EDICIÓN GRATUITA A NIVEL LOCAL, NACIONAL E INTERNACIONAL N°802-CHICLAYO, 10 DE FEBRERO DE 2017-LAMBAYEQUE-PERÚ
EDITORIAL HERMANDAD SIN FRONTERAS Baden Powell, fundador del Movimiento Scout, al hablar de la Hermandad Mundial, expresó “Los Scouts de todas las partes del mundo son embajadores de buena voluntad que se dedican a hacer amigos echando por tierra las barreras de color, credo y clase social”. Esto, sin duda alguna, es la pura verdad y los scouts de Chiclayo y Piura, a través de muchos años atrás, vienen cultivando ésta linda Hermandad Scout, realizando nuestras clásicas visitas a los hermanos scouts del Grupo Scout Marino 129 del Colegio San Ignacio de Loyola. La vida tiene sentido cuando se vive en base a los valores sagrados que el hombre, siempre debe tenerlo presente. Augusto Bardales y el suscrito nos conocimos hace casi medio siglo de vida, caminando por un mismo camino, viviendo nuestro Promesa y Ley Scout en la Asociación de Scouts del Perú, realizando y participando en un sin número de eventos a nivel local, regional y nacional, y hace más de veinte años consecutivos que venimos realizando y cultivando la hermandad scout, con nuestras visitas a la ciudad de Piura, los veranos de cada año. Hoy, sin embargo, caminamos por caminos diferentes, Augusto sigue caminando en los Scouts del Perú y el suscrito camina en la Asociación Peruana de Scouts de Baden Powell, sin perder de vista el mensaje de B.P. cuando dice: “Los Scouts de todas las partes del mundo son embajadores de buena voluntad…”. No importa el camino que caminemos, lo que importa es vivir y practicar la verdadera Hermandad Scout. El lunes treinta de enero, a las ocho de la mañana, fue nuestra partida de Chiclayo a la ciudad de Piura, sin presagiar de lo que nos iba a esperar. Hasta ese momento, nadie hablaba o pronosticaba que se vendrían lluvias en el norte del país. Al llegar a Piura, a eso del medio día, todos nos imaginábamos pasar unos días inolvidables con los amigos scouts de Piura. Luego de ser recibidos en la agencia de Transportes Chiclayo, en la ciudad de Piura, por nuestro eterno amigo Augusto Antonio Bardales Raymundo y un grupo de hermanos del Grupo Scout Piura 129, nos trasladamos a nuestra nueva residencia, gracias al R.P. Francisco de la Aldea López, Director del Colegio San Ignacio de Loyola. Al llegar a las instalaciones de nuestro nuevo hogar, el Colegio San Ignacio de Loyola e instalarnos en los ambientes designados por nuestro amigo Augusto Bardales, vino la organización de los Equipos para una buena marcha de nuestra estadía en la ciudad de Piura. Se formaron tres equipos: “Los Algarrobos” a cargo de César Darwin Adrianzén Vela; “Los Molle” a cargo de Marina Yackeline Olivera Ríos y el equipo “Palmeras” a cargo de Dayana Fiorela Vidarte Baca. Una vez formado los equipos, vino un merecido baño en la piscina del Colegio y después de una hora de baño se pudo saborear el rancho frio que cada uno de los viajeros había llevado para el almuerzo de nuestra llegada a la vecina ciudad de Piura. Luego de saborear la sazón gastronómica que cada uno había llevado para su almuerzo del medio día, vino unos minutos de receso para instalar nuestras cosas y quedar listos para la tarde deportiva. A las tres de la tarde vino la tarde deportiva, primero el fulbito inter equipos y luego vendría el básquetbol. El fulbito ya había pasado, sin percance alguno, y estando en plena competencia del básquetbol, Francis Tarrillo sufre una caída y se dobla el tobillo que tuvimos que llevarlo de emergencia, pero el deporte continuaba, luego la cena y la reunión conjunta con los Scouts de Piura 129, la cena y el descanso respectivo. Eran las doce y media de la madrugada, y estando a punto de quedarnos dormido, sentimos la fuerte lluvia que venía con furia y el agua entraba a nuestros dormitorios sin pedir permiso, todos hemos salido de los dormitorios y el pasadizo del sótano, donde nos encontrábamos, era como para subir a una canoa y salir pidiendo auxilio. Augusto dio la orden de coger las cosas y subir al segundo piso y protegernos, y el aguacero que caía sobre Piura, daba, de verdad, miedo, que duró hasta las cinco de la madrugada. Siete y treinta de la mañana, medios soñolientos, nos levantábamos para asearnos y preparar el desayuno, luego del desayuno, tuvimos que realizar nuestra primera Buena Acción, botando el agua del sótano y de los dormitorios que se había inundado todo que nos duró todo el medio día y por la tarde, nuevamente la lluvia empezó a caer. EL DIRECTOR