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Nº 1. FRIO

THOMAS BENNETT: UNA LECCIÓN DE RESILIENCIA

En las implacables alturas del Annapurna, Thomas Bennett, un hombre nacido en las vastas tierras de Canadá, escribió una historia de coraje y determinación que resonará por generaciones. Su ascenso a esta montaña imponente estuvo marcado por el frío penetrante y la pérdida de amigos queridos, pero su espíritu indomable lo llevó hasta la cima.

Thomas Bennett no era un hombre nacido entre algodones. Su juventud estuvo marcada por la adversidad y la dificultad. Criado en un entorno humilde en las heladas tierras canadienses, enfrentó numerosos obstáculos desde una edad temprana. La falta de recursos económicos y las circunstancias familiares complicadas podrían haber sido razones suficientes para rendirse, pero para Bennett, fueron el combustible que encendió su deseo de superación.

De complexión robusta y mirada penetrante, Thomas llevaba en sus hombros las marcas de una vida de lucha y resistencia. Cada arruga en su rostro contaba una historia de sacrificio y perseverancia. Pero debajo de esa apariencia curtida por la vida, ardía una pasión inextinguible por desafiar los límites de lo posible y alcanzar las alturas más elevadas.

Desafiando las adversidades, Bennett escaló las laderas escarpadas y enfrentó la furia de la naturaleza con una valentía inquebrantable. Cada paso hacia la cima era un recordatorio de la fragilidad de la vida y la fortaleza del espíritu humano.

En una entrevista exclusiva, Thomas Bennett comparte sus reflexiones sobre esta experiencia transformadora. ▶

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Thomas, tu ascenso al Annapurna es verdaderamente inspirador. ¿Qué te llevó a enfrentar un desafío tan monumental?

Para mí, esta expedición representaba más que simplemente alcanzar una cumbre. Era un viaje de autodescubrimiento y superación personal. Quería demostrarme a mí mismo que podía enfrentar cualquier obstáculo y triunfar.

Has perdido a varios compañeros en el camino. ¿Cómo lograste mantener la determinación en medio de tanta adversidad?

Cada pérdida fue devastadora, pero también me recordó la importancia de vivir cada momento con pasión y propósito. Mantuve viva la llama de la esperanza recordando los sueños compartidos con mis amigos caídos.

¿Cuál crees que es la lección más importante que aprendiste durante esta odisea?

Aprendí que el verdadero triunfo no reside en la conquista de una montaña, sino en la conquista de uno mismo. Enfrentar nuestros miedos nos permite alcanzar nuevas alturas en la vida.

¿Y qué piensas hacer a partir de ahora?

No pienso parar nunca. El día que no pueda andar en la montaña será el último día para mí. La naturaleza es mi hogar y seguiré desafiando sus límites mientras pueda.

Las palabras de Thomas Bennett resuenan con una sabiduría que trasciende las montañas. Su historia nos recuerda que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay una luz que guía nuestro camino hacia la grandeza. /

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▲ Thomas Bennet, nos recibió en su cabaña en Canadá

SCOTT

La conquista del Polo Sur AMUNDSEN CONTRA

En 1911, un noruego y un británico se adentraron en la inmensidad del continente antártico en una lucha por alcanzar por primera vez el extremo sur de la Tierra.

E ▼

l 15 de junio de 1910, toda Inglaterra despedía enfervorizada al Terra Nova, el barco que partía hacia la Antártida a la conquista del polo Sur. Nunca en la historia de la exploración se había estado tan seguro de que una expedición alcanzaría su objetivo: disponía del material más moderno, gran parte de sus hombres tenían experiencia polar, y las cuatro quintas partes del itinerario habían sido exploradas por un compatriota suyo, Ernest Shackleton, dos años atrás.

Todo parecía a punto para que el capitán Robert Falcon Scott se convirtiese en la primera persona en alcanzar tan ansiado lugar, el único punto geográfico significa-

tivo de la Tierra que el hombre no había pisado. Sin embargo, el 12 de octubre recibió un telegrama con un contenido enigmático: «Me dirijo a la Antártida». Estas escuetas palabras iniciaron una cadena de acontecimientos que terminarían haciéndole perder la carrera y costándole la vida.

UN COMPETIDOR ENTRA EN ESCENA

El misterioso telegrama procedía de Roald Amundsen, un noruego que se había hecho famoso por haber logrado atravesar en barco el mítico Paso del Noroeste, que une el océano Atlántico con el océano Pacífico por el norte de América. Una ruta entre el hielo que durante tres siglos habían intentado localizar los mejores navegantes.

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Amundsen había nacido en una próspera familia de armadores y desde pequeño se había sentido seducido por las regiones polares, en particular por ser el primero en pisar el polo Norte. Así, desde su juventud todo fue una preparación para poder llevar a cabo tal empresa. Era un consumado deportista, un experto esquiador. Los casi tres años que le llevó completar la travesía del Paso del Noroeste le permitieron relacionarse con los esquimales, y de ellos aprendió sus técnicas milenarias para desenvolverse en ese mundo de hielo y nieve, donde los exploradores occidentales encontraban tantas dificultades para sobrevivir.

Inicialmente, Amundsen pensó aplicar todos estos conocimientos para realizar una expedición de investigación en el Ártico, en la que esperaba alcanzar su ansiado sueño de pisar el polo Norte. Pero en 1909 supo que se le habían adelantado. Dos exploradores norteamericanos, Robert Peary y Frederick Cook, reivindicaban haber llegado el primero a ese punto geográfico y se acusaban el uno al otro de mentir. En este ambiente de confusión, Amundsen comprendió que su expedición debía cambiar de objetivo. Fue entonces cuando, como dijo más tarde, «volví mi mirada hacia el polo Sur».

