DIAS CONTADOS. REVISTA DE CUERPO ACADÉMICO

Jorge Ordóñez Burgos

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Javier Espino Martín

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Carlos Mariscal de Gante Centeno

Berenice Romano Hurtado

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Israel Nicasio Álvarez

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Anastasia Kachaeva

Tatiana Kachaeva

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Ma. del Coral Herrera

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Mario Caleb López

Núm. 0

| Vol. I

| Año 2018

Revista del Cuerpo Académico “Estudios Transdisciplinarios sobre Cultura en América Latina” Facultad de Humanidades. Universidad Autónoma del Estado de México

Revista del Cuerpo Académico “Estudios Transdisciplinarios sobre Cultura en América Latina” Facultad de Humanidades. Universidad Autónoma del Estado de México Núm. 0

| Vol. I

| Año 2018

Comité editorial: Daniel Arzate Tatiana Litvinskaya Lourdes Ortiz Boza

Carlos A. Garduño Comparán Mario Caleb López Alberto Saladino García

Coral Herrera América Luna Martínez

Coordinación editorial: Carlos A. Garduño Comparán.

Diseño editorial: Héctor Ruiz Bermúdez.

Correo electrónico: revistadiascontados@gmail.com Junio, 2018

Días Contados recoge artículos y reseñas críticas relacionadas con investigaciones sobre la cultura en América Latina y fomenta un enfoque transdiscplinario. Aparece dos veces al año en publicación electrónica.

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Se prohíbe su reproducción total o parcial por cualquier medio, incluido electrónico, sin permiso previo y por escrito de los editores.

Índice Artículos 1. "¿Espectadores pasivos o productores de ciencia? Algunas notas para la filosofía de la ciencia desde el norte de México."

Jorge Ordóñez Burgos.

Pág. 7

3. "Virgilio en la contrarrevolución mexicana: Las publicaciones de Espinosa Pólit y González Uribe en la Editorial Jus". Carlos Mariscal de Gante Centeno.

Pág. 49

5. "Homosexualidad y dictadura argentina en 1976. La criminalidad de la subversión moral". Israel Nicasio Álvarez.

Pág. 85

7. "La imagen como manipulación desde su fetiche: María Magdalena, el ícono que pasó de ser el apóstol mujer más próximo al Cristo; a el símbolo de la prostituta arrepentida… ¿política o religión?". María del Coral Herrera, Mario Caleb López.

Pág. 102

2. "Historia de las ideas y gramática latina: el método de la estética de la recepción y la enseñanza del latín en Hispanoamética entre los siglos XVIIIy XIX". Javier Espino Martín.

Pág. 23

4. "Difracción de una escritura: fractalidad y fragmento como recursos para la brevedad en El Grafógrafo de Salvador Elizondo".

Berenice Romano Hurtado.

Pág. 71

6. "Impacto sociocultural de las Guerras del opio en la medicina tradicional china". Anastasia Kachaeva, Tatiana Kachaeva.

Pág. 97

Reseñas 8.- "Filosofía y Revolución Mexicana". Alberto Saladino García.

Pág. 126

Colaboradores

Pág. 133

9.- "Reseña de la Jornada conmemorativa por el centenario de la Revolución Soviética". Melissa Hernández Parra.

Pág. 131

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Editorial

Días Contados surge como una iniciativa del Cuerpo Académico “Estudios Transdisciplinarios sobre Cultura en América Latina”, de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México, con el fin de ofrecer un espacio para la publicación de artículos y reseñas críticas relacionados con la investigación que realiza y promueve el Cuerpo.

Más allá de la difusión de la actividad académica de nuestros colaboradores, la finalidad de la revista es ofrecer un espacio que muestre, con un espíritu de exploración transdisciplinaria, los distintos acercamientos que los investigadores preocupados por comprender el devenir de la cultura en América Latina, desde sus múltiples circunstancias, están elaborando.

Si las culturas en general se desarrollan a lo largo de la historia, de maneras diversas, sin un fin determinado de antemano y, por tanto, sin que se pueda fijar un criterio de juicio al respecto para su comprensión, lo que nos queda es ir repasando el día a día y recopilando el material producido para favorecer una reflexión sobre lo que somos, siempre incompleta, pero construyéndose y reconstruyéndose perpetuamente.

Por ello, en el fondo, cualquier acercamiento tiene sus días contados. Pero ello no impide que podamos seguir haciendo un recuento de los días transcurridos, que nos ayude a regenerar y actualizar la consciencia de lo que somos.

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¿Espectadores pasivos o productores de ciencia?

Algunas notas para la filosofía de la ciencia desde el norte de México1 Jorge Ordóñez Burgos Resumen: El catálogo tradicional de la filosofía de las ciencias está integrado a partir de convencionalismos teóricos que reducen las actividades de la ciencia y la tecnología a un análisis formal exagerado; una revisión superficial desvinculada de la realidad social y aislada del ámbito cultural. Este artículo intenta reflexionar acerca del significado de las ciencias y la tecnología, según el contexto económico e industrial del norte de México.

La filosofía mexicana, particularmente el pensamiento del norte, necesita explorar otros horizontes, más actuales e insertos en la dinámica social contemporánea. Se sugiere un puñado de cuestiones filosóficas relacionadas con la perspectiva cultural de la filosofía de las ciencias y/o la tecnología: la medicina forense practicada en nuestra violenta zona, la filosofía de la biología enfocada en la vegetación chihuahuense, la antropología de las etnias de la región y, con especial énfasis, el fenómeno de las maquilas. ¿Somos una parte del domino tecnológico protagonizado por poderosos capitales? ¿Contribuimos a crear nuevo conocimiento o somos sólo usuarios tecnológicos a sueldo?

Palabras clave: Filosofía de la ciencia, Filosofía de la tecnología, Filosofía de la cultura, Filosofía mexicana, Filosofía contemporánea.

Jorge Ordóñez Burgos

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Presentado como ponencia en el Congreso Nacional de Filosofía Mexicana y Latinoamericana, llevado a cabo del 8 al 10 de noviembre de 2017 en la ciudad de Puebla. El texto fue modificado para su publicación.

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La ciencia y la tecnología en nuestro mundo: ¿conocimiento o instrumento engañoso de valoración moral?

La filosofía es un área en la que no pueden obviarse los temas a investigar. En el mundo contemporáneo, frecuentemente se sobreentienden las bondades de los derechos humanos -establecidas en los términos precisos que dictan organismos como la ONU-.

La soberanía e identidad de los pueblos del planeta es un asunto ya agotado para algunos y sin cabida en el debate actual, concentrado en tópicos propios de la evolución política occidental. Téngase como ejemplo la declaración de independencia de la República de Cataluña, un acontecimiento subestimado que merece ser observado con prudencia porque nos invita a cuestionar las entrañas de la Europa de nuestros días. Los enfoques de ciertas teorías educativas, elevadas al nivel de política de estado e incapaces de establecer diálogo con posturas discrepantes, simplemente son impuestos por la autoridad contraviniendo la pluralidad; tan acariciada como ficticia y pregonada en manifiestos pedagógicos oficiales. En los últimos meses, se ha condenado sistemáticamente al régimen de Corea del Norte, algunos medios de comunicación y los gobiernos de un puñado de países han echado mano de argumentos falaces para censurar prácticas como la tortura, la deportación o la restricción para expresar libremente lo que se piensa. Sin embargo, parecería que la prisión de Guantánamo, los abusos de cuerpos de seguridad latinoamericanos cometidos contra ciudadanos, la existencia ficticia de armas químicas de destrucción masiva, so pretexto para invadir Iraq, el adoctrinamiento para abrazar el consumismo desmedido como una forma civilizada de vivir o los experimentos nucleares hechos en Occidente son cosa menor. Kim Jong-un es la encarnación del mismísimo demonio, por todo el mundo se denuncian los actos de salvajismo que a diario perpetra contra sus gobernados, así como el manejo irresponsable de proyectiles nucleares. Ante las circunstancias mencionadas cabe la pregunta: nuestra condena, nuestra reflexión sobre el estado de las cosas, nuestro filosofar ¿qué tan crítico llega a ser? ¿Qué tan hondo cala la filosofía en temas de tanta actualidad?

La ciencia y la tecnología que se producen fuera de las fronteras normalizadas por las economías “democráticas” son nefastas y dañinas, no sólo para el medio ambiente, sino que son moralmente reprobables, “contrarias” a la libertad, al desarrollo, a la paz y a las instituciones democráticas2. En el presente, ciertas tradiciones filosóficas de vanguardia No es mi intención abrumar al paciente lector con múltiples referencias de estudios críticos sobre la investidura que Occidente se ha dado a sí mismo como el modelo para toda civilización por venir.

A manera de muestra, la obra de John Hobson (2006), Los orígenes orientales de la civilización de Occidente, escudriña en las raíces más profundas que fincan una superioridad insostenible y absurda.

Sugiero la lectura de dos capítulos especialmente reveladores: “Los orígenes chinos de la industrialización británica” (pp. 257-292) y “La construcción de la identidad racista europea y la invención del mundo, 1700-1850” (pp. 293-312). La reconstrucción histórico-económica de Hobson, nos brinda argumentos para comprender por qué la injusticia y el dominio colonial se han institucionalizado bajo la apariencia de políticas razonables. Si la historia de la ciencia, la política, la industria y el comercio son trastocadas a niveles esquizofrénicos, puede tolerarse, y quizá hasta aceptarse, la idea de que los 2

El salir al paso de la filosofía Una de las grandes angustias que han experimentado algunas comunidades filosóficas occidentales del último siglo, es resolver la difícil cuestión: filosofía ¿para qué? En realidad, no es un planteamiento nuevo porque ya desde los textos de Heráclito (mofándose de británicos y los franceses hayan “civilizado” Indochina, China y la India; o que los norteamericanos destruyan los “ídolos” de los musulmanes del norte de África y del Medio Oriente. Por lo tanto, lo que sucede en América Latina, es sólo una réplica de la ideología que viene imponiéndose en buena parte del mundo desde principios del siglo XVIII.

Jorge Ordóñez Burgos

navegan entre tópicos y discursos más o menos consensados de conclusiones predecibles. Fijados en nuestra mentalidad de tal manera que, en el terreno social, la filosofía suele corroborar con frecuencia la ideología dominante. Téngase por muestra las investigaciones nucleares de Irán que fueron boicoteadas por la “comunidad internacional”. No pocos filósofos alzaron la voz para exigir la intervención inmediata de las autoridades competentes. Esos mismos inquisidores nunca han pedido explicaciones a los responsables de las atrocidades cometidas en Hiroshima, Nagasaki, Vietnam, Iraq y Afganistán. La ciencia y la tecnología cultivados en márgenes predeterminados, constituyen el motor de la civilización, pero cuando están fuera de éstos atentan contra el “orden internacional”. Es sintomático que en una era de tanta apertura y pluralidad se reduzca el cultivo del conocimiento a esquemas morales tendenciosos.

La estructura del razonamiento es simple. Los países que no tienen los recursos suficientes para sostener un sistema de investigación científica y tecnológica representan un problema planetario. Por eso, los experimentos genéticos con plantas y animales, el ensayo de nuevos combustibles para automotores, la invención de potentes medicamentos, la explotación de la energía nuclear o la industria armamentista, están reservados para quienes puedan contener contingencias sanitarias o ambientales, resultado de experimentos fallidos. Las grandes economías afirman contar con la infraestructura –jurídica, material y técnica– para resolver cualquier dificultad. La experiencia derivada de tradiciones científicas decimonónicas, algunas anteriores, respalda la monopolización y aprovechamiento del conocimiento. Sin embargo, ¿siempre han sido eficientes sus medidas de contención? ¿Actualmente no sufrimos a nivel global las consecuencias de la negligencia de quienes han dirigido programas tecnológicos e industriales de experimentación en países del primer mundo? ¿Podríamos decir que hay una verdadera consciencia ecológica y humanitaria en quienes ejercen el poder a escalas tan altas? ¿La cualificación tecnológica y científica implica alguna superioridad moral o la capacidad para juzgar la forma en que otros se gobiernan a sí mismos? Las grandes democracias del planeta, ¿sustentan una política exterior igualmente democrática? Tal vez, la carencia de argumentos que apuntalen el ejercicio tecnológico de los países desarrollados sea la causa por la que se buscan maneras de cancelar las iniciativas de economías “no alineadas” o “en vías de desarrollo”. En los hechos, dicha forma de proceder ha resultado una estrategia muy eficiente para deshacerse de la competencia en diferentes esferas, no sólo en el terreno bélico, sino también en el económico e industrial.

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la polymathía pitagórica), Aristófanes (crítico implacable de los filósofos charlatanes) e Hipócrates (escéptico de la teorización desmedida abrazada por Empédocles), surge la pregunta despiadada que mueve a pensar la filosofía en una dimensión vivencial y práctica. La filosofía ha de reflejarse en la vida de las personas, fórmula sencilla de enunciar y escribir, pero muy complicada de cumplir en la cotidianidad. Quizá desde que la filosofía se convirtió en una Facultad universitaria, en un programa académico, o, dicho de forma más directa, en una carga para el erario público de un país, fue entonces cuando se le pidieron cuentas y resultados medibles. Como respuesta ante tales cuestionamientos, se ha recurrido a “soluciones” desesperadas en las que la disciplina es caricaturizada al máximo, convirtiéndola en una especie de terapia de autoayuda mezclada con tintes de ejercicios mentales dirigidos a resolver acertijos lógicos y recetas cívicas de moralización-adoctrinamiento. Según entiendo, a la filosofía así popularizada se le resta fuerza, originalidad y profundidad, convirtiéndola en esquema simplificado de historia de las ideas, cuya moraleja concluye con una promesa –incumplida- de encontrar aplicación de los sistemas monumentales al mundo de carne y hueso.

En medio de la asfixia se mendiga consideración y respeto de la sociedad que solventa una filosofía subvencionada por el Estado. Es así como esa filosofía se reviste con ropajes vistosos y coloridos que la hacen amena, atractiva y divertida. Platón no era tan mal tipo, sus ideas tienen vigencia porque se les puede conectar con la historia de Matrix… Con frecuencia se cae en una de dos posturas nocivas cuando se pretende crear filosofía: La primera, remitirse a autores y circunstancias del pasado para pensar el presente –despojando de autonomía a ambos momentos–; de ahí que la “vigencia” de Schleiermacher, Mersenne o Santo Tomás de Aquino pueda ser una manera de evadir la tarea de pensar el hoy por nosotros mismos. La segunda, esconderse detrás de una síntesis “histórica” apresurada de ideas que merecen mayor examen, no sólo de orden filosófico, sino filológico, historiográfico y, en no pocas ocasiones, arqueológico.

En el terreno de la creación filosófica, la construcción de los temas contemporáneos puede resultar una tarea difícil para el filósofo, dado que, si bien es verdad que casi cualquier cosa es susceptible de ser sometida a revisión, también es cierto que puede caerse en un acto de repetición y reciclaje de los grandes temas de antaño. Nutrirse de reflexiones geniales y pertinentes que inspirarán el pensamiento de generaciones por venir y que, en su momento, fueron desarrollos originales, no implica ignorar que la filosofía es una actividad que se gesta a partir de aportaciones nuevas. Por otro lado, también es posible ser víctima de la época que se vive y, en el afán de meditar sobre el aquí y el hoy con extrema actualidad, tomar como materia prima del filosofar manifestaciones humanas efímeras, producto de la moda. Por ejemplo, aseverar que la actualidad es la era digital sin hacer mayores precisiones implica un grave riesgo; olvidando que la tecnología es una manera de hacer las cosas, sólo una elección entre varias. Traducir la realidad a esquemas matemáticos hoy vigentes nos hace anclarnos a un lapso del presente, conduce a reducir un prisma sólo a una de sus múltiples caras. ¿En cuántas eras vivimos simultáneamente? La nuclear, la genética, la espacial, la postmodernidad, la complejidad, el neocolonialismo, la edad de la democratización total, la globalización, la crisis de la globalización… cada una de ellas simplifica la realidad a momentos inconexos con la totalidad.

La filosofía mexicana, específicamente la del norte del país, ha desatendido cuestiones

importantísimas en las que se ven reflejadas las condiciones imperantes en una zona y tiempo, cuya repercusión se sentirá en el futuro cercano. Nos entusiasma imaginar que vivimos en la sociedad del conocimiento, una comunidad en la que no sólo se tiene a disposición el saber científico y las aplicaciones tecnológicas más avanzadas, sino que es capaz de producir conocimiento innovador por sí misma3. No es mi intención adentrarme en discusiones históricas y políticas, la gran pregunta es si nuestro país ha tenido iniciativas para crear ciencia y tecnología como parte de un proyecto nacional bien dirigido. Dicho de otra forma, si existe una vocación nacional, parte de nuestra identidad, consistente en cultivar la ciencia y la tecnología dentro del quehacer cotidiano y orientadas a las necesidades particulares del país.4 Respecto a la autonomía del conocimiento y la reflexión, es pertinente citar un viejo libro de Leopoldo Zea, donde describe la naturaleza de la filosofía mexicana en los siguientes términos: … se presenta bajo un doble carácter: un carácter pedagógico y un carácter político.

Nuestro pensamiento pone acento en los problemas que plantean estos temas y trata de resolverlos. El planteamiento de tales problemas tiene su origen en nuestra propia constitución histórica. México, o más ampliamente América, ha surgido a la historia como dependencia europea. Entra en la Cultura Occidental porque Occidente ha necesitado de ella y descubre apropiársela. Con estas tierras Occidente quiso resolver los problemas que lo preocupaban, su crisis histórica. (1955, p. 10).

Dichas palabras bien podrían aplicarse al escenario científico y tecnológico del último medio siglo, sólo que controlado en buena medida por los Estados Unidos.

El catálogo filosófico En el estado de Chihuahua, se tiene décadas asumiendo que la filosofía es un terreno

José Narro, apunta tres condiciones para poder ser partícipes de la sociedad del conocimiento: i) contar con los medios para manejar el conocimiento humano, ii) tener acceso a la información y iii) generar nuevos saberes. Cf. “México “fuera de la sociedad del conocimiento”: Narro”, Emir Olivares Alonso. La Jornada, 10 de febrero de 2011, p. 46. –María de la Luz Casas Pérez establece aspectos elementales para distinguir entre “sociedad de la información” y “sociedad del conocimiento”, explorando las posibles relaciones que ambas tienen entre sí, además de visualizarlas como escenarios que pueden resultar incompatibles en ciertas circunstancias. “México: sociedad de la información o del conocimiento”, Virtualis No. 1, enero junio de 2010. Disponible en http://aplicaciones.ccm.itesm.mx/ virtualis/index.php/virtualis/article/viewFile/19/8.

Arozena y Sutz (2013, p. 31) comenta: “La escasa demanda solvente de conocimiento en el subdesarrollo hace que aun la oferta débil de conocimientos sea frecuentemente subaprovechada, con lo cual capacidades trabajosamente construidas se desdibujan. En el caso –por cierto problemático- de que se pueda vincular la investigación y la innovación con la atención a los problemas de la inclusión social, de modo que sea a la vez eficaz (contribuyendo en alguna medida a manejar mejor algunos de esos problemas) y eficiente (haciéndolo con un mejor uso de los recursos que a menudo se malgastan en soluciones caras y compradas de modo que ni son muy adecuadas ni expanden las capacidades propias), ello constituiría una vía mayor de democratización con expansión del conocimiento.” –En este mismo sentido se manifiestan Casas et al. (2013, pp. 35-37).

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virgen en el que está todo por hacerse. Es lamentable que a la fecha no se haya planteado un pequeño catálogo de problemas propios de la región5, diseñado para esbozar cuestiones apremiantes, propias del terreno de la antropología filosófica, la ética, la filosofía de la cultura, la epistemología, por mencionar sólo algunas. Es un hecho que en Chihuahua está todo por hacerse en materia filosófica, por desgracia, de generación en generación se ha venido aplazando la apertura de un espacio real y creativo de discusión.

A manera de ensayo, propondré un conjunto de tópicos que podría delimitar la revisión de la ciencia y la tecnología desde una perspectiva cultural.

1. La medicina forense.

Los forenses asignados a trabajar en estados del norte de la república como Sinaloa, Tamaulipas, Baja California y Chihuahua vieron rebasadas sus capacidades en varios aspectos, desde el espacio para almacenar cuerpos en las morgues, modificar sus funciones del ámbito puramente criminológico a convertirse personal de campaña; hasta descifrar la creatividad enfermiza de los asesinos que cada vez llevan más allá la habilidad para ocultar evidencia, sin mencionar la crueldad desmedida, usada a manera de firma, para adjudicarse actos de salvajismo indescriptible. Caben, entonces, algunas preguntas ¿Qué y cómo investiga el forense? ¿Qué clase de ciencia es la suya, área multidisciplinar, ciencia pura, técnica, una variante de la ingeniería o tecnología? Su campo de aprendizaje, experimentación e innovación, ¿son privilegiados? Las ciudades más violentas del norte mexicano ¿son laboratorios inmensos de aprendizaje que las convierte en destino para quienes desean incrementar sus conocimientos en el campo de las ciencias forenses? ¿Se han producido hallazgos que coloquen a nuestro país a la vanguardia de la disciplina a nivel mundial o sólo se han replicado técnicas usadas por el FBI y Colombia? El manejo del poder en nuestro país funciona de tal manera, que pocas esferas de la vida nacional no están impregnadas de intereses mezquinos, por ello, ¿puede constituir un capital político para los gobiernos estatales y la misma administración federal el perfeccionamiento y “exportación” de las ciencias forenses desarrolladas en México? ¿Cómo conviven las ciencias forenses, los intereses creados alrededor de su ejercicio y el discurso político? ¿Cómo ejercer una ciencia en cuya práctica se pone en riesgo la vida misma del forense y la del equipo que lo rodea? Por la naturaleza misma de las investigaciones, ¿podría considerarse a la medicina forense una clase de conocimiento críptico al que no puede tener acceso abiertamente la filosofía de la ciencia y la tecnología, dado su valor estratégico dentro del combate y prevención del crimen? Hasta el día de hoy, no he sabido de un solo espacio filosófico en el norte del país en el que se invite a forenses para dialogar acerca de sus actividades, tal vez la razón del silencio es la naturaleza misma del campo de reflexión. A pesar de las limitaciones, considero que ésta es una línea de investigación desperdiciada que no sólo abriría camino en la región, sino que trascendería nuestras fronteras.

2. Botánica.

Existen especies vegetales endémicas que se han descubierto en años recientes en el

Algo parecido a lo sugerido por Horacio Cerutti en su artículo “Filosofía latinoamericana en México”, publicado en la antología Historia de la filosofía mexicana, pp. 192-210. Coordinada por Alberto Saladino García. Seminario de Cultura Mexicana, México, 2014.

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3. La etnografía y áreas afines.

La antropología enfocada en los pueblos de la región ha sido omitida sistemáticamente de los congresos, encuentros y foros filosóficos del estado. Su horizonte epistémico, integrado por varias ciencias y disciplinas, podría ser un bastión valiosísimo cuyas aportaciones beneficiarían no sólo a la filosofía local, sino a la mexicana en su conjunto. ¿Cómo se les estudia a los tepehuanes, a los menonitas y a los rarámuri? Sociedades vivas que constituyen un todo independiente de nuestra comunidad lingüística y cultural. ¿Cómo han sido recogidas sus tradiciones orales, sus creencias religiosas o su gastronomía? ¿Qué métodos utiliza el antropólogo para acercarse a tales manifestaciones? ¿Qué procesos de validación del conocimiento son los seguidos por la antropología especializada? Y, ya dado el énfasis cultural que se sugiere para hacer filosofía de las ciencias, ¿qué lugar ocupa dentro de la antropología mexicana la que se hace en el norte? Los descubrimientos arqueológicos del centro y sur de la república no son comparables a los aquí obtenidos, entonces, ¿cómo desarrollar una arqueología de tales características? ¿Cómo se produce el diálogo entre la antropología y otras ciencias como la demografía, la sociología, la historia, la economía y la política? ¿Cómo es que ha contribuido nuestra antropología para la composición de la historia de México, para la comprensión, si cupiera la expresión, de la mexicanidad?

4. Las maquilas.7 En este tema quiero poner especial atención, no porque sea de mayor relevancia que los tres arriba apuntados, sino por las implicaciones políticas, sociales, económicas, tec-

Escrito por: Martha Patricia Olivas Sánchez, Irma Delia Enríquez Anchondo, Miroslava Quiñonez Martínez y Eduardo Pérez Eguía. UACJ, Cd. Juárez, 2012.

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Agradezco al Dr. Jorge Carrillo Viveros del Colegio de la Frontera Norte y a la Dra. Lourdes Ampudia Rueda, de la UACJ por su valiosa orientación para la revisión de fuentes de investigación sobre esta materia.

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estado de Chihuahua, siendo la Sierra Tarahumara y el desierto sus principales nichos.

En 2012 se publicó la obra Plantas y hongos medicinales del estado de Chihuauha6 cuyo eje central de investigación es una disciplina conocida como etnobotánica en la que se revisan los usos que un asentamiento humano le asigna a las plantas, dependiendo de las necesidades y actividades propias de cada comunidad. Parecería que detrás de dicha línea existe un claro fundamento hermenéutico, así como métodos de observación diseñados concretamente para nuestro entorno, ¿por qué no se les ha revisado? ¿Qué mecanismos de observación y abstracción han desarrollado los botánicos de la región? ¿Su saber está orientado sólo a la teoría, a la erudición, o hay un claro interés por vincularse con el sector farmacéutico o alimentario? Además del enfoque socio-cultural, la etnobotánica ¿ha entablado diálogo con la entomología y la zoología? Aunque se comparten estrategias de investigación con instituciones aridoamericanas, se han consolidado ciertos procedimientos ideados por especialistas del estado, empero, cabe la pregunta, ¿cómo opera la fuente o fuentes de experimentación de la botánica que se practica en la entidad; se han desarrollado experimentos innovadores o se han adaptado los establecidos por los especialistas de regiones más o menos similares a la nuestra? La filosofía de la biología es conjunto vacío en la región.

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nológicas, educativas, jurídicas, comerciales y culturales que lo integran. La filosofía que medite sobre la industria maquiladora deberá tener la capacidad de comprender una actividad cambiante que en pocos años reconfigura sus reglas de operación, con el fin de adaptarse a las variaciones del mercado internacional. El estado de Chihuahua ha sido un espacio privilegiado para el ejercicio de la ciencia y la tecnología, forjándose con las décadas un entramado que fomenta su cultivo. Jorge Carrillo hace una revisión histórica de las primeras etapas de las maquilas en México (1965-1986), estudiando críticamente los propósitos que originaron su instalación. Al inicio, fue una medida para resolver superficialmente el desempleo y el déficit industrial del norte del país, visualizándolo como un sector más o menos inestable cuyos capitales podían ser retirados casi de inmediato ante cualquier dificultad nacional o mundial.8 Luego, fue convirtiéndose en un conglomerado empresarial que consolidó un nuevo esquema de exportación, con una permanencia más estable y teniendo como consecuencia la creación de compañías subsidiarias mexicanas, proveedoras de insumos y servicios. En general, podría hablarse de una reinvención de la economía, el mercado y la mentalidad empresarial9 de la región.

La primera pregunta para darle un giro cultural al asunto es ¿Qué significado tienen la ciencia y la tecnología en Chihuahua? Alma Rocha y Roberto López Martínez (2003, p.

103) hacen un señalamiento que puede echar luz sobre la mentalidad oficial imperante en nuestro país: …las acciones implementadas en materia de ciencia y tecnología en México han tenido un impacto limitado debido a que el gobierno considera, tradicionalmente, las actividades científicas y el desarrollo tecnológico como exógenas al sistema económico.

¿Somos usuarios o creadores? En nuestros tecnológicos y universidades, se enseñan ingenierías y ciencias, ¿para desarrollar innovación o para saber manejar los recursos que aquí nos llegan de manera dosificada por medio de las empresas transnacionales?10 Los especialistas en el tema hablan de la región de aprendizaje para referirse al nicho donde se instalan las maquiladoras, un espacio cuyas condiciones son amoldadas y amoldan a la empresa huésped, haciendo posible la asimilación de conocimiento y tecnología.

Aclaran que no cualquier entorno puede reunir las condiciones para convertirse en una región de aprendizaje.11 Dándose las condiciones apuntadas, se produce una derrama

Sobre este particular, véase el trabajo de Del Castillo (1989) y Rocha Laklz y López Martínez (2003, pp. 106-107).

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La política de calidad total impera en buena parte de las maquilas, con ello, son contagiadas las empresas que de una manera u otra se relacionan con ellas. Carrillo (2014) señala que el concepto de productividad cambia: “…anteriormente éste era medido por el número de piezas producidas o de operaciones realizadas, ahora por el número de errores cometidos.”

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No puede hablarse de tecnología sin precisar su naturaleza. Carrillo (1989, p. 72, N. 4 y p. 89) refiere dos clases de tecnologías usadas por las maquiladoras, a saber: la dura, que comprende la maquinaria, el equipo y el material; la blanda que tiene que ver con la organización de la producción y el trabajo.

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La región de aprendizaje, según el compendio de ideas recopilado por Rózga Luter (2009, pp. 24-25) se caracteriza por: i) “la tendencia principal de la economía espacial contemporánea: el crecimiento de lo local cuando las fuerzas de la globalización aparentemente reducen el mundo a una “masa sin lu11

de conocimiento –expresión acuñada por los expertos en transferencia tecnológica en el ámbito industrial–, consistente en los beneficios directos obtenidos por empresas e instituciones locales gracias a la presencia de grandes corporaciones en su región, capaces de dirigir los grandes flujos de conocimiento allí desarrollados (Dutrénit, de Fuentes, 2009, p. 36).12 De ser usuarios limitados de la tecnología, estaríamos frente a una especie de colonización13 que limitaría significativamente nuevas aplicaciones científicas. Sin embargo, a pesar de encontrarnos en medio de la aparente esterilidad, la mayor ventaja con que se cuenta es el gran acceso a recursos y sistemas de producción que en otras partes del país son inexistentes.14 Hay tránsito de ida y vuelta de expertos chihuahuenses

gares”, y ii) una serie de “interdependencias no negociables (tales como los mercados de trabajo, convenciones, normas, valores, e instituciones públicas y semipúblicas locales), que coordinan el proceso de aprendizaje organizacional e interactivo.” En el mismo texto, se enlistan los once elementos básicos que determinan las capacidades de innovación de una región: 1) grandes complejos industriales, 2) empresas innovadoras, 3) universidades, 4) institutos y servicios tecnológicos, 5) infraestructuras de conexión internacional, 6) mecanismos de información, 7) fondos de capital de riesgo, 8) servicios para negocios, 9) programas de apoyo para la innovación, 10) mecanismos de acceso a la educación e instalaciones de investigación y 11) espacios residenciales de alta calidad. (p. 28).

12 Las autoras señalan que el entramado de las capacidades regionales se compone de tres factores, mismos que deben revisarse para evaluar, en toda su dimensión, la absorción de aplicaciones foráneas: c. de inversión, c. de producción y c. de innovación. Además de las capacidades organizacionales consistentes en adaptar y aplicar los nuevos saberes a las empresas (2009, pp. 42-43). –Sobre las posibilidades de absorción tecnológica de empresas de Ciudad Juárez, véase el estudio de Ampudia (2009).

Carrillo (1989, p. 73, N. 5) hace un breve recuento de las posturas sobre el papel de las compañías transnacionales que se establecen en México. Por un lado, están quienes piensan que existe una negociación más o menos equilibrada entre el gobierno y las empresas, por el otro, los que afirman que el estado es manipulado al antojo de súper capitales, generando a la larga más pobreza y retraso para México. –Otro debate, que no debe desatenderse es la capacitación del trabajador dentro de las empresas, por un lado, está el modelo de Taylor, consistente en entrenar al operador con los conocimientos esenciales para que desempeñe una función muy específica dentro del proceso productivo, nada extra que pueda llevarse y ser aprovechado por la competencia. Por otro lado, está el esquema seguido por firmas japonesas, conocido como toyotismo, en el que se fomenta la capacitación integral del trabajador, exhortándolo a participar de forma activa y creativa en la empresa. Ambos modelos están vigentes en México hoy en día. –El artículo de Amozurrutia (1989, pp. 213-223) proporciona cifras concretas en las que se reflejan los claros beneficios obtenidos por los Estados Unidos por la instalación de maquilas en México.

Carrillo comenta (2014, p. 81): “Distintos estudios que he realizado… mostraron que varias de estas empresas exportadoras, en un momento determinado, cuentan en buena medida con “la mejor tecnología disponible” (existente en el mercado o en el propio corporativo). Pero como la tecnología cambia velozmente (sean cambios radicales o parciales) y como es necesario amortizar la inversión, difícilmente pueden todas estar al día en todo (maquinaria, equipos, herramentales, software, etcétera).” –El mismo autor cita ejemplos interesantes de Ford: en la planta de Hermosillo, un complejo que durante la década de los ochenta se instaló con gran capital; las inversiones lograron consolidarla como una de las maquilas más automatizadas del mundo. Cabe destacar que 300 de los empleados que fundaron la planta, la mitad de ellos, recibieron capacitación en el extranjero durante medio año (1989, pp. 79, 85 y 93). La planta de Chihuahua, por su parte, logró perfeccionar sus operaciones de producción a tal grado que recibió la distinción de calidad Q1, colocándola al mismo nivel de competitividad de las mejores plantas del mundo.

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y extranjeros; es frecuente que nuestra gente se desenvuelva con soltura en otros países con vanguardia tecnológica.

Perderse divagando en la deontología de la ciencia producida por las economías más poderosas del mundo, sólo nos distrae de pensar en nuestra realidad, con toda la crudeza y ventajas que la componen. La línea de producción, la adaptación de instrumentos y operaciones diseñados para circunstancias lejanas a las nuestras, la aplicación de ingeniería inversa o la observación y seguimiento cercano de las grandes corporaciones con el fin de desarrollar un nuevo “know how” en la región, son los grandes espacios a escudriñar por el filósofo de la ciencia y la tecnología. Una investigación que realmente penetre hasta las entrañas de una industria tan compleja debe contemplar aquellas variantes que la constituyen como un todo independiente de otras actividades productivas y tecnológicas, de ahí la pertinencia de los estudios de Jorge Carrillo, quien desde sus primeros trabajos enfatiza la importancia de comprender los giros e historia constituyentes de las maquiladoras en nuestro país.15 En la plenitud del mundo de carne y hueso, el administrador, el ingeniero o el programador deben ensayar para sortear escoyos prácticos; la rapidez de la respuesta exigida hace imposible encuadrar su manera de pensar en las categorías de la filosofía académica. Su reacción es articulada por una idea de lo que el conocimiento es, cómo funciona la observación, cuáles son sus límites y lastres, así como la obtención de respuestas por medio de la inducción y la deducción –dicho sea de paso, los profesionales de las maquilas no las llaman así-. Empero, el hecho que todos los procesos referidos no sean objeto de contemplación intelectual no significa por necesidad que nunca se medite sobre ellos. ¿Qué es la ingeniería? Es una pregunta que el filósofo de la ciencia y/o la tecnología debería hacer con humildad a aquellos que ejercen dicho oficio. La ingeniería, ¿necesariamente adolece de análisis crítico? Al calcularse la velocidad de configuración de reactores químicos o cuando se tiene el tiempo contado para corregir un error de diseño en un microprocesador, ningún ingeniero en sus cabales echaría mano de un libraco de Ernest Nagel para teorizar sobre sus labores cotidianas desempeñadas contra reloj. El análisis de los practicantes de las ciencias y los creadores/usuarios de la tecnología no tiene que adaptarse a los formatos, propósitos y criterios impuestos por algunos sectores de la filosofía académica de la ciencia. ¿Desde qué perspectiva podríamos considerar que los conocimientos y aplicaciones llegados de fuera a la industria maquiladora16 son “nuestros” o que se ha colaborado de

Como ejemplo puede citarse “La maquilización de la industria automotriz en México. De la industria terminal a la industria de ensamble.” Cf. (1989, p. 68, N.3) 15

Téngase en cuenta que la etimología de maquila proviene del árabe clásico makīlah “cosa medida”.

El sentido primario del término en castellano se refiere a una porción de materia prima que será sometida al molino. Siguiendo la raíz, Maquilar, entonces, es un proceso muy específico completado a partir de elementos concretos. Podría especularse que la creatividad y la innovación no son precisamente las notas definitorias del operador del molino. De apegarnos al sentido literal del árabe, podemos caer en una definición etimológica falsa. En nuestro medio, es menester aclarar que cuando las maquiladoras “importan” procedimientos de producción es necesario adaptarlos, mejorarlos y adecuarlos a las circunstancias del país receptor. Aquí podría encontrarse una fuerte dosis de creatividad e iniciativa, que nos invitan a repensar la maquila en una dinámica más amplia. –Jorge Carrillo (2014, p. 77) aclara sobre el giro de dichas empresas, brindando un elemento más para redondear la idea de maquila en 16

alguna manera para su perfeccionamiento? La presencia de las maquilas trae consigo no sólo la creación de fuentes de empleo y el flujo de capital en múltiples direcciones, también implica una modificación del escenario urbano. El suministro de servicios públicos como el drenaje, la electricidad y la dotación de agua han cambiado, por no decir que se han sujetado a las necesidades de las transnacionales. ¿Cabría la expresión “ciudades maquilizadas”?

