EDICIÓN GRATUITA A NIVEL LOCAL, NACIONAL E INTERNACIONAL N°806-CHICLAYO, 24 DE FEBRERO DE 2017-LAMBAYEQUE-PERÚ
EDITORIAL ¿QUÉ QUEDA DESPUÉS DE LA TORMENTA? Cuando el mundo marcha normal, siguiendo las normas físicas de la naturaleza, todos nos sentimos tranquilos y orgullosos de ello. Felicidad para ti y para mi, tranquilidad para todos los pueblos y naciones que su gente la disfruta y goza. A lo largo de la historia de nuestros pueblos, hemos visto con singular afecto y cariño, como éstos han ido desarrollándose y avanzando, gracias al dinamismo, esfuerzo y empuje que le han puesto sus gobernantes de turno, con una sensibilidad y entrega que hoy, son dignos de admiración y hasta invitan a conocerlos. Sin embargo, también es muy cierto que existen otros pueblos o naciones que, por la inercia o políticas equivocadas de sus gobernantes, se han quedado rezagadas, haciendo que sus hijos que nacieron en ella, pasen los peores momentos de su vida, y lo peor, sin soluciones para su futuro. La vida de los pueblos o naciones, en cualquiera de los dos casos, avanzan siempre y cuando no existan fenómenos naturales que transgredan su normal desarrollo, pero cuando éstos ocurren en un pueblo o nación, viene el caos y la desesperación de todos sus habitantes. La historia de nuestros pueblos y naciones, en éste campo, es muy triste que hasta hoy, los podemos recordar, con muchas perdidas humanas que lamentar y daños cuantiosos que hasta hoy, son difíciles de reparar. Sin ir muy lejos, nuestro país ha sufrido, en varias oportunidades, una serie de fenómenos naturales que aún los podemos recordar con mucha nostalgia, es el caso de terremoto de 1970, en el corazón de nuestro querido Perú, Áncash, que dejó dolor y lágrimas en muchas familias humildes y un pueblo sepultado por el lodo y piedras que bajó del Huascarán. También podemos recordar el famoso Fenómeno de El Niño de 1983 justo cuando realizábamos el Primer Jamboree Nacional Scout, en ParedonesChongoyape, o el de 1998 que azotó todo el norte de nuestro territorio nacional, incluyendo nuestro querido Lambayeque. Pero ¿Qué queda después de la tormenta, después de todo fenómeno natural impredecible por el ser humano, hasta hoy? Tristeza, desolación, angustia, dolor, lágrimas, desesperación, enfermedades, impotencia, más pobreza. Los que estamos imbuidos o prestos al auxilio, al socorro, a poner nuestra fuerza al servicio de los que sufren, a causa de éstos fenómenos naturales, sabemos, muy bien, el dolor que sienten nuestros hermanos. Estuvimos en Tucume, en una oportunidad, cuando se salió el rio e inundó el pueblo, por completo, fueron dos semanas de intensa actividad compartiendo con las familias y auxiliándolos día y noche; luego hemos podido instalarnos dos semanas más en Mocupe, cuando el rio Zaña se desbordó e inundó el pueblo de Mocupe, y nosotros firmes con nuestra vocación de servicio. Hoy, nuevamente nos toca saborear estos momentos amargos de la vida, con las torrenciales lluvias que cayeron, recientemente, en nuestro añorado Lambayeque, y lo más triste y desolador, la caída de la casa de nuestro hermano scout Pedro Bernal Almeyda, a Dios gracias, sin perdidas humanas que lamentar, y como él dice: “Definitivamente, es un tiempo de rediseño y de mejora para bien, estoy seguro que vienen tiempos de dicha y abundancia. Así como las águilas, el animal que tomamos para formar mi patrulla, cuando fui scout”. EL DIRECTOR