex! Es la niña nueva, ¿no la conoces? ¡Ah! Es cierto ayer no viniste a clase, ¡lo olvide! Jaja, bueno verás, se llama Sandra, viene del cantón de Cujuapa, pero nadie la entiende, hace unas señas con sus manos muy raras, intente hablar con ella, pero como que no me escuchará, me ignoro un buen rato —dijo el niño triste— pero podrías intentarlo —Doña Julia me hablo de esto antes —recordó las historias que les había contado—, ¡Es cierto! Sandra es sorda, como lo fue la hija de Doña Julia, pondré en práctica lo que me enseño —todas las tardes, luego de clases Doña Julia le enseñaba a Alex ciertos gestos y movimientos que hacía que eran parte del lenguaje de señas.

Fue corriendo a donde la pequeña colocha de lentes se encontraba, Alex muy cortes, el saluda haciendo la seña de “Hola” y “¿Cómo estás?”

—¡Ay! ¿Y ahora que le digo? Solo recuerdo eso —dijo apenado, de repente suena el timbre— ¡AH! ¡Me olvide de Ramiro!

—dice y de un salto deja a la pequeña Sandra ahí sentada.

—Oye, ¿Dónde estabas? Pensé que ya me había perdido de nuevo —le dijo Ramiro un poco molesto —Perdóname, es que no me lo vas a creer, pero vi a la niña más linda de todas, ¿y sabes? Ella es como lo fue la hija de Doña Julia —no pudo terminar porque Ramiro lo interrumpió —¿sorda?

—le

contesta

Ramiro

—Exacto, y trate de saludarla como ella nos enseñó —le contaba dirigiéndose al salón— pero se me olvido, y me dio mucha pena, pero me regalo una gran sonrisa —dijo con ilusión.

Entraron al grado, de pura casualidad, Alex estaba sentado cerca de la ventana, en una de esas, se percató que Sandra aún estaba sentada en aquella banca donde la vio por última vez, Alex se exalto y le aviso a la maestra: —Maestra, ¡Sandra se quedó afuera! ¡Iré por ella! —Y saliendo del salón, la tomo de la mano y la condujo hacía allí.

Lo que él no esperaba, era la reacción de la maestra de matemáticas: —Alexander, necesito que mande a llamar a sus padres, esto ha sido una total falta de respeto, yo en ningún momento le autorice poder salir del salón —dijo muy furiosa —Pero, maestra, yo a Sandra —dijo

solo un

fui poco

a

ayudar confundido

—No te preocupes, ella también traerá a sus papás a una reunión, nadie puede quedarse fuera del salón luego de que el timbre haya sonado —menciono anotando en su agenda los horarios para ver a los padres de familia—, y de paso, jovencito Ramiro, sus padres también deberán venir a verme, su rendimiento académico es muy bajo —aseguró mientras seguía anotando.

Ni los niños que lanzaban bolas de papel a los demás, ni los que hablaban sin cesar, ni siquiera los que copiaban el examen, a ninguno de ellos les habían dicho que sus padres llegarán a una reunión, ¿Por qué a aquellos tres niños sí? No tenía ningún sentido, cada vez.

Habían citado a los papás de los tres pequeños el mismo día, un lunes por la tarde, luego de que ellos terminarán sus clases. Durante todo el finde semana, la mamá de Alex no entendía el porqué de toda esta situación, si mientras su hijo más y más le explicaba, no podía llegar a la raíz del problema:

—Pero hijito, no veo nada malo en todo lo que me cuentas, ni siquiera al niño revoltoso de tu clase le habían llamado la atención tal y como lo han hecho contigo —decía su madre leyendo la nota que le colocaron en su libreta— y que injusticia el castigar a dos niños con discapacidades físicas, esa escuela esta tan mal. Mira mi niño, lo que estás haciendo con tus amigos es algo que a muchos niños les causa miedo, o no les interesa, y tu lo haces, porque tienes un enorme corazón, jamás dejes que te roben ese corazón tan noble que tienes, mientras lo que hagas ayude a los demás, todo estará bien —Lo abraza tanto, que te recuerda a ese amor de madre que como una frazada te cubre y te llena de paz y tranquilidad.

Llego es lunes tan esperado, donde encontrarían por fin las respuestas a esta gran problemática, llegaron al salón los padres de familia que la maestra de matemáticas había solicitado, cada uno tomo un asiento, la maestra los recibe y empieza a comentar lo que sucede: —Buenas tardes a todos, los he mandado a llamar a cada uno ya que sus hijos han sido unos niños mal portados durante la semana pasada; la jovencita Sandra, permaneció fuera del grado cuando el timbre de entrada ya había sonado, el joven Alex salió sin permiso por ella y por último, el joven Ramiro presenta una baja en su rendimiento académico. Como docente, me preocupo por su bienestar —ninguno de los padres de familia ahí presentes podía creer lo que la maestra acababa de decir, ¿En qué mundo vive? ¿Acaso no tendrá algún familiar por quien sentirse empática?

La mamá de Sandra se sentía muy molesta, ¿La directora no le pudo haber dicho que la niña era sorda?

—Disculpe maestra, Sandra es una niña sorda, ella entonces, no supo que era la hora de entrar a clases, y por lo visto nadie quiso ayudarla, hasta que el niño Alexander tuvo el corazón para ir por ella, y yo le agradezco mucho, porque ningún maestro pudo ir a traerla—dijo con tono molesto —Y mi hijo Ramiro —contestando el papá de Ramiro— es un niño ciego, el en un accidente automovilístico perdió la vista, y si, le cuesta mucho el estudio, pero gracias a Alex, él ha podido salir adelante, pero Alex no estará todo el tiempo para ayudarle, eso lo sabemos, pero los demás maestros deberían ser considerados y al menos tener la dedicación de querer ayudarle, pero claro no todos tenemos un corazón noble —Dijo un poco decepcionado.

—¿Qué haremos ahora amigos? —decía Alex desde fuera del salón —Pues no sé, pero no me gusta que me vean como el que no sabe nada de la clase, imagínate como se siente Sandra, posiblemente muy confundida, ¿será qué ella alguna vez escucho? ¿así como yo pude ver? —Preguntaba el pequeño Ramiro, desanimado, ¿Cómo podrías cortar las alas de un niño de este modo?

Todo se tornaba más oscuro, de esa reunión simplemente salían excusas, sin ninguna solución, por más que los padres quisieran el bienestar para sus hijos, los malos pensamientos y el egocentrismo predominaban en ese salón.

Al día siguiente los chiquitines se habían apresurado a contárselo todo a Doña Julia, ella no se quedó de brazos cruzados, y aún con su edad, decidió ir al centro escolar, junto a un vecino que era periodista, viajaba a San Salvador a realizar sus noticias, y esto era de primicia.

La fama de Doña Julia, ayudo que se supiera la injusticia que en aquella escuela se daba; muchos padres de familia decidieron unirse, en todo el cantón se podía oír el sonar de las voces que solo piden una disculpa y una aceptación, una protesta había comenzado, sin saber si así conseguirían la victoria.

ROMPER BARRERAS 2022