La legislación laboral,17 así como la orientación de carreras vinculadas con dichas empresas también se han visto alteradas. ¿En qué medida los ingenieros son formados para producir soluciones creativas destinadas a la industria nacional, para ser competitivos con sus pares de otras partes del mundo? ¿O es que se les induce a ser capital valioso para las maquiladoras cuyos requerimientos se conectan con intereses extranjeros? ¿Cuáles son los límites de la vinculación entre las universidades y tecnológicos con las maquiladoras? Más allá de vivir en un “mundo globalizado” de interdependencia, ¿qué ha aprendido México a producir por sí mismo en los más de cuarenta años que lleva siendo anfitrión de firmas de influencia planetaria? Como puede verse, el filósofo que se aventure a explorar esta línea –todavía virgen– necesitará diálogo interdisciplinario nutrido, además de generar categorías y conceptos diseñados especialmente para un tema con un sinfín de bemoles.

La filosofía de la ciencia no es patrimonio de los países más poderosos del mundo. Es verdad que sus recursos están allá muy por encima de los nuestros, de donde no se sigue que en Chihuahua, México y Latinoamérica no tengamos la capacidad de pensar. Quizá nuestro desatino consiste en “adaptar” mecánicamente las tradiciones filosóficas europeas y norteamericanas a nuestras circunstancias. Para decirlo de una vez, la ciencia y la tecnología no tienen el mismo papel en el primer mundo que en nuestros países.

Sus estructuras (educativas, administrativas, económicas, financieras, tecnológicas e industriales) están articuladas de tal manera que sea posible no sólo descubrir e inventar, sino hacer rentables los hallazgos conseguidos. Podría decirse que ese Occidente y nosotros nos encontramos en dos momentos diferentes de la historia. No es que ellos estén en una mejor posición que la nuestra, una más evolucionada. Sencillamente, tenemos un desarrollo distinto. Con lo anterior, no pretendo justificar la miseria que tiene siglos golpeando a la América Latina independiente; muchos de los problemas de la región son imputables a nuestros coterráneos quienes proceden con menos escrúpulos que los foráneos. No obstante, existe una disparidad cultural que no puede minimizarse.

Además de la perspectiva mercantilista del conocimiento –que no se tiene aquí– existe nuestro entorno: “Aprendí que había muchos tipos diversos de empresas de manufactura dependiendo si eran extranjeras o mexicanas, aprendí más tarde que parte de las diferencias estriba en el sector de especialización más que en la región donde se ubicaban.” (2014, p. 82) “…tecnología y calificación son aspectos muy complejos, espacial y temporalmente situados, y construidos socialmente, como para reducirlos a un nivel tan general como “la industria maquiladora””.

17

Cf. Carrillo (1989, pp. 76-84).

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Epílogo

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otra gran dificultad para ejercer la filosofía de la ciencia de una manera más plena, quizá más complicada, porque implica superar lastres mentales que nos han acompañado durante siglos. Con cierta regularidad, el pensamiento latinoamericano se menosprecia porque no tiene los “alcances” y “originalidad” que distinguen al del Viejo Continente.

Hay círculos científicos y filosóficos en los que todavía no puede aceptarse lo evidente: la filosofía de estos territorios no es europea y jamás podrá serlo. Ahora bien, al interior de nuestros países, pensar en clave local se rechaza porque son ideas que no provienen de los grandes centros culturales –capitales políticas en las que se centraliza la vida nacional–. En el caso de México, es “impensable” para algunos tomar con seriedad, por ejemplo, una filosofía veracruzana, michoacana o baja californiana concentradas en abordar los tópicos propios e irrepetibles de aquellos estados. No obstante, ¿se ha hecho algún esfuerzo significativo y sostenido por construir una filosofía confeccionada para condiciones tan específicas? Observando las coordenadas pasadas y presentes, ¿se han propuesto problemas filosóficos de las diferentes zonas del país? Es aquí, tal vez, donde podría encontrarse una aportación significativa de nuestras filosofías al pensamiento universal. Más que desvivirnos por meditar acorde a pautas desgastadas y predecibles, podríamos proponer nuevas miradas de la realidad. Pensar para nosotros es la mejor manera de participar en el diálogo filosófico contemporáneo.

El pequeño y somero catálogo de temas para la filosofía de la ciencia en Chihuahua, abarca campos donde la metodología de investigación reta a quien pretenda reflexionar sobre temas científicos y tecnológicos; la dificultad estriba en la cercanía misma que se tiene con ellos. ¿Está preparado el filósofo profesional para cuestionar las condiciones que lo tocan tan estrechamente? Una filosofía que nos atañe, sin duda es incómoda, de ahí la preferencia por lo distante en el espacio y el tiempo. En el caso de los estudios etnológicos, estamos frente a comunidades lingüísticas distintas a la hispánica, con una consciencia de sí mismas difícil de entender para quienes somos ajenos. Misioneros y antropólogos han hilvanado, con el paso de las décadas, una aproximación preciosa que podría constituir una matriz crítica para la revisión de los instrumentos con que se aborda científicamente a los otros, abriéndosenos la dimensión de un conocimiento pertrechado con instrumentos de observación, de diagnóstico y de validación cuya aplicación no se da siempre en las mejores circunstancias. Las ciencias forenses nos ofrecen un vasto terreno para pensar en la realidad que nos envuelve, invitándonos a plantear una filosofía para la vida –aunque parezca un contrasentido–. Criminología, ciencias biológicas, trabajo de campo, balística, química, antropología física, psiquiatría, sin menospreciar aspectos menos sublimes como el manejo político que todo este oficio recibe. ¿Cómo abordaría la filosofía de la ciencia el componente críptico del que se habló páginas atrás?

Sin duda, su naturaleza necesita de una filosofía no convencional, cuya primera barrera a franquear será concretar el diálogo con los profesionales en el referido campo de conocimiento. La botánica, por su parte, es un área en la que podría consolidarse la comunión entre diversas formas de conocimiento, una especulativa y teórica, otra basada en la observación y la contrastación de las hipótesis surgidas del laboratorio; una más, donde se descubren aplicaciones para la farmacia o la alimentación. Así, los logros de la botánica trascienden la academia para convertirse en mercancía con precio y mercados específicos. ¿Palabras demasiado terrenales para un filosofar etéreo, amante de abstracciones y ubicado más allá de la luna?

Jorge Ordóñez Burgos

Siguiendo los estudios de investigadores especializados en la industria maquiladora, es fácil vislumbrar el espacio complejo que ésta ha constituido alrededor de si al pasar de los años. Sería desafortunado reducir su quehacer a unos cuantos procesos de manufactura; fijarla solamente en un espacio de la república –de un tiempo para acá, la frontera septentrional dejó de ser el único hábitat de tales empresas–. O, dar una mirada superficial a los complicados procesos de importación-exportación. Dado que estamos frente a un fenómeno del mundo vivo, es necesario asumir el sinfín de variables que lo componen. En lo tocante a la ciencia y la tecnología, elementos imprescindibles en las maquilas, es urgente pensarlas desde la filosofía, escudriñando el papel que juegan en un mundo cuyas reglas geopolíticas son dictadas por el mercado. Considero que hemos de revisar el tema con mesura porque es muy fácil caer en una postura extremista. Ya entregándonos al optimismo, creyendo que la creación de empleos y la introducción de gran cantidad de recursos son un sólido cimiento que fincará el desarrollo económico del país. Ya cayendo en el pesimismo ciego impedido para valorar las ventajas que ha traído consigo la vinculación con firmas de presencia global y los avances inaccesibles para los mexicanos en otras condiciones.

Me inclino a entender a las maquilas dentro de nuestro mundo como un instrumento de dominio y codependencia entre quienes aportan los medios materiales y quienes amoldan su entorno para recibir inversiones; en el terreno obrero, las entiendo como una forma de esclavitud camuflada. A pesar de lo anterior, me parece que se ha abierto un espacio atípico para hacer investigación científica, laboratorios tecnológicos diferentes y corredores de flujo de conocimiento alimentados por redes con vida propia. Una filosofía concentrada en formas no idealizadas de hacer ciencia y tecnología captará una realidad que no se deja atrapar tan fácilmente, huidiza y anárquica. Pero ¿no son esas las dificultades que debe enfrentar el filósofo dedicado al presente?

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Historia de las ideas y gramática latina: El método de la estética de la recepción y la enseñanza del latín en Hispanoamérica entre los siglos XVIII y XIX Javier Espino Martín

Resumen: En el presente estudio se demarca un nuevo enfoque de la gramática latina a través de distintas perspectivas dentro del método de la “estética de la recepción” que se inscriben en los campos de filosofía y literatura, a la vez que también se emplearán investigaciones propias de la historia de las ideas. Se trata de configurar un método en que se estudie la gramática latina no como un mero “manual de herramientas” lingüístico y de aprendizaje de un idioma, sino como un importante medio para conocer el desenvolvimiento de las ideas sociales, educativas y políticas en las que ésta se presentan. De este modo, el estudio presenta dos principales características: la primera, más filológica, en que se trata de analizar cómo las propias gramáticas van cambiando de método, tanto lingüístico como educativo según la influencia del contexto filosófico, social e ideológico en el momento en que se publican; la segunda, más histórica, en la que pretende estudiar cómo esas gramáticas influyen y se insertan en el plano educativo, social, e histórico en los determinados periodos en que se escriben. Para tal fin, se utilizarán, en especial, los métodos de la “estética de la recepción” que faciliten ese análisis profundo y “dinámico” de la gramática latina, a caballo entre la lingüística y la historia de las ideas.

Por otra parte, el estudio se aplicará al periodo entre el siglo XVIII y finales del XIX en el mundo tanto hispánico como hispano-americano, puesto que destaca como una etapa especialmente convulsa, que debido a las independencias de los distintos territorios americanos respecto a la Corona española, así como por la influencia de los movimientos ilustrados, liberales, románticos, positivistas e idealistas, ejercieron una profunda impronta en la gramática latinas, a la vez que ellas mismas contribuyeron a un avance significativo en el desarrollo de las mismas.

En definitiva, pretendo un estudio original y con una óptica diferente a la exclusivamente lingüística que partiendo de un análisis textual establezca las interacciones con el contextual, con el propósito de abarcar un marco de estudio lo más completo posible tanto en la evolución histórica de las ideas lingüísticas que se presentan en las gramáticas, así como su directa influencia en el contexto histórico e ideológico en que se desenvuelven.

Palabras clave: Gramáticas latinas, Estética de la recepción, Historia de las ideas siglos XVIII y XIX, España, Hispanoamérica

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Introducción: una presentación metodológica de una forma distinta de analizar la gramática latina

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El presente artículo pretende plantear una metodología de cómo se podría analizar una historia ideológica, cultural y lingüística de la gramática latina desde el siglo XVIII hasta el XX, restringida al ámbito hispánico.1 Con ello, se tiene como propósito analizar las ideas lingüísticas que se fueron trazando en los manuales de gramática latina, condicionadas a través de dos grandes factores:

- Intralingüísticos: referidos exclusivamente al estudio de la propia lengua y literatura, y que se enmarca en el campo filológico como tal.

- Extralingüísticos: referidos a elementos externos a las propias gramáticas y que vienen condicionados por factores estéticos, historiográficos, ideológicos, sociológicos, y culturales.

De este modo, como resultado de la dialéctica entre ambos criterios, tengo como objetivo exponer de qué modo las principales ideas y reflexiones sobre la naturaleza de la lengua, que actualmente pertenecen de manera exclusiva al ámbito de la lingüística, se fueron desarrollando en las propias gramáticas o en manuales y estudios de didáctica latina. Por otro lado, quiero resaltar la gran relevancia de la interacción de factores extralingüísticos con los intralingüísticos para la evolución propia del análisis gramatical.

Por eso, no podemos obviar la significación del profundo vínculo del estudio gramatical latino con el mundo educativo y las pedagogías que en ese momento se estaban desarrollando. Por otro lado, es muy relevante en el estudio el grado de influencia que ejercen las ideas lingüísticas generadas en el seno de las gramáticas y manuales de preceptiva de lengua latina con las de lenguas modernas y viceversa, los cuales se irán haciendo cada vez más relevantes según nos acercamos a la contemporaneidad.

No se trata, por lo tanto, de un procedimiento exclusivamente expositivo acerca del modo de enseñar el latín a lo largo de los diferentes periodos históricos, sino de averiguar las causas de cómo las ideas lingüísticas que se trazan en los manuales interactúan, más allá de su campo exclusivamente filológico, con el pensamiento, los acontecimientos y las ideas de los periodos históricos modernos en que se insertan. Se pretende analizar no los “protagonistas”, sino “la masa crítica” (López Piñero, 1982) de la historia de la

En este sentido, queremos advertir que no pretendo realizar una historia de la filología clásica en su vertiente latina, al estilo de Kroll (1928), y Pfeiffer (1981), entre los más destacados, sino que mi análisis va más allá de un recorrido panorámico e histórico de historia de la lengua latina como disciplina filológica. Mi propósito es precisamente emplear una forma discursiva argumentativa que ahonde en explicaciones y causas de la formación de ideas lingüísticas en cuanto a su interrelación con el contexto ideológico, histórico y cultural que le rodea. En ese punto, nuestro estudio se acercaría más a la postura de la Storia della filologia classica que trazan Lanza & Ugolini (2016), que según García Jurado (2016), pretende “mostrar una historia dinámica y polémica de la Filología Clásica, vinculada al mundo real donde se inscribe”. Mi idea es usar esa “tensión dinámica” para profundizar en el análisis de los criterios “lingüísticos” que conforman la gramática latina, en un campo mucho más concreto que la generalizada perspectiva de la filología clásica.

1

lingüística a través de los manuales gramaticales latinos, en su interrelación con documentos legislativos, literarios, periodísticos, eruditos, etc., que se convierten en espejos reflectantes de esas propias gramáticas; esa “masa crítica” se hace más interesante al desplazarse del centro de la historia de las ideas lingüísticas focalizada en el mundo franco-germánico y anglosajón al mundo hispánico e hispanoamericano, donde existe un gran desconocimiento del grado de aportación lingüística de las gramáticas publicadas en territorios de habla española.

La metodología que planteo, a continuación, sigue un enfoque inductivo, en que los textos gramaticales van a ir desarrollando las interpretaciones que se relacionan con teóricos de historia de las ideas y de la estética de la recepción, cuyos principales enfoques metodológicos detallo a continuación. Se trata de ver estos enfoques como herramientas hermenéuticas para una comprensión más detallada que complete el estricto plano filológico de análisis lingüístico y textual.2 Por eso, será importante tener en cuenta dos planos: 1) el plano de historia de las ideas, historia cultural, y de la educación, con autores referenciales como Jacob Burckhardt, Johan Huizinga, Marc Bloch, Franklin L. Baumer, Cristopher Dawson, o Peter Burke; 2) el plano de la metodología filosófica y literaria, que se podría dividir en varias vertientes: a) la estética filosófica de Giambattista Vico; b) el “dialogismo literario” de Mijail Bajtin; b) la “estética de la recepción” a partir de la fenomenología de Husserl y la hermenéutica de Gadamer, de Roman Ingarden y la escuela de Costanza con Hans Robert Jauss y Wolfgang Iser como protagonistas destacados; c) la crítica literaria de T. S. Eagleton y Eric Donald Hirsch; d) la teoría de los polisistemas de Itamar Even Zohar; e) el comparatismo literario de Claudio y Guillén; o f) los estudios de Tradición Clásica de Gilbert Highet y Francisco García Jurado.

La aplicación de estos estudios se ha dirigido especialmente hacia el terreno literario, histórico y filosófico en la recepción de los autores clásicos en el mundo moderno. No obstante, esta metodología no es incompatible con su aplicación al terreno de la gramática y la lingüística, sino que más bien, al contrario, resultará provechosa y muy productiva para estos campos de estudio.3

2 Quise aplicar este mismo método en el plano semántico, al analizar el término honestum en el “horizonte histórico” de Cicerón, respecto al “de expectativas” de Montesquieu y Jovellanos: Espino Martín (2017, pp. 325-372).

3 Así pues, Kreimendahl expone la gran flexibilidad que puede tener la metodología de la recepción histórica: “Un pensador, una obra, un sistema o incluso un pensamiento pueden ser objeto de una investigación en torno a su recepción histórica en la misma medida en que todo un periodo histórico, una época, un problema o un único motivo. Su ámbito de recepción puede delimitarse desde múltiples puntos de vista: con respecto a uno o más pensadores determinados, con respecto a un periodo histórico, a un ámbito lingüístico, a un país, a la literatura o a la ensayística, a determinadas disciplinas, etc.” (Kreimendahl, 1989, p. 38).

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Una metodología de “Historia de las Ideas” y de la “Estética de la Recepción” en el estudio de la gramática

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Pasamos, a continuación, a detallar cada una de las tesis teóricas de los autores referidos con el propósito de que sirvan de herramientas de interpretación “ideológica” en el desarrollo del análisis histórico y “estético” de la gramática latina.

En cuanto al primer plano de historia de las ideas y de las cultura, el marco de pensamiento de los autores citados anteriormente servirá de marco general, puesto que se pretende conjugar un análisis puramente textual de la gramática con otro contextual donde parámetros políticos, sociales, económicos, estéticos y filosóficos la están determinando y haciendo que se desarrolle hacia un tipo u otro de evolución lingüística. Estos condicionantes son muy fuertes y entran dentro de las concepciones que Burkhardt, Huizinga o Burke, entre otros, establecen para interpretar y entender cada una de las vertientes de las historia. De la misma manera que Huizinga establece una historia del juego en la Edad Media (Homo ludens, 1938), y con ello se desprende una mentalidad, una óptica y una forma de ver y entender la realidad, con la gramática se puede hacer el mismo proceso si sabemos interrelacionar debidamente los elementos textuales de la presentación y método de los fenómenos lingüísticos, con los elementos contextuales de quiénes aplican su enseñanza y la gestionan, y el entramado cultural y social en que se insertan.

De este modo, nuestro campo de movimiento contextual será el establecido por los teóricos de la historia de la cultura, de las ideas y de la educación, antes citados.

Por el ámbito propiamente textual, éste se desenvuelve en cuanto a una profunda interacción de dos planos: 1) el propiamente lingüístico que se va desarrollando en los textos gramaticales según una serie de cambios en la manera de enseñar y analizar la lengua latina, y 2) una interpretación de esos elementos gramaticales a la luz de metodologías pertenecientes a la filosofía y a la estética literaria. Precisamente ese segundo plano será el punto de conexión entre el análisis propiamente textual y su inserción en el contexto cultural, ideológico y educativo de los periodos históricos que se estén analizando.

En cuanto al primer caso, propiamente lingüístico, no vamos a desarrollarlo aquí, puesto que es el método convencional que se emplea en el análisis gramatical y que sigue dos grandes líneas: la gramática descriptiva y racional. Lo que nos interesa, a continuación es cómo esas dos líneas son modificadas, detalladas, transformadas y recibidas según los momentos históricos, culturales e ideológicos que las gramáticas latinas van atravesando. Para tal fin, nos valemos de las metodologías y teorías que ofrecen los autores que hemos mencionado pertenecientes al campo de la filosofía y de la estética literaria.

En definitiva nuestra investigación respondería al siguiente esquema:

PLANO TEXTUAL (A): GRAMATICA (análisis lingüístico) CLAVE4 DE UNIÓN (ENTRE A Y B): METODOLOGÍAS LITERARIAS (estética de la recepción y otros) PLANO CONTEXTUAL (B): HISTORIA DE LAS IDEAS, EDUCATIVAS Y DE LA CULTURA

4 Utilizo este término siguiendo fielmente la etimología latina, procedente de clavis, como “llave” que abre dos planos de análisis y que, por ende, los pone en contacto.

5 Para Jauss, “la recepción es una actividad múltiple, en la que el lector debe mediar entre el universo originario de la obra y el propio vivido; debe hacer que los procesos hermenéuticos cooperen: la primera percepción estética (comprensión), la relectura global y retroactiva (interpretación), y la lectura histórica (aplicación). En los tres casos se trata de acciones en las que coexisten la experiencia estética primera y la reflexión crítica secundaria: la participación empática y la distancia del personaje, como en las dinámicas de juego” (Fusillo, 2012, p. 119).

6 El estudio más completo de García Jurado sobre la tradición clásica es el del año 2016.

7 Tal concepto comienza en el último tercio del siglo XVII, con la Querelle des anciens et modernes, que se desenvuelve entre los seguidores de Charles Perrault (“modernes”) y los de Nicolás Boileau (“anciens”) a raíz del Poema, escrito por Perrault: “Le siècle de Louis Le Grand”, donde se afirmaba que los “modernes” sabían menos que los “anciens” y que, además, éstos tendrían que ser modelos de imitación, cuando “los actuales modernos se encuentran en la cima de todas las experiencias acumuladas hasta ahora por la humanidad, los modernes serían forzosamente también los más expertos y, por consiguiente, los verdaderos anciens” (Jauss, 2000, p. 29).

8 La estética de la recepción sigue modelos que se emparentan mucho con los métodos de la literatura comparada, que han sido analizados profundamente por Claudio Guillén (2005).

Javier Espino Martín

Las directrices de las que se vale la “estética de la recepción”5 se fundamentan en lo que García Jurado6 define como modelo “a” y “b”, que supera el modelo convencional, usado por la “tradición clásica” renacentista, de método “a en b”. La metodología de la estética de la recepción pretende pasar de un estudio “imitativo”, donde los autores “antiguos” son considerados como cánones dignos de ser imitados, (o incluso engrandecidos), a un modelo dialógico “a” y “b”, en el que se parte, no del canon clásico, sino del lector moderno, que reinterpreta y configura al clásico, según sus nociones ideológicas y su contexto historiográfico y cultural. De este modo, el “b” se convierte simbólicamente en “a”, y el “a” en “b”; es más, el nuevo “a”, que ahora es el autor moderno resulta más “sabio” (ancien) y más perfeccionado que el b,7 que perdería su “magisterio intemporal”.

De este modo, del método imitativo renacentista se pasa a uno basado en “encuentros complejos”, a partir de, no tanto dos simples autores que se ponen en relación, sino de “dos exponentes de complejos sistemas culturales que pueden ponerse en relación, bien sea merced a coincidencias sociohistóricas o a las propias lecturas que los modernos hicieran de los latinos” (García Jurado, 1999, p. 16). La “recepción” de un autor clásico en uno moderno sigue una “formulación de tensiones”, en calidad de “sistemas complejos” que articulan las presencias explícitas de los autores antiguos en la obra de los modernos (p.19).8 Precisamente, por eso mismo, la estética de la recepción, tal y como afirma uno de los predecesores de este método hermenéutico, Mikhail Bakhtín (1999), sigue un procedimiento “dialógico”, que “se desarrolla sobre la frontera entre dos conciencias, dos sujetos”; dicho diálogo se enmarca, además, en las “zonas fronterizas” (p. 298) del análisis lingüístico, filosófico o histórico-literario. Según todo esto, a continuación, pretendemos profundizar en las tesis tomados de diferentes teóricos de la recepción, que hemos tenido en cuenta para el enfoque de nuestro estudio.

Según las tesis de Erich Hirsch (1967), la base de la comprensión de un autor es el “texto” en sí y no las reinterpretaciones que de él hacen los críticos posteriores. Por eso mismo, para el presente estudio será de gran relevancia recuperar el significado puro de los textos gramaticales. Según eso, el propio Hirsch considera que los textos se es-

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tructuran en torno a dos directrices básicas: el “meaning” y el “significance”. En cuanto a la primera, “is that which is represented by a text; it is what the signs represent.” En cambio, el “signficance”, por otro lado, “names a relationship between that meaning and a person, or a conception, or a situation, or indeed anything imaginable.” Según eso, muchas veces otros lectores pueden captar mejor el “meaning” real del texto que los propios autores y sacarle mucho más jugo que el propio autor: “in some cases the author does not really know what he means, then it seems to follow that the author´s meaning cannot constitute a general principle or norm for determining the meaning of a text, and it is precisely such a general normative principle that is required in defining the concept of validity” (p.20). En nombre de esa “validity”, muchas veces el “interpreter” hacer salir “implications that are ‘necessary’ accompliments to the author´s meaning” (p.21), pero no se puede obviar que tales “meanings” son las interpretaciones personales de alguien, independientemente de que el texto lo requiera para su plena significación. Hirsch atribuye que a través de esa “ignorancia del autor inconsciente”, los “reader/interpreter”, “by claiming to perceive implications of which the author was not conscious, we may sometimes distort and falsify the meaning of which he was conscious, which is not ‘better understanding’ but simply misunderstanding of the author´s meaning” (Ib.).

Para concretar debidamente la teoría de Hirsch: cuando un intérprete, en su “significance”, asienta o amplía un “meaning” se produce su “validity”, pero cuando un receptor la desvía entonces se da pie al “misunderstanding”. Lo interesante de esto es que el “misunderstanding” puede ser por ignorancia o intencionadamente, porque su horizonte ideológico o histórico o de expectativas así se lo delimita.

En el plano de las gramáticas, puede ser que un autor más moderno interprete un texto gramatical clásico por ignorancia y lo acabe por “deformar” (“misunderstanding”), porque en su horizonte de expectativas no le da demasiada importancia a ese “meaning”, y que debido a eso termine transformándolo. Luego veremos ejemplos más concretos de estos fenómenos.

Precisamente, esos “misunderstandings” coinciden con los “vacíos” que se generan en un texto al ser leído, según la definición de otro teórico de la estética de la recepción, Wolfgang Iser (1998). Para poder entender la noción de “vacío”, debemos partir del concepto que Roman Ingarden describe como intentionale Satzkorrelate (correlatos de oraciones intencionales). El texto muestra, por un lado, “partes constituyentes”, en cuanto hacen aseveraciones, observaciones”, que “postulan algo o transmiten información”. Por otro lado, no solo los textos muestran este lado “denotativo”, sino que tiene uno connotativo, en el que entran los intentionale Satzkorrelate, que “revelan conexiones sutiles que individualmente son menos concretas que las aseveraciones, las observaciones y lo que postulan, aunque estas aseveraciones, etc., sólo asumen significación real gracias a la interrelación de correlatos” (p. 35).

Esas “conexiones” son los intersticios donde “el lector puede ‘ingresar’ en el texto” (Iser 1998, p. 35). Las aseveraciones que proporcionan los correlatos acaban, según Ingarden, por “trascender lo dicho realmente”, y acaban por apuntar “indicios de algo que va a suceder, algo cuya estructura está prefigurada por el contenido específico de las oraciones”. Ingarden sigue la filosofía fenomenológica de Husserl que afirma que “todo proceso originalmente constructivo está inspirado por preintenciones, las que construyen y acopian la semilla de lo que vendrá, y la que hacen fructificar”. Las “preintenciones”

predeterminan “expectativas”, de modo que la “interacción de estos correlatos consiste, no tanto en el cumplimiento de las expectativas, sino más bien en su constante modificación” (p. 36).

Del mismo modo que en los textos literarios nunca se cierran y quedan abiertos a esas expectativas, las gramáticas que se podrían considera como “textos literarios sobre la descripción de la lengua” abren dos planos significativos: - El puramente aseverativo que se repite en todas ellas y que se está constituido por los paradigmas y los elementos propiamente lingüísticos.

Los textos, por lo tanto, generan lo que Iser (1998) denomina “vacíos”, que son producidos por esos correlatos de oraciones intencionales. Los “vacíos” tienen un “efecto diferente sobre los procesos de anticipación y retrospección y por ende, sobre la ‘Gestalt’ de la dimensión virtual [del texto], puesto que se pueden llenar de maneras diferentes” (p. 38), lo que da pie a “concretizaciones diferentes” (“acto de Konkretisation”) (p. 33). Lo interesante de todo esto, es que nunca se van a llenar del todo estos vacíos (˝dinamicidad” e “inagotabilidad del texto”) y cada lector establecerá individualmente la forma de llenarlos: “llenará los vacíos a su modo, excluyendo con ello las varias otras posibilidades” (p. 38). Lo más interesante en la teoría de Iser es que lleva la esencia de la recepción a la construcción idiomática y lingüística, con lo que llega a decir que más allá de que las oraciones hacen aseveraciones y dan una información más o menos “objetiva” de la realidad, estas “partes constituyentes” no son la realidad última de los textos, sino que generan unos “correlatos intencionales” que “revelan conexiones sutiles del texto que individualmente son menos concretas que las aseveraciones, las observaciones” y que van a permitir que el “lector pueda ‘ingresar’ en el texto” (p. 35). Algo así como, una especie de “energía/materia oscura” del texto y que está ahí para que el observador la pueda descubrir. Al intervenir el lector interactúa con el texto, y lo interesante es que estas aseveraciones oracionales “trascienden lo dicho realmente” y “son indicios de algo que va a suceder, algo cuya estructura está prefigurada por el contenido específico de las oraciones” (p. 36). El texto leído “activa nuestras propias facultades, capacitándonos para recrear el mundo que presenta”, de modo que “el producto” de ello es “lo que podríamos llamar la dimensión virtual del texto, la que le otorga realidad”. Esta dimensión no es ni el texto mismo, ni la “imaginación del lector”, sino la “unión entre el texto y la imaginación”. Así pues, “la actividad de la lectura” es una “suerte de caleidoscopio de perspectivas, preintenciones, recuerdos”, de tal modo que cada oración “contiene un avance de la siguiente y configura un especie de visor para lo que viene más adelante” (p.

37). Los textos están llenos de “frustración de las expectativas”, de tal modo que cuando “nos encontramos con derroteros inesperados, se nos está dando la oportunidad para ejercitar nuestras propias facultades para establecer conexiones: para llenar los vacíos que quedan en el texto” (p. 38). Así pues en la “interacción” entre autor y lector “proyec-

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- La formada por los “correlatos de oraciones intencionales” que da pie a una segunda manera de interpretar las gramáticas, porque generan conexiones donde los gramáticos siguientes pueden incluir puntos de vista, opiniones, nuevas formas metodológicas, etc. Y, todo ello condicionado por su “horizonte histórico e ideológico”.

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tamos […] la coherencia que nosotros, en cuanto lectores, requerimos”. Inevitablemente, esta “Gestalt” llevará el sello de nuestro propio proceso de selección, pues no es dada por el texto mismo; surge del encuentro entre el texto escrito y la mente individual del lector con su propio acervo de experiencias, su propia conciencia, su propio enfoque” (p.

42). El lector no debe imitar con “preconcepciones”, o sentirse identificado con el autor al que lee (p. 48), sino que debe formar una “conciencia”, “en que convergen el autor y el lector, y al mismo tiempo, resultaría en la cesación de la transitoria auto-alienacion del lector cuando su conciencia le da vida a las ideas formuladas por el autor” (p. 49). De este modo, nuestro yo de lector no desaparece sino que “pasa transitoriamente a un segundo plano”, para poder albergar los pensamientos de otro yo, distinto al nuestro, de forma que “aunque podamos estar pensando los pensamientos de otro, lo que somos no desaparece completamente: permanecerá meramente como una fuerza virtual más o menos poderosa”, de modo que en el proceso de lectura hay un “yo ajeno” y un “yo virtual real” (p. 50), que logrará esta transferencia si nuestra personalidad se puede adaptar ello.

Esas interpretaciones del lector sin intervención del subjetivismo del que nos habla Iser se ven muy condicionados por lo que Gadamer y Jauss denominan como “horizonte de expectativas”9 (al que se refiere Iser con el concepto de “frustración de expectativas”), que abarca el contexto sociocultural e ideológico tanto del autor como del lector: un horizonte “inscrito en el texto[…], conforme al cual el autor produjo el texto” y un “otro: el horizonte de expectativas del presente desde el cual dialoga el receptor con el texto”, a saber, un “horizonte del autor y otro del receptor, uno del pasado y otro del presente” (Sánchez Vázquez, 2005, p. 46). Cuando ambos horizontes entran en contacto se produce lo que tanto Gadamer como Jauss denominan como “fusión de horizontes”. 10

9 Gadamer, siguiendo a Hegel y Heidegger, fue el primero en emplear este concepto y le da un sesgo más filosófico y filológico, al considerar el lenguaje como “la hermenéutica suprema”, y describe el concepto de “horizonte histórico” para comprender la tradición, a la que el lector moderno llega con una serie de “prejuicios” (Tornero, 2006, pp. 60-61). Sin embargo, para Gadamer el concepto de clásico se convierte en un “prototipo de toda conciliación histórica entre pasado y presente”, por lo que no requiere “la superación de la distancia histórica” (Jauss, 2000, p. 174), con lo que se vuelve al carácter intemporal que da pie a la poética imitativa renacentista. Por el contrario, Jauss delimita más el concepto y le da un enfoque dinámico, de carácter más historiográfico y literario: “la reconstrucción del horizonte de expectativas en el que tuvo lugar la creación y recepción de una obra en el pasado permite, por otro lado, formular preguntas a las que daba respuesta el texto y deducir cómo pudo ver y entender la obra el lector. Este planteamiento corrige las normas generalmente desconocidas de una comprensión clásica o modernizante del arte y evita tener que recurrir, como en un círculo vicioso, a un espíritu general de la época. Muestra claramente la diferencia hermenéutica entre la comprensión de ayer y de hoy de una obra, hace consciente la historia de su recepción (presentando ambas posiciones) y, de ese modo, pone en tela de juicio el hecho, en apariencia obvio, de que, en el texto literario, la creación se le antoja al intérprete como algo intemporalmente presente y su sentido objetivo, acuñado de una vez por todas, como algo directamente accesible en todo momento, y pone en tela de juicio este hecho como si se tratase de un dogma platonizante de la metafísica filológica.”

(Jauss, 2000, pp. 171-172).

10 Si el intérprete supera el elemento extraño de un texto y ayuda así al lector en la comprensión de éste, su retirada no significa desaparición en sentido negativo, sino su entrada en la comunicación, resolviendo así la tensión entre el horizonte del texto y el horizonte del lector: lo que he denominado fusión de horizontes. Los horizontes separados como puntos de vista diferentes se funden en uno. Por eso, la comprensión de un texto tiende a integrar al lector en lo que dice el texto, que desaparece de ese modo (Gadamer, 1998, p. 338)

11 El fenómeno de Konkretisation se relaciona, en cierta forma con la metáfora icónica de Peirce que pretende recuperar la vitalidad de un signo en su momento pasado, “rellenándolo” con información del presente (Mohammadi, 2016), ya que “raramente podremos volver a sentir el espíritu vital de la época” (Kreimendahl, 1989, p. 39).

12 Muchas veces estos vacíos se lograrán “cubrir” con los “coetáneos, quienes compartieron contextos vitales y reales con el autor que de lo contrario permanecería infranqueable y dolorosamente abierto, es decir, en el caso de que la interpretación mediante la reconstrucción racional y la comprobación de la coherencia lógica de los argumento no resultase, como suele suceder, y tan sólo cupiese esperar un progreso mediante la toma consideración de los elementos ambientales” (Kreimendahl, 1989, pp.

39-40).

13 Las tesis de la Konkretisation y del vacío o misunderstandings tienen, en gran medida, su procedencia en las ideas sobre la crítica filosófica y literaria de Walter Benjamin (Benjamin, 2006 & 2007) que considera que las recepciones de las ideas dejan grietas y huecos que la crítica ha de rellenar.

Javier Espino Martín

En definitiva, el autor moderno (una gramática de un periodo moderno) pretende, a veces, rellenar al autor antiguo (una gramática de un periodo clásico o renacentista), en aquello que considera que le falta (los “vacíos”, o la “concretización” de Iser; los “misunderstanding”, de Hirsch), o bien enmendarle en aquello en que considera que está equivocado por su inconsciencia e ignorancia de su propio mensaje, o bien utilizarlo de plataforma para resaltar sus propias ideas que le han ido surgiendo en cuanto a su lectura, y que completan su “horizonte de expectativas” (Gadamer/Jauss). No obstante, no debemos olvidar que ese “horizonte de expectativas” responde a un proceso dialógico (Bajtin), en que se contrasta y se asimila el pensamiento del clásico en cuanto a sus entornos histórico-sociales, filosóficos y culturales, asimilado por la psicología personal del autor en relación con los mismos principios del moderno envuelto en su propia historicidad (Jauss). De este modo, con la recepción se nos abre un abanico de posibilidades amplio para la interpretación de un autor clásico, que en el diálogo (“significance”) con el moderno permite mayor riqueza de sentidos. Su “meaning” que se ve resaltado en su especificidad histórica por ese contraste.

De este modo, si llevamos al terreno gramatical las teorías descritas de la estética de la recepción, la recepción de las ideas lingüísticas y gramaticales tanto tardo-antiguas, como medievales y renacentistas se “leen” en los nuevos contextos lingüísticos modernos de la Ilustración y el Romanticismo, mediante una “concretización” (Konkretisation)11 de los “vacíos”12 (en terminología de Iser), o los misunderstandings (en términos de Hirsch)13 gramaticales que en los periodos anteriores se obviaron o no se lograron solucionar.

En buena medida, el “relleno” de esos huecos que se establecen en el diálogo (Bakhtin) de gramáticas medievales y renacentistas con las modernas vendrán a ser solucionadas extralingüísticamente, a partir del “horizonte de expectativas” (Gadamer y Jauss), e “ideológico” (Bakhtin) de las estéticas ilustradas, románticas, positivistas o idealistas que, al generar expectativas y nuevas necesidades, ayudarán a completar, dar solución o encauzar de otra forma cuestiones gramaticales que en periodos anteriores se habían soslayado o no se habían tenido ni tan siquiera en cuenta.