En el más absoluto de los secretos, sin informar ni a sus hombres, ni a sus patrocinadores, ni a su propio Gobierno, Amundsen se dirigió a la Antártida. Quería adelantarse a los británicos, que estaban ultimando una expedición para conquistar el polo Sur. Su hermano envió aquel lacónico telegrama después de que Amundsen partiera hacia la Antártida desde Madeira en un viaje sin escalas para aislarse del mundo (su barco carecía de radio) y que ni sus patrocinadores ni el Gobierno noruego pudieran detenerle. ▶

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▼ Roald Amundsen, el primer explorador que llegó al Polo Sur

A la

el

Robert Falcon Scott

derecha, teniente Henry Rennick utiliza un instrumento llamado horizonte artificial para tomar lecturas del horizonte natural de la Tierra el 9 de febrero de 1911.

UN HOMBRE Y SU DESTINO: SCOTT

Scott era un prometedor oficial de la Armada británica que en 1901, con tan sólo 31 años, fue seleccionado para dirigir la expedición a la Antártida que organizaba la Royal Geographic Society. Como él mismo reconocería, nunca había sentido una predisposición especial por las regiones polares –a diferencia de Amundsen–, y aquel viaje le cambió la vida.

La particular belleza de ese mundo de hielo, las vivencias de la exploración y las posibilidades de promoción social ejercieron sobre su ánimo un influjo irresistible que lo llevó a encaminar sus pasos hacia aquel reino helado. Poco después de que el también británico Ernest Shackleton fracasara en su intento de alcanzar el polo Sur –su expedición duró dos años, de 1907 a 1909, y se quedó a 180 kilómetros de su objetivo–, Scott decidió organizar su propia travesía.

Le fue sencillo encandilar a la sociedad británica con su proyecto. Los reveses militares de la segunda guerra de los Bóers (18991902) habían dejado un regusto amargo en la población, que temía que el espíritu que había construido el Imperio estuviera languideciendo. Por el contrario,

la exploración polar –esa lucha dramática contra una Naturaleza inmisericorde– y las hazañas de sus compatriotas en este campo se vivían como un renacer de los valores británicos: decisión, coraje, solidaridad, sacrificio...

DPor ello, no es de extrañar que 8.000 voluntarios se ofrecieran a acompañar a Scott y se hicieran colectas para recaudar dinero; incluso muchos niños rompieron sus huchas para contribuir a la gran aventura. En este ambiente de exaltación nacional, pocos vieron una amenaza en el telegrama que anunciaba que a Scott le había salido un competidor. Sin embargo, aquel mensaje dio inicio a una carrera entre dos equipos que se convertiría en un trágico duelo, uno de los episodios más dramáticos de la historia de la exploración.

UELO EN LOS CONFINES DEL PLANETA

Las expediciones noruega y británica discurrieron casi en paralelo. Si los ingleses zarpaban en el Terra Nova en junio de 1910, los noruegos partieron el 9 de agosto a bordo del Fram. El Terra Nova hizo escala en Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda; por su parte, el Fram realizó un viaje directo desde Madeira. Tras medio año de travesía, el 4 de enero de 1911, Scott estableció su base en la Plataforma de hielo de Ross. Amundsen, por su parte, llegó diez días más tarde y, como si quisiera añadir más emoción al duelo, decidió instalarse en una zona relativamente próxima a la de los británicos, la bahía de las Ballenas. ▶

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En una arriesgada apuesta, el noruego se estableció sobre una plataforma de hielo, que según sus competidores podría desprenderse en cualquier momento, pero que le proporcionó una ventaja de 100 kilómetros. Distancia nada despreciable si se considera que en total había que recorrer unos 1.400 kilómetros hasta alcanzar el polo. Una vez en la Antártida, en pleno verano austral, ingleses y noruegos montaron sus bases (la Cabaña de Scott y la Framheim, respectivamente) y se internaron en aquel desierto helado para establecer depósitos de comida y combustible que garantizaran el suministro durante la gran marcha de la primavera siguiente (estación que en el hemisferio sur corresponde a los meses que van

de septiembre a diciembre). Aquel primer bautismo de nieve puso en evidencia las ventajas del sistema de transporte noruego, cuyos trineos estaban tirados por perros, mucho más acostumbrados al ambiente polar que los caballos siberianos elegidos por Scott.

Ello repercutió en la cantidad de provisiones que unos y otros pudieron acarrear. Así, en el tiempo en que los británicos pusieron un gran depósito de una tonelada de suministros a 79º 30’ de latitud sur, los noruegos instalaron tres depósitos con casi el triple de provisiones en total que Scott, y el último situado en el paralelo 82 sur, casi 300 kilómetros más cerca del polo que el de sus competidores. Cuando tuvieron todo listo y acabó el verano antártico,

a finales de marzo, ambos equipos se encerraron dentro de sus respectivos refugios a esperar a que las condiciones meteorológicas volviesen a ser propicias, seis meses después.

La larga noche invernal (con temperaturas medias de 20 grados bajo cero y mínimas inferiores a 40) pasó con exacerbada lentitud en ambas bases. Todos aguardaban la vuelta del sol para comenzar la marcha que los llevaría a las páginas de oro del gran libro de la historia, o les sepultaría en el baúl del olvido de los perdedores. La victoria supondría fama y gloria para el líder del grupo vencedor, pero también reconocimiento social y una pensión vitalicia para todos sus integrantes.

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▼ Los hombres almorzan en una tienda de campaña el 7 de enero de 1911, poco después de que Terra Nova aterrizara en el cabo Evans en la Antártida.

▲ El teniente Edward Evans y el biólogo Edward Nelson cincelaron una cueva de hielo para almacenar alimentos el 12 de enero de 1911. Aunque hacerlo fue “un trabajo lento y arduo”, escribió Scott en su diario, predijo que, una vez terminada, la despensa “será admirable en todos los sentidos.”

EMPIEZA LA CARRERA

El 19 de octubre, Amundsen no pudo resistir más la tensión de la espera y decidió ponerse en marcha con cinco hombres y cuatro trineos, cada uno tirado por 13 perros. Como si hubiera escucha-

do el mismo pistoletazo de partida, tan sólo cinco días después, Scott hizo salir a la vanguardia de su equipo: cuatro hombres y dos trineos a motor que transportaban tres toneladas de material y alimentos. Otros 12 hombres y 10 caballos del grupo principal iniciaron su camino el 1 de noviembre, con Scott a la cabeza.

