Después de un largo SILENCIO

Después de un largo

SILENCIO

Humberto Berrezueta Durán

SILENCIO Que el silencio sea, solo, una pausa en la vida; quiero que volvamos a ver los cielos estrellados; que el devenir de la vida nos lleve, en la madrugada, a orillas del Mediterrรกneo, espacios, entre otros, donde dejamos de ser amigos para fraguarnos como hermanos.

Que el silencio sea, solo, una pausa, y no una ausencia.

LA ESPERA Tu silencio es mi silencio. Esperar‌ Esperar.

La peste nos arrincona, yo en casa; tĂş, naufrago en cuidados intensivos, no importa si el viaje es largo; pero, que volvamos al encuentro en esta vida terrena.

DIÁLOGOS DESDE LA ORILLA Si algún día vuelvo, y sobre la arena, encontrara los rastros de nuestro caminar; entonces seré feliz.

El azul del horizonte, no será el mismo, como el pasado, el tiempo, la vida.

Si encontrara los rastros de nuestro caminar; serán las huellas para escuchar el silencio, en la quietud de un mar pacifico,

espejo de la inmensidad, sin eco de mi grito desgarrado por tu ausencia.

Como un huracán, que arranca de cuajo los árboles; llegó la peste, para segar la vida de miles de habitantes de la Tierra. ¿Quizá un llamado a la humildad? ¿Qué estamos haciendo con nuestro planeta?

Un virus nos advierte que no somos todopoderosos, mata a ricos y pobres, y el dinero no compra vidas ¿Será, qué esta vez, captaremos el mensaje?

A MANUEL La travesĂ­a se hace larga, hay dĂ­as que mi corazĂłn se encoge; la espera sobre el desenlace me enternece, prefiero el silencio de su palabra, ante la ausencia sempiterna.

Mis recuerdos, indemnes, yacen sobre la arena.

En la quietud de la noche estrellada,

el romper de las olas, me devuelve la esperanza, de un sutil amanecer que tantas veces vimos desvanecerse, como vuelo de gaviota que se pierde en el horizonte.

Sobre el vaivén de las olas, se desliza la ilusión del encuentro; si se hace tarde y el sol se pierde tras la montaña, no importa, pero, que tengamos un nuevo encuentro.

Al fin, las hojas arrancadas por el huracán se calmaron, la tempestad pasó. ¿Acaso era necesario este trance para sentir las entrañas de la existencia,

de la vida, de los amigos, de un hermano?

Nosostros, en nuestro largo viaje por esta tierra, vamos dejando huellas.

En el camino, a pesar de los tropiezos, vamos acercando corazones que se encarnan como tatuajes universales, simbólicos, petrificados.

Ritual sempiterno, perpetuo, de nuestras vidas.

Canto de alegría, de encuentro.

Presencia que quita el silencio.

Manuel, ya de vuelta con nosotros, plasma en un mensaje íntimo en: “LÁGRIMAS DE PRIMAVERA”

LÁGRIMAS EN PRIMAVERA “En estos últimos días estoy sollozando a menudo. Esta tarde-noche se ha vuelto a repetir. Lágrimas de emoción, de alegría, de esperanza... y a la vez con un poso de tristeza.

Vinierón a visitar dos de los médicos que me atendieron en la UCI, María y Pedro, dos de los que lucharon por mí y por otros para volver a estar con vosotros.

Vinieron ha interesarse por mí, por mi estado de salud. Buscaron un pequeño hueco en su turno de trabajo, cargado de tareas y responsabilidades. Mer pareció un gesto de generosidad, un acto afectivo,... que me hunde en un sollozo de agradecimiento, que a mí mismo me cuesta entender, y a la vez de tristeza, de ver que personas así, son personas presas del fantasma del anonimato. Como la gente que en su casa estos días, con su esfuerzo, hacen batas y mascarillas para donarlas a los hospitales. Pero ellos, todos ellos, no son referentes de nada y de nadie, en el desconcierto del panorama actual.

Me quedo con las lágrimas de la emoción y la alegría de recibir gestos como este y he querido compartir con vosotros”.

Manuel Iglesias Juanes

Volvemos para: caminar, vivir, reir, y llorar.

LA VIDA ES VIVIR

... Y las nubes grises, interminables, continuaban su camino.

Detrás del muro, habitando la piel del silencio, seguía.

(ENCUENTRO…)

De repente, “como un estruendo”, el eco de su presencia.

La espera… llega a su final, saludamos la vida y las vivencias.

Como un milagro, allende de los mares, aturdidos de felicidad, entre risas y emociones bruscas, celebramos el encuentro.

Volveremos a vernos en el Jardín de Maribel.

Cuenca – Ecuador 2020