Por otro lado, abundando en todo ello y siguiendo la teoría de Gadamer sobre “textos” que se desligan del autor y se resisten, precisamente por ello, a la “textualización”, podemos establecer una relación entre el moderno y el antiguo según si sus intenciones

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son:14 1) “antitéticas” (“antitexto”, para Gadamer),15 y pretenden oponerse y enmendar al clásico en lo que considera que está equivocado, en su “horizonte de expectativas”, contra el del clásico; 2) “acumulativas” (para Gadamer, “pseudotextos”),16 y sólo pretenden rellenar “concretizando” los huecos del clásico respecto a su paradigma de pensamiento histórico-social y psicológico; o 3) “ideológicas” (para Gadamer, “pretextos”),17 en las que emplea al clásico de pantalla para mostrar un reflejo ideológico (“horizonte ideológico”).18 Este último tiene especial interés para nuestro análisis, ya que “son todas aquellas expresiones comunicativas cuya comprensión no se efectúa en la transmisión del sentido que ellas persiguen, sino que expresan algo que permanece enmascarado”, es decir, no se produce una “verdadera comunicación”, sino que “sirve de pretexto a unos intereses latentes […] a unos intereses enmascarados”. De este modo, las gramáticas pueden servir de “pretextos” de “intereses” de pensamientos filosóficos, estéticos, pedagógicos o políticos. En ese aspecto, se puede hacer, por lo tanto, una lectura de las gramáticas a través de un criterio de “doble historia”, concepto que encontramos en Giambattista Vico, que establece, por ejemplo, cómo un mito es interpretado según una narración fantástica bajo nuestros ojos cientificistas, frente a la manifestación de una realidad basada en la antropomorfización de los fenómenos celestes o naturales de los propios hombres prehistóricos o de la Antigüedad.

Por último, también hay que tener en consideración el método de la “Teoría de los Polisistemas”, creada y desarrollada en la década de los años noventa del siglo pasado por el profesor israelí Itamar Even Zohar, que estudia el concepto de “canon”, “periferia” y “transferencia” (transfer) entre los géneros literarios. Así pues, hay géneros que, por “transferencia”, pasan de canónicos a periféricos y viceversa; a saber, la épica, que en un determinado momento fue canónica (Antigüedad o Edad Media), se vuelve periférica (siglo XIX o XX); y al revés, la novela, que en la Antigüedad era periférica, se vuelve canónica (Realismo decimonónico). De este modo, podemos aplicar estas premisas para 14 Por otro lado, el enlace que se establece entre los textos que relacionan a un autor clásico con un moderno presenta diversas modalidades tal y como categoriza Gerard Genette (1989) (“hipertextualidad”, “intertextualidad”, “metatextualidad” y “architextualidad”). Así, por ejemplo, tendré en cuenta la “hipertextualidad” se produce cuando existe “la presencia subyacente de un texto anterior (hipotexto) en otro posterior (hipertexto)”, donde “los autores modernos siguen acudiendo a los textos subyacentes para evocar y recrear la literatura latina”; también acudiré a la “intertextualidad”, “la presencia conjunta de dos o más textos, cuya manifestación más representativa es la cita, que pueden ir del “mero adorno” a “su trascendencia como parte integrante de la propia obra”. Así pues, me moveré entre la presencia implícita (“hipertexto”) o explícita (“intertexto”) de citas de unos autores gramaticales en unas y otros manuales.

15 El “antitexto” es considerado en Gadamer en el “chiste” y en la “ironía”, que refieren lo contrario a lo que dicen (Gadamer, 1998, pp. 334-335).

16 Se definen como: “material de relleno para enlaces retóricos del discurso”, que se suelen llevar a cabo en la traducción de una lengua a otra (Gadamer, 1998, p., 335).

17 Gadamer 1998, p. 336. También en los “pre-textos” resulta relevante el papel de los sueños que se “ejercen en la psicología profunda”.

18 Bajtín habla del “horizonte del autor”, puesto “el discurso escrito es de alguna manera parte integrante de una discusión ideológica a gran escala” (Zavala, 1991, p. 52).

analizar la transferencia entre las “gramáticas canónicas” y las “gramáticas periféricas” debido a los cambios y fluctuaciones históricas e ideológicas. El concepto de transfer de Zohar se conjuga con las transferencias culturales que en los textos, según Michel Espagne (2007), se producen desde Europa a América, y desde América a Europa.

Por último, nos serán útiles tesis del comparatismo literario que emplea Claudio Guillén en su obra Entre lo uno y lo diverso (2005),19 como, por ejemplo, el fenómeno de poligénesis, a partir del que dos obras confluyen a las mismas conclusiones pero por caminos distintos. Este sería el caso de gramáticas que, sin haber tenido contacto entre ellas, llegan a las mismas tesis y criterios educativos y lingüísticos. También tendremos en consideración lo que Guillén llamó como “estructuralismo histórico”20 que también presenta una perspectiva hermenéutica y que se relaciona fuertemente con las teorías de la estética de la recepción.

Resulta novedosa y de interés una historia argumentativa de la recepción de las ideas lingüísticas en las gramáticas latinas vertidas en español desde el siglo XVIII hasta la primera mitad del XX; desde el port-royalismo y la expulsión de los jesuitas de España hasta el idealismo y la Segunda Guerra Mundial. Resulta novedosa, porque hasta el momento no se ha hecho de forma sistemática, salvo por medio de puntuales análisis muy concretos donde no se ha tenido en cuenta, o apenas, gran parte de la metodología que aquí presentamos (transferencias culturales, doble historia, o estética de la recepción).21 Los criterios lingüísticos que configuran el aparato de la gramática latina clásica han sido abundantemente estudiados (la escuela de Marc Baratin, Colombat, Thurot, para la gramática clásica y tardo-antigua; la de Carmen Codoñer, para la gramática latina medieval; o la de Eustaquio Sánchez Salor y María Luisa Harto, para la gramática latina en el Renacimiento y Barroco, por ejemplo), sin embargo, no se ha realizado un análisis ni filológico, ni cultural de los sistemas lingüísticos de las gramáticas latinas españolas en el periodo moderno que parte desde el siglo XVIII y llega hasta el XX. Con el fin de poder abarcar este estudio, se requiere de un análisis profundo que no se puede quedar en una estricta superficialidad descriptiva, sino que ha de trascender a una forma

19 Estas tesis las hemos ido vertiendo en diferentes estudios de recepción clásica en los proyectos de investigación llevados a cabo por mí en los tres últimos años.

20 Los planteamientos teóricos “estructuralistas” y “hermenéuticos” que defiende Guillén (2005, pp.

96-97) en una concepción de estudio de la literatura comparada tiene su aplicación práctica más efectiva en los tres “modelos” de supranacionalidad que analizan las relaciones literarias según los principios de “internacionalidad”, “condiciones sociohistóricas comunes” o “principios y propósitos, derivados de la historia de la literatura”.

21 El método de la recepción resulta muy fructífero para sistematizar análisis puntuales: “La investigación de una recepción puede servir además, según ya he indicado, como aporte para una interpretación sistemática y puede aproximar determinados interrogantes al ámbito de una respuesta” (Kreimendahl, 1989, p. 39).

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Una historia de las ideas de la gramática latina en el mundo hispano e hispanoamericano (Ss. XVIII-XIX)

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programática de investigación que explique los cambios que se dieron lingüísticamente en la enseñanza del latín de las propias gramáticas.

Con ello, pretendo aportar las principales y más completas razones acerca de por qué la enseñanza de la lengua va cambiando y de qué modo ésta se va adaptando y es condicionada por el entorno historiográfico e ideológico del periodo histórico correspondiente. Es importante partir de la expulsión de la Compañía de Jesús de todos los territorios controlados por la Corona española en 1767, puesto que, a partir de ese año, se va configurando en las gramáticas latinas publicadas tanto en España como en los territorios de la América hispana, una mentalidad “historicista” de modernidad al superar el continuum atemporal renacentista.

Se trata de un momento en que se supera la imitatio y se configura el concepto de “clásico” para tratar la “Antigüedad” como objeto histórico diferenciado y no como un paradigma ejemplarizante ni moralizante, según estipulaba la antigua humanitas ciceroniana (Fontán, 2016). Con ello, ya se puede apreciar la formación de nuevas ideas lingüísticas que se van a aplicar al tradicional modo de estudiar la gramática latina que se viene produciendo ininterrumpidamente desde Donato y Prisciano hasta la Edad Media, el Renacimiento y el propio Barroco. Será a partir de la expulsión de los jesuitas cuando una nueva forma de estudiar la gramática se comience a plasmar en los manuales de enseñanza de la lengua latina, condicionados por un tipo de pensamiento cartesiano, senso-empirista, romántico o positivista.

Resulta obligado partir de las gramáticas latinas que se dieron en el resto de Europa, dado que en ellas se plantearán los principales nuevos enfoques lingüísticos de análisis de la lengua del Lacio; y de este modo, se podrá entender el pensamiento gramatical en torno al que se estructuran las gramáticas latinas, publicadas en los territorios de habla hispana. No se pueden olvidar, en ese aspecto, las propuestas originales que autores de gramáticas, tanto españoles como americanos, aportan a sus manuales, si bien la mayoría de las veces tenderán a una suerte de eclecticismo que resultará muy útil para investigar la gran riqueza de ideas lingüísticas que contienen estos manuales.

De este modo, entre los “horizontes de expectativas” que desde cada periodo histórico de pensamiento se está abordando la gramática latina, la “doble historia” se basa en la tensión del contenido de lo que cuenta (la gramática de una lengua antigua/muerta) y los modernos parámetros desde los que se aborda (desde el port-royalismo hasta el idealismo lingüístico, al menos).

Por ejemplo, ¿qué parámetros lingüísticos, desde la lectura de las escuelas estructuralista, generativista, cognitivista o funcionalista, entre las más destacadas, existen en las gramáticas latinas desde el XVIII a comienzos del XX, y cómo, además, en éstas mismas se encuentra la semilla de la formación de todas estas corrientes?

A.- Monológico 1.- Presentación de los autores y obras elegidas para cada periodo indicando la filiación de los manuales (intralingüístico) 2.- Contexto histórico concreto donde se inscriben los documentos estudiados. (extralingüístico)

B.- Dialógico 1.- Tensiones generadas entre las circunstancias o posturas ideológicas de diferen-

En el primer bloque se analizará la obra en sí misma en dos vertientes: a) en cuanto a su estructura interna y sus principales ideas gramaticales y, b) en cuanto a su relación contextual histórica. En el segundo bloque, se estudiará la obra entrecruzada con aquellas obras que en su mismo periodo se puedan relacionar por semejanza o, especialmente, por antítesis de tipo lingüístico pero también ideológico, político, etc., que vendría a condicionar el aspecto lingüístico. De este modo, si para el estudio dialógico entre ciertas obras tengo en cuenta los principios de la “estética de la recepción”, para su análisis trasversal dentro de cada obra y respecto a su contexto, se aplican las directrices de la “doble historia” basada en la relación “intra-lingüístico” y “extra-lingüístico”. En definitiva, paso de un método inductivo a uno deductivo, y viceversa.

Así, por ejemplo, la Grammatica Elucidata (Madrid, 1711), del jesuita Juan García de Vargas y la Instrucción de la lengua latina (Lima, 1763), de Estevan de Orellana, se analizarán internamente en su estructura y sus principales aportes en la enseñanza de la lengua; después se verá su filiación respecto a su espectro contextual en relación con las ideas filosóficas, ideológicas, etc., que motivan la formación de tales o cuales procedimientos lingüísticos (en el caso del jesuita, el método barroco jesuita y en el caso del ilustrado, el port-royalista); seguidamente se pasaría a la siguiente fase de entrecruzamiento entre ambas obras mediante el análisis de la tensión de “jesuitas” vs. “ilustrados”, en que se oponen dos modelos de análisis y enseñanza de la lengua latina por condicionantes externos históricos lo que genera “conceptos” que determinan ambas “ideologías”. En el caso del jesuita la idea de “agudeza” gramatical, frente al del ilustrado basado en el “buen gusto” gramatical. Hay que añadir también un análisis de “transferencia cultural” entre los territorios de ultramar y la propia Corona española, en una relación de periferia-metrópoli, en que, con el manual de Orellana, la “periferia” está avanzando científicamente más que la metrópoli, de donde irradia el “canon” gramatical (Zohar, 1999) y que tardará unos años en desarrollar una gramática plenamente ilustrada, como el caso de la de Juan de Iriarte (Madrid, 1777).

Esos entrecruzamientos responden a una “historia ideológica y cultural de la gramática latina moderna”, donde se manifiesta cómo cada autor de las distintas gramáticas va rellenando “huecos” y enderezando los “misunderstandings” del autor anterior, de modo que ciertos parámetros lingüísticos van respondiendo a fenómenos de “concretización” de la interrelación “dialógica” de unas gramáticas con otras que, a su vez, responden a los “horizontes de expectativas” e “ideológicos” que van transformándose y contrastándose entre sí.

Las fases históricas se centran en dos periodos en que se percibe una mayor carga “ideológica e histórica” sobre las gramáticas que son los siglos XVIII y XIX: - En el periodo correspondiente al siglo XVIII, resulta imprescindible estudiar la relevancia de los acontecimientos del enfrentamiento del pensamiento ilustrado con el jesuita, o la filosofía propia de los idèologues franceses en la forma de enseñar y analizar la lengua latina. De hecho, esta confrontación ideológica se plasmó en todos los manuales gramaticales que se dieron en la totalidad del

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tes autores de manuales, (extralingüístico).

2.- Conceptos pertinentes que terminan creándose en cada manual como fruto de tales tensiones para referirse a nuevos objetos de estudio, (intralingüístico).

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ámbito hispano y fueron determinantes en la configuración de la sintaxis oracional como elemento indispensable del estudio de la lengua. Se manifiesta en esta fase cómo el pensamiento senso-empirista francés (de origen propiamente port-royalista) configuró el análisis sintáctico entre proposiciones principales y subordinadas y cómo se aplicó en una vertiente “hispanizada” y ecléctica, debido a la gran influencia del método gramatical jesuita anterior, en todos los manuales del latín que se dieron en territorios de habla hispana.

- La fase correspondiente al siglo XIX se destaca por la influencia de tres pensamientos destacados: el Romanticismo, el Positivismo y el Idealismo. Las gramáticas se analizan en cuanto al método histórico-comparado (método que nace dela conjunción del Romanticismo y del Positivismo) en la configuración de los estudios de semántica y de fonética de la lengua latina, así como los estudios propiamente de semántica en relación con un sentido “espiritual” del sema originario de las palabras (influencia del “idealismo vossleriano”).

Si en la centuria anterior fue Francia la que concentraba las principales ideas sobre la lengua latina, en este periodo será Alemania la que se volverá su principal centro difusor. A partir de ahí, queda de manifiesto la huella que estas ideas ejercieron sobre la gramática latina. Los estudios de fonética y semántica de la lengua de Cicerón vinieron condicionados por la necesidad “romántica” e “idealista” de los filólogos alemanes (Müller, 1864, 1881,1882) de encontrar la Ursprache indoeuropea que enraizaría en un pasado mítico y legendario de donde procederían todos los pueblos europeos. Por otra parte, el positivismo de los Junggrammatiker de la segunda mitad del siglo XIX asentará un método riguroso de correspondencias fonéticas regulares que posibilitará esquemas fonéticos, morfológicos y semánticos que se podrán aplicar al origen y configuración de los semas y morfemas de la lengua del Lacio. Precisamente en ese periodo ya se irán distinguiendo los estudios de gramática latina con los de lingüística latina, que se configuran a través de la historia de la lengua (Sprachgeschichte) que funda Dümmler en 1887 (García Jurado, 2012).

En definitiva, mientras que la gramática latina del siglo XVIII se centra en el desarrollo de la sintaxis, la del XIX lo hace en la fonética, y morfología, con los primeros pasos de la semántica, la cual acabará fructificando en la primera mitad del XX. Por último el idealismo de Vossler, muy determinado por la filosofía bergsoniana que reacciona contra el positivismo comtiano imperante, se mostrará como la última corriente que influirá en el método gramatical de la enseñanza del latín durante el periodo comprendido entre finales del siglo XIX y principios del XX. A partir de la Segunda Guerra Mundial, se invierte el mecanismo de que sean las corrientes lingüísticas de la gramática latina las que influyan sobre las modernas; a partir de entonces, serán las de la gramática inglesa y, en menor medida de la francesa, las que se impondrán sobre la latina. Así pues, todas las ideas desarrolladas en las gramáticas latinas de anteriores periodos, por filtro de los nuevas ideas lingüísticas de métodos gramaticales franceses e ingleses, confluirán en las principales corrientes lingüísticas del siglo XX: el estructuralismo, el generativismo, el funcionalismo o el cognitivismo.

De hecho, a partir del estructuralismo de Saussure se produce lo que Rifaterre, siguiendo el concepto de intentional fallacy del New Critiscism, denomina “ilusión

referencial”, un “error”, que consiste en “introducir la referencialidad en el texto, cuando de hecho está en el lector” (Rifaterre, apud Compagnon, 2015, p. 132), de tal modo que los textos literarios son “autosuficientes, y no hablan del mundo, sino de sí mismos y de otros textos” (p. 133). Lo interesante es cómo un elemento que se puede apreciar como perteneciente al plano literario, parte realmente del semiótico y lingüístico: La relación lingüística primaria ya no pone en relación la palabra con la cosa, el signo con el referente, o el texto con el mundo, sino un signo con otro signo, un texto con otro texto. La ilusión referencial es el producto de una manipulación de signos que enmascara la convención realista, u oculta la arbitrariedad del código y hace creer en la naturalización del signo. La ilusión referencial debe ser reinterpretara por tanto en términos de código (Compagnon, 2015, p. 128).

Javier Espino Martín

De este modo, de igual forma que podemos ver la profunda relación entre lingüística y literatura, ésta también existe entre gramática y literatura. Se considera la lengua un código autorreferencial en sí mismo, una red de elementos propios sin conexión ni reflejo con el mundo exterior. Por eso mismo, se pierde la injerencia del contexto en las interpretaciones gramaticales, y las gramáticas se convierten en métodos de interpretación de la lengua en sí misma o de mero aprendizaje de conversación.

De este modo, en la segunda mitad del XX los estudios lingüísticos ya no van a estar condicionados por las gramáticas latinas ni por factores ideológicos o histórico-sociales, sino que se implantará un aséptico y pragmático cientificismo, propio del dominio de las ciencias exactas, que hará que se analice la lengua como un ente abstracto sin sujeción a ningún manual “histórico”, condicionado por corrientes ideológicas, educativas o sociológicas de pensamiento. El estudio de la lengua latina pasará a ser un mecánico y mero recipiendario de las corrientes lingüísticas que desde lengua inglesa están en boga y van sucediéndose progresivamente, a la par de que la evolución tecnológica ejercerá sobre éstas una poderosa influencia.

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Virgilio en la contrarrevolución mexicana: Las publicaciones de Espinosa Pólit y González Uribe en la Editorial Jus1 Carlos Mariscal de Gante Centeno Resumen: Presentamos aquí un estudio de Recepción clásica sobre dos obras, Virgilio, el clásico de Occidente, escrita por el abogado y profesor Héctor González Uribe (1956), y Virgilio en verso castellano, traducción de las obras completas de Virgilio del sacerdote y filólogo ecuatoriano Aurelio Espinosa Pólit (1961). Nuestro estudio comenzará con un planteamiento general de la importancia de Virgilio en América Latina, particularmente evidente en el poema “Alocución a la Poesía” de Andrés Bello, a la sazón preceptor de Simón Bolívar e intelectual de referencia en los procesos de independencia de las repúblicas americanas. A ello, seguirá un planteamiento del contexto histórico en el que nacen estas obras, la situación de la contrarrevolución mexicana y el papel importante que juega la Ediorial Jus, que publica ambas obras. A continuación, presentaremos una breve relación de intérpretes adventistas de Virgilio previos a estas dos obras (Caro, Haecker, Eliot). Finalmente, abordaremos el análisis de las ideas presentes en las dos obras y su relación con las anteriores, presentando a continuación unas conclusiones del trabajo.

Palabras clave: Recepción clásica, Virgilio, Historia contemporánea de México, Adventismo

Este trabajo se enmarca dentro de la línea de investigación “Literatura Antigua y Estéticas de la Modernidad” (LAEM), dirigida por el Dr. Francisco García Jurado desde la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y por el Dr. Javier Espino Martin desde la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

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La obra del poeta latino Virgilio, se ha señalado en multitud de ocasiones, constituye un importante paradigma cultural en dos ámbitos: estético e ideológico. En el primero, la Eneida alcanzó pronto el carácter de clásico en virtud de su maestría formal y de su capacidad de integrar en ella a las obras precedentes de distintos géneros y tradiciones literarias griegas y romanas. La literatura romana, en general, quedó marcada por dicha obra y, concretamente, el género épico posterior se configura en virtud de su virgilianismo o su oposición a la técnica épica virgiliana.2 No será sólo la épica, sin embargo, la que mostrará una deuda literaria con la obra del poeta de Mantua, sino que la literatura latina de época imperial y la literatura europea posterior, hasta prácticamente el siglo XVIII y XIX, lo tendrán como referente inexcusable y paradigma del clasicismo latino3.

Hemos señalado que la primacía estética de Virgilio permanece inalterada hasta el siglo XVIII, momento en el que se produce en Francia la llamada Querelle des Anciens et des Modernes, que pone en cuestión el paradigma clásico, la primacía estética de los antiguos frente a los modernos y la imitación como criterio estético. A esta discusión vendrá a sumarse el Decadentismo y su cambio de paradigma estético que, en el caso concreto de Virgilio, tiene su primer gran detractor en el escritor francés Joris Karl Huysmans en su A contrapelo.4 Esta decadencia generalizada de la valoración de Virgilio en Europa contrasta mucho con su recepción en las nacientes repúblicas americanas y, en concreto, en uno de sus principales intelectuales, Andrés Bello. Bello, a la sazón preceptor de Simón Bolívar, 5 encontró en la figura de Virgilio un paradigma estético y político, éste último con variaciones dentro de su biografía.6 En el ámbito estético, Bello escribió unas Silvas, En la literatura de época imperial, Silio Itálico en sus Púnicas continúa la línea abierta por Virgilio en la épica, mientras que Lucano en su Farsalia desarrolla un nuevo paradigma épico, en oposición precisamente a la técnica compositiva de la épica virgiliana.

2

“Del mismo modo que prácticamente toda la literatura clásica anterior a Virgilio aparece reflejada en la Eneida en un sabio juego de intertextualidades, de contaminaciones y transformaciones, que consiguen gestar un producto unitario y obra de arte original, así también toda la literatura posterior a ella queda marcada inevitablemente por su sello (Cristóbal, 2005, pp. 92-93)”.

3

4 La relación de Huysmans con Virgilio y, en general, con la literatura latina clásica e imperial, la ha estudiado García Jurado (1999).

5

La relación entre ambos, oscilante y paradójica en ocasiones, la ha estudiado Cussen (1998).

6 “Él ha sido el hombre que vacila, el que ve la independencia como una confrontación trágica, un conflicto que sólo puede resolverse por leyes superiores –la visión fatalista de la historia que es evidente en su poema en hexámetros latinos-. Bello ha concebido la revolución hispanoamericana como un suceso de magnitud singular en la historia de la humanidad. Ésta no era una guerra cualquiera; “no tiene paralelo en los anales de la historia”, escribió en el Bosquejo. En el comienzo de su carrera, Virgilio era para Bello un poeta perfectamente ejemplar que cantó el fin de la disensión civil y clamó por la reconstrucción. Pero ahora, después de tantos años de guerras civiles, Bello busca en Virgilio no un modelo literario sino una perspectiva histórica, no el equilibrio de una conclusión sino las angustiosas alternativas del proceso creativo. Ahora busca en Virgilio al uates, el intérprete de los hados. Al citar la Eneida –el poema utilizado con más frecuencia por los gobernantes como la voz legitimadora del mando imperial- para introducir un análisis de la desintegración del Imperio español, Bello no busca en Virgilio la retórica de la propaganda imperial sino el estado de conciencia que prevalece cuando se enfrentan grandes trastornos históricos (Cussen, 1998, pp. 90-91)”.

donde encontramos poemas de temática muy cercana a la virgiliana en cuanto al canto a la felicidad del campo y de los campesinos, cuyos valores son mostrados como ejemplo para las modernas repúblicas, una búsqueda de continuidad con la tradición virgiliana que él mismo le solicita a la Poesía en “Alocución a la Poesía”: “tiempo es que dejes ya la culta Europa,/ que tu nativa rustiquez desama,/ y dirijas el vuelo adonde te abre/ el mundo de Colón su grande escena (Bello, 1970, p. 191”). Como muestran los versos de Bello, desde el inicio, Virgilio fue, para determinados intelectuales y artistas latinoamericanos, una nueva fuente de interpretaciones modernas aptas para su propio tiempo y generadoras de una modernidad, fruto de una reinterpretación de los versos virgilianos.

El caso que nos ocupa en este artículo, con más de un siglo de distancia con respecto a las reflexiones de Bello, es el de una de estas actualizaciones americanas de la materia virgiliana: la visión adventista de Virgilio en las publicaciones en la Editorial Jus, concretamente, la traducción de las Virgilio en verso castellano de Aurelio Espinosa Pólit (1961) y el ensayo Virgilio, el clásico de Occidente de Héctor González Uribe (1956), dentro de un contexto determinado de recuperación del catolicismo frente al secularismo cardenista en México y, en general, de contrarrevolución, una de cuyas figuras preeminentes es el fundador de la Editorial Jus, Manuel Gómez Morin.

Este trabajo va a desarrollarse a partir de los postulados teóricos de la Estética de la Recepción, método de estudio de las relaciones literarias que analiza dicha relación a partir de la lectura que los autores modernos realizan de los precedentes, prestando atención a los condicionantes históricos, estéticos, filosóficos o sencillamente vitales del propio lector moderno. Estos condicionantes quedan en evidencia en los textos literarios modernos que son fruto de dicha lectura de la tradición y se fusionan con los antiguos, dando lugar a la obra moderna. A dichos condicionantes se los conoce como “horizonte de expectativas”, aquellas preguntas que le formula el lector moderno, a partir de su propia formación, tradiciones y experiencia al texto antiguo, cuyo autor, a su vez, poseía su propio horizonte de expectativas, por lo que en el acto de la lectura se produce la denominada “fusión de horizontes” El fundador de estos estudios fue Hans Robert Jauss, profesor de la Universidad de Constanzacon su obra de 1967 La historia de la literatura como provocación de la ciencia literaria. En ella, sentaba las bases de tales estudios, basados, como hemos señalado, en el papel fundamental del lector: En el triángulo formado por autor, obra y público, este último no es sólo la parte pasiva, cadena de meras reacciones, sino que a su vez vuelve a constituir una energía formadora de historia. La vida histórica de la obra literaria no puede concebirse sin la participación activa de aquellos a quienes va dirigida.7

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Jauss (1976, p. 163).

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Criterios teóricos

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Uno de los discípulos del propio Jauss, Wolfgang Iser, postulaba que los textos, en el acto de la lectura, presentan unos “vacíos”, que el autor moderno cubre con las ideas y conceptos que él tiene con base en su horizonte de expectativas, de forma que el texto antiguo queda modificado en la obra moderna en base a estas ideas y conceptos. A la forma particular que adopta el texto antiguo leído por su moderno lector se la conoce -siguiendo nuevamente a Iser- como “concretización”. Un mismo texto puede, según Iser, dar a lugar a distintas concretizaciones, debidas, precisamente, a las diferentes posibilidades de relleno de esos “vacíos” que poseen los textos. A partir de estos conceptos que hemos esbozado- horizonte de expectativas, fusión de horizontes, vacíos y concretización- podremos entender las condiciones en las cuales se dan las lecturas modernas de Virgilio de Espinosa Pólit y González Uribe.

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El momento histórico: la labor de la Editorial Jus en la guerra cultural del México posrevolucionario

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El momento histórico en el que ven la luz estos dos textos es el del período posrevolucionario en México, marcado por el intento de asentar al estado surgido de la Revolución Mexicana contra Porfirio Díaz y liderado por Francisco I. Madero, tras no poder éste hacer frente al Porfiriato en unas elecciones libres; la historia es sabida: Madero es depuesto y fusilado por las tropas a las órdenes de Victoriano Huerta, quien, a su vez, tuvo que dimitir por la presión de la llamada revolución constitucionalista. A Huerta lo sustituye en el poder Venustiano Carranza.

Carranza convoca un Congreso Constituyente, cuya función es promulgar la nueva Constitución para México, que fue aprobada el 5 de febrero de 1917. Esta Constitución, redactada fundamentalmente para dar una respuesta a los problemas agrarios, sindicales y educativos, supuso además el inicio de una política laicista dirigida a despojar a la Iglesia Católica de sus prerrogativas, dejándola en una situación que desde los sectores afines se consideró como el ataque definitivo. Algunos de los artículos de esa constitución decretaban la obligatoria laicidad de la enseñanza, la prohibición de ejercer la enseñanza primaria por parte de sacerdotes o de que la Iglesia poseyese sus propios bienes raíces, entre otras medidas.8 Fueron los presidentes Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles quienes, asesinado Carranza, fueron los encargados de gestionar dicha situación.

Estas políticas dieron lugar a una reacción de oposición conocida como Cristiada, que ha estudiado el historiador Jean Meyer (2001) y que consistió en un movimiento armado contra el gobierno mexicano, cuya actuación se desarrolló entre 1926 y 1929, año en que la Iglesia Católica llegó a un acuerdo con el Estado, mediante el que conseguía un mejor trato por parte del gobierno en los llamados “arreglos. Sin embargo, con el ascenso al poder del general Lázaro Cárdenas en 1934 comienza el programa de gobierno más fielmente revolucionario, socialista y laicista, precisamente en los ámbitos antes señalados: promoción de los sindicatos, educación y redistribución agraria. Esta situación llevará a un rebrote de la contestación contrarrevolucionaria, en grupos como

Ruiz Velasco (2014, pp. 57-58) enumera algunos de los artículos más polémicos de la Constitución de 1917 en lo que respecta a sus restricciones a la Iglesia.

8

Una vez cerrado el periodo militar de la Revolución, muchos jóvenes intelectuales –que no habían tenido la edad o la posibilidad de participar en la lucha armadaempezaron a colaborar con los gobiernos revolucionarios. El intelectual se convirtió en el consejero, secreto o público, del general analfabeto, del líder campesino o sindical, del caudillo en el poder. La tarea era inmensa y había que improvisarlo todo. Los poetas estudiaron economía, los juristas sociología, los novelistas derecho internacional, pedagogía o agronomía. Con la excepción de los pintores – a los que se protegió de la mejor manera posible: entregándoles los muros públicos-, el resto de la “inteligencia” fue utilizada para fines concretos e inmediatos (…) Ellos han defendido en multitud de ocasiones la herencia revolucionaria. Pero nada más difícil que su situación. Preocupados por no ceder sus posiciones –desde las materiales hasta las ideológicas- han hecho del compromiso un arte y una forma de vida.

Al hablar de esta “inteligencia mexicana”, Paz se está refiriendo, fundamentalmente, al llamado grupo de los “Siete sabios”, conocido también como “Generación del 15”. Dentro de este grupo de jóvenes intelectuales es fundamental para nuestro estudio la figura de Manuel Gómez Morin, abogado y responsable de un buen número de gestas políticas y administrativas como la fundación del Banco de México o el desempeño como rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), entre otros muchos. Gómez Morin pasará de la gestión pública en administraciones cercanas a la Revolución a la fundación en 1939 del Partido de Acción Nacional (PAN), formación política de ideología derechista. La fundación de un partido político de oposición era un idea que, según Krauze

Ruiz Velasco (2014, pp. 53-158) ha estudiado precisamente el nacimiento del movimiento sinarquista y, en general, del movimiento contrarrevolucionario cristiano a través de la biografía de Abascal en su monografía Salvador Abascal, el mexicano que desafió a la Revolución.

9

10 Una separación que el historiador Enrique Krauze (2014) ha ejemplificado en dos figuras públicas: Vicente Lombardo Toledano y Manuel Gómez Morin.

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las llamadas Legiones, una sociedad secreta contrarrevolucionaria, y el movimiento denominado Sinarquismo (Unión Nacional Sinarquista), un movimiento político y social, de base fundamentalmente campesina, cuyo objetivo último era derrocar al gobierno y recuperar el espacio político perdido a causa de las reformas revolucionarias. Fue éste un movimiento que llegó a obtener una fuerza notable e incluso llegaron a constituir una suerte de colonias, como la de María Auxiliadora en la Baja California. Con la llegada al poder del presidente Manuel Ávila Camacho y su talante más moderado y conciliador, el Sinarquismo se convirtió, casi, en un puntal nuevo sobre el que sostener el naciente estado, pero que no perdió fuerza debido al liderazgo de Salvador Abascal.9 El estallido mismo de la Revolución había provocado ya al inicio que las iniciativas de combate llegasen también a las letras. Una vez concluida, cobró gran importancia una generación de jóvenes intelectuales, cuya dedicación se centraba más en el debate político público y en el compromiso con la gestión política que en la escritura de una obra. Esta generación, unida en un principio ante la necesidad de desarrollar el estado posrevolucionario, se desgajará posteriormente en diversos sectores y tendencias políticas.10 Son la generación que Octavio Paz (2016, pp. 170-171) en el Laberinto de la soledad llamó “la inteligencia mexicana”:

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(2014, pp. 385-386), llevaba acariciando Gómez Morin desde por lo menos diez años antes. Krauze (2014, p. 385) resume en su obra Los caudillos culturales de la Revolución el porqué de dicha evolución –desde la construcción del estado posrevolucionario desde diferentes responsabilidades a la creación de un partido de corte conservador- en la biografía de Gómez Morin:

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Era natural que un hombre con ese temple e ideario chocara con el México bronco y desordenado de su tiempo. De los generales sonorenses había que apartarse por razones de supervivencia elemental. Si bien entendían, en algunos casos, la necesidad de la técnica, su desdén por el dolor humano y su culto a la violencia representaban la perpetuación de los peores instintos históricos. Del cardenismo, Gómez Morin habría de apartarse también, y de manera aun más pronunciada. En su opinión, representaba “el bien mal realizado”, descrito premonitoriamente en aquel folleto: hay que huir de la débil filantropía… cuidar que no pare en sensiblería la comprensión del dolor”. “Una nación traicionada”, llamó Gómez Morin a México en octubre de 1927; traicionada en su destino político, en su economía, en los afanes del pueblo que ha sido cínicamente engañado con un malabarismo de palabras revolucionarias”.

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La segunda gran obra de Gómez Morin como político y activista fue la fundación en 1938 de la Editorial Jus. Era éste un proyecto editorial que estaba en consonancia con las ideas que lo llevaron a fundar el PAN, que buscaba dar a la imprenta textos para contrarrestar la influencia cultural ejercida por el sector revolucionario más laicista. El propio Gómez Morin señaló en una carta los objetivos de dicha editorial: La biblioteca de Acción Nacional y la Editorial Jus, han editado estas obras siguiendo su programa sistemático de presentar y hacer valer las figuras de los héroes verdaderos, de los verdaderos constructores de la nacionalidad (…) se trata de una tarea valiosa: la de formar positiva y rectamente una conciencia pública en asuntos que lo requieren con extrema urgencia. Es una obra en construcción y de defensa incomparablemente superior, más valiosa y más eficaz que cualquiera otra, pues con ellas se trata de acendrar los valores esenciales de la sociedad y la Nación (Apud Ruiz Velasco 2014, p.170).

El proyecto editorial de Jus se entiende, por tanto, en un contexto general de polémica en torno a la Revolución, la nación y al papel de la religión católica. Gomez Morin la funda para combatir y contrarrestar la propaganda y las medidas políticas decididamente laicistas que habían comenzado con la propia Revolución Mexicana. Ruiz Velasco (2014, pp. 160-161) interpreta este proceso en términos gramscianos, entendiendo que esta estrategia de combate renuncia al combate armado para dedicarse a la “guerra cultural”, esto es, a la búsqueda de una hegemonía ideológica en la sociedad. Consistiría en tomar, pues, las armas del enemigo para vencerlo.11

“Siguiendo esta línea de pensamiento, resultaría erróneo desencadenar la Revolución a través del asalto al poder, del Estado o del palacio de invierno como hiciera Lenin. Aquello que primeramente debería conquistarse son las casamatas o trincheras culturales que median entre el Estado y el pueblo. Ir tomando cada una de esos fortines a fin de ir destruyendo la cosmovisión tradicional, su sistema de valores, para luego sustituirle por el “inmanentismo integral” predicado por el marxismo.

La estrategia indicada residiría, pues, en trocar el asalto por el asedio desde la sociedad civil. Gramsci

11

Antes de analizar las dos obras a las que dedicamos este artículo, consideramos pertinente atender algunas obras previas que, a buen seguro, influyeron en ellas. A finales del siglo XIX y principios del XX, se retoma la visión de Virgilio como un poeta inspirado en los valores cristianos, cuyas obras serían las precursoras del mensaje que traería Jesús, el Dios cristiano hecho hombre. La exégesis cristiana de la obra de Virgilio se dio muy pronto y por parte de destacados pensadores cristianos como Lactancio o Agustín12, por el carácter profético que tiene la Bucólica IV, poema en el que Virgilio preludia el nacimiento de un niño que cambiará el orden del mundo (magnus ab integro saeclorum nascitur ordo13) y en el que estos autores quisieron ver el anuncio del nacimiento de Jesús cuarenta años después.