Durante los días siguientes, las dos comitivas avanzaron por una superficie blanca y desolada, donde ni siquiera había accidentes geográficos en la distancia para fijar la vista: en todas direcciones se extendía la misma superficie horizontal.

Los noruegos, moviéndose sobre sus esquíes, secundaban a sus perros, que se encontraban en su elemento y avanzaban velozmente por aquel terreno. Amundsen, prudente y sabiendo que se enfrentaba a una carrera de resis-

tencia, no hacía al día más de 27 kilómetros, que consideraba suficientes para llegar a su objetivo antes que su adversario. Al final de cada jornada, hombres y perros no parecían acusar el menor cansancio.

En cambio, en el lado británico la situación no era tan halagüeña. Los motores de los trineos se averiaron antes incluso de la partida de Scott y sus restos de metal quedaron atrás, como osamentas de seres ajenos a aquel continente. Los caballos, poco adaptados para caminar sobre ese tipo de superficie, se hundían una y otra vez en la costra de la nieve, haciendo todavía más lenta su ya de por sí parsimoniosa marcha. ▶

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Por si fuera poco, las tempestades de viento y nieve, que para los perros eran soportables, llevaron al borde de la muerte a los caballos, obligando al grupo a detener la marcha. La distancia entre las dos expediciones se fue acrecentando poco a poco. Al mes de haberse iniciado la competición, los noruegos se encontraban 500 kilómetros por delante de los ingleses.

Tras avanzar 600 kilómetros por una superficie de hielo totalmente llana, las dos expediciones debían llegar a una cadena de glaciares, los montes Transantárticos, que se elevaban hasta alcanzar la meseta polar, a 3.000 metros de altura. Los noruegos realizaron el ascenso por un lugar inexplorado. Durante una semana estuvieron subiendo y bajando glaciares, sometiendo a un terrible suplicio a sus perros, más de la mitad de los cuales murieron.

En el lado británico, a pesar de avanzar por la ruta abierta por Shackleton años antes, las cosas tampoco fueron fáciles. Todos los caballos murieron, de modo

que los expedicionarios tuvieron que tirar ellos mismos de sus pesados trineos a lo largo de 400 kilómetros de una pendiente inacabable. Una tarea agotadora que les llevó el doble de días que a sus rivales.

NORUEGA CONQUISTA EL POLO

Una vez en la meseta, Amundsen mantuvo su invariable ritmo de 27 kilómetros diarios, lo que le permitió completar la carrera en otras tres semanas. El 14 de diciembre, a las tres de la tarde, los cinco noruegos al unísono clavaron la bandera de su país en el punto más austral del planeta. Habían vencido. Aquel día los británicos todavía se encontraban subiendo los glaciares, a 600 kilómetros de distancia. ▶

◀ Una de las fotografías muestra perros de trineo alojados en la cubierta del ballenero de madera Terra Nova durante su navegación hacia la Antártida en 1910. Entre la carga del barco había 3 trineos a motor, 162 cadáveres de cordero, 19 ponis, 33 perros y más de 450 toneladas de carbón, sin mencionar a 65 personas, desde marineros hasta científicos.

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Durante unos días, los noruegos descansaron en el polo. Amundsen montó una tienda de campaña que demostraba su llegada. Dentro dejó el informe del viaje junto con una carta para Scott en la que le pedía que se lo entregara al rey de Noruega; todo por si les ocurría algo en el regreso. Mientras tanto, los británicos continuaban empujando sus trineos ladera arriba por los glaciares, a 600 kilómetros de distancia.

En su camino de vuelta, los noruegos se cruzaron con los británicos sobre los 87º sur, aunque sin llegar a verse, pues en ese punto sus rutas estaban separadas por más de 100 kilómetros. Por una de ellas, cinco noruegos volvían victoriosos; por la otra, cinco británicos –al entrar en la meseta polar

el equipo se había reducido a este pequeño grupo– todavía creían que iban a ser los primeros.

Unos días después, cuando les faltaban 15 kilómetros escasos para llegar a su ansiado objetivo, las esperanzas de Scott y sus hombres se desvanecieron brutalmente al encontrar una banderola utilizada por los noruegos para señalizar su camino. «Lo peor ha sucedido […] Se nos han adelantado […] Lo siento por mis leales compañeros», anotó en su diario Scott.

Al día siguiente, su conquista del polo fue puro trámite. Encontraron la tienda noruega, se hicieron una foto y comenzaron el camino de vuelta, esta vez, bajo la amargura de la derrota. Entre las ropas de Scott, la carta que Amundsen

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le había dejado, la constatación de su fracaso, pesaba más que todo el trineo.

Mientras el regreso de los noruegos se desarrollaba a una velocidad espectacular y sin el menor contratiempo –llegaron a su base el 25 de enero–, a los británicos todo se les puso en contra. El tiempo empeoró, se retrasaron y empezaron a quedarse sin alimentos. Uno de los expedicionarios sufrió un edema cerebral y sus compañeros no pudieron hacer nada por él, sólo verle agonizar. Días después otro, viendo que sus pies congelados dificultaban la marcha del grupo, se levantó una mañana y salió de la tienda en medio de una ventisca, diciendo: «Puede que tarde un rato en volver». Todos sabían que no re-

gresaría; era el sacrificio de un valiente para tratar de que, al menos, sus compañeros se salvasen.

