Huerequeque 884

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EDICIÓN GRATUITA A NIVEL LOCAL, NACIONAL E INTERNACIONAL N°884-CHICLAYO, 24 DE NOVIEMBRE DE 2017-LAMBAYEQUE-PERÚ EDITORIAL

¡RECUERDOS DEL AYER, VIVENCIADOS HOY! “Los años arrugan la piel, pero renunciar al entusiasmo arruga el alma” Albert Schwaitser Médico francés (1875-1965). He querido abrir el presente editorial con éste pensamiento que nos dejara el Médico francés Schwaitser y que tiene mucho de verdad. Es muy cierto, los años que nos van pasando la factura de la vida, poco a poco nos van arrugando la piel que, muchas veces cuando, entre amigos nos encontramos, luego de algunos años, no nos podemos reconocer porque nuestra piel arrugada y marchita por el peso de la vida, no nos permite reconocernos y esto es normar y natural en la ley de la vida. Pero renunciar a nuestro entusiasmo, a nuestro espíritu de ser, que nos hace diferentes de unos a otros, eso jamás lo podemos hacer porque, eso sí, arruga nuestra alma, y al arrugarse, dejamos de ser nosotros mismos. Desde muy pequeño he mantenido mi entusiasmo a flor de la vida, y esto no es jactancia, lo sigo haciendo en los diferentes círculos sociales donde me desarrollo a lo largo de mi vida que Dios me ha dado la oportunidad de existir. Lo hago con la intención sana de que, los que se encuentran a mí alrededor, se sientan felices y contentos. Lo hago en éste etapa linda de mi vida, desde mis cuarenta y nueve años dedicados al escultismo peruano, y lo seguiré haciendo porque pienso que es una forma correcta de hacerlo. Lo hago con mis amigos y hermanos que, en las pocas oportunidades que tengo de reunirnos, aflora mi entusiasmo y estilo de vida. Lo hago y lo acabo de hacer con éstos dos lindos grupo humanos que acabamos de reencontrarnos luego de haber pasado cincuenta años que no nos veíamos, tanto en el Seminario de San Carlos y San Marcelo de Trujillo, de ese inolvidable cinco del presente mes, como en éste último que acabamos de celebrar con mis compañeros de primaria y el primer año de secundaria, en mi querido y recordado Glorioso Colegio de Juan Ugaz de mi tierra que me vio nacer, Santa Cruz de Succhabamba. Tres inolvidables días que pasaron llenos de encanto, recordando el ayer, participando en cada uno de los actos del programa de aniversario del colegio ugacino, paseando por los distritos de nuestra provincia y disfrutando de las aguas benditas de chancay, me permitieron gozar, disfrutar y recordar junto con mis amigos y compañeros de estudios de primaria y secundaria, esas palomilladas de niños, aquellos momentos felices que pasábamos que, más que compañeros de estudios, éramos hermanos que compartíamos los mismos sentimientos, los mismos deseos de seguir adelante con respeto el uno con el otro. Hoy que han pasado cincuenta años de nuestro reencuentro, sigue la amistad, sigue el respeto y la estima personal con todos y cada uno de los que hemos podido dejar todo, en el camino, y darnos cita a las celebraciones de los sesenta y seis años de esa Institución Educativa, paladín de la educación de mi Provincia de Santa Cruz. Mi entusiasmo, mi alegría era desbordante junto a mis amigos: Rosita Asenjo, Consuelo Calderón, Sonia Quispe, Nila Leyva, Flor Dávila, Victorita Dávila Lombardi, José Aguinaga, Enrique Ugaz, Narciso Santa Cruz, Ciro y Juan Bazán. Cada minuto que pasábamos juntos, en algún momento del programa general de aniversario de nuestro colegio, era para sentirnos más hermanados, más amigos, y afloraba en la mente y los corazones de cada uno de nosotros, esos vivos recuerdos del ayer que jamás volverán. Conforme iba terminando los días de nuestra estadía y acercándose el día de nuestro retornos, la angustia era mayor y los recuerdos peor, pero como hay un dicho que reza “no han tiempo sabroso que dure cien años”, todo llegaba a su final, con la consigna de seguir unidos en una próxima actividad, tratando de animar y unir a todos los que no vinieron, en ésta oportunidad, visitando Bagua, Moyobamba y Tarapoto, para el próximo año, si Dios lo permite. EL DIRECTOR


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