En el caso del adventismo del siglo XIX y XX, éste no se basa tanto en la interpretación de esta égloga, sino más bien en una lectura de conjunto de la obra virgiliana y, concretamente, en el reconocimiento de la particularidad de Eneas, protagonista de la Eneida, como héroe que encarnaría aquellos valores cristianos que Virgilio, primero entre los paganos, había tenido la capacidad de descubrir y legar a la posteridad a través de su gran poema épico. Miguel Antonio Caro, político y erudito colombiano, publicó entre 1873 y 1876 en Bogotá los tres volúmenes de su traducción en verso castellano y sin texto latino de las obras completas de Virgilio14. En el extenso Estudio preliminar (Caro, 1873, pp. VI-CXVIII) a su traducción, Caro desarrolla algunas de estas ideas del Virgilio adventista, anunciador de unos valores cristianos encarnados en Eneas. Estas ideas pueden sintetizarse en el siguiente párrafo de Caro: Simboliza Eneas la misión en general del hombre y de los pueblos, y en especial la vocación de algunos destinados a llevar una cruz más pesada como también una corona más noble. La historia de su vida es la de sus sufrimientos y esperanzas (…) Así, virtud, perseverancia, martirio y resurrección compendian el conjunto de la misión del héroe, lo mismo que la de todo hombre y todo pueblo que sabe corresponder a

creía que la Revolución francesa, burguesa, era un claro producto de una gran Revolución cultural precursora que fue abonando el terreno: la Ilustración” (Ruiz Velasco, 2014, p. 161).

12 Para el conocimiento de estas tempranas lecturas mesiánicas de Virgilio es de mucho interés el capítulo séptimo de la obra de Comparetti Virgilio nel Medioevo (1943, pp. 118-127).

13

Buc.4.5.

Las traducciones, en muchas ocasiones, nos ofrecen lecturas de los autores traducidos, reflejo de un pensamiento elaborado en torno a las obras traducidas, muy pertinentes para los estudiosos de la recepción literaria. Como señalan Pagani, Payàs y Wilson (2011, p. 7): “El traductor no es en primer término un sujeto que efectúa elecciones individuales, sino que es portavoz de un grupo que se ha forjado un sistema de representaciones sobre cuestiones bien precisas: la cultura extranjera, las relaciones entre ésta y la cultura nacional, la configuración de una lengua de traducción, el grado de inteligibilidad que las referencias foráneas tienen para el lector. En el producto de esa práctica es posible leer las marcas que esas representaciones han dejado. Reconocer la historicidad de la traducción y su vinculación con un discurso social contribuye a una visión no esencialista de esta práctica. De allí la necesidad de explorar el campo en el que se generan y se han generado las traducciones: entorno político, social, políticas editoriales, mecenazgos y exilios, entre otras condicionantes”.

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Antecedentes. Adventismo americano y europeo

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su vocación. Y precisamente esta vocación insistente que busca por donde quiera a Eneas para recordarle la futura Roma, es lo que da unidad al poema en medio de la amena variedad de sus episodios. (Caro, 1873, p. LV)

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Los valores que encarnaría Eneas, sus “sufrimientos y esperanzas”, en cuanto héroe épico atípico, en ocasiones menospreciado en comparación con el Héctor de Homero, sin embargo, son para Caro superiores a los valores épicos tradicionales, muestra de barbarie y de “almas groseras y pueblos incultos”15. Caro, en definitiva, destaca como propio de la épica virgiliana el fondo religioso de su héroe, Eneas, cuyo carácter refleja los sentimientos, las tentaciones y flaquezas del ser humano que, sin embargo, se sobrepone a ellas y cumple con la misión que los hados (fata) le han designado. La obra de Caro absuelve a Eneas de las críticas hechas en el XIX a Virgilio y pone a la crítica en el camino exegético que transitarán algunos otros lectores de Virgilio durante el siglo XX. Uno de ellos es el teólogo alemán Theodor Haecker, quien publicó en 1931 una obra titulada Vergil, vater des Abendlandes (Virgilio, padre de Occidente). Haecker, en esta obra, proponía como modelo la poética virgiliana para el tiempo de zozobra y desorientación que vivió el autor en la Alemania posterior a la Gran Guerra, sumida en la humillación de la derrota, el individualismo y el veloz desarrollo de la técnica, aspectos que busca combatir Haecker proponiendo precisamente el paradigma del hombre virgiliano, “viéndolo no como un tipo aparte y fenecido del hombre occidental, sino como este mismo del todo (Haecker, 1945, pp. 36-37)”.

Los dos elementos capitales en la obra de Virgilio, que lo hacen pertinente para los tiempos que vive el propio Haecker son: el hado (fatum) y las lágrimas (lacrimae). El hado debido a que el desarrollo de la Eneida está determinado precisamente por la sumisión de Eneas a los designios de los dioses, no sin que el héroe tenga que luchar contra sus propios deseos y apetitos16. Este hado, manifestación de la voluntad del padre de los dioses, Júpiter, marca el destino de los hombres, cuyo cumplimiento refleja el abismo entre la voluntad divina y el designio marcado y pronunciado17 por Júpiter: Es opinión corriente y ordinaria sobre el antiguo fatum, lo mismo que sobre el moderno sino, que consisten en aquel poder inexplicable que, siendo noche impenetrable en su inmutable esencia, tiene sujetos a los mismos dioses. (…) Todos los dioses y diosas, y

15 Cf. Caro (1873, pp. LVIII-LIX). Bajo esa opinión subyace una polémica en torno a la primacía de Virgilio u Homero como autores épicos, precisamente en esa contraposición entre los valores homéricos, más cercanos al gusto romántico del siglo XIX que el pius Aeneas, como llama Virgilio a su héroe. Conte (2007, pp. 23-57) resume algunos de los hitos de esa polémica en su L’epica del sentimiento (citamos la traducción inglesa).

Entre los momentos en los que se describe este conflicto probablemente el descrito en Aen.4.393396, donde Virgilio describe cómo Eneas comunica a Dido, de la que se ha enamorado en su parada en Cartago, que ha de partir para seguir con su travesía y llegar por fin al Lacio con los restos de Troya, ésta se desmaya y Eneas refrena su impulso de consolarla: “(…) Pero Eneas,/ sumiso a la divinidad, aunque ansía consolarla/ y aliviar y hablándole ahuyentar sus sufrimientos/ cumple la orden divina entre gemidos con el alma rendida/ a su hondo amor, y se vuelve hacia las naves” (Echave Sustaeta, 1992, p. 252).

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17 En el texto de Haecker que sigue es importante la etimología de fatum (“hado”), dado que éste es una forma participial del verbo for, fari, fatus: “decir”. El fatum es el destino en cuanto que es dicho.

no hay para qué decir que todos los hombres, quisieran a veces de todo corazón, por todos los medios, cambiar el fatum, a serles posible; todos…, excepto uno, excepto Júpiter, el pater omnipotens. (…) Júpiter no puede cambiar el fatum, no porque éste sea más fuerte que él, que tiene el poder, sino que no lo puede cambiar porque el fatum es su fatum –et sic fata Jovis poscunt-, porque él es el que dice y lo dicho al mismo tiempo, porque él mismo es el fatum, porque en él no hay ninguna relación externa con el fatum. (…) Esta es la cima y la perfección de los conceptos teológicos de Virgilio: haec suma est (pp. 136-137).

El paganismo castrado de hoy no conoce la frase: sunt lacrimae rerum18, ni quiere conocerla. El paganismo adventista la formuló en la plenitud del tiempo de una manera verdadera y hermosa por su espíritu más puro y su boca más dulce, y logró sensibilidad y sed para las lágrimas de sangre vertidas en Gethsemani. (…) ¡Qué cerca de la revelación del Cristianismo, cuya luz se levanta e irrumpe ya en el mundo, está nuestro poeta del paganismo adventista con su inmortal hemistiquio: sunt lacrimae rerum! En la lejanía y en país extraño, tan cerca, relativamente, como los profetas del judaísmo adventista en la proximidad y en la propia casa (pp. 155-156).

“El paganismo adventista” es, por tanto, lo que hace que Haecker y otros intelectuales católicos se hayan sentido tan cercanos a la estética virgiliana, basada, como hemos dicho, en el elogio de la recta observancia del camino marcado por la divinidad -pagana en el caso de Virgilio, católica en el de Haecker-, fruto de la cual aparecen en la Eneida las lágrimas, muestra del esfuerzo requerido para abandonar la propia voluntad a favor del cumplimiento de la voluntad divina. Tanto asumió Haecker su propio proyecto de regeneración basado en Virgilio que, tras padecer la toma del poder del nazismo, escribió en su Tag- und Nachtbücher el 19 de Mayo de 1940: “Virgilio, que había sido tan capaz de Sunt lacrimae rerum (Aen.1.462) ha sido uno de los versos más celebrados por los lectores de Virgilio, por diferentes razones. Desde esta lectura adventista que estamos analizando, hasta la fascinación estética que produjo en Borges y que ha estudiado García Jurado (2006) en su Borges, autor de la Eneida. Una muestra de esta fascinación se encuentra en su poema “Elegía”, que comienza con esta reformulación del verso virgiliano: “Sin que nadie lo sepa, ni el espejo,/ ha llorado unas lágrimas humanas./ No puede sospechar que conmemoran/ todas las cosas que merecen lágrimas”, y que, tras describir estas “cosas que merecen lágrimas” (la belleza de Helena, la caída de Roma, Jesús en el madero) concluye así: “Del otro lado de la puerta un hombre/ hecho de soledad, de amor, de tiempo,/ acaba de llorar en Buenos Aires/ todas las cosas (Borges, 1989, pp. 309)”.

18

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El abismo entre el destino “dicho” por Júpiter, que marca la vida de los hombres, y la voluntad humana genera dolor, mostrado por Virgilio con las lágrimas (lacrimae) que Eneas vierte cuando colisionan sus proyectos humanos con el implacable designio divino. Virgilio ha otorgado a su héroe el donum lacrimarum, muestra precisamente de la libertad que tiene el hombre de aceptar la voluntad divina, cuyo seguimiento no está exento de dificultades y dolor: “Entre el hombre y el hado se extiende un mar de lágrimas.

También esto lo sabe y lo dice Virgilio (p. 145)”.

Son, precisamente, esta habilidad virgiliana para describir el dolor humano y la dificultad de satisfacer la voluntad divina las que Haecker destaca como el punto de entronque de lo “mejor” del paganismo con la cercana teología católica:

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expresar el horror de la guerra, estaría hoy silenciado en un campo de concentración.19 El otro texto fundamental para la exégesis virgiliana de matriz adventista es el afamado What is a Classic? (¿Qué es un clásico?), de T.S. Eliot, texto que recoge la intervención de Eliot en la Virgilian Society de Londres en 1944, poco después de los bombardeos de la aviación alemana sobre la ciudad británica. En dicho discurso, Eliot proponía un concepto fundamental en la definición de qué es un clásico: la madurez, atendiendo a que un clásico puede serlo relativo, representante de un tiempo y un lugar determinados, y absoluto, cuya madurez no se agota en estos sino que lo es para todo tiempo y lugar. La madurez que da lugar a un clásico ha de ser de mente, de costumbres y de lengua, punto culminante de una civilización.

Asimismo, Eliot establece que no puede darse un clásico universal sin que una determinada civilización haya llegado a la conciencia de la historia y su lugar en ella.

Tampoco puede darse un clásico sin que se haya dado el desarrollo del estilo común, de la lengua compartida con una colectividad que el clásico lleva a su punto más alto.

Finalmente, añade Eliot el requisito de la amplitud (comprehensiveness), la capacidad de representar el rango más amplio posible de sentimientos expresables en esa lengua.

Todos estos requisitos, naturalmente, hacen que, a juicio de Eliot, no todas las lenguas y literaturas hayan dado lugar a un clásico.

Virgilio, en el caso de la literatura latina, posee para Eliot todas estas características, a las que beneficia el haber escrito en latín, una lengua que ha tenido una difusión a la que no puede aspirar ninguna lengua moderna. Virgilio, para Eliot, al tener todas estas características, nos da un criterio estético, con el cual se pueden comparar las obras posteriores. Una obra, cuya escritura en latín, lengua muerta, ha permitido que Europa tenga esta lengua y la Eneida, su obra culminante, como un herencia intemporal: El sentido del destino se hace consciente en la Eneida. El propio Eneas es del principio al fin un hombre de hado, ni aventurero ni maquinador, ni vagabundo ni ambicioso, un hombre que cumple su destino, no por compulsión o decreto arbitrario, y ciertamente no por afán de gloria, sino rindiendo su voluntad a un poder más alto que los dioses que lo obstaculiza o lo conduce. Habría preferido quedarse en Troya, pero se convierte en exiliado, y en algo mayor y más significativo que un exiliado; se exilia por un propósito cuya grandeza no puede conocer, pero que reconoce; y no es, en el sentido humano, un hombre feliz o exitoso. Pero es el símbolo de Roma; y como Eneas es a Roma, la antigua Roma es a Europa (p. 71).

Comparando las tres obras a las que nos hemos referido, que parten de perspectivas de análisis diferentes, podemos constatar como elemento común a los tres el énfasis puesto en el fatum, como hilo conductor de la Eneida y hallazgo mayor de Virgilio, preludio de la Providencia cristiana, y en Eneas, héroe caracterizado precisamente por asumir dicha voluntad divina y hacer suyo el plan trazado desde lo alto. Este carácter del héroe virgiliano será el que tendrá una mayor influencia -junto con algunas otras ideas aquí expuestas- en las dos obras objeto de estudio en este trabajo.

19

Apud Thomas, R. F. (2001, p. 119).

Virgilio, clásico de Occidente. Virgilianismo en tiempos de zozobra

En este mundo de Occidente –el nuestro, en el que nos salvamos o perecemos- hay ciertas realidades permanentes, que en la vorágine de los cambios continuos, nos ofrecen un principio de unidad. Son los clásicos. A ellos debe, como a fuente primaria, su inspiración artística y humana la cultura occidental. Examinar las notas características y distintivas de sus obras, remontando fatigosamente la corriente hasta el manantial mismo de donde han brotado; señalar lo que corresponde en propiedad a los clásicos en la literatura; y apuntar la razón de la primacía de los grecolatinos, será la segunda de nuestras tareas. Por último, recorrido a grandes pasos el territorio del clasicismo, subiremos a la mansión luminosa y apacible del príncipe de los clásicos, el mantuano Virgilio, y fijándonos en su egregia figura, encontraremos retratados en ella todos los rasgos de la perfección clásica, resumidos en dos cualidades esenciales: madurez y comprensividad (González Uribe, 1956, p. 8).

En la primera de las secciones, “Occidente” (pp. 49-76), González Uribe propone su visión de la cultura desarrollada en Occidente. En primer lugar, recorre los orígenes de ésta: el judaísmo, Grecia, Roma y el cristianismo, entendido no sólo como religión sino como una síntesis cultural de los elementos anteriores, a los que se añade la fuerza vivificadora y a la capacidad de conservación de la Iglesia: Sin esta labor benemérita de la Iglesia –que no pueden menos de reconocer aun los historiadores protestantes y laicos- es seguro que la herencia de la antigüedad habría desaparecido, relegada a la categoría de mero recuerdo de cosas muertas, de curiosidades de museo, y nuestro mundo occidental no sería lo que ahora es sino una agrupación oscura y primitiva en la que los hombres estarían luchando por reconstruirse una cultura que tardó centenares de años en elaborarse (p. 29).

Carlos Mariscal de Gante Centeno

El ensayo de Héctor González Uribe, Virgilio, clásico de Occidente (1956), está escrito desde una posición de síntesis de las posturas adventistas en torno a Virgilio que hemos comentado en el capítulo tercero de este trabajo, recuperadas y reformuladas para el propósito antes descrito de la Editorial Jus: el combate de la política y la estética de la vertiente más laicista de la Revolución Mexicana y la recuperación del cristianismo como origen y guía de todo Occidente, en concreto, del México posterior a las reformas de los políticos revolucionarios y, particularmente, de las políticas secularistas del general Lázaro Cárdenas.

Héctor González Uribe (1918-1988) fue un abogado, profesor y sacerdote jesuita que desarrolló una importante labor como profesor de materias como Teoría del Estado o Filosofía Política en la UIA y en la UNAM. Publicó algunas obras sobre estas materias en la propia Editorial Jus, contribuyendo con ello al proyecto editorial que hemos presentado en el capítulo segundo de este trabajo. La obra de González Uribe que nos ocupa se divide en tres secciones bien diferenciadas: “Occidente”, “El clásico” y “El clásico de Occidente”.

En el prólogo a la obra, González Uribe explica el propósito de su ensayo: servir para retomar lo que de permanente hay en la cultura occidental en el mundo cambiante y vertiginoso de su tiempo:

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Sin embargo, González Uribe considera que no todos los autores occidentales han participado de este espíritu occidental, sino que existen dos tendencias dentro de Occidente: una tendencia integradora y otra desintegradora. La primera se correspondería con aquella que continúa el espíritu sintético del cristianismo que el propio González Uribe ha destacado previamente y que va desde los padres griegos de la Iglesia hasta Tomás de Aquino, Dante Alighieri o la Reconquista en España, por citar sólo algunos ejemplos. Sin embargo, -piensa González Uribe en el siglo XVI aparece con la Modernidad una línea negativa y desintegradora: “enemigos internos –brotados de su misma entraña- como la pseudorreforma protestante y el humanismo renacentista, de tendencias paganizantes, y por otra, enemigos exteriores, como la invasión de los turcos sobre Europa (p. 35)”. Una tendencia disgregadora que se manifiesta en cuatro ámbitos: filosofía -“es la tremenda aventura del hombre que abandona a Dios, confía plenamente en su razón, pierde el apoyo del Ser absoluto y necesario (p.39)”-, política -con origen en “el humanismo egoísta del Renacimiento”, economía –la línea liberal que “llegada a su máximo (…) provoca el advenimiento del sindicalismo revolucionario y del socialismo (p. 40)”- y religión –“(…) la pretendida ‘libertad de conciencia’ (…) acaba en una nueva absorción, esta vez la más peligrosa de todas: la de la fe sobrenatural en la fe impuesta por un Estado totalitario (pp. 41-42)”-. Éstas tienen en común el mismo “mal” para la concepción de González Uribe: la “negación de la personalidad humana: De esta manera la línea desintegradora de Occidente, en cualquiera de las direcciones por las que se le siga, conduce siempre a una negación de la personalidad humana.

Y resulta interesante e instructivo observar cómo, por una curiosa paradoja, sus cuatro trayectorias fundamentales, trazadas a base de movimientos antitéticos: racionalismo-existencialismo, individualismo-totalitarismo, capitalismocomunismo, laicismo-estatolatría, no son sino el desarrollo de un mismo principio dinámico: la rebelión del hombre contra Dios y el abandono de las normas cristianas (p. 42).

González Uribe, convencido de que la época que le ha tocado vivir está inmersa en muchos de esos males filosóficos, políticos, económicos y religiosos propone el cristianismo como remedio a esos momentos de crisis, bajo la guía del propio Virgilio:

Occidente camina así, por los rumbos de su destino histórico, llevado por el irresistible dinamismo interno que es ley de toda actividad humana. Pasa en nuestros días por una de sus más grandes crisis. Poderosos y astutos enemigos lo acechan desde fuera, en tanto que mortal gangrena –el naturalismo, el sensualismo, el comunismo ateo- lo correo por dentro. Pero creemos que a pesar de todo la cultura occidental se salvará y seguirá cumpliendo su misión providencial, si se inicia un retorno franco y sincero a la fuente perenne de toda inspiración y de toda genuina cultura: la doctrina de Cristo. Ahora, como siempre, es verdad la profunda y bella frase de aquel sociólogo mexicano: todavía son suficientemente recios los brazos de la Cruz, para colgar de ellos nuestro destino (p. 48).

La segunda sección del ensayo lleva, como dijimos, el título de “Clásico”. El autor se introduce en una breve investigación sobre cómo puede caracterizarse qué es un

clásico. Tras desechar que un clásico sea lo que una época ha entendido como tal o el conjunto de obras de una época –no todo lo grecorromano es clásico ni todo lo clásico es grecorromano20-, González Uribe propone las características que considera que debe tener un clásico: humanismo –“un humanismo integral, equilibrado, armonioso, que no desconoce ninguna de las dimensiones el ser humano (p. 62)”-, belleza –“toda obra clásica ha sido concebida y realizada en función de dicho valor. Y aquí surge otra vez aquella feliz coincidencia entre el ideal de lo bello que tuvieron los clásicos y el ideal objetivo de belleza del hombre occidental (p. 63)”- y suprema realización plástica –“es un pendant de las perfecciones internas, en que vuelven a aparecer aquellos factores de equilibrio, armonía y buena proporción, que representan un papel tan importante en la concepción de la obra (p. 64)”-.

En este punto, González Uribe retoma al Eliot de “What is a Classic?”, pues concentra las virtudes que presenta una obra clásica en un solo concepto: madurez:

La madurez, piedra de toque para enjuiciar el clasicismo de un autor determinado, queda dividida por González Uribe en cuatro criterios diferenciados: de mente, lenguaje, comportamiento social y perfección del estilo común. Estas características serán, avanzando el ensayo, las que aplique el autor a Virgilio para confirmar el carácter paradigmático que él mismo busca atribuirle.

Asimismo, dentro de esta segunda sección, González Uribe destaca algunos otros rasgos fundamentales del clásico: originalidad, naturalidad y plenitud humana. Además, distingue entre clásicos relativos y clásicos absolutos. La diferencia entre ambos reside en que su característica distintiva, la comprensividad21 -también característica eliotiana-, de la que había hablado González Uribe (1956, p. 8) en su prólogo y que consiste “en que el clásico es aquel tipo de hombre capaz de recoger en su espíritu (…) el máximum posible de la sensibilidad, de la índole, del genio del pueblo al que pertenece, y capaz, asimismo, de expresarlo, dentro de sus limitaciones, en la forma más bella y exacta posible (p.74)”.

Esta comprensividad puede estar limitada –para González Uribe- al espíritu de la época y el lugar en que les tocó vivir o bien referirse a “todo aquello que hay en el hombre de permanente y general (p.75)”, que el propio autor atribuye a los clásicos grecolatinos, por el carácter iniciático que tienen sus momentos históricos y su especial dedicación al

“En efecto, sostener que son autores y artistas clásicos todos los que produjeron sus obras en el viejo mundo grecorromano, sería ampliar exageradamente una calificación que sólo puede convenir a un grupo reducido de ellos, ya que en el largo período de evolución de Grecia y Roma es obvio que hubo fases de iniciación, desarrollo, auge y decadencia en su cultura, y que es lo clásico, por ser precisamente, una cualidad, un atributo valioso, como lo demuestra el aprecio general que de ello se tiene, sólo puede convenir a una época de grandeza (p. 56)”.

20

Otra traducción de la comprehensiveness eliotiana que en la traducción de ¿Qué es un clásico? de Marcelo Cohen, quien la traducía por “amplitud”, como hemos citado en la p. 15 de este trabajo. Cf. Eliot (1992, p. 70).

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Si hay alguna palabra que sugiera al máximo lo que queremos decir con el término “un clásico”, es la palabra “madurez”. Tal es la afirmación liminar que hace el autorizado crítico y poeta británico. Y añade, como confirmación, que un clásico puede darse cuando una civilización está madura; cuando una lengua y una literatura están maduras; y que esto debe ser fruto de una mente madura (p. 67).

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análisis de las grandes cuestiones del pensamiento:

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Las antiguas culturas de Grecia y de Roma –que alcanzaron un grado tan alto de perfección humana- tuvieron la evidente misión de preparar el mundo de Occidente.

Les fue dado trabajar con una visión idealista, paradigmática, del hombre y de la belleza, y por ello, cumplida su misión, entregaron a nuestro mundo la herencia valiosísima de sus arquetipos universales, que se adaptan a todas las culturas particulares, dentro de ese orbe. Y esto es posible precisamente porque murieron, ya que sin muerte no hay transmisión hereditaria, ni modelos fijos e inmutables (p. 76).

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Una vez revisadas las características que González Uribe atribuye a un clásico, pasa éste a presentar a Virgilio como el autor que las reúne todas, comenzando por la madurez: madurez de mente –“la existencia de una historia tras sí y la conciencia de esa historia, a fin de aprovechar los resultados de la obra de los predecesores (p. 80)”-, de lenguaje –“tuvo la inmensa cualidad de no dejarse ahogar por su erudición, sino de servirse de ella en la medida que convenía para sus fines y mezclarla con su inspiración espontánea y original (p. 84)”-, de comportamiento social –“hijo de una época en que la civilización y el refinamiento de las costumbres había alcanzado su máxima culminación, y en que los primitivos hábitos de los romanos –desaliñados y rudos- habían cedido el paso al trato exquisito y cortesano (p. 86)”- y de perfección del estilo común –“Virgilio fue un hombre que hizo dar de sí cuanto encerraba la índole del latín, y por ello sus obras, sin ser las únicas, constituyeron, no obstante, el más decisivo jalón hacia el estilo común de su época (p. 90)”-.

Estas características del clásico, que Virgilio posee en grado sumo, contribuyen a que el atributo de la comprensividad sea, en el Mantuano, universal, dado que aúna en sus versos la quintaesencia del alma de Roma, precursora y “madre nutricia” de Occidente -según formulación de González Uribe (1956, p. 92)- al que otorgó una potencia cultural que ha ido actualizándose –en términos aristotélicos- en función de las distintas épocas y lugares en los que se han ido configurando las manifestaciones de la cultura occidental: Virgilio fue así, a un tiempo, el poeta de Roma y el profeta de la romanidad. Captó en su espíritu no sólo el máximum posible de la sensibilidad total de su pueblo –que supo expresar con inimitable gracia en su obra poética- sino también ese don especial, esa peculiar concepción del mundo y de la vida (Weltanschauung, que dirían los modernos) que la Providencia concedió a la vieja Roma para ser la madre nutricia de la cultura de las naciones occidentales. Por eso su comprensividad fue potencialmente universal, y esa potencialidad ha ido actualizándose a medida que transcurren los siglos, y los pueblos despliegan sus capacidades culturales (pp. 92-93).

Esta grandeza de Roma queda sintetizada, para nuestro autor, en la figura de Eneas, el “hombre del destino”22. Es el paradigma de hombre que, consciente de la misión que le viene de lo alto, acepta estos designios divinos. Poco importa que vengan estos de los dioses paganos o del Dios cristiano, lo relevante es que González Uribe retoma, nuevamente, la figura de Eneas 22

González Uribe (1956, p. 93).

como héroe marcado por su sensibilidad y su aceptación de la voluntad divina23:

Sus aventuras, relatadas con grande colorido y maravilloso artificio en la Eneida, tienen siempre esto de particular: que no constituyen las peripecias de un hombre que busca sus intereses o la satisfacción de sus ambiciones personales, o es una simple víctima de las ciegas circunstancias, sino el desarrollo de un plan trazado sabiamente por una voluntad omnipotente, que el héroe acata con absoluta fidelidad. Eneas podía haberse quedado en Troya, o en Cartago –donde le retenía el fuerte lazo del amor de la reina Dido-, y sin embargo se convirtió en un exiliado sumo y pío, porque prefirió obedecer los designios del Hado, que le señalaba rumbos diferentes (p. 94).

Sin embargo, hay en el fatalismo virgiliano una nota de superación que no se encuentra en otros autores antiguos, y que hace presagiar la luz del Cristianismo. Para Virgilio el Fatum no convierte a los hombres en meros autómatas, sino que les deja su libertad y su responsabilidad. El hombre es piadoso precisamente porque cumple de grado y con respeto la voluntad del Destino. Y es necesario que coopere, con lo que está de su parte, para que se realice el programa del Hado. Surgen de este modo las obras humanas bellas y nobles, como fruto del trabajo –labor omnia vicit improbus- y de la correspondencia sumisa y amorosa –ego poscor Olympo- a los dones celestiales (p. 96).

A modo de conclusión de su ensayo, González Uribe va estableciendo en las páginas siguientes las características concretas que posee Virgilio entre las ya definidas previamente y que le hacen ser “‘el’ clásico por antonomasia de nuestro tiempo (p. 98)”.

La primera de ellas es el habernos provisto de un criterio indispensable para valorar las obras posteriores y, en términos generales, cualquier acto humano, precisamente en función de ese criterio, como argumenta en este pasaje el autor, retomando de nuevo a Eliot: Virgilio es para nosotros el clásico por excelencia –prescindiendo, por el momento, de otros títulos que lo hacen acreedor a nuestra veneración y simpatía- porque nos

Existen varios pasajes en los que Eneas reafirma su sumisión a la voluntad divina. Uno de ellos es Aen.1.381-382: bis denis Phrygium conscendi nauibus aequor/ matre dea monstrante viam data fata secutus (“al mar frigio lanceme, y, con el rumbo/ que mostrándome va mi madre diosa/ los hados sigo que me ha dado el cielo (traducción de Espinosa Pólit, 1961, pp. 218-219)”). Nótese la “cristianización” de la traducción de este pasaje: donde Virgilio sencillamente habla de los “data fata”, sin añadir agente al participio, Espinosa Pólit añade “del cielo”, término propio de la teología cristiana que, a buen seguro, resultaría extraño a alguien de tradición religiosa pagana como Virgilio.

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“Estos designios del hado, que le señalaba rumbos diferentes” son la clave de unión (en términos de Recepción hablaríamos de los “vacíos” en la obra antigua, rellanados por el lector moderno) entre el paganismo de Virgilio y el cristianismo de los autores adventistas de los que estamos hablando, ya desde los textos más precoces de esta corriente en el siglo XX que son los de Haecker (1931) y Espinosa Pólit (1932). Es precisamente el fatum lo que vincula a las dos religiones, la pagana y la cristiana, y lo que permite la interpretación del itinerario de Eneas como un seguimiento de los planes dados por la Providencia. Virgilio –según la argumentación de González Uribe (1956)habría conseguido dar un paso más dentro de la concepción tradicionalmente pagana:

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entregó en su obra no sólo un monumento de belleza inmarcesible, sino ante todo el modelo clásico que nos ha de servir para juzgar y medir el valor del acervo literario de los pueblos occidentales. En otras palabras, porque nos proveyó del criterio crítico esencial. Sabemos ya cuánto nos importa poseer un criterio acertado en materia clásica para distinguir lo auténtico de lo falso, lo bello de lo que no lo es, lo permanente de lo efímero, lo que tiene verdadera importancia de lo que es sólo secundario (p. 102).

Virgilio en la Contrarevolución Mexicana: Las publicaciones de Espinosa Pólit y González Uribe en la Editorial Jus

En segundo lugar, menciona González Uribe la “preservación del provincianismo (p.

103)”. El autor considera que uno de los peligros de su tiempo es caer en un relativismo, un juicio ético basado en determinadas coyunturas y no en el seguimiento de grandes valores, caracterizados estos por tener una validez intemporal que contribuyen a sacar a uno de la pequeñez de su circunstancia y que, por supuesto, están encarnados en Virgilio, el poeta de orígenes campesinos que llegó a cotas de excelencia estética y profundidad teológica únicos:

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Vicio es éste tan generalizado en nuestra época materialista y absurda –que confunde la sabiduría verdadera con la erudición, y todo lo trata de resolver en términos de ecuaciones matemáticas o reacciones químicas- que apenas hay un pueblo de la tierra que no tienda a ser provinciano. Y lo peor de todo es que los pueblos occidentales, en su totalidad, pueden llegar a ser provincianos, si olvidan la historia del pasado y la ley de la continuidad social, y despreciando la obra de los antecesores, quieren aplicar sus criterios estrechos y mezquinos a la experiencia humana integral, peligro que no es remoto si se considera la situación de nuestra cultura (p. 103).

En tercer lugar, destaca el autor el alma del poeta como elemento definitorio de su carácter de clásico absoluto. González Uribe –siguiendo en esto a Espinosa Pólit como señala él mismo (1956, p. 106)- considera que Virgilio fue capaz de llevar a cabo esta gran empresa porque el Mantuano era “un alma privilegiada, especialmente dispuesta por la Providencia divina para el papel importantísimo que debía desempeñar (p. 106)”. Por último, destaca González Uribe el “plenario humanismo (p. 110)” de Virgilio, siguiendo nuevamente al ecuatoriano Espinosa Pólit. Argumenta González Uribe que, en los versos virgilianos, “nada pueden los artificios retóricos para ocultarnos el alma que canta, que llora, que ríe, que implora (p. 110)”.

Terminada la exposición de las ideas plasmadas en su ensayo por González Uribe, podemos concluir, en primer lugar, que el suyo es un ensayo de recopilación de ideas previamente expuestas –que hemos comentado en este trabajo- por parte de Theodor Haecker, Espinosa Pólit o T.S. Eliot24, relativas al paradigma heroico de Eneas, el carácter privilegiado del alma pagana de Virgilio, el fatum como nexo de unión de las teologías cristiana y pagana, etc., que son presentadas aquí para un tiempo y un lugar muy determinados. Que, asimismo, el ensayo tiene un tono notablemente más combativo que los otros textos mencionados, si bien todos responden a contextos históricos que condicionan dicha lectura, González Uribe nos describe en su ensayo, en mayor medida, contra quiénes busca presentar las virtudes virgilianas (marxismo, liberalismo, individualismo, ateísmo, capitalismo, relativismo).

González Uribe no sólo no oculta su deuda con estos autores, sino que los cita en los pasajes correspondientes y, además, los recoge en la bibliografía de la p. 113.

24

Aurelio Espinosa Pólit (1894-1961) fue un sacerdote jesuita y filólogo clásico ecuatoriano, formado en Granada, Barcelona y Oxford, donde cursó estudios de literatura grecolatina.

En 1932 publicó en Quito, con motivo de la celebración del bimilenario del nacimiento de Virgilio, el ensayo Virgilio, el poeta y su misión providencial, donde ya apuntaba algunas de las ideas desarrolladas en la traducción que es objeto de nuestro estudio ahora: Virgilio en verso castellano (Espinosa Pólit, 1961). Esta traducción se ha estudiado ya en lo que respecta a cómo vierte los hexámetros virgilianos al español, habida cuenta de las diferentes opciones con las que se encuentra un traductor, desde la traducción literal a la más libre y poética25. Nuestro interés, sin embargo, se centra en la lectura cristiana que el autor presenta en su prólogo a la traducción, que es heredera, como hemos dicho, de la corriente de adventismo virgiliano previo que estaba desarrollándose en Europa y América.

Espinosa Pólit comienza el estudio preliminar a su traducción que el criterio que debe seguirse para juzgar la obra virgiliana no debe ser criterios estético o histórico, sino que ha de atenderse, en su caso, a la “revelación de los valores humanos universales e intemporales (p. X)”, aun reconociendo Espinosa Pólit la maestría estética de Virgilio, concretada en dos elementos: la perfección sostenida –“es la belleza sostenida sin una vacilación, sin un parpadeo perturbador en centenares y millares de hexámetros (p.

XII)”- y la consubstancialidad del ritmo –“la inseparabilidad en ellos entre el ritmo y la idea o el sentimiento, la consubstancialidad del ritmo y la esencia poética (p. XIII)”-.

Para hacer una correcta interpretación de Virgilio, es decir, según Espinosa Pólit, de sus “valores humanos universales e intemporales”, comienza el autor por presentar una interpretación de la vida de Virgilio, dada su idea de que es “la poesía, supremo vuelo del espíritu humano que se exterioriza (p. XV)”. A partir de ello, comienza Espinosa Pólit su estudio sobre la evolución vital de Virgilio, que él ve reflejada en sus obras. En primer lugar, se ocupa de su primera obra publicada, las Bucólicas. Esta obra constituye una creación, deslumbrante en lo poético, pero reflejo de una mente aún demasiado juvenil: Con todo la juventud hedonista y enamorada no puede ser sino una etapa primera. La vida avanza inexorable, y avanza pisando desengaños. Para muchísimos, el desengaño crucial es en el mismo amor. Virgilio tuvo la felicidad de que no fuese así para él. La transición necesaria le vino en un orden superior (p. XXIX).

La segunda etapa de este itinerario corresponde a la publicación de las Geórgicas. Con esta obra, Virgilio abandona los amores idealizados de las Bucólicas –sólo perturbados por la irrupción de los soldados para quienes se les habían confiscado las tierras en la Buc.1- para acercarse a un canto a la labor campesina, con sus dificultades y los frutos

Tabárez (2012) da cuenta en su estudio de estas posibilidades, con ejemplos de las mismas, y describe el estilo de la traducción de Espinosa Pólit, de un carácter más poético y preocupado por recoger como parte del mensaje literario virgiliano también su genialidad estética. Espinosa Pólit -como señala el propio Tabárez (2012, p. 14)- “ha sabido aunar fidelidad y belleza”. Prueba de ello es su enorme difusión en el mundo hispanohablante a través de la publicación en la editorial Cátedra de su Eneida, en esta ocasión sin texto latino.

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El Virgilio en verso castellano de Aurelio Espinosa Pólit. El giro religioso de Virgilio en sus obras

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del trabajo esforzado. El cuadro dibujado por el poeta cambia. La fórmula de Buc.10.69 omnia vincit amor (“todo lo vence el amor”) queda aquí sustituida por labor omnia vicit improbus (“el trabajo,/ en su empeño tenaz, lo venció todo”) en Georg.1.145-14626.

Sin embargo, este canto al esfuerzo, reforzado por, por ejemplo, la alabanza del labriego de Georg.2.458-542, no es suficiente para la vida del hombre. Existen elementos que escapan a su propia voluntad, como los cambios ambientales sobre los que se advierte en el libro II de las Geórgicas, que impiden que el trabajo campesino vea sus frutos (Georg.2.315-320), o la continua identificación de la vida de los hombres con la de los animales, particularmente en la futilidad de su vida y la rapidez con la que les llega la enfermedad y la muerte (Georg.3.66-68). Todo ello le lleva a Espinosa Pólit a hacerse cargo de las dudas que está mostrando aquí Virgilio, concretamente, en torno a la imposibilidad del hombre de valerse por sí mismo, ni con el amor (idea de las Bucólicas) ni con el trabajo (idea de las Geórgicas):

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Aquí están los primeros asomos de desviación en la orientación interna de las Geórgicas, las primeras excepciones al Labor omnia vicit. “El trabajo todo lo vence”.