«LA MUERTE NO PUEDE ESTAR LEJOS»

Los supervivientes siguieron avanzando y, pese a las penalidades, consiguieron llegar a 18 kilómetros del depósito que habían dejado con una tonelada de suministros. Les quedaba comida para tres días y parecía que lo podrían alcanzar. Por desgracia, una tormenta de viento y nieve los retuvo en la tienda durante nueve días. Sin comida, agua ni

◀ Los miembros del partido geológica occidental recorriendo con un trineo el hielo del mar en 1911. El equipo, dirigido por el geólogo T. Griffith Taylor, fue el primero en explorar las montañas al oeste de la Antártida. Según Scott “se trata de una visión única e irrepetible.”

combustible, su organismo fue debilitándose. Consciente de que todo estaba perdido, Scott escribió en su diario el testimonio de valor de aquellos hombres que se enfrentaban a la muerte. «La muerte no puede estar lejos», escribió en su última entrada.

Amundsen, ajeno a este drama, había zarpado rumbo a Australia, donde informó al mundo de su victoria y recibió felicitaciones de todos los rincones del planeta. El siguiente noviembre, el resto de británicos encontraron los cuerpos de sus tres compañeros y los diarios de Scott, que conmovieron al mundo y forjaron su leyenda. Uno ganó la carrera, otro la perdió, pero los dos alcanzaron la gloria. /

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Hace un par de semanas, los aficionados a la montaña amanecíamos con la noticia de que la cumbre central del monte Roncagli, uno de los mayores desafíos pendientes de la Cordillera Darwin, en Tierra del Fuego, había sido superado por fin después de mostrarse inasequible a todos los intentos de pisar su cumbre principal lanzados durante 50 años. Fueron Ibai Rico y Jon Inoriza, quienes finalmente consiguieron desentrañar el secreto de esta cumbre virgen en el curso de la expedición Into the Ice.

La ascensión del Roncagli, sin embargo, no fue más que la guinda del pastel de una expedición que, al estilo de las antiguas aventuras de la llamada Edad Heroica

INTO THE ICE , exploración y ciencia en la cordillera de DARWIN

se planteó con un doble propósito: el primero, de exploración y deportivo; el segundo, de estudio científico. Ambas facetas, en cualquier caso, se entrelazaban y tenían sentido dentro del objetivo más amplio de Into the Ice, que era el de explorar las zonas elevadas de la cordillera y mejorar el conocimiento de los cambios glaciares del tercer campo de hielo más grande de América del Sur.

Ciencia en terra incógnita

Into the Ice vendría a ser la versión renovada de la expedición Incognita Patagonia que Eñaut Izagirre e Ibai Rico organizaron en 2017 al campo de hielo Cloue, en la isla Hoste. También en aquella ocasión, como en ésta, hubo espacio para los logros deportivos y

para la recogida de muestras. Into the Ice dio comienzo a mediados de marzo y, como Incógnita Patagonia, el elemento principal de su logísitca fue un velero, en este caso el Kotik, que tripulan Igor Bely y Adriana Enríquez. Con él, los integrantes de la expedición pudieron moverse de fiordo en fiordo (algunos de ellos inexplorados) buscando la mejor manera de aproximarse a los distintos glaciares de la cordillera en los que pretendían desempeñar sus tareas. Dichos integrantes fueron Eñaut Izagirre (geógrafo y glaciólogo), Ibai Rico (geógrafo y guía de montaña), Jon Inoriza (alpinista), Andrew Opila (cámara y fotógrafo) y Jon Artano (escritor y periodista). ▶ Velero expedición Into the Ice

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▲ Recogida de muestras durante Into The Ice

Durante un mes, entre el 19 de marzo y el 16 de abril, la expedición consiguió abrirse camino hasta las partes altas del campo de hielo y extraer muestras de nieve de cinco pozos, de hasta 2,4 metros de profundidad, en los glaciares de Roncagli, Holanda/Francés e Italia. Estas muestras permitirán determinar la procedencia de la acumulación nival, así como las características de dicha acumulación y su repercusión en el balance de masa de estos glaciares. Con ello sabremos más sobre cómo está afectando el cambio climático a estas regiones.

Asimismo, se recogieron media docena de muestras de 1 kilo de nieve para analizar la presencia de hollín, lo cual permitirá determinar los niveles de contaminación producida por el ser humano, y su impacto en los distintos sistemas terrestres.

Otro de los objetivos científicos de Into the Ice era el de recuperar una serie de instrumentos científicos dejados por Eñaut en la parte baja del glaciar Roncagli en abril de 2018, y que forman parte de su proyecto de doctorado. Los datos recogidos por dichos instrumentos (siete termómetros, una estación meteorológica autónoma y una cámara de time lapse), junto con los vuelos fotogramétricos realizados con

dron, han permitido determinar que el glaciar Roncagli ha retrocedido 1 kilómetro en los últimos 4 años. Y por último, la expedición aprovechó también para recopilar datos y hacer labores de mantenimiento en una serie de estaciones meteorológicas montadas por el desaparecido escalador y navegante Charlie Porter.

Exploración y alpinismo

El monte Roncagli, al que hasta ahora se le atribuía una altura de 2.226 metros, era el mayor de los grandes desafíos alpinísticos aún pendientes en la cordillera de Darwin. Su altura, su difícil orografía y el hecho de que todas sus vertientes estén protegidas por enormes glaciares le habían mantenido a salvo de los cinco intentos de ascenso que se habían acometido desde los años 70. Uno de ellos, el de David Hillebrandt y su equipo, en 1990, había logrado la notable apertura de la arista norte hasta la cumbre occidental, pero la cumbre principal permanecía virgen. ▶

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El equipo de Into the Ice utilizó imágenes satelitales para planificar el ataque, y desentrañó el secreto de su aproximación llevando a cabo múltiples reconocimientos a pie a través de la maleza en las cotas bajas y sobre el campo de hielo en la altas. Fue así como, el 23 de marzo, Rico e Inoriza estuvieron en disposición de lanzar un ataque por la vertiente sur, que ya había sido tentada por Simon Yates y Andy Cave

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▲ Cima del Roncagli

en 2013. En esta ocasión el intento culminó con éxito tras aprovechar la corta ventana de buen tiempo y el apoyo de todo el equipo.

La escalada permitió recotar el Roncagli mediante medición por GPS de alta precisión, lo cuál reveló que, en realidad, su cima se eleva 26 metros más de lo esperado; es decir, 2.252 metros. Rico e Iñoriza también llevaron a cabo mediciones glaciológicas cerca

de la cumbre y en la zona de acumulación del glaciar homónimo.