Parece que de pronto, sin haberla razonado, se planteara Virgilio la pregunta: Omnia? “¿Todo?” –Sí, todo lo que del hombre depende, todo lo que sólo supone voluntad decidida de no ahorrarse trabajo, no requiere más que voluntad, energía y constancia.

Pero ¿lo que no es cuestión de empeño ni de voluntad personal? (p. XXXVII)

A partir del rastro que deja Virgilio en las Geórgicas, sobre los límites de la sola voluntad humana, llega Espinosa Pólit a la obra que –a su juicio- concluye esta Bildungsroman escrita en sus versos: la Eneida. Esta obra, a juicio del autor, está compuesta en un plano diferente, el plano de la consciencia de la finitud humana: “Las Bucólicas y las Geórgicas están compuestas en un plano; la Eneida en otro. Pero nada se sabe de cuándo ni de cómo pasó del uno al otro el autor (p. XLI)”. Este hecho le resulta evidente por la fuerza que el fatum tiene en la Eneida, al que dedica un notable estudio filológico (pp. L-LV) en el estudio preliminar. Sin embargo, considera Espinosa Pólit que la idea de fatum que nos transmite la Eneida es notablemente distinta de la fatalista anterior, pues él defiende que Virgilio, fruto de su madurez, ha dejado libertad a sus personajes para cumplir con la voluntad divina (p. LVI). Su madurez le ha llevado a abandonar el canto al amor y al trabajo como autónomos para llegar a un “heterocentrismo”, a conceder el papel rector a lo divino: Se advierte desde la primera página de la gran epopeya que el poeta ha asumido una nueva actitud, la cual, en el proemio, se anticipa como dominadora, dando a entender que desde el primer verso ya todo está decidido, no sólo el plan y estructura del conjunto, no sólo el esquema uniformador, sino, sobre todo, el espíritu de la obra, el que, más todavía que el delineamiento arquitectónico de la misma, le ha de dar su soberana unidad, -espíritu ya clarificado y seguro de sí (p. LXVII).

El valor de la Eneida, y de su piadoso héroe Eneas, se despliega para Espinosa Pólit en tres planos fundamentales: histórico, psicológico y simbólico. El primero de ellos se limita

Tomamos tanto la traducción de labor omnia vicit improbus como de omnia vincit amor de la traducción del propio Espinosa Pólit (1961, pp. 73 y 61, respectivamente).

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a la tarea histórica que asume Roma en su fundación, desarrollado por los especialistas en sus estudios, pero que están aquejados de un “empequeñecimiento inherente a la fragmentación de sus estudios (p. LXV)”. El segundo plano, mucho más relevante para nuestro es autor es el plano psicológico, el haberse plasmado a sí mismo en su obra, lo que le habría permitido a Virgilio dibujar con tanta exactitud el alma del héroe que aprende la pietas en la obra, fruto de su propio proceso de conocimiento y madurez:

Esta cualidad moral halla su expresión plenaria en la palabra latina pietas. Pero, por una desgracia tan desastrosa como irremediable, no puede concretarse con la misma plenitud en nuestro idioma, a pesar de su aparente traducción obvia de piedad. (…) la fidelidad en el cumplimiento cabal de los deberes morales que tiene el hombre con todos los seres con quienes está en relación: la divinidad, la patria, la familia, el prójimo sin distinción, y esto unido a una rectitud en todos los procedimientos, que supone abnegación, sentido social, responsabilidad, entrega sacrificada. Este sólido conjunto moral es la base que ideó Virgilio para la ética de su héroe, heroísmo interno que va desarrollándose, purificándose, transfigurándose, desde el germen todavía homérico que aparece en la defensa desesperada de Troya del Libro II, hasta las sublimidades de abnegación, lealtad y generosidad del Libro postrero (p. LXXI).

Eneas, para realizar su misión, tuvo que sacrificar todos los anhelos personales de su corazón puestos en otro ideal, en otra meta, la reconstrucción de su patria: - del mismo modo, todo hombre para realizar su sobrenatural destino, tiene que sacrificar mil personales apegos, mil ilusiones de felicidades terrenas que se cruzan en su paso haca las metas ternas. Eneas en la lucha consigo mismo tuvo sus flaquezas, de las que triunfó por su fidelidad en tornar a la senda del deber: - todo hombre, asimismo, tendrá más o menos tropiezos en la inevitable batalla con sus pasiones, pero llegará a la victoria final, si coopera con la ayuda divina para reanudar su camino después de cada desvío (p. LXXXI).

Resumiendo nuestra exposición sobre las ideas adventistas de Espinosa Pólit hemos de señalar el carácter evolutivo de su análisis, esto es, el autor entiende la literatura virgiliana como una progresión en tres etapas: amor, trabajo y sumisión, correspondientes a Bucólicas, Geórgicas y Eneida, además de los planos de la Eneida: histórico-estético, psicológico y simbólico. Un planteamiento que sitúa en una escala ascendente los valores morales (amor-trabajo-sumisión a la divinidad) y los criterios literarios (historia y estética-psicología-simbolismo).

Esta madurez siempre culmina en el mismo punto: la perfección moral como sumisión del hombre de todo tiempo a la voluntad divina, expresada por Virgilio en la Eneida a través de su piadoso Eneas, héroe que es un ejemplo de una época concreta para todo tiempo y lugar. En dicha obra, son fundamentales dos términos latinos, ya presentados en obras adventistas previas: fatum, preludio de la Providencia cristiana, y pietas, precursora del compromiso cristiano con la divinidad y con los semejantes.

Carlos Mariscal de Gante Centeno

El plano simbólico es el que muestra a través de Eneas un ejemplo para el hombre de todo tiempo:

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Virgilio en la Contrarevolución Mexicana: Las publicaciones de Espinosa Pólit y González Uribe en la Editorial Jus

Conclusiones

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Estamos ante dos obras literarias, un ensayo y una traducción, que retoman una corriente hermenéutica de la obra virgiliana adventista, la que entiende que la obra del poeta de Mantua posee unos valores intrínsecos que le hacen ser un precedente de los valores del cristianismo, cuya génesis está tan cercana en el tiempo al propio Virgilio. Esto es posible gracias a la interpretación de determinadas características de la obra de Virgilio, algunas apuntadas previamente en otras obras y otras, creación de Aurelio Espinosa Pólit y de Héctor González Uribe.

En segundo lugar, es muy relevante el hecho de que estas obras se publiquen en un momento preciso de la historia reciente de México: el del surgimiento de un movimiento contrarrevolucionario confesional que tiene la intención de propagar sus ideas (vuelta a los valores cristianos, crítica del ateísmo, marxismo, individualismo, etc.) a través de la Editorial Jus, entre otras. Para este fin, las obras mencionadas proporcionan una serie de lecturas del poeta latino por excelencia, Virgilio, que lo sitúan como un egregio precedente pagano del cristianismo, el punto en el que el paganismo, llegado a su punto más alto de madurez, puede entrever las verdades del cristianismo. Además, permite que se pueda leer en el México de mediados de los años 50 una de las traducciones más elaboradas en el traslado de los versos latinos a endecasílabos españoles, gracias a la traducción de Aurelio Espinosa Pólit (1961).

Ello es posible debido a los consabidos “vacíos”, que en terminología de Iser, son aquellos espacios existentes en la obra literaria antigua que son rellenados por el autor moderno en su lectura del texto antiguo. En el caso de la Eneida virgiliana, culmen para ambos autores de la obra de Virgilio, existen en ella dos elementos que permiten cubrir esos vacíos: el fatum (“hado”) y la figura del pius Aeneas, como Virgilio llama a Eneas en algunas ocasiones: el fatum, en su peculiar variante virgiliana, es para estos autores el punto de unión con la Providencia cristiana, a pesar del panteón pagano que mantiene Virgilio, y Eneas, dado que simboliza al hombre que, tras aceptar el camino marcado por la divinidad, se dispone a cumplirlo, sin importar la renuncia a su propia voluntad, al amor y a las pérdidas humanas que sufre en el camino y que, en ocasiones, llegan a hacerle dudar.

En suma, con estas obras literarias estamos ante dos ejemplos de esa tradición virgiliana adventista, americana y europea, publicadas en el México de los años 50 y 60, dentro de una estrategia deliberada de guerra cultural al laicismo revolucionario, cuya interpretación de los principios virgilianos como precursores de los cristianos se asienta sobre dos elementos compartidos fundamentales: el fatum, anticipador de la Providencia cristiana, y el héroe Eneas, ejemplo de hombre que acata la voluntad divina en detrimento de su propia voluntad.

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Difracción de una escritura: Fractalidad y Fragmento como recursos para la Brevedad en El Grafógrafo de Salvador Elizondo

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Difracción de una escritura: fractalidad y fragmento como recursos para la brevedad en El Grafógrafo De Salvador Elizondo Berenice Romano Hurtado Resumen: Parte de la narrativa del Post-boom se distingue por textos herméticos que concentran sus intereses narrativos en la escritura pura. El Grafógrafo de Salvador Elizondo es un buen representante de esta línea más dirigida hacia los recursos y posibilidades del lenguaje que a la anécdota en sí. En este artículo se resaltan estos intereses en el texto de Elizondo para explicar cómo las herramientas literarias de la fractalidad y el fragmento condensan sus escritos, por un lado, pero los diseminan en sentido, por otro.

Palabras clave: brevedad, fragmento, fractal, narrativa, escritura.

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Si concuerdan en algo los estudiosos de la literatura al querer definir los movimientos del Boom y del Postboom, respectivamente, es que no hay parámetros fijos que los expliquen. Y esta dificultad por señalar características que representen a todas las obras, radica no sólo en su ubicación temporal —resolver cuándo empieza y termina cada periodo literario—, sino sobre todo en la imposibilidad de determinar la transición de un momento ideológico o estilístico a otro.

Donald Shaw, en su conocido libro Nueva narrativa hispanoamericana. Boom.

Posboom. Posmodernismo, trata de delimitar un comienzo del post-boom al mencionar ciertas obras que le parecen de quiebre respecto de otras anteriores; en este caso se refiere a Terra Nostra de Carlos Fuentes y a Soñé que la nieve ardía de Skármeta; por otro lado, para Philip Swanson El obsceno pájaro de la noche de Donoso marca el fin del Boom. Ángel Rama ubica su final en 1972; otros, incluso antes, en 1968 con Cien años de soledad. Por otro lado están las opiniones de los propios escritores que se desmarcan de un grupo, se ubican en otro o, incluso, prefieren no ser catalogados. En general, se dice que a fines de los sesenta y principios de los setenta comienzan a aparecer obras que por su estilo o por sus temas diferían del Boom y que, por ende, marcaban un nuevo periodo literario: el Post-boom.

En general, los críticos señalan que el Post-boom se caracteriza por las obras con narraciones ligeras o de poca envergadura en su construcción. La reivindicación del amor, la lectura fácil o el humor parecen confinar a estos textos al espacio de una literatura para lectores menos exigentes. Sin embargo, hay otro tipo de perspectivas críticas, como la de Shaw, que observa que una misma fórmula no define el proceder narrativo de todas las obras que surgieron a partir de los setenta. Shaw las ve como un “spectrum” que va desde la novela testimonial hasta las novelas que se concentran en la écriture, lo entendido como “escritura pura”.

Shaw ubica a Reinaldo Arenas dentro de un llamado Boom junior, especie de subcategoría tardía que, según él, se gestó casi a la par del boom madre o estallido inicial. Shaw afirma: “Lo que ha sucedido es que a la sombra del boom se ha creado un 'boom junior'; han surgido autores como Puig, Sarduy, Bryce, Del Paso y Elizondo, quienes [...] disputan la preeminencia del grupo original” (Shaw, p. 161). Shaw habla de un continuum del “Post-boom” con dos vertientes: por un lado la realista, y por otro, una en la que “un grado máximo de anti-referencialidad estaría dado por el ‘texto escribible’ […]” (1981, p. 43) En esta vertiente, Daniel Blaustein agrega que: “El Post-boom constituiría, por lo tanto, una reacción de exacerbación (textos en los que se intensifica la índole experimental y antimimética del “boom” [...]) y una reacción de oposición (textos en los que plasma una literatura realista, mimética [...])” (2011, p. 43).

Del lado de la novela hermética o experimental está Salvador Elizondo; en la línea de Shaw es innegable que los escritos de Elizondo aluden al “texto escribible”, a la écriture, y suponen, según Blaustein, una reacción de exacerbación. En “The Post-Boom in Spanish American Fiction”, Donald Shaw reconoce este grupo de escritores preocupados por el efecto de la forma literaria: [...] the Post-Boom writers tend to be conscious of the fact that they are producing self-aware signifying structures, even if they reject overtly metaliterary elements in their work. [...] they are writing novels and short stories that accept the referential

function of language to a greater extent than some Boom writers have done [...] (1995, p. 8).

A partir de esta demarcación histórica, me interesa remitir a un texto que reúne los puntos centrales de este artículo. Me refiero a El Grafógrafo (1972), de Salvador Elizondo, un escrito que tanto por su aparición temporal como por sus rasgos, se ubica dentro de la narrativa autorreferencial en la llamada literatura latinoamericana del Post-boom.

En relación con esta referencialidad, quiero subrayar que si se logra el efecto de esa escritura que se mira a sí misma es por medio de una economía narrativa, que condensa en poco espacio textual un sentido de mayor impacto. Esto para analizar la eficacia del relato breve en textos que se sostienen sobre la especularidad narrativa y el juego posmoderno del bucle discursivo.

Lo que me interesa presentar en este artículo es El Grafógrafo, de Salvador Elizondo, como una obra que surge en el contexto del Post-boom, en la línea más experimental de este movimiento; además como ejemplo de narrativa breve; y, finalmente, como un discurso que apoya sus recursos narrativos y sus efectos de escritura en esa brevedad. Es decir, señalar que en El Grafógrafo queda de manifiesto que cuando la intención narrativa se concentra en mostrar la dimensión absoluta del significante, la brevedad subraya este cauce porque edifica el texto total en una especie de significante único —el trazo— que contiene diversas conexiones de sentido.

[...] ¿cómo podría ese escritor que se llama Yo crear una obra sin que para ello empleara o aplicara, al acto mismo de crear esa obra, una potencia que no fuera, ella misma, acentuadamente crítica?, ¿cómo podría ese Yo crear una obra que no estuviera hecha de la sustancia de sí misma que el concebirla crea?, ¿de qué podría estar hecha la obra si no de sí misma y de la conciencia de sí misma en su creador?

Salvador Elizondo, “La autocrítica literaria”, Teoría del infierno

El Grafógrafo aparece en 1972; para entonces Salvador Elizondo ya había publicado Farabeuf y era un escritor estimado y reconocido. El libro representa las inquietudes de escritura que Elizondo ya había desarrollado en textos anteriores; es decir, una estética que descansa en la primacía de la escritura como realización, por encima de la anécdota: una textualidad recursiva que, en algunas ocasiones, ha motivado que se le juzgue como tautológica.1 Sin embargo, este aparente “fin de la escritura” en Elizondo estaría, más bien, inaugurando la clausura de la preeminencia de la acción; la anécdota se subordina Claudia Gutiérrez Piña señala cómo Malva Filer denomina la escritura de Elizondo como “autodevoradora”; Elva Sánchez Rolón habla de una “autodestrucción” o “suicidio” en Farabeuf; y por su parte Eduardo Becerra dice que se trata de una escritura de “extinción” (2016, p. 115).

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al acto de escribir o desaparece del todo. Esto responde a un interés distinto, el de tratar de enseñar cuál es el proceso que subyace al mero hecho de narrar.

Por otro lado, aunque los críticos en general se han ocupado de señalar que los autores del Post-boom no necesariamente se ubican dentro de la posmodernidad, en el caso de Salvador Elizondo se podría sostener que su escritura entra en los parámetros estilísticos de lo llamado posmoderno.2 En la posmodernidad que, según Lyotard, se caracteriza —por mencionar algunos rasgos que distinguen la escritura de Elizondo—, por el fin de las metanarraciones, la descentralización del sujeto, la caída del logos y la hibridez genérica.

A pesar de las objeciones para admitir una posmodernidad latinoamericana, ya que, en efecto, es difícil hacer coincidir los planteamientos ideológicos europeos y anglosajones con los latinoamericanos, sí se pueden registrar ciertos rasgos artísticos posmodernos. En este sentido, la obra de Salvador Elizondo da marcas de escritura que caben en lo que se considera posmoderno: recursos autorreferenciales, desplazamiento del yo, ruptura de géneros literarios, narraciones autoficcionales, entre otros, son características que se reconocen en la literatura elizondeana y que se han señalado como intereses de la posmodernidad.

El Grafógrafo representa la suma de estos recursos que refieren al ejercicio de una escritura que se concentra en la textualidad misma: la que encuentra su razón de ser, su estética, en sus procedimientos discursivos.

Cuando la intención de un autor está puesta en la escritura en sí misma, la narración se condensa. Se busca exhibir el proceso de escritura por encima de la acción, en una anécdota que muestre en marcha a la écriture. En ese proceso no sólo se reduce la extensión del texto: lo que se revela es un propósito concentrado en apretar, a su vez, el tiempo y el espacio de la narración. De ahí que en los relatos de Elizondo la brevedad sea parte funcional de la estructura.

En “Un modelo para el estudio del cuento”, Lauro Zavala trata de marcar las diferencias entre el cuento clásico, el moderno y el posmoderno, desde la construcción de los personajes, el espacio, el tiempo, la instancia narrativa y el final. Señala que “a partir de la segunda mitad de la década de 1960 un grupo considerable de escritores reaccionaron irónicamente ante la situación del país, del resto del mundo y de su tradición literaria […] se empezó a producir una escritura híbrida, fragmentaria, itinerante y de brevedad extrema.” (2006, p. 27). Es en este momento cuando se desarrolla la escritura de Salvador Elizondo, apegada a estos rasgos que Zavala relaciona con una posmodernidad particular en la narrativa mexicana de entonces. Me parece importante poner de relieve que las marcas que definen al cuento posmoderno, bajo las categorías que Zavala propone —tiempo, espacio, personajes, instancia narrativa y final—, parecen determinadas precisamente por la brevedad.

Zavala escribe que en el cuento posmoderno suele haber una “[…] yuxtaposición y una errancia de dos o más reglas del discurso […]” (2006, p. 29); que se trata de “simulacros

En esta dirección, Eduardo Sabugal Torres apunta: “La autorreflexión y la fractura en el lenguaje como características de la producción de sentido son quizá los rasgos más notorios en la obra de Elizondo” (2005, p. 98). Agrega: “El lenguaje interpretado como desvío [...] y no como garantía, no sabotea la noción de significado [...] el propio discurso [...] se convierte en un espacio de dispersión” (p. 107).

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posmodernos”; que el tiempo juega con este simulacro de una historia que no concluye; que el texto muestra “realidades virtuales”, es decir, “que sólo existen en el espacio de la página a través de mecanismos de invocación” (2006, pp. 29-30); que los personajes suelen ser metatextuales y el narrador irrelevante. Todo esto se contiene en un discurso sostenido sobre la economía textual. Para explicar lo anterior, transcribo el primer texto de El Grafógrafo, el que lleva el mismo nombre que el volumen:

Este texto no sólo abre el libro, sino que contiene su poética. Representa la expresión máxima de lo que su autor quiere desarrollar en cada “historia”, es decir, señala que el tema es la escritura, que el hacer es la escritura y que el proceso de lectura también es escritura. En este sentido, las reglas del discurso que antes se mencionaron están basadas en una reiteración continua que exhibe una suerte de textualidad en apariencia sin brújula, con la única intención de decirse. En este punto la brevedad juega un papel estructural para organizar un antidiscurso que, más que narrar, elabora una imagen compleja, de planos yuxtapuestos; y trata de representar al escriba en una especie de cámara de luz llena de espejos, que lo difracta en todas direcciones espaciales y temporales. La acción se dice desde la primera frase, “Escribo”, y a partir de ella lo que se hace es describir las posibilidades de esa acción, se agregan momentos y espacios, pero todos sobre la misma figura del escriba. La acción no se transforma, lo que se va haciendo más elaborado es el movimiento alrededor de ella. El narrador se ve, se recuerda y se imagina escribiendo, pero la única acción verdadera es la de escribir; el resto es movimiento, es el prisma del escriba que proyecta un haz de luz narrativo.

La imagen supone en sí misma la brevedad y sus cualidades discursivas: la impresión emotiva, la suma de espacios y tiempos, la reiteración en el lenguaje que muestra el retorno posmoderno a lo otro y lo igual. Esta aparente repetición, que nunca refiere a lo mismo, es el entramado estético de un simulacro en el que no hay vicisitudes ni una historia dominante en el centro discursivo. Este simulacro, la sobrerrepresentación de la escritura en la escritura misma, se sujeta en la concentración textual; es decir, en este caso la brevedad hace más artificial el simulacro: en la iteración de un solo movimiento —el de escribir— la acción se vuelve pluralmente ficcional. Esta diversidad en la ficción está puesta en el juego temporal que antes mencionó Zavala. Se aparenta que se va a contar una historia, pero lo que se manifiesta es una recursividad narrativa que no hace sino hablar sobre sí misma con el mismo lenguaje que la nombra. De ahí que los tiempos y espacios en El Grafógrafo se vuelvan infinitos, porque no son únicamente los que en

En adelante se citará por la edición del Fondo de Cultura Económica de 2013. Se pondrá el número de página frente a cada cita.

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Escribo. Escribo que escribo. Mentalmente me veo escribir que escribo y también puedo verme ver que escribo. Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que escribía. Y me veo recordando que me veo escribir y me recuerdo viéndome recordar que escribía y escribo viéndome escribir que recuerdo haberme visto escribir que me veía escribir que recordaba haberme visto escribir que escribía y que escribía que escribo que escribía. También puedo imaginarme escribiendo que ya había escrito que me imaginaría escribiendo que ya había escrito que me imaginaría escribiendo que había escrito que me imaginaba escribiendo que me veo escribir que escribo.3

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apariencia están narrados, sino también todos aquellos que se proyectan hacia fuera de la página. Tiempos, espacios y acciones infinitos. La recursividad replica y propaga de forma ordenada una realidad textual que sólo es simulacro —virtual, según Zavala— y que reverbera —más luz difractada— precisamente porque su entramado se organiza sobre una red textual apretada en recursos narrativos. Es decir, a mayor condensación textual, mayor resonancia de sentido.

En esta línea, Zavala agrega que estos textos posmodernos “parecen formar parte de una obra en permanente construcción (work-in-process) […] El cuento posmoderno es rizomático […] intertextual, […] itinerante […]” (2006, p. 30), lo que lo vuelve una pequeña pieza textual vuelta hacia sí misma. Ya que esta literatura se hace de fragmentos, se puede decir que la brevedad refiere no sólo a la extensión de una obra, sino a una forma de hacer literatura: a una construcción textual que sostiene sus recursos estilísticos y narrativos en el fragmento.

En este caso no me refiero desde luego a los microrelatos o cualquier otro tipo de literatura más reciente que, por cuestiones tanto temporales como de estilo, no corresponden a la narrativa elizondeana. Apunto a que, en una escritura como la de Elizondo, se puede hablar del fragmento como recurso narrativo porque sus textos se sostienen en una yuxtaposición fractal de imágenes, personajes, tiempos y espacios; y en el entramado narrativo de este autor, cada uno de estos elementos puede corresponder con un fragmento textual, que reconoce sus vínculos en la lectura posmoderna: una más dinámica, concentrada en los movimientos de la escritura, no sólo en el transcurrir de una anécdota.

Elizondo muestra una intención recurrente por romper el canon y ensayar técnicas narrativas que lo ubican entre las voces mexicanas posmodernas de la segunda mitad del siglo XX. Juan Luis Hernández Mirón menciona una serie de factores que, desde su perspectiva, condicionaron la aparición y desarrollo posterior del microrrelato. Estas causas suponen una estética posmoderna que se puede rastrear fácilmente en la literatura elizondeana: El hibridismo genérico textual [...] la dimensión polifónica; la intertextualidad formal; la discontinuidad de la trama; [...] la narración posmoderna, determinada por el fragmentarismo y por el proceso sincopado de la acción [...] la apuesta por las formas breves [...] la preferencia por la paradoja y la contradicción [...] la nueva consideración de la temporalidad, el predominio de la instantaneidad, y el gusto por lo minúsculo; la preferencia por la reflexión metaficcional y el narcisismo literario; la toma de conciencia de la naturaleza de la escritura y de su función [...] el protagonismo del lector [...] (2010, p. 125).

El Grafógrafo es el crisol en el que convergen distintos géneros; el sitio textual en el que su autor ensaya las posibilidades de la estructura. En una entrevista con Miguel Ángel Quemain, Elizondo declaró: “Creo que la forma de enfrentar y romper con el género es algo que se me da natural, porque a mí lo que me interesa es la escritura, más que la adecuación de esa escritura a un género preciso” (1991, p. 18). Es decir, en el caso de Elizondo el género no da contorno a la escritura, sino que ésta se desenvuelve en libertad, en una suerte de giros y florituras narrativas que desconocen un género fijo. La hibridez genérica en este autor, por ende, es uno de los elementos composicionales sobre los que

un prisma que convoca todas las posibilidades de movilidad de las funciones genéricas.

Gracias al principio de economía poética que rige su configuración, logra condensar la operación de las distintas funciones que condicionan los tres modos tradicionales de codificación del discurso literario: el narrativo, el lírico y el dramático (2016, p.

135).

Este prisma al que alude Gutiérrez Piña me permite mostrar las distintas posibilidades del texto, en cualquiera de sus planos, como el resultado de este haz de luz que es la lectura, y que se difracta en infinitas direcciones precisamente porque atraviesa un cuerpo textual de formas geométricas que se repite, que se fragmenta, que se bifurca, para crear una organización única y a la vez diversa en sus posibilidades interpretativas. ***

En una conferencia del 26 de abril de 2016, el escritor Eduardo Antonio Parra afirmó que aunque es indudable que el microrrelato está condicionado en su extensión y su

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se sostiene su narrativa.

Esta organización entraña, desde luego, el resto de los factores que Hernández Mirón señala como propios del relato breve posmoderno; igual que sucede con la anécdota, los recursos se intrincan para dar el efecto que produce una narración breve. Así, la dimensión polifónica se detona, por lo menos en un primer momento, por esta hibridez en el género que posibilita leer un texto desde distintos planos y voces formales.

Esta polifonía, a su vez, se enriquece de la intertextualidad que en El Grafógrafo está de manifiesto en textos como “Aviso”, en el que alude a un escrito de Julio Torri, por un lado, y por otro al Ulises homérico. Lo nombrado como narración posmoderna es este tejido que se arma de distintos planos en los que uno será el intertextual y otro el entramado que organiza ese nivel y los que de él se desprenden. Es decir, la narración que se hace de una red de herramientas que se concentran en la forma, su hacer y el sentido que se obtiene de ella. En este discurso posmoderno, la inclinación por el fragmento determina no sólo la extensión de los textos, sino la organización interna y su función. Como parte de esta estructura resulta ese ritmo sincopado del que habla Hernández Mirón y que surge no sólo del corte que implica el fragmento, sino de un argumento que ya no se concentra en la unidad o en el reconocimiento de una anécdota definida, más bien en las aporías, lingüísticas y discursivas, que pueden resultar de la paradoja y su aparente contradicción. Estas aporías señalan que la mirada puesta en el instante supone otra organización de la temporalidad en la que el espacio, con mucha frecuencia en Elizondo, es el propio sitio de la escritura. Lo que resulta en el juego de la recursividad: una escritura metaficcional que más bien, como señala Hernández Mirón, termina en narcisismo literario; la escritura vuelta hacia sí misma, enamorada de su propio juego de inscripción, y apelativa en el sentido de que exige que la mirada del lector se pose en una exuberancia que sostiene en lo minúsculo.

En El Grafógrafo estos planos narrativos se organizan dentro de la forma informe de un género literario que no se define; funciona, como señala Claudia Gutiérrez Piña, igual que:

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función por los medios electrónicos, también es cierto que por eso mismo carga con un propósito más profundo. Es decir, que la literatura breve en general, no sólo el microrrelato, ha suplido la falta de espacio para narrar con una escritura más significativa. En la misma charla, Parra hace una analogía entre los artilugios de la seducción y el proceso de escritura, y dice que el pudor suele ser uno de los momentos de la atracción; en lo textual es aquello que no se dice.

La literatura en principio se organiza sobre esos dos planos que corresponden, uno a lo denotado o explícito, y otro a lo connotado. Sin embargo, cuando el espacio narrativo es corto, el uso que se hace del lenguaje se transforma en central. Para lograr “violentar la percepción del lector”,4 la literatura breve se dispone en textos que, al tomar como principal recurso la organización y economía del lenguaje, se vuelve más pudorosa, en palabras de Parra. Es decir, rebasa la dualidad de planos significantes y se disemina en una enorme cantidad de sentidos.

Por eso no se trata sólo de escritura sostenida en la fuerza del fragmento textual, sino de un discurso que se basa en la escritura que se hace y se piensa a sí misma en un solo movimiento continuo; conlleva el fragmento, pero no como ente individual, sino como parte prolongada de un proceso orgánico. Este cuerpo cristalino que puede representar la escritura, difracta el sentido porque su organización interna es la de una literatura fractal.

En “Fragmentos, fractales y fronteras: género y lectura en las series de narrativa breve”, Lauro Zavala explica que: “Las series de minificción constituyen un género textual cuya identidad se define precisamente por ubicarse en la incertidumbre, es decir, en el espacio fronterizo, liminal, paradójico, indeterminado, productivo, en el que toda interpretación excluyente es literalmente irrelevante” (2004, p. 12).

En El Grafógrafo el texto inicial no sólo abre el libro, sino que además tiene una función de epígrafe, es decir, engloba el proceder del texto. Me importa subrayar este término porque incluso decir que la narración encierra un todo temático, en el nivel semántico del discurso, supone aludir a este procedimiento. De ahí que el relato de “El Grafógrafo” parezca que apela a un lector, sin nombrarlo, para hacer una especie de “Advertencia de lectura” desde el comienzo del libro; funciona como una llamada para anunciar que ese trazo que representa el texto completo, está marcando un punto de partida para el lector.

Se establece así un orden en el que domina la escritura. Este primer texto constituye, por ello, la escritura misma: no hay más antes ni después de ella; y al mismo tiempo, todo está en ella misma. Es el principio y el final, a la vez, del bucle recursivo que representa el movimiento —este proceder— de escritura que vincula a todos los textos del libro desde la escritura misma.

Elizondo escribió que cuando “la realidad va menguando […] aumenta la condición mental” (2013b, p. 197); este proceder alude al movimiento que produce el distanciamiento de algún referente y la inmersión en la pura representación. La economía en la narración es parte de este proceder; el análisis de cerca, a la partícula, el detalle en el sentido de Zavala, implica reconocer este valor del fragmento y a la vez rastrear su potencia de sentido.

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En esta misma idea, Parra agregó: “violencia en el lenguaje supone contundencia en el texto”.

Este texto aparece por primera vez en 1961 como parte del Anuario de poesía 1960. Claudia Gutiérrez Piña explica detalladamente el lugar de la poesía en la producción de Elizondo, así como el recorrido de este poema en particular, hasta incluirse en El grafógrafo con otro carácter, uno más narrativo (2016).

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“Diálogo en el puente”5 es el encuentro entre dos sujetos indeterminados que mantienen una conversación sobre la poesía. El texto, que originalmente se publicó como un poema dentro de un libro de poesía, en el marco de El grafógrafo cumple otra función.

Igual que antes lo hiciera el relato de “El grafógrafo” en relación con la escritura misma, “Diálogo en el puente” habla de la poesía por medio de la propia poesía; sin embargo, se vuelve prosaico al momento de incluirse en un libro narrativo, al mismo tiempo que impregna al resto con su presencia poética.

“Diálogo en el puente” representa una ambigüedad: por un lado, en el plano textual, en relación con el resto de los escritos de la obra que no son poéticos; y por otro, en el simbólico, con el juego del puente como espacio indeterminado para el discurso. Alude a un momento del entre posmoderno, que puede intersectar diversas posibilidades genéricas; a un umbral que es entrada y salida al mismo tiempo, un espacio de tránsito, que comunica y vincula a la escritura a través de todos los relatos del libro. La imagen del puente condensa la escritura, reúne en el cruce posibilidades semánticas y de combinación que acercan el discurso a otros dentro y fuera de él. Lo que muestra —no sólo con la representación del puente, sino también con la escena entre dos voces— el movimiento textual al que antes he aludido: una escritura concéntrica que se hace mientras se dice.

En esta relación estrecha entre los relatos, “Diálogo en el puente” puede leerse como la respuesta a la pregunta que provoca en el lector el escribiente del primer texto, ¿qué escribe?: poesía. O algo que parece poesía, pero que en realidad puede ser otro texto, o el monólogo de una voz que se bifurca y se pregunta y responde a sí misma por una rosa que termina siendo la propia voz que se enuncia. Es decir, una poética que se define y que carga, “por la virtualidad de su forma y sus realizaciones simbólicas, la esencia misma de la transfiguración de la palabra a través de la poesía como función posible de lenguaje” (Gutiérrez Piña, 2016, p. 164).

El relato está hecho de frases que dan vértigo; una de las voces del diálogo dice: “-Esas palabras; con ellas podrías agrietar los espejos. Entonces” (12-13). El enunciado por sí mismo define el juego lingüístico de todo el libro, no sólo porque alude a sus intereses temáticos, sino porque su estructura es capaz de condensar en una línea el juego y la organización en la estructura narrativa de la obra.

Esas palabras dirigen el pensamiento a todas las demás, a las que escribe el grafógrafo y a las que contiene y contendrá el texto completo. A las que se lanzan fuera de él para significar más allá de los —siempre aparentes— límites de la letra impresa. Las palabras son lo literario que se va a reflejar infinitamente, porque no es un espejo sino todos ellos, en imágenes deformadas por la grieta que ellas causan en el azogue. No son las mismas multiplicadas al infinito, sino ellas/otras que apenas dan rasgos de sí en el origen de su enunciación. Entonces. ¿Cuándo?, siempre; porque en el adverbio se suman las posibilidades de varios tiempos, de todos ellos en una misma imagen de las palabras en los espejos. La frase funciona dentro del diálogo como engarce entre dos voces que sólo se comunican en apariencia y que en realidad ponen en marcha el uso y las posibilidades lúdicas de la lengua.

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Si “El Grafógrafo” trata de enseñar con el trazo lo que es meramente textual, “Diálogo en el puente” muestra a la poesía como el núcleo de la literatura, la esencia de esa escritura pura a la que antes aludí. La posibilidad que implica la poesía como el sitio en el que converge todo lo que pueda nombrarse literario. De ahí que se refiera a los temas eternos de la rosa —la poesía— y el sueño —la muerte—; porque al nombrarlos no sólo trae a la reflexión dos tópicos que parecieran contenerlo todo, sino que se expone una poética basada en la condensación de la imagen. Uno abriga al otro, por eso la voz que en un principio niega ser la rosa, al final, después del recorrido por un sueño, admite que lo es. Y lo que esa voz lírica está asumiendo es que es la poesía misma; la poesía que a su vez se encuentra dentro de un sueño que es la propia muerte. El movimiento, otra vez en espirales que se sumergen, lleva a no poder determinar dónde empieza o termina el diálogo, porque el final se engancha de nuevo con el principio, en un proceder continuo.

En la intención de Elizondo de exhibir y repensar la función de la escritura, subyace el deseo de mostrar una refiguración en el uso del lenguaje. En “Sistema de Babel” muestra que la supuesta “suficiencia del lenguaje” se vuelve algo tedioso, porque pareciera que las palabras siempre significan lo mismo. En este sentido, Elizondo ve la posibilidad de significado del lenguaje no en su proliferación, sino en su organización. Es decir, en resignificar las cosas por el uso que se les da en un discurso. Dice el narrador: “[...] basta con no llamar a las cosas por su nombre para que adquieran un nuevo, insospechado sentido que las amplifica o las recubre con el velo de misterio de las antiguas invocaciones sagradas” (16). Para crear “una frase sin sentido perfecta” (17).

La frase sin sentido implica que la función de la literatura no está en comunicar algo; la literatura de Elizondo se hace de la técnica y ésta es precisamente la que le da el carácter de literario a sus textos. Para este autor, el trabajo —el arduo trabajo— radica en poder producir la mayor cantidad de sentido en muy poco espacio; por ello, sus temas aluden a este lenguaje por el lenguaje mismo, en el que lo más importante no es lo que se dice, sino el ser de la escritura. En “Ambystoma, Trigrinum” esta idea del nombre que designa más de una cosa se desarrolla en la figura del axólotl, un animal de transformación, de cambio. Dice el narrador: “No deja de ser bastante interesante el hecho de que el ajolote que vive en el agua es la potencia de un ser que puede vivir en el fuego: la salamandra alquimística” (20). También llama a este ajolote “una figura connubial [que] es también un grafema fálico vivo” (21); la analogía del ajolote con la escritura — “el cultivo de ajolotes se realiza en la casa de un escritor [...]” (21)— muestra de nuevo la intención de definirla, a ella también, como un proceso en transformación. El sistema polar con el que explica al ajolote es el mismo que puede definir al lenguaje literario: hecho de planos cruzados, sintagmáticos y paradigmáticos, que suman las distintas y múltiples combinaciones de sentido. De ahí que la narración de Elizondo derive en la fantasía de una ciudad que contiene a los ajolotes, en la que “todos sus monumentos se yerguen en honor de la fuerza que el centro de la tierra ejerce sobre la escritura”, es decir, una fuerza que determina todas la representaciones, porque el cambio continuo, la posibilidad de transformarse, implica no ser nunca uno mismo, sino la representación, siempre mutante, de algo más.

En esta historia se lee: “en la digresión no está la esencia, sino la vida de la prosa” (27), porque la desviación en la escritura elizondeana supone movimiento, vertientes nuevas de significado que a su vez se difractan en otros, infinitamente. De ahí que la imagen fractal me parezca idónea para explicar este universo de escritura ramificada en espejo.

Dice el narrador:

En la concepción de Elizondo el espacio tiene un papel particular. Esta mirada sobre el detalle como unidad narrativa, que caracteriza la perspectiva elizondeana, hace que con frecuencia se consideren como espacios estructuras que no suelen entenderse así.

La escritura misma es una suerte de lugar, parte de esta arquitectura a la que alude la cita, organizado como una geometría compleja que tanto abre como cierra —igual que el umbral— los significados. Una geometría tal es la que sostiene la organización fractal en la literatura: “[...] aquella que multiplica los signos lingüísticos, dentro de un orden sintáctico, como si se tratase de un juego de espejos que busca en esa repetición, en ese juego, una dinámica dentro de lo infinito, de lo laberíntico o de lo circular” (Paniagua, 2008, p. 25). Y esa forma que se organiza en la iteración, se mueve hacia dentro de sí misma en una narrativa de la brevedad. Porque en los trazos que suman sentidos, como hace Elizondo, es que se puede edificar sobre cimientos; es decir, no en línea recta hacia arriba (la acumulación de significado), sino sobre el mismo espacio, en la recursividad narrativa.

Esta organización geométrica de la transformación que se da en la escritura de Elizondo, podría encontrar su referente plástico en litografías de M. C. Escher, en las que sucede todo tipo de metamorfosis y trompe-l'oeil, igual que en los textos de Elizondo.

En relación con “Ambystoma, Trigrinum” está “Tres mundos” de Escher, donde se observa a la salamandra como origen de las transformaciones de las que habla Elizondo; la salamandra y el ajolote se representan así como seres liminales: aquélla como frontera de otros universos; el ajolote como el espacio en el que suceden los cambios.

Las “mutaciones biológicas” que se narran en el texto son también transformaciones geométricas —fractales— que no se decantan por una u otra forma, sino que guardan las propiedades de todas las líneas fronterizas para potenciar las combinaciones y los significados. El mago, alquimista, manipulador de células, biólogo del lenguaje que es el escritor, al que se alude en la narración, cultiva los seres “genéticamente transmutantes” (25). Es decir, seres ambiguos, como la escritura.

Esta ambigüedad implica que en la textualidad se pueda dar el juego de las versiones.

En pocas palabras se puede explicar Farabeuf como el cúmulo de perspectivas sobre un mismo momento temporal. Del mismo modo, el cuento de “Mnemothreptos” trata de narrar un hecho, de muy diversas formas, en 59 palabras: “59 palabras. El proyecto consiste en desarrollar esas 59 palabras tantas veces como lo permita una jornada ininterrumpida de trabajo. Se trata de obtener la amplitud de ese movimiento pendular de la imaginación. Se trata de escribir. Nada más.” (37) Hablar de “movimiento pendular”, de escribir “nada más”, es hacer alusión al trazo único que es lo escrito, a la grafía pura que con un solo plumazo inscribe ilimitadas posibilidades de significado. Esta conciencia

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Digresión sobre la escritura. Un proyecto crítico interesante: totalmente conseguir sustraer, por medio de algún proceso analítico especial, el principio en el que se fundan las antiguas arquitecturas de su contexto y obtener de ello las leyes de esa geometría rígida, de esa música tan escalonada, de esa posibilidad de espacios tan especiales; de aberturas y clausuras tan desconcertantes e inmensas. Obtener de ello la sabiduría fundamental de esas construcciones que se yerguen en el sentido de la gravedad y no en contra de ella. Aquí no hay columnas; solamente cimientos (27-28).

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de la escritura y sus variantes, habla del laberinto de Teseo, del hilo de Ariadna como escritura y del deseo.

En “Tractatus rethorico-pictoricus”,6 la narración es la parodia de un tratado de pintura. En ella queda expuesta plenamente la idea del trazo: se habla sobre la pintura, pero en relación con una escritura que se transforma en idea, en imagen significante. En este sentido, el texto breve, como he dicho antes, se entiende como una sola idea abierta a caminos de significado. Representada exponencialmente al concebirse como pensamiento.

En la narración se describe la “Operación pictórica”, que tiene una parte dedicada al ojo, que corresponde al genio; otra a la mano, dirigida a la destreza o técnica; y finalmente la que refiere a la luz, que pertenece a la poética —el “tratado imposible” (59). Igual que en un espacio geométrico fractal, aquí se vincula a la poética con lo visual porque supone la técnica, el proceder, de una escritura hecha de imágenes. Y estas imágenes, igual que en la realidad fuera del texto, surgen por medio de la luz; en este caso, la luz no se interpreta simplemente como el recurso para ver o iluminar, sino como la energía que atraviesa el cuerpo traslúcido y fractal que es esta poética y que se difracta en infinidad de imágenes. En este sentido, la luz reverbera y manifiesta el carácter diverso del lenguaje. Con ello queda sentado que la única forma concreta y real del pensamiento es la escritura; es la prueba de que hay un pensamiento, o de que lo hubo; la única expresión que demuestra que se es. La escritura le da cuerpo y peso a las ideas, pero camina como ellas, en ramificaciones que no reconocen un orden: “Si no fuera por la escritura yo podría pensar que el pensamiento mismo que concibe la realidad del mundo como una ilusión y como una mentira es, él mismo, una ilusión, una mentira” (64). Como antes, la narración alude a la brevedad en la aglomeración de sentido que se da en la escritura, y se organiza de tal forma que carga más significado en pocas palabras: cuando se dice “vaso” o se dice “alma” “ninguno de los dos tiene nada que ver con el que condensadamente trazamos con la punta de la pluma cuando escribimos alma, vaso” (66).

Los textos de El Grafógrafo representan cada uno un trazo del signo gráfico que es el libro completo. Las narraciones se van engarzando casi de forma imperceptible para conformar una idea que se repite continuamente de forma transversal por toda la obra: la recursividad del texto breve y sus posibilidades temporales y espaciales. En esta línea han ido las exposiciones anteriores, y hacia allá se dirige cada uno de los relatos del libro de Elizondo. En “Novela conjetural” se refiere a hilos de escritura que van disponiendo diferentes versiones de la trama. “Futuro imperfecto” elabora un complejo discurso en el que el narrador trata de representar el tiempo verbal del regreso, el de aquel que vuelve al ahora. Se cuestiona la temporalidad y su relativa espacialidad, es decir, su orden en relación con un espacio fijo y determinado, que en realidad está mediado por el lugar y el tiempo del lenguaje. Se hace la re-presentación para hacer posible el retorno. Lo que se dice es que la representación que supone la escritura, permite que se repita un momento pasado —el de lo escrito— en un continuo ahora. En esta dirección caminan las siguien-

La obra de Salvador Elizondo se ha vinculado por algunos críticos con el Tractatus lógico-philosophicus de Ludwig Wittgenstein; el propio Elizondo afirmó en alguna ocasión la influencia de este texto en El hipogeo secreto. En el caso de “Tractatus rethorico-pictoricus” la referencia es evidente y se organiza de tal forma que resulta en una parodia de los elementos formales de aquél. Recrea la forma aforística del discurso filosófico, en este caso para mostrar las posibilidades del lenguaje poético, incluso bajo la apariencia de una teoría.

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tes narraciones: “Presente infinito”, que habla de la escritura como del acontecimiento de la página y de cómo éste se ve trastocado por la temporalidad; “Pasado anterior”, que se narra como un drama en el que los juegos temporales, el cruce de tiempos y espacios, siguen sucediendo para mostrar un tiempo circular; “El objeto”, como aquello inexistente porque su apariencia cambia constantemente: es un simulacro, igual que la escritura; “Experimento nocturno” es la representación transformada en un escenario que gira y que muestra relativa la velocidad del tiempo; “Una ocurrencia incomprensible” se construye como una autoficción, es decir, con la presencia aparente del autor real dentro de un sueño, en un juego óptico que hace dudar de qué lado está la realidad. Finalmente, después de introducir un narrador que juega a ser el propio autor, el libro cierra con un texto que apela al lector: “Colofón”: “La muerte es la operación del espíritu por la que tú, lector, y yo, autor de esta escritura, perdemos la importancia; aun si nuestra relación queda incólume” (111).

La escritura de Salvador Elizondo es un ejemplo prolífico de lo que el recurso de la brevedad puede ofrecer en una narrativa que, más que contar historias, ilustra con cada texto su poética. Una en la que el fragmento narrativo y la recursividad son el centro de sus intereses; en la que lo autorreferencial no implica el fin de lo representado, sino su reverberación. Así, en el cúmulo de significantes subyace una estructura especular que se dice, se hace, se reproduce y sigue sin fin. Porque, al fin y al cabo, lo que se escribe —los temas universales como la muerte— es un instante y a la vez eterno, ¿no lo es, asimismo, todo lo que nunca termina de decirse?

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Homosexualidad y Dictadura Argentina en 1976. La Criminalidad de la "Subversión Moral"

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Homosexualidad y dictadura argentina en 1976. La criminalidad de la subversión moral Israel Nicasio Álvarez Resumen: La idea de homosexualidad, durante la última dictadura argentina, estuvo directamente ligada a la imagen de la criminalidad. La criminalidad, estaba relacionada con una forma de mala vida; vida reprobable. Esta relación adquirió mucha fuerza a lo largo del siglo XX y desde sus inicios, debido a la forma en que la criminalidad se fue discutiendo en el imaginario intelectual de la época. Los homosexuales representaban, según la ideología dictatorial, una especie de subversión constante, pues personificaban una de las formas de la perversión moral a la que se enfrentaba la nación durante los años 70. Así, las persecuciones en contra de ciudadanos homosexuales eran vistas como una vía de rescate de las tradiciones morales aceptadas por la dictadura. Por otro lado, los homosexuales no sólo eran rechazados por el gobierno en turno, sino también por los mismos revolucionarios, pues asumían que esa forma de vida no era del todo aceptable debido a los lineamientos ideológicos con los que se desarrollaban, aún desde la misma oposición. Esto significaba un doble rechazo y una lucha que no se podía olvidar, pues apelaba al reconocimiento político de un sector específico de la población argentina.

Palabras clave: Criminalidad, Homosexualidad, Inversión, Subversión.

Israel Nicasio Álvarez

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Homosexualidad y Dictadura Argentina en 1976. La Criminalidad de la "Subversión Moral"

No por ser fugas las vicisitudes de los impulsos nómadas tienen que ser románticas, sino más bien lo contrario: la fuga de la normalidad (ruptura en acto con la disciplina familiar, escolar, laboral, en el caso de lúmpenes y prostitutos; quiebra de los ordenamientos corporales y, en ocasiones, incluso personológicos, etc.) abre un campo minado de peligros.

Néstor Perlongher. Matan a un marica.

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En el presente documento mostramos la manera en que la dictadura argentina de 1976 unió la idea de homosexualidad con la de criminalidad en un solo proyecto. Se hace una investigación de carácter histórico, político y filosófico sobre la forma en que estas ideas se relacionaron en la consciencia de la época. Lo anterior quiere decir que los homosexuales eran considerados criminales por formar parte de la comunidad que “representaba”, supuestamente, la subversión en el ámbito político. Este fenómeno se hizo presente desde el momento en que los activistas políticos y algunos ciudadanos que se asumían públicamente homosexuales, representaban una especie de deformación de la idea de moral tradicional que intentaba defender el proceso dictatorial.

La idea de relacionar estas formas de expresión de la vida humana, surge de la importancia que adquirió el carácter de lo subversivo para los años 70. Si bien es cierto que en un momento se buscaba eliminar a la guerrilla, también se debe considerar que en la búsqueda por la eliminación de agrupaciones políticas, se vio comprometida la existencia de la pluralidad1. Esto quiere decir que, debido al carácter moralizante de la dictadura instaurada desde el 24 de marzo de 1976 en Argentina, la búsqueda de una forma de vida tradicional y apegada a valores cristianos, así como a la disciplina militar, dotó de características criminales a ciudadanos que no estaban (algunos de ellos) involucrados con la guerrilla de ese entonces, pero que también adquirieron carácter de subversivos por oponerse ideológicamente o de manera política a la misma dictadura.

Aquí se busca mostrar y explicar cómo las agrupaciones de homosexuales argentinos, representaban una de esas tantas caras que afectaban los ideales políticos del Plan de Regeneración Nacional bajo el argumento de personificar la perversión de la sociedad argentina. Esto se debió al encuentro de algunas ideas como la categoría de invertido y los valores que la dictadura profesaba, viéndose estos últimos comprometidos al momento de la lucha, por parte de la comunidad homosexual, cuando se buscaba la liberación sexual en el país, misma que iba acompañada de la búsqueda de liberación social e ideológica. La inversión era una posible vía para dañar el modelo político por existir de facto en contra de lo permitido, esto lo volvía subversivo de inmediato.

Así pues, dentro de esas perspectivas se puede comprender la idea de la inversión como el peligro recurrente tanto para las costumbres y un ataque a los valores morales buscados por la dictadura. Los homosexuales, cuando eran militantes de alguna agrupación política, se encontraban en una encrucijada doble: la aceptación por parte de otras agrupaciones y la lucha contra la dictadura. Pero al mismo tiempo tenían un fin específico: representar la oposición. Por otro lado, cuando no militaban se veían envueltos en Este concepto se toma de la propuesta teórica de Hannah Arendt en el libro titulado La condición humana.

1

una serie de acciones violentas por el hecho de no acatar las normas morales aceptadas.

Arrastraban el estigma de una nación que veía en ellos una especie de enfermedad o debilidad de carácter y que estaba decidida a encontrar un camino para reformarlos.

Sobre la relación entre homosexualidad crimen en la historia argentina 2

La idea de la criminalidad en Argentina, estuvo ligada a una constante tradición sobre el pensar el ser argentino desde un carácter meramente positivo. Aquello que no obedecía a las buenas costumbres o aquellos individuos que no se comportaban según un ordenamiento establecido de manera ideológica, eran rechazados.

Los que se alejaban del ser argentino como forma de vida, eran “sujetos desvinculados del organismo social, [un sujeto] que es llevado a una vida de continua rebelión contra la ley y las buenas costumbres” (Gómez, 1908, p. 39). Ahí se encontraba el punto germinal de la ruptura y se daba origen a un estilo de vida considerado reprobable. La vida, para algunas perspectivas, era un ir y venir entre la experiencia personal y la social.

Una mezcla o evolución de la una a la otra para formular un criterio sobre el actuar propio. Ingenieros lo afirmaba de la siguiente manera:

Esta representación era una propuesta de carácter moral sobre los actos humanos; de manera cierta se afirmaba que ese componente negativo existía en los seres humanos y era susceptible de ser caracterizado y materializado. Así la vida moral se conectaba tanto al aspecto sociológico, del que no se desligaba por el hecho de ser el único medio de asumir, desde la socialización, esa posibilidad de comprensión y otorgaba una particular forma de ver el mundo. Pero como lo mencionara el mismo autor, “lo cierto es que el mal existe, porque está en la propia naturaleza” (Gómez, 1908, p. 40). La moral era el cúmulo de experiencias personales transformándose en experiencias colectivas y bajo ese criterio se observaba lo positivo o negativo, lo que podía ser aceptado y lo que no, debido a que afectaba la vida de la comunidad. Este elemento daba como resultado la ac-

En este apartado nos enfocaremos en la manera de proceder de la asimilación de la conducta hasta la concepción argentina del delito, idea que se instaló en el imaginario de ese entonces y permitió que se asumieran ciertos estereotipos con el paso del tiempo hasta llegar al periodo dictatorial de 1976. Si bien Gómez (autor que regirá este primer planteamiento) oscila entre la comprensión sociológica y la jurídica, la posibilidad de explicar el panorama de la criminalidad desde una u otra abre una perspectiva muy particular. El propósito de este apartado es el de clarificar la forma en que se fue comprendiendo la actividad delictiva desde la socialización hasta la resolución de necesidades económicas, así como la ocupación de estas actividades por cuestiones inherentes al ser humano.

Por consiguiente, la fórmula estará encaminada a explicar cómo se construyó la idea del crimen y las razones sociales de la misma.

2

Israel Nicasio Álvarez

El resultado más simple de esa experiencia consiste en la formación do criterios comunes para juzgar la utilidad o nocividad de los actos de cada individuo en sus relaciones con el grupo de que forma parte. La repetición de esos criterios de juicio se traduce por la adquisición colectiva de ciertos hábitos mentales (costumbres), y tiene por exponente concreto determinada representación del bien y del mal en la mentalidad del grupo (moral) (Ingenieros, 1913, p. 21).

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ción criminal, es decir, el cometer delitos: “En todo conjunto de individuos descúbrense tendencias criminógenas, no propias del conjunto en todos los casos, pero sí naturales en él” (Gómez, 1908, p. 41). Por consiguiente, el delito, según Ingenieros, era:

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Una transgresión de las limitaciones impuestas por la sociedad al individuo en la lucha por la existencia. Lesiona directa o indirectamente el ajeno derecho a la vida, cuyas condiciones son establecidas por la ética social y tienden a fijarse en fórmulas jurídicas, variables según las circunstancias de tiempo, modo y lugar (Ingenieros, 1913, p. 25).

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Pero no era la única razón; había otro factor de suma importancia que detonaba esa actividad delictiva: la migración. Con éste factor, el crecimiento poblacional y la movilidad dentro de las zonas urbanizadas, también se podía descubrir otra razón para cometer crímenes. Ingenieros propuso estudiar “un factor que es común a todas las grandes ciudades. Nos referimos a la aglomeración” (Gómez, 1908, p. 41). Así, con la aglomeración y el crecimiento de la ciudad, hay una vinculación directa al mal vivir. Esto detonaba la lucha por la vida y con ello la exageración de esa lucha hasta el punto de cometer actos a-morales. Las grandes urbes son las condiciones de posibilidad de la mala vida, estas generaban sujetos despreciables, capaces de todo.

Hay en Buenos Aires esa clase a que hacíamos alusión al comienzo, hay en otros términos, una verdadera ‘mala vida’, formada por sujetos que viven parasitariamente delinquiendo o llegando hasta las fronteras del crimen para allí detenerse y ejercer todas las malas artes propias de la canalla; que se dedica a la prostitución en sus más soeces manifestaciones y en sus tendencias heterosexual y homosexual (Gómez, 1908, p. 41).

La aglomeración, al generar a los sujetos de vida parasitaria, según Gómez, provocaba todo tipo de comportamientos que, si bien no implicaban en muchos casos la agresión a la vida de otro individuo, iban en contra de la moral establecida; había una lucha por la vida aún en esas formas de existir, pero ello representaba una incapacidad de adaptación a las condiciones de vida, todo lo cual era resultado de que, de manera innegable, “toda gran ciudad tiene tendencia fatal a la criminalidad” (Gómez, 1908, p. 42). A falta de empleo, la migración que traía todo tipo de ciudadanos provocaba la reproducción de la miseria y con ella una oleada de delitos incontenibles.

Como una primera conclusión, tenemos que de entre las formas posibles de la corrupción humana, según el pensamiento criminológico de inicios de siglo, estas condiciones de vida a las que los seres humanos se tenían que enfrentar, desembocó en un nuevo tipo de población. Si bien, la Argentina ya tenía una serie de problemas con los que lidiar, el hecho de sumar una nueva manera de concebir y actuar, de acuerdo a la adición de nuevas formas de comprender el mundo, trajo como consecuencia que ciertos comportamientos que, no siempre tenían como característica la violación de las libertades de los otros, fueran rechazados. Ejemplo de esto, como lo menciona el autor, fue la homosexualidad.

A lo largo del siglo XX, en el contexto argentino, se formularon cierto tipo de penalizaciones jurídicas y sociales que condenaban el comportamiento homosexual. Pero más

Cuando la inclinación indicada es de hombre a hombre, se llama uranismo o pederastia; safismo o tribadismo cuando es de mujer a mujer. La sodomía es el término que sirve para distinguir a las relaciones sexuales caracterizadas por la inmissio membri in anum, sean esas relaciones entre personas de distinto sexo o pertenecientes ambas al mismo (Gómez, 1908, p. 136).

Sumado este comportamiento a la mala vida en el país, también se relacionó con diversas prácticas del mismo tipo. Es decir, se asumió que los homosexuales llevaban a cabo la prostitución como forma de vida. Tal vez, esto se debía a la forma en que operaba la vida homosexual para esos años. Pero tampoco se puede afirmar que no se practicara

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que el hecho de castigarlo, en muchas situaciones, lo que se lograba era dotarlo de una característica negativa, reprobable; la homosexualidad era considerada más una enfermedad (la inversión) que debía ser tratada clínicamente. Una condición que ameritaba rehabilitación. Por consiguiente, se volvió una práctica clandestina y, a consecuencia de esto, junto con la formación de ciertas estructuras de creencias a las que se tenía que agregar un rígido vínculo con la moral cristiana, la condición homosexual fue la de la persecución y el rechazo.

La historia de la vida homosexual en la Argentina del siglo XX, tiene múltiples elementos de análisis; la influencia de la ciencia en el estudio de esta condición, tenía un gran peso, tanto así que la nomenclatura recibida, estaba dotada de una carga que, inicialmente parecía tener mucha relación con una condición meramente biologicista y psicológica (aunque después no sería así). Gómez presentó el argumento siguiente: “siguiendo la terminología de la ciencia contemporánea, designamos con la denominación de invertidos sexuales” (Gómez, 1908, p. 135).

Esta mala forma de coexistir, materializada en la idea de la inversión, representaba una manera de acercarse a lo más bajo. El hecho de hacerse cercano a lo que por naturaleza no estaba permitido en la constitución física de los seres humanos –es decir, de hacer del papel del hombre, determinado por el cuerpo y el actuar, una feminización, o en muchos casos, el papel de la mujer, cuyas tareas estaban destinadas a la atención de la casa y el marido, una masculinización–, obedecía a la violación de las normas sociales. Por consiguiente, el comportamiento homosexual, visto a inicios del siglo XX, estaba constituido por, según la construcción moral, un cambio de roles y con ello, un cambio de perspectiva sobre la vida misma: “es la tendencia creciente a buscar la satisfacción de los apetitos que determina el instinto sexual con procedimientos contrarios a las leyes de la naturaleza” (Gómez, 1908, p. 135). Estas prácticas no sólo sexuales, sino cotidianas: el (en algunos casos) afeminamiento, uso de atuendos femeninos, incluso el llamarse con nombres del sexo opuesto, generaba rechazo debido al atrevimiento y alejamiento de las buenas costumbres.

Todo lo anterior, aunado a la relación que Gómez encontraba con la psicología, le permitió afirmar que la homosexualidad era el reflejo de “la perturbación de un sistema nervioso desequilibrado” (Gómez, 1908, p. 135). Este desequilibrio, con el paso del tiempo, se entendió como una patología. El ser homosexual devino en una forma de debilidad, muy similar a la manera en que se concebía a la mujer en la misma época, con la salvedad que, cuando se hablaba de mujeres no homosexuales, ellas no padecían el fenómeno de la inversión.

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y en todo caso, se tendría que preguntar quién consumía, realmente, ese tipo de servicios. Ingenieros sostenía que:

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El grupo de los homosexuales existentes en Buenos Aires, [era] numeroso. Ha[bía]n llegado a formar una rama de la prostitución propiamente dicha, porque el ejercicio de su tráfico obedece, en una inmensa mayoría, no sólo al deseo de satisfacer las imposiciones de su naturaleza, sino, muy especialmente, al de obtener lucro (Gómez, 1908, p. 139).

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Así, se cargó de negatividad absoluta la figura del homosexual, teniendo en cuenta que los elementos que constituían el valor del ser nacional, desde ese entonces (y así fue hasta la última dictadura), se postraban sobre ideales de masculinidad, fuerza y virilidad. Entendido esto, el ser homosexual los condenaba, de manera inminente a flaquear en algún momento. De acuerdo con sus investigaciones, esta forma de comportamiento concentraba una forma de ser que no era aprobada por la misma sociedad, teniendo en cuenta que era visto como una figura incompleta o mal lograda de la feminidad. “Tarnowski dice que reúnen en sí todos los defectos de las mujeres sin tener ninguna de sus cualidades, careciendo, además, de las condiciones que hacen amable al carácter viril” (Gómez, 1908, p.140). Ese comportamiento reprobable, se veía reflejado en actitudes por las que, aún en muchos años posteriores fueron rechazados: “Cobardes, embusteros, chismosos, e intrigantes, viven desacreditándose entre ellos […] Son holgazanes […]. Ladrones, casi siempre, dedicándose al género especial de la punga, [tienen] falta absoluta del sentido moral” (Gómez, 1908, p. 140).

A lo largo del siglo XX, hasta llegar a los años 60, se siguió mirando con una especie de desconfianza la figura del homosexual. En una época en la que se encontraba el discurso político en pleno desarrollo, también se tenían que concentrar en lograr cumplir sus propósitos. Pero, de cualquier manera, el recuerdo sobre la imagen negativa del ser homosexual quedó en la memoria argentina, aún para quienes se oponían al conservadurismo total de la sociedad, por lo que se siguió asumiendo que “[eran] celosos y esta pasión los lleva[ba] hasta el crimen” (Gómez, 1908, p. 140).

Homosexualidad y vida política en Argentina Para 1960 y 1970, la homosexualidad en Argentina había ganado más lugares en el ámbito público, reuniendo así a estudiantes, activistas y escritores, que se asumían como tal sin problema alguno. Se generaron una serie de posibilidades de participación política, lo que provocó una mayor apertura al alzar la voz en oposición a la represión, como una especie de vida revolucionaria. Así, desde algunos ámbitos de la vida, se había empezado a generar la agrupación en células de activismo político y con ello la militancia.

Todo lo anterior traería como consecuencia un choque directo con el proceso dictatorial que venía sufriendo el país. Como un elemento extra, las exigencias de la liberación y la posibilidad de asociación en comunidades. Por consiguiente, en los años 60 y 70 se dio la formación de innumerables agrupaciones políticas con fines específicos que, después de un tiempo empezaron a tener conflictos con el gobierno en turno. Desde la

dictadura de Onganía, hasta la dictadura de Videla, estos círculos fueron perseguidos por ir en contra de los preceptos morales de la época o por ser revolucionarios, guerrilleros y subversivos.

Las agrupaciones de homosexuales también se vieron inmiscuidas en esas discusiones. Al haber formado el Frente de Liberación Homosexual (FLH) y hacer pública su posición en contra de las dictaduras, así como evidenciar su orientación sexual, tuvieron que desarrollar una lucha doble: 1. Lidiar con el gobierno represor y 2. Lidiar con el rechazo de las agrupaciones revolucionarias que no dejaban, a pesar de estar a favor de la liberación, de participar de los juicios tradicionales del momento.

Por último, existieron también ciudadanos que no militaban en organizaciones, pero que no escondían su vida amorosa o sexual. En ese sentido, ellos estaban infringiendo las reglas de moralidad, pero no las delictivas inmediatas de las dictaduras. También tuvieron que lidiar con un aparato represivo que a toda costa buscaba lograr una justificación legal para la detención y encarcelamiento de los mismos. Esto no quería decir que estas personas no cometieran crímenes, sino que el crimen en sí era ser homosexual.

En todo caso, para la última dictadura las persecuciones eran constantes y las detenciones se debían al hecho de ser subversivo. Los tratos en los centros de detención3 y en las cárceles eran especiales.

Para 1976 la guerrilla en Argentina ya tenía un peso político importante. Formaba parte de la subversión a la que el General Videla estaba dispuesto a destruir. El proyecto era devolver el orden y estabilidad a la nación debido a la fuerte crisis (en distintos ámbitos) en que se encontraba el país. No eran asuntos únicamente económicos, políticos o laborales, sino también morales los que preocupaban al nuevo gobierno y que, con el Golpe de Estado y el Plan de Regeneración Nacional4, se disponían a solucionar.

Videla tenía un gran proyecto. En vista de la crisis económica, política y social que había venido adquiriendo fuerza con la presidenta anterior, se propuso rescatar al pueblo argentino5 que, en un principio, recibió la noticia del golpe con cierta tranquilidad. En muchos de los mensajes, el que en ese entonces fuera el máximo representante político de la Argentina sostenía lo siguiente:

3 La ESMA; La Perla; El pozo de Banfield, entre otros. Eran lugares utilizados para concentrar a los subversivos y torturarlos hasta que morían. En algunos casos fueron puestos en libertad y obligados a huir del país. Se contabilizaron más de 30, 000 desaparecidos por las detenciones clandestinas, debido a las que muchos de los detenidos eran llevados a esos lugares y no se volvía a saber de ellos.

El Plan de Regeneración Nacional era el proyecto de Nación con el que Videla y sus seguidores justificaron su actuar a favor del país y en busca de solucionar los problemas que afectaban a la sociedad argentina de los años 70.

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Con la idea de Pueblo, referido a la aceptación con tranquilidad del Golpe de Estado, nos referimos a la clase media conservadora. No así la clase media opositora que, en su mayoría, contaba con los recursos económicos y académicos para desempeñar públicamente su descontento.

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Restituir los valores esenciales que sirven de fundamento a la conducción integral del Estado, integrando el sentido de moralidad idoneidad y eficiencia imprescindibles para reconstruir el contenido y la imagen de la Nación, erradicar la subversión y promover el desarrollo económico de la vida nacional basado en el equilibrio y participación responsables de los distintos sectores, a fin de asegurar la posterior instauración de una democracia republicana, representativa y federal, adecuada a la realidad y exigencias de solución y progreso del pueblo argentino6 (Clartín, 25 de marzo de 1976, p. 22).

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De este documento se derivaron una serie de puntos que engloban los ámbitos de la vida nacional que serían atendidos por el Plan de Regeneración Nacional que había sido impuesto por la dictadura. Los puntos fueron los siguientes7 (Clarín, 25 de marzo de 1976, p. 22).

1) Concreción de una soberanía política basada en el accionar de las instituciones constitucionales revitalizadas que ubiquen permanentemente el interés nacional por encima de cualquier sectarismo, tendencia o personalismo.

2) Vigencia de los valores de la moral cristiana de tradición nacional y de la dignidad del ser argentino.

3) Vigencia de la seguridad nacional, erradicando la subversión y las causas que favorecen su existencia.

4) Vigencia plena del orden jurídico y social.

5) Concreción de una situación socioeconómica que asegure la capacidad de decisión nacional y la plena realización del hombre argentino, en donde el Estado mantenga el control sobre las áreas vitales que hacen a la seguridad y al desarrollo y brinde a la iniciativa y capitales privados, nacionales y extranjeros, las condiciones necesarias para la participación fluida en el proceso de explotación nacional de los recursos, neutralizando toda posibilidad de interferencia de aquellos en el ejercicio de los poderes públicos.

Los grupos opositores al régimen dictatorial más importantes eran: Montoneros y Ejército Revolucionario del Pueblo. Dentro de las otras agrupaciones existentes, estaban las Juventudes Peronistas (JP) y las más controversiales, por concentrar el activismo político de los homosexuales, se encontraban: el “Grupo Profesionales, más dedicados al estudio, que publicó interesantes trabajos en el boletín Homosexuales, que se editó en 1973; el grupo Bandera Negra, que reunía actores y bohemios del centro porteño, con cierta tendencia anarquista”(Bazán, 2010, p. 341); Grupo EROS; agrupación de lesbianas, SAFO; Frente de Liberación Homosexual FLH. Estos tres últimos formaban la franja de la revolución desde los márgenes. Estaban en contra del estatuto machista tanto de la dictadura como de la sociedad argentina como tal. Buscaban, mediante la discusión y la

6 Acta fijando el propósito y los objetivos básicos para el proceso de reorganización nacional.

7 Para desarrollar el presente documento sólo interesan, aquí, los puntos 1,2 y 3 del acta presentada.

Esto permitirá comprender la manera en que se percibían y desarrollaban ciertas acciones durante la dictadura y las formas que fueron adquiriendo algunos tipos de comportamiento a ojos de la misma.

manifestación, lograr la liberación social a partir de la liberación sexual.

El FLH quedó conformado en 1971, agrupaba personas de la Universidad de Buenos Aires y tenían que moverse en la clandestinidad. Al igual que las otras agrupaciones, ya formaban parte de los perseguidos por considerarlos subversivos, debido a esto se reunían en casa o lugares con poca población. Los fundadores del FLH fueron: Juan José Sebreli, Héctor Anabitarte, Manuel Puig, Blas Matamoro y Juan José Hernández. Posteriormente, Néstor Perlongher se haría cargo de la dirección del FLH. Luchaban por el reconocimiento de su existencia como tal, por la liberación de la represión y el rechazo que provenían de una idea de señalarlos como enfermos

El Frente de Liberación Homosexual tenía como plan unirse a la liberación nacional en la Argentina de los años 70. La búsqueda era simple: formar parte de la oposición al sometimiento y control absolutos, por medio de la lucha revolucionaria que, como fin, pudiera dar el siguiente paso hacia una nueva forma de sociedad más libre y plural. Así, al momento de actuar públicamente y de participar en la lucha contra la imposición dictatorial, dicha organización, que representaba a la población homosexual de la época, se hacía partícipe del actuar subversivo de acuerdo a los intereses de la dictadura.

Ya desde el peronismo se venía haciendo muy evidente esta fricción. Ellos, que tenían que pelear con el hecho de ser atacados por ambos lados, sabían muy bien que tendrían que desempeñar la tarea doble. “Hablar de homosexualidad en Argentina no es solo hablar de goce sino también de terror. Esos secuestros, torturas, robos prisiones, escarnios, bochornos, que los sujetos tenidos por homosexuales padecen tradicionalmente en la Argentina –donde agredir putos es un deporte popular (Bazán, 2010, p. 353).

Así, la integración y aceptación por parte de las otras asociaciones revolucionarias fue casi nula. “Los homosexuales no entraban en los puntos de vista de los intereses superiores de la revolución” (Bazán, 2010, p. 359). No había manera de integrarlos. Pero esto no quería decir que ellos fueran incapaces de asumir un cargo o puesto dirigente en esos movimientos.

En 1973 surgió la revista SOMOS, era un documento de escasa reproducción con características panfletarias, que se repartía de mano en mano. Casi siempre se le sacaban copias para la reproducción y duró hasta el año de 1976. El contenido de la revista era orientado a la sátira política; se hacían caricaturas sobre el gobierno en turno y se ridi-

8 Ibid, p. 342. Si se observa con detenimiento esta última afirmación, el conflicto empezó justo al momento de hacer evidente su descontento con la estructura de valores de aquél momento. Ellos iban ya en contra de los preceptos sociales impuestos por cualquiera de todas las dictaduras, pero esa última provocó un rompimiento directo con la comunidad debido a la separación que mostraban entre tradición y aceptación de lo que la sociedad les ofrecía. Sólo había oportunidad de vivir en el anonimato y la exclusión o luchar por ello. Esta acción de lucha fue radicalizada a tal punto que se convirtieron en criminales por el hecho de oponerse. Ya eran, como se mencionó anteriormente, fichados por el hecho de ser revolucionarios, opositores al régimen; ahora tendrían que lidiar con otra forma de oposición: la tradición que englobaba, incluso, a todas las demás organizaciones.

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[…] se decía entre otras cosas que ‘los homosexuales oprimidos social, cultural, moral y legalmente. Son ridiculizados y marginados, sufriendo duramente el absurdo impuesto brutalmente de la sociedad heterosexual monogámica. (Bazán, 2010, p.

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culizaban las estructuras heteropatriarcales de la sociedad argentina. Colaboraban distintas personas del ámbito universitario académico. Escritores, dibujantes, etc.

Uno de los contenidos más polémicos y que sirvió como prueba para la persecución tanto de los activistas, como de los productores de la revista, fue la publicación del ensayo titulado “Sexo y revolución”. En él se hacía una crítica a los valores de la sociedad argentina y se invitaba a la liberación social desde la liberación sexual.

Era bien sabido por todos que desde la dictadura y desde Frondizi, la vida gay estaba totalmente negada; muchas veces ridiculizada y otras tantas expuesta con la finalidad de terminar con todo el posible apoyo que la persona pudiera recibir tanto de su familia como de sus amigos. “La dictadura, en alianza con la Iglesia Católica, instaló la doctrina de la argentinidad. Para ella, los homosexuales significaban una amenaza ideológica” (Mazzini, 2011, p. 65).

Así, la vida homosexual se volvió tan clandestina que “en la dictadura, cuando todavía no se habían privatizado los ferrocarriles y el sida no existía, el verdadero auge eran las teteras” (Mazzini, 2011, p. 64). Esta forma de vivir trajo consigo persecuciones, detenimientos y torturas. “En algunas zonas, especialmente en los andenes de las estaciones de tren, las teteras se convirtieron no sólo en sitio de encuentro casual sino en el lugar de referencia de pequeños grupos que tenían sus jefes y sus jerarquías” (Mazzini, 2011, p. 65).

Así, se dio el caso de muchos profesionistas, que a escondidas se veían con jóvenes, a menudo prostitutos, quienes se encargaban de sacar dinero de ese encuentro y cuando la policía los encontraba, eran detenidos y amenazados con hacer pública su identidad y el crimen cometido, eran acusados de pederastia9. En casi todos los casos, las personas estaban dispuestas a pagar la cantidad señalada para mantenerse en el anonimato.