La escalada del Roncagli fue el hito más destacable de la vertiente deportiva de Into the Ice, pero no el único. Los mismos Rico e Inoriza llevaron a cabo el primer ascenso del Cerro Sara (2.072 metros) que también había sido intentado sin éxito previamente, y la apertura de una nueva vía al Monte Francés (2.261 metros)

Además de lo que depare el estudio de las muestras recogidas durante la expedición, Into the Ice todavía ha de proporcionar más frutos; en concreto, el de la película que saldrá del material que Andrew Opila ha grabado a lo largo de toda la expedición. /

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Alpinistas nepalíes hacen historia

al lograr el primer ascenso del K2 en invierno

Con su ascensión «imposible» a la cima de la segunda montaña más alta del mundo, estos escaladores nepalíes son el orgullo nacional del Himalaya.

El 16 de enero de 2021, un equipo de 10 escaladores nepalíes alcanzó la cima del K2, la segunda montaña más alta del mundo con una altitud de 8611 metros, según varias publicaciones en redes sociales. Este logro histórico añade un nuevo y asombroso capítulo a la historia del alpinismo.

El K2, ubicado en la cordillera del Karakórum, en Pakistán, es la última de las 14 montañas más altas del mundo —todas de más de 8000 metros de altura— que se ha escalado en invierno. Se considera la más difícil y peligrosa con diferencia debido a la escalada técnica que se necesita para alcanzar la cima.

Este logro es el resultado de la colaboración entre alpinistas nepalíes afiliados con varios equipos: uno encabezado por Purja, el otro por Mingma G Sherpa. En los días previos al último tramo de ascenso, los dos grupos unieron fuerzas, optando por una estrategia conjunta para fijar cuerdas en la parte superior de la montaña y esperando alcanzar la cima juntos. Un sherpa de una expedición comercial, Sona Sherpa, también participó.

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▲ El equipo de escaladores nepalíes transporta suministros antes de su histórico ascenso invernal del K2, el peligroso pico ubicado en la parte de Pakistán de la cordillera del Karakórum.

Tanto para Purja como para Mingma G, encumbrar el K2 en invierno representa la oportunidad de declarar su orgullo nacional y la destreza de los alpinistas locales del Himalaya. «Los 13 ochomiles se han escalado en invierno por nuestra comunidad de escalada internacional, así que sería un hito fantástico que la comunidad de escalada nepalí hiciera historia», escribió Purja desde el campamento base.

Entre las montañas más altas del mundo, el K2 se considera con diferencia la más difícil y peligrosa debido a la escalada técnica que se necesita para alcanzar la cima. La cumbre, a una elevación de 8611 metros, se cierne sobre el campamento base de Broad Peak, en el glaciar Baltoro.

«Esta expedición nepalí al K2 en invierno es por la nación», escribió Mingma G en redes sociales. Según la publicación de Purja en redes sociales, el equipo esperó por debajo de la cumbre hasta formar un grupo y después ascendió cantando el himno nacional de Nepal. Además de Mingma G, Purja y Sona, los otros alpinistas son Mingma David Sher-

pa, Mingma Tenzi Sherpa, Geljen Sherpa, Pem Chiri Sherpa, Dawa Temba Sherpa, Dawa Tenjin Sherpa y Kilu Pemba Sherpa.

La ascensión pone de relieve a una nueva generación de escaladores indígenas que logran ambiciosas escaladas de gran altitud y que se financian mediante patrocinios, redes sociales o campañas de GoFundMe en lugar de transportar cargas en expediciones comerciales.

«Lo

hemos perdido todo»

Escalar el K2 en invierno se ha convertido en un objetivo cada vez más codiciado, ya que los otros picos de 8000 metros ya han sucumbido a los alpinistas en la estación más fría. Pese a la pandemia de coronavirus de este año, más de 60 personas se congregaron en el campamento base en el glaciar Godwin Austen de Pakistán, entre ellas una gran expedición comercial con 22 clientes de pago y 27 sherpas de apoyo organizada por Seven Summit Treks, un servicio de guías nepalí.

Con todo, a diferencia del Everest y otras cumbres populares de gran altitud, las laderas extremadamente empinadas del K2 exigen habilidades técnicas sólidas al mismo tiempo que exponen a los escaladores a desprendimientos y avalanchas frecuentes. Aunque más de 4000 personas han alcanzado la cima del Everest, solo 367 habían escalado el K2 en junio de 2018. Pero nadie lo había logrado en condiciones invernales.

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◀ Nirmal Purja. Para Nirmal Purja y los otros nueve escaladores nepalíes que alcanzaron la cima con él, conquistar el K2 en invierno es una declaración de orgullo nacional y de la destreza de los alpinistas nacidos en el Himalaya.

Encumbrar el K2 en invierno se ha convertido en una obsesión entre los alpinistas de élite, pero hay muchos motivos por los que nadie lo había conseguido. Las laderas empinadas de la montaña exigen habilidades técnicas sólidas al mismo tiempo que exponen a los escaladores a desprendimientos y avalanchas frecuentes.

Para alcanzar la cumbre del K2, el equipo soportó temperaturas de -50 grados centígrados y vientos huracanados mientras ascendía el Espolón de los Abruzzos por el flanco meridional de la montaña. «No puedes ni imaginar lo difícil que es [escalar el K2] en invierno comparado con la primavera o el verano», contó Alex Txikon a National Geographic cuando lo intentó en 2019.

La semana pasada, el viento arrastró varias tiendas y un lote de material que habían dejado para prepararse para el ascenso. «Nuestro equipo llegó hoy al Campamento 2 y es como un lugar en ruinas... Lo hemos perdido todo», escribió Purja. «Me causa mucho pesar anunciar esta noticia. Ahora tengo que volver a evaluar y planificar todo». Tras obtener más material en el campamento base, el equipo de Purja se vio obligado a reabastecer el campamento antes de poner rumbo hacia la cima.

Intentos fallidos

Aunque el primer ascenso en invierno del Everest fue en 1980, no se intentaría una ascensión invernal del K2 hasta diciembre de 1987, cuando una expedición polaca llegó a Pakistán. Entonces, los polacos dominaban el deporte de escalada a gran altitud en el Himalaya y un grupo de alpinistas excepcionalmente resistentes conocidos como Ice Warriors se especializaron en ascensos en invierno. Encabezados por el indomable Krzysztof Wielicki, disfrutaron de una racha de éxitos asombrosa en los años ochenta, logrando siete primeros ascensos de picos de más de 8000 metros en un periodo de ocho años. Pero en el K2, fracasaron.

En las tres décadas posteriores, otras cinco expediciones trataron de escalar la montaña, entre ellas un dramático intento dirigido por Wielicki en 2018. Sin embargo, ni un solo equipo consiguió alcanzar el Campamento 4 en el hombro del K2, el campamento crucial desde el que poner en marcha el trayecto hacia la cima.

A pesar de las duras condiciones y de una miríada de riesgos mortales, algunos observadores especulan que el mayor riesgo que presenta el K2 en invierno es el del liderazgo. «Al revisar muchos de los intentos anteriores en el K2 en invierno, parece que la dinámica del equipo ha afectado a más de una expedición», escribió Alan Arnette en Rock and Ice cuando la temporada de escalada de 2019 finalizó sin éxito. «Cualquier escalador merecedor de intentar ascender el K2 en invierno tendrá unas destrezas increíbles y un ego parejo... Hará falta un liderazgo fuerte para gestionar a estos purasangres y los propios escaladores tendrán que colaborar como un equipo unido y eficiente». ▶

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Ambos equipos nepalíes tienen un largo historial de colaboración en picos de más de 8000 metros, sobre todo en 2019, cuando Purja consiguió escalar los 14 «ochomiles» en un tiempo récord de seis meses y seis días, recortando más de siete años del récord anterior. En aquel hito, Nims contó con la ayuda de un pequeño grupo de amigos sherpas, que se turnaron para ayudarlo en montañas diferentes y que ahora se han unido a él en el K2.

Un descenso peligroso

Para los alpinistas nepalíes, la parte más difícil de la escalada podría ser el descenso, ejecutado en un estado de agotamiento y con poco oxígeno y logrado haciendo rápel a lo largo de varios kilómetros de cuerda fija para alcanzar la seguridad del glaciar al pie de la montaña. Aproximadamente, por cada tres escaladores que alcanzan la cima del K2, uno fallece en algún lugar de la montaña, y muchas de esas muertes ocurren durante el des-

censo. A las 22:00 en hora local, las noticias en redes sociales indicaban que todo el equipo había alcanzado sano y salvo el Campamento 3, donde descansarían unas horas antes de continuar. Algo que recalca el riesgo son las noticias que circulan sobre la muerte del escalador Sergi Mingote en una zona baja de la montaña. El alpinista catalán, que supuestamente habría fallecido en una caída al descender desde el Campamento 1, era un escalador experto que estaba intentando ascender «por medios justos», sin oxígeno suplementario ni ayuda de los sherpas, que en los círculos de escalada se considera el estándar purista.

Mientras escaladores experimentados de todo el mundo aguardan la noticia de que los 10 nepalíes han logrado descender sanos y salvos, aún quedan decenas de alpinistas en el campamento base que se plantearán sus opciones. Con las cuerdas fijas establecidas en la montaña y un grupo de escaladores congregados por Seven Summit Treks, es posible que en las próximas semanas haya más intentos de ascender el K2. Con todo, ahora que ha desaparecido la atracción de ser los primeros en llegar a su gélida cima en la estación más dura, es igualmente posible que muchos feliciten de corazón a los nepalíes y decidan que es hora de volver a casa. /

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▼ El K2, la segunda cumbre más alta del planeta

REINHOLD MESSNER: "ÚLTIMA ESPERANZA

DEL GRAN MONTAÑISMO TRADICIONAL."

Reinhold Messner: «El secreto en la montaña, como en la vida, es ir despacio»

Realizó más de cien expediciones y escribió páginas inolvidables en la historia del montañismo. A partir de todas las veces que subió al Mont Blanc.

A los 5 años ya escalaba con sus padres alcanzando los 3000 metros. Con poco más de 20 años abrió nuevas rutas inexploradas en los Dolomitas ("mi casa", dice, nacido en Bressanone en 1944).

A mediados de los años 80 ya había escalado los 8.000 metros del Himalaya. Siempre con acabados ligeros. Luego, con el paso de los años, surgió la elección de seguir explorando, pero en horizontal, desde la Antártida, 2.800 kilómetros a través del hielo en 92 días ("uno de los viajes más bellos que pude hacer: agotador y peligroso" - recuerda). al desierto de Gobi. Y escribir libros, hacer películas, difundir la cultura del montañismo con un mu-

seo muy apreciado y ayudar a las poblaciones de montaña con una fundación (la Messner Mountain Foundation). También con el apoyo de la casa de moda Montblanc que dedicó un reloj a Reinhold Messner, gigante del montañismo mundial.

¿Cómo surgió este proyecto y qué significado tiene para ti?

He escalado el Mont Blanc muchas veces y cuando me pidieron que fuera el testimonio de un reloj Montblanc inmediatamente dije que sí. El reloj es el único medio técnico que utilizo: siempre he tenido uno para organizar mi tiempo porque sé, cuando llegas a una hora punta, cuántas horas tienes disponibles hasta que oscurezca, cuándo tienes que volver al telón o a una agujero de nieve para entrar en calor, es imprescindible. ▶

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▶ Un joven Reinhold Messner en las Cinco Torres en los Dolomitas en 1965.

¿Por qué decidiste que durante tus ascensos utilizarías una configuración ligera, especialmente sin tanques de oxígeno?