Incluso, muchos de los detenidos eran acusados por causas que desconocían, al encontrarse juntos, participando en algún tipo de reunión y al tener un comportamiento visiblemente afeminado o masculinizado, eran detenidos. “En todo caso, era difícil que se salvaran de la visita a la comisaría, con el 2º H, el famoso edicto policial, encima” (Bazán, 2010, p. 374).

Conclusión

El proceso de construcción de la figura del homosexual durante el siglo XX en la Argentina, tuvo una serie de elementos que lo ligaban a la figura del criminal debido a teorías basadas en una tradición moral conservadora. La idea de la mala vida en Buenos Aires hace referencia a la incansable necesidad de crear un espíritu nacional homogéneo que garantizara a los ciudadanos un supuesto bienestar.

Dentro del ámbito de la sociología y la psicología, las teorías utilizadas para tipificar la conducta homosexual pendían mucho de la idea de lo femenino como debilidad. Sin embargo, esta caracterización, a pesar de haber durado mucho tiempo, logró hacer que se vinculara con supuestos desequilibrios mentales y de personalidad que no siempre lograron comprobarse.

Este último dato, es decir, la acusación de pederastia, era usado únicamente para tratar despectivamente a los ciudadanos y para deshonrarlos. Se hacía uso de su rol sexual con el mismo fin.

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Si bien, el paso de la tradición sobre el análisis de la homosexualidad desde inicios de siglo hasta los años 60 y 70 parece tener un corte en la presente investigación, no es así del todo debido a que los documentos que se lograron revisar hacen alusión al conflicto con el Estado al momento de hacer de la militancia una forma de acción y de representación para este sector de la población.

El ser homosexual, según la ideología de la época, era ya un acto reprobable socialmente y esa reprobación se reproducía en los sistemas de justicia que, al no siempre poder inculparlos por tal característica, les imputaban otros crímenes que los evidenciaban. Durante la dictadura el uso de los códigos civil y penal fue sumamente vago. El poder que se había ejercido sobre la creación y manejo de las leyes, sobrepasó la conciencia jurídica de ese entonces y realmente se detuvieron a todo tipo de personas, incluyendo niños y recién nacidos. La finalidad era el terminar con toda acción revolucionaria posible.

La idea de la criminalización de la homosexualidad en las décadas de los 60 y 70 no se desliga jamás del lastre criminológico y psicoanalítico ofrecido con anterioridad, pero tiene más relación con la idea de la subversión. Durante las últimas dictaduras, la lucha por el reconocimiento se dio entre una postura totalizadora y la innovación de la revolución social a la que apelaba el FLH. No se logró del todo debido a que muchos de sus miembros, así como simples ciudadanos fueron secuestrados, detenidos, torturados y asesinados; otros tantos siguen desaparecidos.

El último reporte ofrecido por el Estado argentino, titulado Nunca Más, en la primera edición, no hizo mención alguna sobre las agrupaciones de homosexuales atacadas por el ejército durante la dictadura. Pero en las últimas ediciones se logró poner un breve apartado que explicaba cómo, de entre las muchas caras de la subversión, la comunidad LGBTI adquirió forma desde la participación política.

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Bibliografía Bazán Osvaldo (2010), Historia de la homosexualidad en la Argentina, Buenos Aires, Argentina: Marea Editorial.

Gómez Eusebio (1908), La mala vida en Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina: Biblioteca Nacional Mariano Moreno.

Quiroga José (2010), Mapa callejero: crónicas sobre lo gay en América Latina, Buenos Aires, Argentina: Eterna Cadencia.

Ingenieros José (1913), Criminología, Madrid, España: Daniel Jorro Editor.

Periódicos, Revistas y Artículos de Revistas revisados.

Impacto Sociocultural de las Guerras del Opio en la Medicina Tradicional Chiina

Clarín, (25 de marzo de 1976)

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Mazzini Martín (Jueves 18 de octubre del 2011), Fiestas privadas y baños públicos., Año 4, No. 171, p. 65 Fabián Casas (Octubre de 1995), Argentina homosexual, en Página 30, pp. 4-14.

Impacto sociocultural de las Guerras del opio en la medicina tradicional china Anastasia Kachaeva Tatiana Kachaeva Resumen: Existen varios criterios para diferenciar el espacio cultural, estamos acostumbrados a distinguir un territorio no solamente por sus fronteras físicas y políticas, sino también por las lenguas que se hablan, la religión, el pasado histórico compartido etc. Una de las formas más antiguas es por su división al Este ó al Oeste. En este artículo consideraremos al imperio británico y los Estados Unidos como los representantes de la civilización europea (Oeste) y a China, abarcando las últimas décadas del imperio Qing y los años de la República de China, como la representante de la civilización asiática (Este).

Este periodo fue elegido como el más representativo para el análisis del impacto sociocultural de las guerras del Opio cuyo eco aún resuena en el país.

Palabras clave: Guerras del opio, Espacio cultural, Historia de la medicina, China.

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Introducción

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El siglo XIX fue crucial para la historia de ambos imperios. Para la Britania victoriana fue el siglo de la llegada a la cúspide de su poder y extensión de su presencia colonial.

Además de la expansión extensiva, el país pasaba por un periodo de desarrollo intensivo con la construcción de nuevos ferrocarriles que promovieron el comercio y facilitaron la comunicación, el proyecto ambicioso del sistema de alcantarillado sanitario de Londres, la introducción de los antisépticos y la anestesia que salvaron miles de vidas (Penner, 2010, p. 102) y el desarrollo de las artes y la literatura.

Mientras tanto el Imperio Qing se sumergía en una crisis del sistema, quedándose desprotegido ante los avances tecnológicos y militares de los europeos. El aparato burocrático era demasiado corrupto y torpe como para poder enfrentar los retos de la época con la flexibilidad y agilidad necesaria, con el fin de suavizar el impacto de la invasión. La Revolución Industrial que transformó para siempre a Europa jamás llegó a China, donde el simple hecho de querer construir ferrocarriles enfrentaba una protesta contundente por parte de los funcionarios conservadores. La economía estaba estancada y los oficiales no tuvieron la capacidad de cubrir las necesidades del país (Wang, 2000, p. 258). ¿Cómo era posible que el país que por milenios se había considerado como el más avanzado y culto de su región fuera incapaz de enfrentarse a los barcos de los ingleses?

Este caso habrá que revisarlo tanto desde una perspectiva sociocultural como histórica.

China estaba acostumbrada a ser referida como lo dice en su nombre 中国 Zhongguo, “País del centro”; su función era parecida a la del imperio Romano que aportó su lengua como la lengua franca para toda la región, y además era el centro del desarrollo intelectual y científico. Gracias a China no solamente Asia sino la humanidad entera usan papel, brújula, seda, pólvora y porcelana fina. Sin embargo el error crítico sucedió en la época del emperador Qianlong (Buckley Ebrey, 2010, p. 225), quien a la mitad del siglo XVIII ordenó excluir a los extranjeros del país. A China no se le ocurrió que alguna otra potencia en el mundo podría igualar al gran imperio asiático y hacer aportaciones o superarlo en algún área del conocimiento. Este pensamiento chauvinista fue el principio del fin para China, que subestimó a los “bárbaros” y no supo reaccionar adecuadamente frente a los cambios que sucedían en Europa.

El concepto de la medicina china. Paradigmas diferentes La medicina china empieza con dos sabios, Huangdi, “El Emperador Amarillo”, y Shen Nong, “El Campesino Divino”, que vivieron según la leyenda hace 3000 A.E.C. (Jackson, 2014, p. 68) y dejaron a los chinos vasto conocimiento sobre la energía vital qi (气), la teoría sobre cinco elementos y la farmacopea. Estos conocimientos fueron recopilados en su forma escrita durante la gran época de la dinastía Han (206 A.E.C - 222 E.C.) y los dos trabajos fundamentales el Canon médico del Emperador Amarillo (黄帝内经) y el Clásico de las raíces y hierbas del Divino Campesino (神农本草经) formaron la base para la medicina antigua china.

Aquí es importante mencionar que en contraste con las teorías médicas de la antigua

Grecia y Roma, que se transformaban conforme pasaba el tiempo, la base esencial de la medicina tradicional china queda sin cambios hasta el siglo XXI, al igual que el feng shui, la geomancia, el zodiaco chino, el balance entre energías yin y yang, y la teoría de los cinco elementos. Es así que los fundamentos del paradigma existencial de los asiáticos siguen formando parte significativa de su vida cotidiana.

Los chinos consideran una enfermedad como la manifestación de un desbalance de las energías. Cada órgano interno está asociado con uno de los cinco elementos, los cuales forman un círculo de dependencia, y cada elemento ayuda a aumentar la energía del elemento que sigue o puede ser debilitado por otro de los elementos (Kaptchuk, 2000, 86). Entonces, el tratamiento para el paciente debe estar hecho con las hierbas y sustancias que ayudan a equilibrar el balance perdido, igual que la gimnasia qigong 气功, también conocida como chi kong, que promueve el flujo saludable de la energía vital qi 气 por los meridianos del cuerpo humano. Aunque estos remedios para combatir las enfermedades parecían extravagantes para un europeo, el promedio de vida en China y Europa antes de las Guerras del opio era aproximadamente igual. Los cambios se empezaron a notar a partir de la segunda mitad del siglo XIX, debido a los importantes avances en la salud pública y medicina occidental.

El 29 de agosto de 1842 fue firmado el tratado de Nankin, el cual fue el primer tratado desigual en la historia de la China moderna (Ward, 1998, p. 165). Prácticamente desde ese día el imperio Qing empezó a reducirse al humillante estado de territorio semi colonial y semi feudal en lugar del líder indiscutible de la región. Seis puertos fueron abiertos para el comercio internacional y los británicos obtuvieron por fin el mercado legal de opio.

Debido al aumento de la presencia de los británicos en el país surgió la necesidad de dar atención médica a los extranjeros y los primeros hospitales de medicina occidental fueron establecidos en los puertos abiertos. El encuentro forzado y las condiciones históricas bajo las cuales la medicina europea llegó a China no ayudaban a mitigar el descontento y establecer una forma harmoniosa de coexistencia. El termino más común para referirse a un extranjero era “洋鬼子yangguizi, que literalmente se traduce como “el diablo del más allá del océano”, y demuestra cierta hostilidad y desprecio. La gran mayoría de la población ignoraba la medicina occidental, dejando su salud en las manos de los curanderos tradicionales.

Curiosamente, al inicio de las Guerras del opio el estado de la medicina occidental y el de la china era bastante parecido; sin embargo ya en 1846 el dentista americano William Morton empezó a utilizar éter como anestesia haciendo realidad la odontología sin dolor.

En 1853, John Snow administró a la reina Victoria cloroformo para anestesiarla durante el parto; debido a este hecho el cloroformo empezó a utilizarse ampliamente en la obstetricia (Penner, 2010, p. 76). En 1867, Joseph Lister publica una serie de artículos en la revista “The Lancet” con los resultados de su aplicación en práctica del ácido carbólico,

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Aspectos socioculturales de las Guerras del opio. Pioneros de la medicina occidental en China

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empezado la era de los antisépticos. En este punto la medicina occidental obtiene unos argumentos muy importantes a su favor que los chinos ya no pueden ignorar.

Tradicionalmente, la zona del contacto entre el imperio Qing y los extranjeros era la costa sureña y los puertos. Es entendible que fuera allí, en Guangzhou, donde en 1835 empezó el primer hospital de medicina occidental y también donde fuera más significativa la presencia de los misioneros, ya que además de hacer propaganda religiosa, ellos abrían escuelas, enseñaban inglés y ciencias naturales, funcionaban como intérpretes y realizaban traducciones.

Es difícil sobreestimar la importancia de John Glasgow Kerr tanto para el desarrollo de la medicina occidental en China, como para la misma China. En 1898 abrió la primera institución de enfermedades mentales en la ciudad de Guangzhou, donde trabajó hasta su muerte. Tradujo 34 volúmenes de libros de texto médicos a chino, y participó en la formación de los primeros estudiantes chinos en medicina occidental, entre otros, el doctor Sun Yat Sen. La posición de la MTC empezó a tener cambios desde 1911 cuando cayó el Imperio Qing y fue formada la República de China con el primer presidente Sun Yat Sen. Al inicio del siglo XX la población china sufría epidemias de cólera, viruela, difteria, malaria y tuberculosis, causando miles de muertes. Quizá la inclinación de los líderes de gobierno hacia la medicina occidental y un conjunto de factores como las condiciones miserables de higiene pública y la atmosfera política en general, ocasionaron el rechazo de la tradición milenaria que se asociaba con la humillación nacional.

Además hay que recordar que Sun Yat Sen, el “padre de la China moderna”, además de ideólogo y revolucionario era doctor de formación, y en ambos colegios –el hospital de Hong Kong y el Colegio de Medicina para los chinos en Hong Kong– sus profesores eran extranjeros educándolo bajo conceptos de la medicina europea.

La necesidad de los cambios era urgente para el país ya que se quedó un siglo detrás de Europa. En el año 1881, en la ciudad de Tianjin se abre el primer colegio de medicina occidental establecido por los mismos chinos. En 1903 el colegio de medicina occidental fue establecido en Pekin (Wang, 2000, p. 260). La medicina occidental empieza a ganar popularidad y soporte del gobierno a tal grado que en los años veinte del siglo XX los nacionalistas consideraron prohibir la MTC (Clancey, 2002, 199). En cierto sentido la MTC, que tiene fundamentos ligados a la misma base de la civilización china, sufrió rechazo y fue considerada el símbolo de la tosquedad que atrasaba a China en la búsqueda de la modernización. Muchos de los líderes de la república recibieron la educación bajo modelo europeo y vivieron la experiencia de los avances de la medicina moderna. Su sueño sobre una China fuerte y renovada empezaba con una educación de nueva generación, donde se tiene más confianza en la ciencia en lugar de en los polvos de “cuerno de dragón”. La humillación que recibió la nación al enfrentarse con los británicos los hizo rechazar su herencia cultural y crear un desbalance entre la MTC y la medicina occidental.

Conclusiones Actualmente, en la República Popular China funcionan varios centros de investigación,

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tanto sobre la MTC como sobre la medicina occidental, donde se busca un equilibrio entre ambas ramas del conocimiento con la finalidad de ayudar y salvar vidas. El impacto de las Guerras del opio fue devastador; demostró la crisis del sistema gubernamental y derrotó el chauvinismo milenario forzando a China a reconsiderar los dogmas antiguos y abrirse para el diálogo cultural con Oeste. Para el pueblo chino la época de las Guerras de opio se puede comparar con la Conquista de México o la derrota del Imperio de Japón después de la Segunda Guerra Mundial. Se considera como una época de pérdida de la identidad nacional, decepción en los valores tradicionales y humillación total. Sin embargo, este impacto puede ser productivo siempre y cuando la nación tenga la capacidad de enfrentar la realidad y buscar lo que los chinos siempre han promovido: el balance y coexistencia harmoniosa.

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Guido Cagnacci Alegoría de la vanidad y la penitencia Óleo sobre tela 69.8 x 63.6 cm.

La imagen como manipulación desde su fetiche: María Magdalena, el ícono que pasó de ser el apóstol mujer más próximo al Cristo a el símbolo de la prostituta arrepentida… ¿política o religión?

María del Coral Herrera Mario Caleb López Resumen: La necesidad de crear imágenes de culto es proverbial en las culturas occidentales. Para la civilización greco-latina la representación es indispensable y funcional, ya que a través de ella se cumplen destinos que van desde lo práctico, pasando por lo psíquico para completar grados de espiritualidad cuasi divinas como productos de ese contexto denominado: pensamiento Mítico; que pretende, explicar la realidad a partir de lo inexplicable y trata de echar mano de la ciencia para validar lo conveniente e invalidar lo no conveniente, en contubernio muchas veces con los sistemas hegemónicos que se confabulan con las religiones para manipular a la sociedad, por ello, no importa devaluar a la mujer en este caso y si usarla para los fines conocidos por ellos.

Así, la representación plástica de una de las figuras más importantes de la historia del mundo judeo-cristiano como lo fue y es María Magdalena, encarna de manera pertinente lo que ha sido la manipulación cultural a lo largo de los siglos con respecto a la mujer, y cómo a lo largo de estos últimos veinte siglos se forjó la desigualdad, desprecio y satanización de lo femenino.

María Magdalena históricamente será revindicada en el siglo XX pues la pérdida de su lugar en la historia del Cristianismo será fraguada desde su relación con Pedro apóstol y posteriormente por los padres de la Iglesia.

Hacer una revisión de ese problema de género a través de la iconografía tanto europea como mexicana, ha sido la tarea que guía una de las facetas de estudios de género de este CA. Palabras clave: María Magdalena, Iconografía, Estudios de Género.

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Juan Massys (atribuido) La Magdalena penitente Óleo sobre tabla 63 x 50.5 cm.

http://www.collationes.org/de-ministerium-sacerdotale/subsidia-liturgica/ item/2321-decreto-sobre-la-festividad-de-santa-maria-magdalena.

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María del Coral Herrera Mario Caleb López

La necesidad de crear imágenes de culto es proverbial en la historia de la civilización humana. Para la tradición en la que nos movemos cotidianamente como es la greco-latina y la judeo-cristiana, la representación es indispensable y funcional ya que a través de ella se cumplen destinos que van desde lo práctico, pasando por lo psíquico para completar grados de espiritualidad cuasi divinas, productos de ese contexto denominado Pensamiento Mítico que abre la posibilidad a la zona tan necesaria al humano que no es otra más que la denominada sacralidad, que pretende en muchos casos explicar la realidad a partir de lo inexplicable echando mano de la búsqueda del conocimiento manipulado a través de los modelos que ocupan otras ciencias, para validar lo conveniente e invalidar lo no conveniente en contuberniVo muchas veces con los sistemas hegemónicos que se confabulan con las religiones para manipular a la sociedad y con ello mantener un dominio que limita al pensamiento del hombre.

Dentro de este orden de ideas hemos retomado una figura que aparece dentro de esos órdenes institucionalizados y al mismo tiempo que es clave esencial para un conocimiento dentro de otro espacio que no responde sólo a la manipulación sino a la búsqueda de significados primarios en la conformación psíquica de lo humano. Respondiendo estos a una necesidad imperiosa en este momento crítico de lo que se entiende por humanismo y que atañe directamente al comportamiento del sujeto.

Así, para iniciar la exposición del trabajo y proponiendo una breve revisión del tema de nuestro texto diremos, que en marzo de 2018 se estrenó la película María Magdalena, filme de Garth Davis, protagonizada por Rooney Mara y Joaquin Phoenix. Concisamente mencionaremos que en ella aparece ya la figura de María con los atributos que la Iglesia católica le ha permitido a partir de 2016 cuando se le reconoce como “la apóstola de apóstoles”, a través de un decreto papal que aparece con bombos y platillos el viernes 10 de junio del 2016.1 El Papa en funciones, Francisco la eleva a culto divino, revaluando la figura de esta mujer tan depauperada en los diez y seis siglos anteriores, como se puede encontrar a lo largo de la historia, por ello este decreto fue necesario.

Esta nueva actitud del órgano máximo de la iglesia católica es verdaderamente sospechosa y creemos que llega tarde en cuanto al asunto de género que quiere abordar, actitud también oportunista después de la publicidad lograda por novelas de la índole de Código da Vinci. Claro que al aparecer la Magdalena como protagonista de una película cuya manufactura es netamente épica al estilo hollywoodense, estamos frente a la aceptación que de ella ya hizo la Curia Romana. No se puede dejar de notar cómo la figura de la Magdalena es supeditada al mercado que la acuna y da pervivencia; es decir, aparece ante la necesidad de acreditar y ofertar esta nueva–vieja santa, complaciendo a feministas y a un sistema eclesiástico que se tambalea por las atrocidades cometidas.

A lo largo de la historia de la humanidad, se aprecian el cúmulo de “mártires” que nos han querido vender los sistemas hegemónicos; los hay religiosos, patriotas, héroes, antihéroes y un sinfín de actores que convienen a intereses particulares y así justificarse en aras de decisiones que permitan la elaboración de estrategias de manipulación para seguir perpetrándose en las cúpulas de poder. Finalmente es así, pues se pretende preservar la idea subsidiaria y esclavista que prevalece en el orden del agradecimiento por

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Jacopo Palma, el Joven (atribución) Magdalena penitente Óleo sobre tela 132 x 112 cm.

En ese pueblo había una mujer conocida como pecadora. Esta, al enterarse de que

https://blog.israelbiblicalstudies.com/es/jewish-studies/en-que-lenguaje-fue-escrito-originalmente-el-nuevo-testamento-dr-eli-lizorkin-eyzenberg/

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todo aquello que las instancias institucionalizadas proclaman como suyo en el espacio de dimensión religiosa, sacra y del conocimiento.

Por ello la pertinencia de revisar esta figura que, como hemos señalado, muy convenientemente ha aparecido en uno de los sistemas narrativos que imperan, las películas, y que dan utilidad, tanto financiera como ideológica, a este capitalismo salvaje en que estamos inmersos. La figura de María de Magdala cumple una función epifánica de muy amplio espectro, y como discurso, su aparición en la cartelera de cines es muy conveniente.

Al acercarnos a la figura de María Magadalena en el tratamiento actual encontramos datos y obras muy reveladores en el siglo XX. Ya la novela de Nikos Kazantzakis había manejado una historia distinta sobre la Magdalena. En La última tentación se presenta un Cristo Jesús en su historia y espacialidad judía, siendo rabí, patriarca, casado y con hijos. Cuando esta novela se lleva a filmación todos supimos del escándalo que causó al mundo, tanto que en algunos países fue prohibida e incluso en donde fue exhibida las salas de proyección fueron vandalizadas por fervientes cristianos que no podían admitir la personalidad histórica del Cristo.

Pero Kazantzakis fabula y novela la historia de Jesús conociendo los evangelios apócrifos y otros textos de índole copto –lengua antigua egipcia del cristianismo primitivo–, los escritos de Nag Hamadi encontrados dentro de una olla en 1945 y que contenían el evangelio de Felipe donde se relata el tan gustado pasaje del beso en los labios de Jesús a María Magdalena (Kazantzakis, 1973). En la actualidad son ampliamente conocidos, ya no son motivo de ocultamiento; ahora podemos asomarnos a varias versiones sobre el papel de María Magdalena o de las varias Marías que acompañaron al mesías como compañeras, evangelistas y pioneras en la primitiva secta del cristianismo.

También toda la información sobre las tres diferentes María Magdalenas es importante. La confusión imperante durante siglos sobre la identidad de cada una de estas mujeres es una de las contribuciones que sirvió de base a Gregorio VI para condenar a Magdalena y sumergirla en esa la reputación con la que cargó por siglos (Merens, 1989): prostituta y proscrita, mujer de males y mala, notoriedad necesaria para crear su mito y hacerla posteriormente el símbolo de la pecadora arrepentida y lograr con su imagen no sólo el culto sino el fetiche qué fue y es.

Para aclarar un poco la formación del fetiche referiremos a las tres mujeres distintas que después por conveniencia eclesiástica se configuraron en una sola.

Los evangelios aceptados y depurados por la Iglesia Católica han mencionado parcialmente a María Magdalena, sabemos que estos documentos no fueron precisamente escritos por los apóstoles a los que se les han atribuido, ya que ellos como judíos practicantes no tenían entre sus lindezas saber escribir ni leer, así que los evangelios redactados en griego son posteriores al siglo primero D.C. y no por Juan, ni Marcos, Lucas y Mateos, ya que ellos no escribían en griego.2 En estos evangelios muy escogidos aparecen varias mujeres, pero para nuestro tema sólo mencionaremos a las tres que han figurado para fusionarse y crear a la Magdalena más popular.

Presentemos brevemente a las mujeres que han conformado el mito, cito:

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Mateo Cerezo (atribución) Magdalena Óleo sobre tela 123 x 100 cm

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Giovanni Francesco Barbieri, el Guercino Magdalena penitente (Magdalena azotándose) Óleo sobre tela 230 x 177 cm.

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Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, compró un vaso de perfume y entrando, se puso de pie detrás de Jesús (38). Allí se puso a llorar junto a sus pies, los secó con sus cabellos, se los cubrió de besos y se los ungió con perfume. (Lucas 37-38).

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Relato que da pie a múltiples imágenes, y que nos hace recordar que para el pueblo judío, ungir los pies de los hombres es una costumbre de las mujeres y del pueblo judío en general, su aprecio por el aceite de oliva y varios aceitas más en las ceremonias y en la vida cotidiana lo encontramos en el Deuteronomio, el Libro de Judit y de Job e indiscutiblemente en el Cantar de cantares, entre otros, práctica que son referida en varias partes del Antiguo Testamento como ya lo comentamos. Ahora bien, estamos hablando de un lugar en especial al que Jesús va de visita y en donde como casi siempre escandaliza por sus actitudes y decires. Jesús va a comer a la casa de un fariseo de Naím. Esta María, la llamaremos la de las lágrimas, se introduce y realizando esta práctica tradicional, el lavado de pies, logra que se le otorgue el perdón. La escena va a dar origen a una de las representaciones plásticas más socorridas en la historia del arte, escena sumamente erótica y fetichista. No es necesario extendernos pero el fetiche de los pies es mencionado por Freud (Freud, 1993) cuando habla del desplazamiento de los órganos genitales a los pies, sumamente importante y más si va acompañado por la mata de pelo con la que seca esos pies amorosamente bañados.

Volviendo a los escritos en ese mismo evangelio, casi de inmediato encontramos la referencia directa a otra mujer pero esta ya tiene nombre y lugar de origen: Lo acompañaban los doce (2) y también algunas mujeres a las que había sanado de espíritus malos o enfermedades: María por sobre nombre Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana mujer de Cuza, administrador de Herodes; Susana, y varios otras que los atendían con sus propios recursos (Lucas 8).

Y entonces podríamos y se ha supuesto que son la misma mujer, la que baña los pies y la que ha sido exorcizada de siete demonios, se cree que se inicia la conjugación de varías en una sola. Abriendo un paréntesis queremos hacer notar lo interesante e importante que es la numerología como vía de conocimiento de lo sacro en el mundo judío, doce apóstoles y siete demonios, esas dos referencias van ya conformando el mundo no sólo simbólico judaico sino un lenguaje que se repetirá en las imágenes de los santos y en las normas para pintarlos.

El número siete señalado como los demonios expulsados de Magdalena corresponden a la cifra que se menciona como lo perfecto, pero toda perfección tiene su antítesis, es decir, de la mujer expulsan los demonios más potentes para después dejarla en estado de perfección. No se puede dejar de hacer notar la correspondencia terrible que la mujer representa antes de la purificación por la penitencia y el poder masculino para otorgar esa posibilidad.

La otra María es de Betania, será la hermana de Martha y de Lázaro, amigos de Jesús y personajes muy conocidos por su adicción y fe al profeta judío en su momento histórico, tanto que Jesús resucitó al hermano muerto Lázaro. María llegó a donde estaba Jesús.

Al verlo, cayó a sus pies y le dijo: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto” (33). Al ver Jesús el llanto de María y de todos los judíos que estaban con ella, se conmovió hasta el alma (Juan: 34).

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Domenico Robusti Magdalena Óleo sobre tela 114.5 x 92 cm.

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Jacopo Ceruti Magdalena en oración Óleo sobre tela 120.2 x 92.3 cm.

Esta tercera María igual cae de hinojos ante el Señor, volvemos a las actitudes de las mujeres al arrodillarse, movimiento que en el lenguaje del cuerpo va dirigido a mantener el orden patriarcal y el sometimiento, imagen que también acompaña la representación de María Magdalena en su iconografía plástica.

La última referencia que mencionaremos es la del evangelio según Juan:

El primer día de la semana, muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que habían quitado la piedra que cubría la entrada.2 Así que fue corriendo a ver a Simón Pedro y al otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:

Así que se ha concluido que María la de las lágrimas, María la de los siete demonios y María de Betania, en un momento se amalgaman dando como resultado al final a María Magdalena la prostituta, conclusión que ahora es totalmente discutida y que separa a cada una de ella dándole un valor a sus diferencias y por tanto concediéndole a cada una su valor histórico.

En fin, en este documento que se presenta no se pretende agotar todas las referencias sino sólo bosquejar cómo de tres individuos del sexo femenino se fue conformando un símbolo, la Magdalena y sus posteriores atributos deleznables a través de los siglos y que en la actualidad y con base en investigaciones y necesidades mercadotécnicas han recuperado o han construido otra imagen de lo femenino.

Sabemos que la décimo tercera discípula era una mujer que muchos la señalan con el nombre de María de Magdala,3 pero que posiblemente era griega y que compartirá con Jesús no sólo las enseñanzas sino una vida íntima y que a la muerte del Cristo será separada de los evangelizadores por envidias, riñas e inseguridad, en especial de Pedro, la piedra donde se edificó la Iglesia del Cristo.

Teniendo algo sobre el ambiente de la primitiva cristiandad y dando un enorme salto en el tiempo llegamos a Gregorio VI reformador de la Iglesia Católica y del papado.

Este eclesiástico que llega a la silla pontificia al entregar 1500 libras en oro, pretenderá reformar una institución corrupta y en declive. Su mandato tratará de imponer varias modificaciones y una de ellas es precisamente la satanización de la figura de Magdalena al llamarla prostituta, apelativo lapidario que la acompañó hasta el siglo XVII en donde gracias al Concilio de Trento4 y a las reformas también para levantar a la institución, ordena la popularización de santos como modo didáctico y se señala de manera especial la representación de sus vidas y martirios a través de pinturas alusivas.

Para nosotros es a partir de esta orden estratégica que la imágenes de María Magdalena se le escapan a la Iglesia católica e incorporan no sólo la historia oficial, sino que abren a la sacralidad encerrada en la imagen de la mujer y se develan varias posibilidades primigenias que ahora son consideradas como fetiches, actualizando el Eros, la fecundidad y el goce.

El siglo XVI inicia una producción pictórica muy interesante (Delenda, 18), si bien se 3 4

https://www.youtube.com/watch?v=OILNWb9YEi8

http://fama2.us.es/fde/ocr/2006/sacrosantoConcilioDeTrento.pdf

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― ¡Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto! ( Juan: 20, 1)

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Bartolomé Esteban Murillo Magdalena penitente Óleo sobre tela 166 x 121 cm.

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Gaspare Diziani Santa María Magdalena comunicándose con un ángel Óleo sobre tela 125 x 100 cm.

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Gaspare Diziani Santa María Magdalena comunicándose con un ángel Óleo sobre tela 125 x 100 cm.

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acoge a los nuevos modos de representación indicados por las instituciones en el poder, regresa de una manera muy definitiva a las representaciones que mixturan las formas clásicas, especificidad renacentista; en lo que toca a nuestro tema, la representación de María Magdalena devela signos y símbolos que van más allá del campo Judío y que ingresan en otros cultos como mencionaremos más adelante.

Guido Cagnacci, Jan Massys, Jacopo Palma, el joven, por mencionar algunos de primera mano, pintan a una Magdalena pecadora y arrepentida, con el pecho descubierto, los senos turgentes y muy expuestos, el pelo largo y con una fascia que no se sabe si es de gozo o de dolor; contemplamos ya esa hierofanía fundante, ahí el instante de aproximación a otras deidades con las mismas atribuciones pero no cristiano-católicas.

Primero señalemos que cumplen con lo solicitado por el Concilio de Trento y muestran en el lienzo los atributos de la pecadora: la calavera, el libro, la cruz, el cáliz, la cueva del martirio. En un segundo momento la representación de una mujer embarazada, atribución que ha servido para afianzar la creencia del supuesto cáliz vivo que no sería otro que el estado gestante de la Magdalena y así dar comienzo a la leyenda de la dinastía de Jesús en Europa y en especial en Francia, asunto que ha pervivido entre órdenes monásticas como los descendientes de los Templarios hasta llegar a nuestros días con los masones (Delenda). Pero ese es un tema que no trabajamos ahora.

Estas representaciones nos llevan a una hipótesis, a un culto anterior, el culto por las diosas paganas a un espacio de sacralidad que habla de otros tiempos y de un grupo que va a estar muy ligado a la cristiandad, los egipcios y los griegos, que no se puede olvidar ya que es la simiente de los cultos a las diosas primigenias.

Sabemos que lo sagrado es una proyección simbólica de la identidad de un clan o de un grupo, que es una actividad esencialmente humana, los hombres buscan y participan de lo experiencia de lo sagrado. El pueblo griego mantuvo una relación innegable con esa experiencia a través de sus mitos, ritos, relatos y oráculos, así heredó su cosmogonía a otros pueblos y ha subsistido a pesar de los siglos ya que remite a necesidades primigenias como son los cultos a las diosas de la fertilidad y de ahí a esas diosas que renuevan el Eros, diosas que se han fusionado en imágenes renovadas y que son consideradas en su estructura como modelos de fetiches, ya que como señalan tanto Mircea Eliade y Sigmund Freud el fetiche siempre tiene una relación con lo sagrado, una fuerza cósmica al igual que el Tótem, de ahí su prevalencia en los sistemas culturales hasta nuestro días y si no veamos imágenes de las nuevas santas seductoras.

Volviendo a Magdalena, a las representaciones y a la magnitud que ella reproducen, podemos notar que en perspectiva resalta el espacio sacro los colores y la conformación y distribución del paisaje tan enclavado en una naturaleza oscura (la mujer penitente, la anacoreta) y cerrada donde se realiza el rito, en el que una mujer de pechos descubiertos se martiriza y sólo su cuerpo es cubierto en la parte inferior, pues la parte superior es semidevelada siempre por una mata de pelo largo y blondo, de ahí que lo esencial es el ambiente de entrega femenina, de adoración al cuerpo, la sugerencia a postrarse frente a una diosa nutricia y erótica, inconsciente que se revela.

Lo realmente trascendente es la hierofanía, el misterio a develar, lo representado es lo sagrado, un poder que va más allá de la humano, lo que se encarna es el poder fascinante de esta mujer-diosa, como queremos designar a estas mujer representada, a María de Magdala en las diferentes obras mencionadas.

La religión judía y la cristiana perdieron a sus diosas, las repudiaran a favor de un dios

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Francisco Ignacio Ruiz de la Iglesia Magdalena penitente Óleo sobre tela 111 x 211 cm.

Livio Mehus Magdalena penitente Óleo sobre tela 55.5 x 74.5 cm.

Para ver el trasfondo del cambio se sugiere el Ensayo de Sigmund Freud, Moisés y la religión monoteísta.

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único heredero del dios solar de los egipcios5 y en este desalojo extraviaron la fuerza femenina. Perdieron a Deméter, Hécate, a Hera, a Venus, a Lilit y a otras más, diosas neolíticas propiciatorias de la vida y de la muerte, quizás las primeras deidades adoradas por el hombre. Pero esas fuerzas cósmicas y primarias han subsistido en el inconsciente humano (representación artística que deja fluir la pulsión) como figuras arquetípicas y también en el inconsciente individual, son las pobladoras de los sueños, así en él surgen como exuberantes modelos artísticos, aparecen en la obra sin que el pintor pueda ocultarlas del todo, se develan, se escapan.

María de Magdalena es lo más cercano que se tiene en el mundo católico a la diosa nutrida que da la vida, ella fue la pareja del Cristo y se ha pintado embarazada; no es una virgen, es una mujer de cuyos senos se alimentan los dioses y los hombres, en cuyo cuerpo voluptuoso se ha dado la fecundación y el engendramiento del ser vivo que continúe la especie. Aún hoy los senos son el símbolo de la fertilidad y del Eros, un fetiche controversial, tanto que las escenas de amamantamientos son veneradas o proscritas, tanto que en fechas muy próximas sigue siendo motivo de polémica, véase esta polémica en cuanto se habla de cubrir o no tener que cubrir el seno.

Y volvamos a las diosas y a su culto, la prostitución ritual tuvo un sentido muy importante en la historia del desarrollo de la cultura y de las religiones. Se sabe y discute mucho sobre el objetivo de esta práctica, entre muchos se habla de una cualidad que es ligada a la abundancia y a la compasión, como lo menciona Mircea Eliade entre otros, esta va directamente unido a estas vestales que cumplían la voluntad de las diosas nutricias y generadoras, primigenias dadoras de vida y piadosas ante la situación de los hombres, en esas épocas se regían por otros códigos de vida, por lo general sometidos a las fuerzas terroríficas de esas mujeres o diosas potentes trabajos que María Encarna Sanahuja ha dejado en libros de la talla como Cuerpos sexuados, objetos y prehistoria o el escrito a dos manos entre Catherine Clèment y Julia Kristeva.

Mircea Eliade, Frazer, Freud, C.G. Jung, entre muchos hablan de estas prácticas que perviven aún en el inconsciente y que aparecen en las nuevas imágenes resignificadas de la mercadotecnia actual como las modelos y actrices que pueblan la cinematografía.

Así la representación de María Magdalena llena el vacío de la diosa, connota sus dos vertientes el Eros dador de vida, incitador propiciatorio, y el pecado, el exceso el Tánatos.

Román Gubern señala en su texto titulado Del bisonte a la realidad virtual (1996) que la pulsión icónica surge de la necesidad de otorgar sentido a lo informe, es el discurso equivalente a la pulsión de vida, de dotar de orden al desorden y de significar los campos perceptivos que alberga nuestro deseo imponiéndoles un sentido figurativo y simbólico para poder trabajar con ellos.