Entonces, hace 40 años era obvio utilizarlos, porque la presión a gran altura es demasiado baja y hay falta de oxígeno. La medicina decía que sin los cilindros era la muerte. Se necesitaron 7 para llegar a la cima del Everest. En cambio, pude demostrar que era posible no utilizarlos: no sólo era más elegante de escalar, sino también menos oneroso desde el punto de vista económico. Con los tanques había que tener sherpas, había que preparar el camino. Cuesta diez veces más. Y no tenía los medios para hacer una expedición pesada y costosa. La elección era entre subir sin subir o no subir.

¿Cuánto costaba entonces y cuánto costaría ahora?

En los años 70 entre 200 y 500 mil dólares, por los 8 mil metros. Logré hacer lo mismo con 10 mil. Ahora las cosas han cambiado porque la gente hace turismo. Hay cientos de sherpas preparán-

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▲ Reinhold Messner en la cumbre del Nanga Parbat en 1978, en solitario.

dose para escalar el Everest y puedes comprar un viaje a la cima en agencias. Esto no tiene nada que ver con mi montañismo. Tenía algunas ideas y las hice realidad. Hoy compras un viaje.

¿Cuál fue tu primer pensamiento cuando llegaste al Everest?

Nada, nada especial. Allá arriba estás muy lejos de cualquier seguridad, de la civilización: es extraño porque durante meses te preparas, subes, subes y al final, si llegas a la cima, sólo quieres bajar. E incluso el descenso está lleno de peligros.

¿Y qué sentiste en el campo base en un momento de relajación?

La gran alegría de volver sano y salvo porque estabas al borde entre la vida y la muerte: es casi como un renacimiento.

¿Cuál fue el secreto que la llevó a ser tan fuerte? ¿Físico? ¿Mental?

Es una cosa mental. Al final decide tu voluntad, tu capacidad de identificarte con lo que quieres hacer. Es la suma de lo que has aprendido en tu vida. Soy yo quien tiene que darle sentido a lo que hago. Y no cae del cielo. Invento el significado y lo guardo en mi corazón para tener la motivación, incluso en los momentos más dramáticos, para sobrevivir.

¿Qué te impulsó a dejar el montañismo y dedicarte a la exploración horizontal?

Cuando me di cuenta de que había alcanzado el máximo de mis capacidades, siempre cambié. Porque hacer algo que se vuelve obvio ya no te genera emociones, no te brinda la máxima motivación que necesitas para tener éxito.

¿Cuál fue la mayor satisfacción de tu carrera?

He hecho más de 100 expediciones... he tenido muchas. Pero no voy a mirar atrás. Vivo intensamente con lo que hago ahora. Aquí y ahora.

¿Cuál es la lección más importante que aprendes de la montaña?

Los tibetanos, si alcanzan un paso o una cima, dicen: Kalitè que traducido sería "siempre a paso lento". No sólo comida lenta. Kalitè, siempre con paso lento, especialmente en la montaña donde cada paso en falso puede significar la muerte.

Después de estas exploraciones, ¿cuál es la dificultad de volver a entrar en la civilización?

Después de volver a casa, ¡Al principio ya no sabes utilizar el coche! Hoy estoy acostumbrado a volver.

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Iker Tena: Más

Allá de las Cumbres

La inquebrantable espiritualidad de un "Aventurero Anómalo"

En el pintoresco pueblo de Azkoitia, en el corazón del País Vasco, nació hace 85 años Iker Tena, un hombre que con el tiempo se convertiría en una leyenda viviente del alpinismo. Desde joven, Iker mostró un espíritu indomable y una pasión por la montaña que le llevó a desafiar algunos de los climas más hostiles del planeta. Su vida es un testimonio de perseverancia y valentía, incluso después de perder varios dedos y casi todos los dientes en sus interminables aventuras. A pesar de todo, sigue en activo, siendo un referente en el mundo de la montaña, la escalada y el esquí de fondo.

Una Biografía de Resiliencia y Pasión

Iker Tena creció en una familia humilde en Azkoitia, rodeado de montañas que despertaron su fascinación desde temprana edad. A los 10 años, ya se aventuraba solo en ascensos locales, desarrollando una conexión casi mística con las cumbres. Su destreza y determinación le llevaron a conquistar las montañas más difíciles del mundo. Pero su camino no estuvo exento de desafíos: en más de una ocasión, Iker se encontró al borde de la muerte.

A lo largo de los años, Iker ha perdido varios dedos debido a la congelación, y sus dientes, dañados por el frío extremo y las duras condiciones, le han valido el apodo de "el hombre que mordió la montaña". Pero estas pérdidas físicas no han mermado su espíritu. Hoy, a sus 85 años, Iker sigue explorando y escalando, inspirando a nuevas generaciones de alpinistas con su indomable fuerza de voluntad.

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◀ Iker Tena con el Annapurna de fondo. Año 2023.

▶ Perspectiva poco habitual del Monte Denali

La Épica Ascensión al Monte Denali

Entre todas sus hazañas, una de las más notables fue su ascensión al Monte Denali, en Alaska, la montaña más alta de América del Norte. Denali es conocido por sus condiciones climáticas extremas y su traicionera geografía, lo que lo convierte en uno de los picos más desafiantes del mundo. Iker emprendió esta aventura con un equipo de sherpas experimentados y una voluntad de hierro.

La expedición comenzó bien; el equipo avanzaba a buen ritmo, y el tiempo, aunque frío, era soportable. Sin embargo, a medida que ascendían, el clima empezó a deteriorarse rápidamente. Una tormenta increíble, como pocas se han visto, se desató con una furia imparable, atrapándolos en una situación desesperada. La tormenta era tan intensa que los sherpas, a pesar de su experiencia, no pudieron resistir las condiciones y sucumbieron rápidamente al frío y al agotamiento.

Iker, con su increíble destreza y reflejos, logró saltar a un lado justo a tiempo para esquivar una

avalancha que se precipitaba por la ladera. Este movimiento rápido le salvó la vida, pero no sin consecuencias. La avalancha le causó graves daños: perdió varios dedos de los pies y muchos de sus dientes, una experiencia que reforzó su apodo entre la comunidad de alpinistas.