La simbólica lo confirma, ahora estas categorías tan conocidas se actualizan en la fascinación por el cuerpo femenino que tiene en este siglo pasado y en el XXI un auge muy elocuente con las operaciones de cirugía plástica del cuerpo a la medida que muy especialmente trabaja Lipovetsky en uno de sus ensayos en quizá su libro más conocido, La era del vacío, la supremacía de las mamoplastias en el mercado es notoria. Otro fetiche es el pelo como símbolo de erotismo y afeminamiento, podemos notarlo en cómo éste es usado actualmente en las pasarelas y promociones comerciales, tanto largo como corto. Y algo muy importante, esta pecadora lavó los pies del salvador con lágrimas, per-

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fume y lo limpio con su pelo, escena que es indiscutiblemente fetiche por toda la carga de poder y de erotismo dirigido de manera velada al encuentro de los órganos sexuales y reproducida en un sinfín de propuestas fílmicas y artísticas, ni decir de programas promocionales de artículos varios.

Así podríamos seguir señalando otras más de las escenas de representación pero lo que por ahora queremos apuntar es que la supuesta reivindicación de la pecadora María Magdalena es sólo una desviación que habla aún del sometimiento a la sociedad falogocéntrica, muy conveniente a la mercadotecnia y al uso del cuerpo como objeto de consumo y otra vez el consiguiente olvido de la figura de la mujer como diosa, acarreando los tan sabidos problemas por este olvido y abandono.

María Magdalena es la “mártir” de los sistemas dogmáticos de fe dentro de la creencia religiosa, la han tornado dogmática para congraciarse con aquellas decisiones que veladamente se utilizan y estructuran para forjar adeptos que no requieran de la reflexión como ejercicio de libertad personal. La imagen de esta pecadora es hoy por hoy el argumento principal de lo que se prostituye pero que al mismo tiempo es aceptado pues todos los que participamos de esta tejido social que configura el ser del hombre actual.

Se abolieron los límites, ya se está en posibilidad y disponibilidad de limpiar heridas y

Baltasar Echave Ibía Magdalena penitente Óleo sobre tabla 71 x 85.5 cm

Anónimo, siglo XVII Éxtasis de la Magdalena con los ángeles músicos Óleo sobre tela 44.8 x 58.5 cm.

María del Coral Herrera Mario Caleb López

suciedad del trayecto, se reconstruye la historia al mejor postor, con ello se permite vincularle a la estrategia de obtención de satisfactores con acciones de perdón anticipado y justificación de preceptos egoístas o mezquinos de beneficios personales. Es la clara muestra de cómo se manipula la creencia, la fe, lo sacro, sin respeto y con claras muestras de mercadeo y como el poder patriarcal impuesto para seguir manipulando.

Si la Memoria o Martyr, también es ser testigo o dar testimonio a partir de la tortura, y vincularnos con la imposición de los ejes que deben respetarse según el dominador en turno, entonces nos encontramos que el espacio de la reflexión es una abstracción que pertenece a unos pocos y que también es coto de poder.

Haber convertido a la mujer del Cristo, apóstol o esposa en una prostituta fue y ha sido sentar bases justificadas para el dominio y desacreditación del sexo femenino, es decir, aniquilar la posibilidad que es inherente a todos nosotros de convivir con lo diferente, el temor a las cualidades que nos separan como sexos, pero que también posibilitan que en la diferencia crezca el conocimiento en áreas tan importantes como son la ética y la moral y poder así acrecentar nuestros vínculos humanos.

Por ello se puede indicar una pequeña reflexión, sí el acto de fe es referente del pensamiento que piensa lo pensado, la fe sería la posibilidad del pensamiento a pensar

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La Imagen como Manipulación desde su Fetiche: María Magdalena, el Ícono que pasó de ser el Apostol Mujer más próximo al Cristo a el Símbolo de la Prostituta Arrepentida... ¿Política o Religión?

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Bartolomé Esteban Murillo Santa Magdalena Óleo sobre tela 139.5 x 118.5 cm.

y vivir en un espacio de dignidad y esperanza, “el hacer lo ausente presencia en nuestra vida” es decir ese campo de las diosas nutricias, ese espacio de las mujeres como forjadoras de un todo vital desde siempre, hacer presente la necesidad que se tiene del tránsito con lo femenino sea el sexo que se sea, y aceptar con ello que aún hoy con tanta tecnología y ciencia, requerimos de la imagen de la mujer como ese otro dador de vida y forjador de mundos, que las representaciones que tenemos pervierten el concepto que se maneja de la mujer y qué el trato que ha recibido la figura simbólica de María de Magdala es un claro ejemplo de como el discurso hegemónico nos degenera y nos hace olvidar la capacidad de reflexión que debe sustentarnos como individuos pensantes.

Imagen que ha sido siempre utilizada para movilizar los intereses del poder utilizando el influyente espacio de la sacralidad y del arquetipo. Por ello nuestra propuesta radica en la revisión de la imagen de esta mujer no en el terreno de la estética de la composición plástica sino en el espacio del poder que ejerció y ejerce en el discurso de lo femenino como aquello que es desacreditado como sacro.

Bibliografía

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Freud, Sigmund. (1988). Moises y la religión monoteísta. Buenos Aires. Argentina: Mila Editor

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Merens Bernard. (1989. María Magdalena, Hija de Eva y de la gracia. Argentina: Planeta

Delenda, Odile. (Varias) Museo Nacional de San Carlos. (2001) María Magdalena: éxtasis y arrepentimiento. México, D.F.: INBA Rodríguez Magda Rosa María. (ed).(1997). Mujeres en la historia del pensamiento. España: Antropos

Sanahuja, María Encarna. (2002). Cuerpos sexuados, objetos y prehistoria. Madrid, España: Cátedra

María del Coral Herrera Mario Caleb López

La Biblia Latinoamericana. (1972). Madrid, España: Ediciones Paulinas

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Filosofía y Revolución Mexicana Alberto Saladino García

Filosofía y Revolución Mexicana

Comentarios al libro de Guillermo Hurtado, La Revolución creadora: Antonio Caso y José Vasconcelos en la Revolución mexicana, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2016, 453 pp.

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Invito a internarse en la lectura del más reciente libro de Guillermo Hurtado Pérez, quien viene contribuyendo con espléndidos libros a la investigación, problematización, promoción y rescate de la producción filosófica mexicana. Esto es encomiable si recordamos que sus intereses gnoseológicos iniciaron con temas de filosofía analítica y si bien continúa cultivándolos, su acercamiento a los temas de filosofía mexicana han resultado benéficos para consolidar nuestra tradición intelectual.

Su creciente e importante producción académica inició con el abordaje de los temas de filosofía analítica como lo prueban sus obras: Proposiciones russellianas (1998) y Por qué no soy falibilista y otros ensayos filosóficos (2009); pero también se ha abocado a atender tópicos de filosofía en América Latina como El búho y la serpiente. Ensayos sobre la filosofía en México en el siglo XX (2007), México sin sentido, (2011), Dialéctica del naufragio (2016) y La Revolución creadora: Antonio Caso y José Vasconcelos en la Revolución mexicana (2016).

Guillermo Hurtado se ha encargado de justificar sus intereses gnoseológicos al reflexionar sobre la función de la filosofía analítica y por los temas de filosofía mexicana; un ejemplo lo constituye un artículo publicado en Dianoia en mayo de 2012: "Qué es y qué puede ser la filosofía analítica", el cual levantó cierta polémica.

Argumento mi invitación a la lectura de su nuevo libro por sus diversas virtudes: es una estupenda obra de historia intelectual de nuestro país al focalizar sus análisis en dos décadas del siglo XX, de 1910 a 1929; su atención temática estriba en relacionar el quehacer de nuestros filósofos con los líderes y protagonistas de la Revolución Mexicana, pues apunta: “… es fundamental subrayar que Madero entendió la lucha política dentro del marco de una concepción del ser humano que coincide en algunos aspectos con las filosofías de Antonio Caso y José Vasconcelos…” (p.

35); asimismo su estructura capitular es heterodoxa al recurrir a periodos breves que, a la vez, le sirven como títulos; es una obra voluminosa, la primera escrita desde el ámbito de la filosofía que atiende este periodo con riqueza de datos, informaciones y fuentes; está redactada de manera ágil, lo cual se agradece y debemos reconocerlo si se confronta con la mayoría de textos filosóficos, que en el caso de los de temas de filosofía analítica, por densos, sus lecturas resultan pesadas; más aún es una obra factible de servir de fuente para radiografiar intelectualmente al autor.

Por lo señalado evitaré resumir su contenido ni realizar su síntesis. En todo caso para los apresurados o quienes piensan que el tiempo es oro y no lo pueden desperdiciar en la lectura de ¡cuatrocientas páginas!, pueden acudir al pertinente “Prólogo” escrito por el propio autor y en particular a su telegráfico pero puntual resumen de doce páginas. Más bien pienso

::: RESEÑA:::

1. Idea de la Revolución Mexicana.

El libro inicia con la puntualización de que la Revolución Mexicana no siguió una ideología determinada, que no significa su carencia de ideas (p. 1); asimismo señala diversidad de motivos para el inicio de este importante hecho histórico (p. 4); revela su “… marcada tendencia anti-positivista porque anti-positivistas fueron los liberales, los anarquistas, los católicos y los maderistas”, (p.21) o sea sus impulsores y líderes; más aún, reconoce la existencia de distintas corrientes, de claves, impulsos, orientaciones, fórmulas, mecanismos (p. 88) en su gestación y desarrollo.

Sin embargo, la idea de Revolución Mexicana explicada por Guillermo Hurtado es identificada con su principal impulsor, al interpretar: “… La revolución maderista se hizo para que los mexicanos primero fuesen libres y luego para que pudiesen decidir de manera democrática cómo querían reconstruir su nación… aspiraba a… una transformación moral de la sociedad…” (p. 104), lo cual le sirvió de hilo conductor en la exposición de tópicos de su libro y de eje para vertebrar sus interpretaciones sobre el papel desempeñado por los filósofos, específicamente por Antonio Caso y José Vasconcelos.

Con esa apreciación termina su contenido al confesar: … En este libro he sostenido que el cordón original de la Revolución mexicana fue el maderismo.

Alrededor de él se trenzaron otros cordones: el zapatismo y el anarquismo. Luego llegaron otros:

el carrancismo, el villismo, el socialismo y el obregonismo.

Una tesis de este libro es que el 17 de noviembre de 1929 fue el final del movimiento revolucionario comenzado por Madero el 20 de noviembre de 1910. (p. 391).

De manera que Guillermo Hurtado establece rigurosamente su objeto de estudio y su periodización, por lo cual debemos internarnos en la lectura de su obra advertidos que su cometido se ciñe a la dilucidación de la Revolución mexicana y al periodo de vigencia.

2. Categorías de análisis. Como estudioso de la filosofía concebida y practicada como ejercicio de conceptual, resulta de primordial importancia la explicación del instrumental teórico con el cual procederá en el análisis de modo que a lo largo del libro existe recurrencia en el empleo de categorías como campo intelectual, claves, clima de ideas, ideología, filosofía, revolución.

Se puede apreciar que algunas de esas categorías han sido producto de la tradición filosófica a través de largos procesos de dosificación, pero otras el autor las utilizó para clarificar sus interpretaciones. De ellas destaca el sintagma “clima de ideas”, tan recurrente a lo largo de la obra. La sustancia de la manera siguiente: “… está conformada de diversos elementos que interactúan para formar un sistema en constante cambio. Lo que sostendré… es que hay periodos históricos en los que aparecen, predominan y luego se alejan, oleadas de intuiciones, preocupaciones, interrogantes que conforman esos climas que envuelven, como nubes o tormentas, los campos intelectuales”. (p. 3) El empleo de tal sintagma le resulta útil para explicar el surgimiento del movimiento revolucionario, la confluencia de propuestas para elaborar la constitución de 1917, para sustanciar el proyecto educativo vasconcelista, etcétera. “… Y en la conformación de ese clima, la filosofía mexicana tuvo una participación destacada” (p. 43), fue uno de los elementos constituyente de las causas y saldos de la Revolución mexicana.

Ese conjunto de factores que confluyen, contemporizan o coinciden en distintos momentos de los hechos del proceso revolucionario, los aprecia el 127

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que los interesados deben efectuar la lectura completa del texto para comprenderlo en toda su dimensión, al incursionar en sus explicaciones, interpretaciones, problematizaciones y reflexiones acerca de la presencia de filósofos y sus ideas en el fenómeno que marcó la vida nacional por cerca de un siglo.

Mi modesta semblanza atiende su generosa invitación para participar en la presentación de su libro y específicamente para argumentar en pro de su necesaria lectura. En consecuencia deseo se considere mi exposición como prolegómeno orientado a inquietar a los potenciales lectores. En cumplimiento de mi cometido revisaré seis tópicos con los cuales dejaré testimonio de mi lectura acerca de tan importante obra.

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Filosofía y Revolución Mexicana

autor como los elementos constitutivos del clima de ideas.

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3. Novedades interpretativas.

Son de diverso tipo, empecemos su inventario con la de carácter metodológica: su enfoque investigativo me parece original por recurrir a la historia intelectual y para sustanciarlo recurre a procesos poco utilizados en este tipo de estudios de manera contextualizada, transicional e intercalada (p. 89).

Los aportes interpretativos de Guillermo Hurtado contenidos en este libro son diversos: 1) concluye que Francisco I. Madero “… luchaba por una democracia total. Por esa razón debería ser incluido en la lista de los grandes promotores de la democracia de la historia” (p. 31) como padre de la democracia mexicana; la apreciación de que “…Madero… inventa la idea del pueblo mexicano como un pueblo democrático… como un sujeto político pleno, listo para actuar”; responsabiliza también a Madero de la “… reconceptualización del término ‘libertad’ en el espacio público mexicano” (p. 65); identifica al Ateneo de la Juventud como expresión de la independencia intelectual (p. 73); presenta a José Vasconcelos como un verdadero revolucionario de la talla de Zapata y Villa (p. 205), al afirmar: “… Como si fuera un Zapata del conocimiento, Vasconcelos se propone un reparto de letras, por contraste con el líder campesino que… luchaba por un reparto de tierras” (p. 229); por implementar “… un proyecto democratizador de la cultura, de empoderamiento popular” (p. 230); en consecuencia adjudica al Vasconcelos de 19201924 inaugurar en el siglo XX “… la ambición de los intelectuales de alcanzar el poder” (p. 248).

4. Relación entre Filosofía y Revolución.

Guillermo Hurtado valora la importancia de que la Revolución mexicana careciera de una filosofía oficial y lo cual le permite exponer la presencia de ideas filosóficas diversas en el proceso revolucionario, así como enfatizar los planteamientos de varios intelectuales, destacadamente los de Caso y Vasconcelos, de sus participaciones en el proceso como protagonistas u observadores, asimismo de sus coincidencias y de sus diferencias.

Justamente la materia esencial del libro lo constituye la conexión de las ideas de filosofía y Revolución (p.

83). Para el efecto inicia con la identificación de la

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filosofía del Ateneo de la Juventud como subversiva por haber roto con el positivismo (p.84); de señalar “… que el pensamiento político de Antonio Caso y de José Vasconcelos puede interpretarse en el contexto de la clave maderista de la Revolución” (p. 88), aunque tenga qué justificar la colaboración de Antonio Caso con el usurpador Victoriano Huerta.

Los hechos donde obvia la colaboración de ideas filosóficas a través de sus cultores son las siguientes: Convención de Aguascalientes a la que asiste José Vasconcelos y por petición de Antonio Villarreal, “… redactó una justificación de la soberanía de la Convención que era puesta en duda por los carrancistas. Este documento, firmado el 29 de octubre de 1914, ha sido ignorado en la historia de nuestra filosofía, pero merece ser analizado como la justificación filosófica y legal de la Convención” (p. 131); Guillermo Hurtado establece que si bien la filosofía mexicana careció de repercusión en la Constitución de 1917, su huella quedó plasmada en la ley suprema con la reforma de 1921 (p. 171); Antonio Caso puso a la filosofía al servicio de la Revolución al ofrecer una imagen favorable de ella en sus conferencias dictadas en un viaje a Sudamérica en 1921 (p. 238); pero el hecho de mayor trascendencia, lo constituye la política educativa instrumentada por José Vasconcelos. Dice al respecto el autor del libro: … Lo que he sostenido aquí es que detrás de su obra educativa había una concepción acerca de cómo debía ser la Revolución… como un movimiento más profundo y transformador que debía inculcar una nueva forma de vida para los mexicanos. Esta concepción vasconcelista de la Revolución estaba fundada en una idea filosófica sobre el ser humano… Éste fue el lugar de encuentro entre la filosofía y la Revolución mexicana… (p. 260)

Esa influencia filosófica en el proceso revolucionario posibilitó sentar las bases de la reivindicación nacional que se traduciría como nacionalismo revolucionario.

A decir del autor del libro, el final de la relación entre filosofía y Revolución fue anticipado, lo cual aconteció el 1º de diciembre de 1924, cuando Plutarco Elías Calles juró como presidente de la República, pues nunca más Caso y Vasconcelos ocuparían puestos desde los cuales influir en las políticas de la Revolución (p. 309).

::: RESEÑA:::

La mayor parte de las referencias filosóficas efectuadas en el libro corresponden a las obras, conductas y participaciones públicas de Antonio Caso y José Vasconcelos. En ellas el autor efectúa comparaciones, revisa las particularidades de las obras escritas entre los años 1910 y 1929, pero también plantea diferencias y semejanza, principalmente al correlacionarlas con los procesos de la Revolución mexicana.

Armado de dichas referencias Guillermo Hurtado puede ponderar sus afirmaciones:

¿Fueron Caso y Vasconcelos ideólogos de la Revolución? Si por ello se entiende que dotaron de ideas a la Revolución, por supuesto que lo fueron. Pero si por ello se entiende que fueron legitimadores del poder revolucionario, o mejor dicho, de uno o más de sus poderes, la respuesta no es obvia… Como corresponde a los filósofos genuinos ambos adoptaron una posición crítica frente al enredado proceso revolucionario…(p. 91)

Como se puede observar, se ubica a ambos como prohombres de la Revolución mexicana desde su actividad filosófica.

Pero también Guillermo Hurtado da luces acerca de las diferencias entre ambos pensadores, incluso detalles sobre su ruptura, que da cuenta tanto de las tensiones entre quienes ejercer en poder como de expresiones de la condición humana, por ello me parece elocuente transcribir su relato al respecto:

… Molesto por el manejo político de Lombardo [como director] en la [Escuela Nacional] Preparatoria, Vasconcelos lo despide el 17 de agosto de 1923. El 21 de ese mes, Pedro Enríquez Ureña –cuñado de Lombardo- renuncia a la dirección de los Cursos de Verano. Entonces Vasconcelos despide a Alfonso Caso, Enríquez Schultz y Agustín Loera y Chávez. Antonio Caso [rector de la Universidad Nacional] le reclama a Vasconcelos que ha violado la autonomía universitaria al despedir a esos profesores sin siquiera consultarle. El 28 de agosto de 1923, Caso renuncia en protesta y Vasconcelos lo sustituye por Ezequiel A. Chávez… La renuncia de Caso

fue irrevocable y la estrecha amistad entre él y Vasconcelos acabó para siempre. (p. 246)

Claro que el ejercicio del poder, en este caso universitario, también obnubila a quienes lo ejercen y en el relato, además, da cuenta de la red de relaciones hasta familiares en el desempeño de funciones directivas y académicas.

6) Referencias al marxismo.

Termino mi exposición con la problematización de la concepción de Guillermo Hurtado acerca del marxismo al que cita, contradice, descalifica o invoca.

Lo haré como parte de la necesaria lectura crítica y de debate que como estudiosos de la filosofía tenemos que promover.

Lo interpelo porque muchas veces las referencias parecen gratuitas, pero claro que no lo son, pues se puede explicar, algunas de las referencias por el mismo ejercicio de la filosofía como discurso crítico pero también por su proclividad a la filosofía analítica o como reacción a que estudiosos marxistas se han apropiado del análisis de las revoluciones sociales, etcétera. Paso a enlistar algunas de las menciones de términos que a veces se toman como sinónimos o pertenecientes al mismo campo semántico como comunismo, socialismo, marxismo.

Cuestiona las interpretaciones de estudiosos izquierdistas sobre la inexistencia de la relación entre Ateneo de la Juventud y Revolución mexicana (p.80): “… A diferencia de los marxistas que consideran que los cambios estructurales determinan los cambios superestructurales, Madero, Caso y Vasconcelos opinan que sin cambios culturales, morales e incluso espirituales, las reformas socioeconómicas son siempre frágiles, superficiales…” (p. 89); incluso plantea que desde la perspectiva leninista, Madero no hizo una revolución (p. 110), al radiografiar su temple acota: “diríase, era más afín al de un Gandhi, al de un pacifista, que al de un Lenin, un despiadado…” (p.111); cuando clarifica si los artículos 27 y 123 de la Constitución de 1917 tenían influencia socialista, la conceptúa apoyado en Isaiah Berlin (p. 166); más adelante precisa “… Si fuera sólo por el artículo 27, la ideología de la Constitución mexicana podría calificarse de socialismo liberal…” (pp. 176-177); acerca de la obra educativa de Vasconcelos dice que la influencia soviética fue estructural, no ideológica 129

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5. Apreciaciones sobre las relaciones de Antonio Caso y José Vasconcelos.

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Reseña de la Jornada Conmemorativa por el Centenario de la Revolución Soviética

(p. 222); “… en la Unión Soviética se llevaba a cabo un brutal experimento social en el que millones de seres humanos se ponían por debajo de una teoría supuestamente científica adoptada con el mayor dogmatismo” (p. 257).

Cierto mimetismo con los filósofos estudiados lo lleva a ubicarse no sólo como crítico del marxismo, sino como colaborador del clima de ideas anticomunistas persistentes en la política nacional al rechazarlo con calificativos de socialismo filisteo o doctrina dogmática.

Bien, todos están convidados a la lectura del gran esfuerzo de historia intelectual construida desde el ámbito de la filosofía por Guillermo Hurtado.

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::: RESEÑA:::

Reseña de la Jornada conmemorativa por el centenario de la Revolución Soviética

Comentarios al libro de Guillermo Hurtado, La Revolución creadora: Antonio Caso y José Vasconcelos en la Revolución mexicana, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2016, 453 pp.

La Jornada Conmemorativa del Centenario de la Revolución Soviética, organizada por el cuerpo académico Estudios Transdisciplinarios sobre Cultura en América Latina de la Facultad de Humanidades, en coordinación con la Facultad de Economía, comenzó con la inauguración de la exposición de carteles alusivos a los objetivos de toda revolución, los carteles contenían diversas manifestaciones de un pensamiento crítico, que busca y exige mayor justicia social. Desde imágenes tan representativas como la de Ernesto “Che” Guevara, Emiliano Zapata, hasta caricaturas de Carlos Salinas de Gortari que ironizaban sobre la promoción del Neoliberalismo durante su sexenio en nuestro país, estas muestras pictográficas fueron un excelente pre-texto para la reflexión.

En este marco, la participación de los ponentes fue dividida en dos bloques; como parte del primero de ellos se contó con la ponencia del Mtro. David Escobar Hernández, Dr. Emmanuel Moreno Rivera, y del Mtro. Fidel Zequeira Torres, cuyas intervenciones se llamaron: “Contexto geopolítico a cien años de la Gran Revolución Socialista de Octubre y retos nacionales”, “Estado, mercados y planificación económica. Las enseñanzas de la Revolución socialista de 1917” y “Los planes quiquenales de la Revolución soviética” respectivamente. El segundo Bloque inició con la lectura de la ponencia enviada por el Dr. Carlos Alfonso Garduño Comparan, titulada “La figura de Lenin en discusiones filosóficas actuales”, posteriormente estuvo integrado por la Mtra. Rocío Merlos Nájera y su ponencia denominada “Una mirada a la Revolución

de octubre desde América Latina”, el Dr. Humberto Rodríguez Pichardo “El plan de estudios marxista en la Facultad de economía de la UAEMex”, y el Dr. Alberto Saladino García con “Influencia de la Revolución Soviética en el marxismo latinoamericano”.

Las ideas fluyeron ricamente, se hicieron muchas reflexiones acerca de la necesidad de hacer un balance del sistema socialista, en los países en los que triunfó la revolución, se analizó el marxismo desde el contexto latinoamericano y se habló de aquellos pensadores que lo concibieron como una posibilidad para nuestras tierras. Pero también se planteó la vigencia del pensamiento marxista en una sociedad muy necesitada de un proyecto incluyente que busque el bienestar y la justicia social, porque una vida mejor no sólo es posible sino necesaria.

Finalmente la Jornada concluyó con la presentación “De Rusia para México con amor” a cargo de la Dr. Tatiana Victorovna Litvinskaya como solista y el ensamble integrado por Mitzi Maciel y Mariano Torres.

Seguido de un refrigerio en el que los asistentes participaron.

Sin duda el evento resultó de gran provecho para todos los asistentes y muchas reflexiones quedan para dar continuidad y seguir con el ejercicio del diálogo, por ello, es importante reconocer el esfuerzo y compromiso de la Facultad de Humanidades como organizadora y sede de esta jornada, en la que no sólo a manera de conmemoración se habló de los principios revolucionarios que marcaron el movimiento soviético de octubre de mil novecientos diecisiete, sino la vigencia de éstos en nuestro contexto actual, preocupación que de manera especial el Cuerpo académico atiende con la organización de este tipo de eventos que son fuente de reflexión para replantearnos nuestra realidad.

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Melissa Hernández Parra

Melissa Hernández Parra

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Colaboradores Javier Espino Martín

Jorge Ordóñez Burgos

Doctor en Filología Clásica, especialidad latín con “Sobresaliente cum laude” y “Premio Extraordinario” por la Universidad Complutense de Madrid. Premio de “Accesit” por la Tesis de Grado de Licenciatura y Primer Premio por la Tesis Doctoral, concedido por la Sociedad Española de Estudios Latinos. Investigador Asociado “C” por el Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Autónoma de México.

Responsable del Proyecto PAPIIT: Recepción clásica y modernidad. Autores de la Antigüedad clásica en la configuración del pensamiento ilustrado y romántico, (Clave: IA400915), con un seminario mensual que va tratando temas de la recepción en diversas vertientes. Actualmente Responsable del Proyecto PAPIME (PE403917): “Materiales didácticos para la asignatura de Literatura Latina en la Licenciatura de Letras Clásicas a través de la recepción literaria entre autores clásicos y modernos”. Para el año 2018 y 2019 se le ha concedido otro nuevo proyecto de investigación PAPIIT, con el título de: “La ‘recepción clásica’ entre finales del siglo XIX y el siglo XXI: teorías de la estética de la recepción y su aplicación en el diálogo narrativo entre la Antigüedad y el mundo contemporáneo” (IA400918). Organizador de varios eventos académicos tanto en España como en México.

Miembro del Grupo de Investigación de Historiografía Grecolatina de la Universidad Complutense de Madrid, dirigidos por el Profesor Francisco García Jurado y del proyecto CONACYT de la Universidad Iberoamericana sobre “Formas discursivas” jesuitas, a cargo de la Dra. Perla Chinchilla Pawling. Las líneas de Investigación trazadas se han centrado en dos vertientes: 1) la historia cultural de las gramáticas en la modernidad (ss. XVI-XX); 2) la recepción en la estética moderna de los autores latinos entre los siglos XVI y XX. Ambas líneas se han investigado íntimamente entrelazadas y han dado pie a una fructífera trayectoria investigadora a través de libros, artículos, ponencias y comunicaciones.

Doctor en Filosofía por la UNED-U. Complutense de Madrid. Cuenta con estancias postdoctorales en El Colegio de Chihuahua, la FFyL de la U. Autónoma de Madrid y la Philosophische Fakultät de la Potsdam Universität. Profesor-investigador del Depto. de Humanidades de la U. Autónoma de Ciudad Juárez, adscrito a la Licenciatura en Historia. Es miembro de la Asociación Mexicana de Estudios Clásicos, del Sistema Nacional de Investigadores y de la Academia Mexicana de Ciencias. Ha sido profesor invitado en la U. Autónoma de Sonora y en la BUAP; fue profesor fundador de la Licenciatura en Filosofía en la U. Autónoma de San Luis Potosí. Ha publicado siete libros de temas filosóficos, así como diversos artículos en revistas nacionales y extranjeras. Es coordinador del Seminario Internacional de Historia y Filosofía de las Religiones de la UACJ. Sus líneas de investigación son: filosofía mexicana contemporánea del norte de México y filosofía antigua, con acentuación en la medicina y la magia.

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Carlos Mariscal de Gante Centeno

Israel Nicasio Álvarez

Maestro en Filología Clásica por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y graduado en Filología Clásica por la misma universidad. En la actualidad se encuentra cursando un doctorado en el programa de Posgrado en Letras Clásicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cuya tesis estudia la recepción de Virgilio en la literatura hispanoamericana del siglo XX, dentro de la línea de investigación denominada Literatura Antigua y Estéticas de la Modernidad (LAEM). Además, se encuentra terminando el último curso del Grado en Filosofía de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).

Licenciado en Filosofía por la Universidad La Salle, 2010. Profesor de Asignatura en la UATx, campus Calpulalpan, desde 2013. Profesor de la Licenciatura en Lenguas Modernas Aplicadas, durante 2015.

Coordinador del Libro titulado: Reflexiones y estudios en Lenguas, editado por la UATX, 2017. Estancia de investigación en Buenos Aires Argentina, invierno del 2016. Coordinador de la Licenciatura en Filosofía en Centro de Estudios Léte de 2012 a 2015. Coordinador académico en Grupo educativo Angloamericano, campus Aragón desde 2013 hasta 2014. Ponente en México, Colombia, Costa Rica y Chile. Autor de los artículos académicos: “Soledad y política en el pensamiento de Hannah Arendt”, 2013; “La función social de la Filosofía desde Max Horkheimer”, 2014; “Las deformaciones de la verdad en política”, 2017.

Berenice Romano Hurtado

María del Coral Herrera Herrera

Es Maestra en Letras Modernas por la Universidad Iberoamericana y Doctora en Literatura Hispánica por el Colegio de México. Es profesora-investigadora de tiempo completo en la UAEMex, desde 2008, donde imparte cursos de teoría literaria. Desde 1995 es miembro del Taller de teoría y crítica literaria “Diana Morán”. Es autora de diversos artículos, así como de los libros Deconstrucción y autobiografía y Antología de miradas. Sus investigaciones se dirigen particularmente a los estudios de género y las escrituras del yo.

Es egresada de la Licenciatura en Letras Españolas de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México. Ha realizado estudios en literatura, poesía y filosofía en Diplomados impartidos por el Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey-Campus Toluca; la Universidad Iberoamericana-Campus Santa Fe; el Instituto Helénico. A.C. Realizó una Maestría en Letras Modernas en la Universidad Iberoamericana- Campus Santa Fe. Y se encuentra elaborando la investigación para obtener el grado de Doctor en Letras Modernas.

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Caleb Mario López Mota

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Egresó de la Facultad de Arquitectura y Arte /UAEM (antes de convertirse en FAD) allá por los 80’s; como alumno vivenció las cuatro huelgas, titulado; con estudios donde los papeles obtenidos dicen título de arquitecto, diplomado en educación superior, especialista en finanzas, diplomado en precios unitarios y costos de construcción, especialista en diseño industrial, cursó estudios de alguna maestría en arquitectura y otros estudios de alguna maestría en diseño con último grado de maestro aprobado en el mes de diciembre del 2009 y actualmente candidato a doctor en artes con investigación en metafísica del espacio y arquitectura; algunas distinciones como la de ser mejor catedrático de generación de la escuela de diseño gráfico en el año 1995 en la FAD/ UAEM; becario FOCAEM-CONACULTA en el año 2000 en el rubro de patrimonio cultural y con un premio otorgado a la mejor imagen iberoamericana de marca en Madrid, España en el año de 1988 y autor del libro “Itinerarios, Visión de una Toluca Particular” cuentos cortos de la Ciudad de Toluca.

Fundador del taller de “Apoyo Arquitectónico para Estudiantes de Arquitectura” en el año de 1979; cofundador del Taller “Son Como Son Fotocreativo”; en el año de 1982 y desde el año 1999 a la fecha director general del despacho D&D “Diseño, Estrategia y Decisión”.

En el rubro del desempeño laboral no docente; ha trabajado en los tres niveles de gobierno, también en la iniciativa privada enfocado a la industria en la especialidad de producción de proyectos estratégicos de empresa; disciplinariamente maneja el despacho colaborativo de Arquitectura del Desempleo y Espacios de Cultura con arquitectos, artistas y diseñadores amigos; además de reconocidos estudiantes de algunos semestres de la Facultad de Artes y de la FAD, especializándose en concursos de concepto; ya en el rubro educativo superior es cofundador de la Escuela Metropolitana de Arquitectura,

diseñador y fundador de la Maestría en Diseño Estratégico para la Universidad del Valle de Toluca y actualmente productor de matrices estratégicas de autodiagnóstico sustentable para pre-acreditación de escuelas de arquitectura, arte y diseño . En la Facultad de Artes ha sido distinguido como Consejero Maestro, ostentado definitividad y actualmente investigador en artes en la dimensión de la sustentabilidad en el arte y en proyectos de arte y diseño como miembro del Cuerpo Académico de Estudios Transdisciplinarios de Cultura para América Latina…también es director de la facultad de arquitectura y administración de la construcción de la Universidad del Valle de Toluca.

Anastasia Kachaeva

Tatiana Kachaeva

Especialista en Estudios Regionales, docente, interprete de chino e inglés. Dirige proyectos internacionales, participa en proyectos lexicográficos y tiene experiencia en anotación sintáctica.

Actualmente imparte cursos de inglés y chino en la Universidad Autónoma de Tlaxcala, Campus Calpulaplan. Áreas de interés: sociolingüística, teoría de traducción, historia de China, comunicación cross-cultural.

Profesora titular de la Universidad Estatal de Medicina del Océano Pacífico, en el Departamento de Salud y Sanidad Pública. En 1974 se graduó de la Universidad de Medicina de la ciudad de Vladivostok (Rusia). Tiene 38 años de experiencia como docente y se especializa en las disciplinas relacionadas con la salud pública y la historia de la medicina. Es autora de múltiples publicaciones académicas.

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filosofía y revolución mexicana

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Alberto Saladino García

Melissa Hernández Parra

Profesor de tiempo completo y director de la Facultad de Humanidades de la UAEMéx (1986-1990); autor de doce libros y coordinador de otros 15; fundador y presidente de Historiadores de las Ciencias y las Humanidades (2007-2010); miembro del Sistema Nacional de Investigadores desde 1990.

Licenciada en Derecho por la Facultad de Derecho de la UAEMex. Maestrante en Estudios Jurídicos por la misma Universidad. Estancia Académica en la Universidad Jaume I, Castellón de la Plana, España.

Días Contados

Revista del cuerpo académico “Estudios transdisciplinarios sobre cultura en América Latina” Convocatoria para artículos y reseñas.

Se pueden mandar artículos académicos y reseñas de libros especializados en cualquier área de las Humanidades y las Ciencias Sociales, cuyo tema se relacione con el estudio de la cultura en América Latina. Los temas pueden ser abordados desde una disciplina en particular, pero por el carácter de la revista se invita a proponer acercamientos transdisciplinarios.

Al planear la contribución, considérese lo siguiente:

• El envío no ha sido publicado previamente ni se ha sometido a consideración por ninguna otra revista.

• El archivo debe ser de Word Office, con el siguiente formato de texto: letra Times New Roman12 puntos; interlineado doble; márgenes de 2.5 cms; se utiliza cursiva en lugar de subrayado (excepto en las direcciones URL); todas las ilustraciones, figuras y tablas se encuentran colocadas en los lugares del texto apropiados, en vez de al final.

Directrices para autores/as Secciones de la revista

• Artículos largos: Extensión de 20 a 30 cuartillas, incluyendo bibliografía, y sin contar los resúmenes ni los datos del autor.

• Artículos breves: Extensión de 10 a 15 cuartillas, incluyendo bibliografía, y sin contar los resúmenes ni los datos del autor.

• Reseñas: Extensión entre 4 y 6 cuartillas.

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| Vol. I

| Año 2018

Requisitos 1. Los Artículos serán resultado de una investigación original de uno o hasta 3 autores.

2. Los artículos deberán incluir al inicio, además de título, nombre del autor (autores), su correo electrónico y un resumen en español e inglés (150 – 200 palabras).

3. Enseguida del resumen, en español e inglés, se incluirán 5 palabras clave que ofrezcan una referencia sobre el contenido.

4. Se deberá enviar, en un archivo aparte, una síntesis curricular de no más de 200 palabras por cada autor.

5. Todo el texto, incluyendo títulos y subtítulos, deberá estar escrito utilizando mayúsculas y minúsculas.

6. Todas las citas textuales deberán estar entrecomilladas y referenciadas de acuerdo al sistema APA (revisar archivo con instrucciones para citas y referencias). Citas de más de 3 líneas deberán estar en párrafo independiente con sangría de 1.5 cm de cada lado.

7. Todas las referencias bibliográficas que apoyen las ideas expresadas en el contenido o que remitan a una fuente deberán incluirse en una lista al final del texto (revisar archivo con instrucciones para citas y referencias).

En las reseñas de libros, la ficha bibliográfica deberá incluirse al inicio del texto.

8. Las ilustraciones digitalizadas deberán entregarse en archivo separado formato .jpg, resolución mínima 300 DPI, que incluya pie de imagen con número de identificación, autor, fuente y permiso de publicación.

9. Notas: Con llamado en el contenido mediante numeración arábiga, superíndice y consecutiva. Todas estarán al pie de página. Cuando en una nota se cite una fuente, se hará bajo el sistema APA (revisar archivo con instrucciones para citas y referencias).

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