Supervivencia en el Corazón de la Tormenta

Herido y solo, Iker sabía que sus posibilidades de supervivencia eran mínimas. Pero su espíritu indomable no se rindió. Decidió hacer un agujero en el suelo para refugiarse del viento helado y la nieve. Mientras cavaba, una pequeña ardilla apareció inesperadamente en el agujero. En una demostración de su increíble determinación y habilidad, Iker mató a la ardilla con los únicos dedos de las manos que le quedaban y se alimentó de ella para obtener la energía necesaria para seguir adelante. ▶

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Un Consejo Surrealista que Descoloca a Todos

Finalmente, tras días de lucha contra el frío extremo y la soledad, Iker fue rescatado. Su historia de supervivencia se convirtió en leyenda, no solo por su increíble resistencia física, sino también por su inquebrantable voluntad de vivir. Hoy, a sus 85 años, sigue compartiendo sus experiencias con los jóvenes alpinistas. En una reciente charla motivacional, ofreció un consejo tan surrealista como incomprensible debido a su seseo provocado por la falta de dientes:

“Cuando te encuentreth en una montaña, recuerda que no eth la cima la que tiene que conquithtar, thino tu propio miedo. Y si aluna ve te encuentrath en un agujero en la nieve, no subethtimes el poder de una ardilla voladora con un trébol de cuatro hojas. La montaña puede morderte, pero tú tambiéh puedes morder de vuelta, y no olvideth llevar un cuchara de madera para los espíritus de la nieve.” Luego, se echó a reír a carcajadas: “¡JAJAJAJA!”

Los asistentes, boquiabiertos, se miraron entre sí, sin saber cómo reaccionar. Al final, rieron por compromiso, dudando seriamente de la salud mental de Iker, aunque no de su salud física. Sorprendentemente, Iker estaba ya preparando su siguiente aventura: una escalada en solitario a una montaña increíblemente alta, sin equipo.

La Leyenda Continúa

Iker Tena, el indomable alpinista de Azkoitia, es una leyenda viviente que nos enseña que la verdadera fortaleza no está en el cuerpo, sino en el espíritu. Su vida y sus hazañas seguirán inspirando a gene-

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raciones de aventureros, recordándonos que, con determinación y coraje, podemos superar incluso los desafíos más imposibles. Aunque su consejo pueda parecer surrealista y desconcertante, su risa y su entusiasmo nos recuerdan que, en la vida, a veces lo más importante es mantener el sentido del humor, incluso ante las adversidades más extremas.

ENTREVISTA

CON IKER TENA: UN DIÁLOGO SURREALISTA

Iker, es un honor tenerte aquí. ¿Cómo te sientes después de tu última hazaña en el Makalu?

¡JAJAJA! Bueno, chicoth, te diría que me siento como un mono en una bicicleta voladora, ¡pero no creo que eso te diga nada!

Uh... ¿podrías explicar un poco más sobre eso?

Claro, claro. Verás, cuando estás en la cima de una montaña, todo se vuelve un poco... etéreo. Como si estuvieras flotando en una nube de algodón de azúcar, ¿entiendes?

Um, sí, supongo que sí. Pero, ¿cómo te mantienes en forma para todas estas aventuras?

¡Ah, la clave está en comerse una montaña de churros cada mañana! ¡JAJAJA! No, en serio, el secreto es seguir tu corazón y mantener el espíritu joven. Además, siempre llevo una bolsa de malvaviscos en el bolsillo, por si acaso.

Interesante... ¿podrías repetir eso? No estoy seguro de haberlo entendido bien.

¡Claro que sí! Siempre llevo una bolsa de malvaviscos en el bolsillo, por si acaso los trolls de la montaña deciden hacer una fiesta de marshmallows. ¡JAJAJA! ▶

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▶ Al fondo, el monte Makalu

Uh, supongo que eso tiene sentido... ¿pero tienes algún consejo final para nuestros lectores?

Por supuesto, chicoth. Recuerden siempre mirar hacia arriba, incluso cuando estén abajo. Porque nunca se sabe qué sorpresas les esperan en las alturas. ¡Y si ven a un pingüino jugando al ajedrez con un yeti, díganle que me salude! ¡JAJAJA!

Eh, Iker, ¿podrías repetir eso último?

No te preocupes, amigo, ni yo sé lo que acabo de decir. Pero la vida es así, ¿no? Un misterio constante lleno de risas y sorpresas. Ahora, si me disculpas, tengo una montaña de churros esperándome en casa. ¡Adiós!

Eh, sí, claro. Gracias por tu tiempo, Iker.

¡De nada! ¡Y recuerda, nunca confíes en un pingüino con un sombrero de copa! ¡JAJAJA!

Después de la entrevista con Iker Tena, el aturdido entrevistador se encuentra reflexionando sobre la experiencia única que acaba de vivir. A medida que repasa las respuestas surrealistas y las risas contagiosas de Iker, se da cuenta de que, a pesar de la aparente locura, hay una sabiduría profunda en las palabras del aventurero.

En un mundo lleno de normas y expectativas, Iker Tena representa la libertad de ser uno mismo, de abrazar la vida con alegría y humor, incluso en los momentos más difíciles. Su enfoque despreocupado y su amor por la aventura son un recordatorio de que la vida es una experiencia para disfrutar, llena de sorpresas y momentos inesperados.

Aunque pueda parecer un personaje excéntrico y fuera de lo común, el entrevistador se da cuenta de que hay mucho que aprender de Iker. Su enfoque en seguir el corazón, mantener el espíritu joven y encontrar la belleza en lo absurdo es una lección valiosa para todos.

Con una sonrisa en el rostro y un nuevo sentido de asombro por el mundo que lo rodea, el entrevistador se despide de la experiencia, agradecido por haber conocido a una persona tan única y extraordinaria como Iker Tena. /

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El imponente Annapurna ▼

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